Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
VIAJES AL ESTRECHO DE MAGALLANES



Comentario

La crónica en el tiempo


Con tres copias de su relación, llegó Sarmiento a España aquel 15 de agosto de 1580. La cuarta, viajó con el piloto Hernando Alonso --en el patache que partió de Cabo Verde--, hasta el istmo panameño, para ser rendida al virrey don Francisco de Toledo. No he encontrado referencias de ella, que puede hallarse en los archivos de Lima.

Mientras Sarmiento realizaba su viaje, escribía Felipe II a don Antonio de Padilla, presidente del Consejo de indias: Mírese si será bueno hacer un fuerte en el puerto de Magallanes. La crónica de Sarmiento llegó, pues, a las manos del monarca y al Consejo de indias en momento sumamente oportuno: existía en la corte gran preocupación como consecuencia de la audacia de Drake, quien había repetido la ruta de Magallanes, practicando la depredación por las costas occidentales de la América hispana (la expedición de Sarmiento fue corolario de esta incursión).

En el informe del marino, aparecía el plan estratégico magallánico formulado por el navegante y el virrey, que coincidía con los intereses del soberano. Cosa inusual en éste, decidió con gran rapidez la fortificación y el poblamiento del Estrecho: al año siguiente partía de España la expedición con destino al último rincón americano.

Pero, en seguida, la estrategia atlántica del Rey Prudente, experimentó una mutación violenta al pasar de la acción indirecta --ocupación de encrucijadas mediante el uso de fuerzas sutiles y económicamente semiautónomas-- a la directa: la invasión de Inglaterra. La organización de la Armada Invencible acaparó la atención de la corte entera, y el fracaso de tal operación no implicó cambio en el modelo estratégico filipino: parece ser que Felipe II --dice Comellas-- planeaba de nuevo un desembarco en Inglaterra cuando le sorprendió la muerte. Quedó Sarmiento --decidido partidario de la estrategia de acción indirecta-- oscurecido, y su crónica, olvidada.

Cuando, ya en el siguiente siglo, Felipe II, tras la alarma provocada por el viaje al sur de América de los holandeses Le Maire y Schouten, organiza la expedición de los Nodales, dice a éstos: Os detendréis en la dicha boca occidental del Magallanes todo el tiempo que os diere lugar, porque respecto de no estar bien reconocida por aquella parte, ni tenerse noticia que ninguno baja pasado por ella, sino el capitán Pedro Sarmiento, hay más necesidad de tener de ella un reconocimiento muy puntual y ajustado para los efectos que se pueden ofrecer a mi servicio...

Este mandamiento prueba que la relación del descubridor dormía en algún olvidado estante cortesano. Dice Amancio Landín que, para su viaje, iban los hermanos Nodal provistos de la relación y, cartas que la pluma de Sarmiento había trazado, lo que Javier Oyarzun niega. Por su parte Julio Guillén, en su prólogo a la edición de la Crónica (1944, Instituto Histórico de la Marina) afirma que el diario impreso de los Nodales nada alude a Sarmiento, y parece desconocer sus reconocimientos al oeste del Estrecho, pues la carta que trazó Ramírez de Arellano, su piloto mayor, carece de cuanto conoció aquél. Y concluye el marino académico: La relación de Sarmiento pareció haberse extraviado en nuestro país, mientras en Inglaterra la conoció el comandante Byron, que la utilizó en 1764.

Sin embargo, hizo uso de ella Bartolomé Leonardo de Argensola siquiera en extracto, añade julio Guillén, para escribir su obra Conquista de las Islas Malucas, publicada en Madrid, en 1609, de la cual tampoco debieron tener conocimiento los hermanos Nodal. También, como hemos visto, el padre Torrubia en su Gigantología usa y manipula a Sarmiento, dando otro tono a lo que éste, sobre tal asunto, escribió en su crónica.

Caracterizado el siglo XVII español por un notable abandono de la política naval, también Sarmiento y sus relaciones pasaron al ostracismo. Al final de esta centuria, don Francisco de Seixas y Lovera, en su Descripción Geográfica y Derrotero de la Región Austral Magallánica, alude al fracasado colonizador, más de forma tan confusa, que no puede darse como probable que el citado autor hubiese tenido acceso al diario del navegante.

El texto fue conocido en Inglaterra: tomado tal vez del patache que Sarmiento adquirió en Cabo Verde, o extraviado durante la expedición que el padre Quiroga realizó a la costa patagónica en 1745. Esta última posibilidad la apunta Julio Guillén. El caso es que el comandante Byron hizo uso de aquél en 1764, con motivo de su viaje alrededor del mundo.

Volvió en España a ver la luz el importante documento cuando salió a subasta pública, siendo adquirido por don Bernardo de Iriarte, quien lo publicó en 1768 junto a otros documentos, bajo el título genérico Viaje al Estrecho de Magallanes por el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa y noticia de la expedición que después hizo para poblarle. En esta recopilación figura la declaración de Tomé Hernández, el único superviviente de quien se tiene noticia cierta de las fallidas poblaciones magallánicas.

Esta edición fue utilizada por varios expedicionarios posteriores, como Malaspina, Parker King y Fitz Roy. En la expedición de este último participó Charles Darwin, quien, en consecuencia, también manejó el diario del navegante español.

Ya en este siglo, el padre Pastells realizó una interesante recopilación de textos de Sarmiento, en especial de aquellos referidos al viaje de poblamiento. Sir Clements Markham, por su parte, tradujo al inglés la notable Crónica, integrándola en su obra Narratives of the voyages of Pedro Sarmiento de Gamboa to the Straits of Magellan. Dentro de la Colección de diarios y relaciones para la Historia de los Viajes (Instituto Histórico de la Marina, Madrid) editó y prologó en 1944 julio Guillén este texto de Sarmiento, del que existen amplias referencias en los trabajos de Landín (Vida y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa, Madrid 1945), y Oyarzun (Expediciones españolas al Estrecho de Magallanes y Tierra de Fuego, Madrid 1976).

Dos documentos dan entrada a la Relación y Derrotero de Sarmiento: las Instrucciones que se dieron por el Virrey del Perú, al Capitán Pedro Sarmiento para la jornada y descubrimiento del Estrecho de Magallanes, y pelear con el corsario inglés que por él entró a esta Mar del Sur, si lo encontrase, y el juramento que prestó el marino antes de emprender la aventura. Ambos fueron incluidos por Sarmiento en su diario. Se guardan los dos en el Archivo de Indias. El original de la crónica, en la Biblioteca Real.