Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CONQUISTA DE MEXICO



Comentario

Chololla, santuario de indios


Es Chololla república como Tlaxcallan, y tiene un capitán general o gobernador, que todos eligen. Es lugar de veinte mil casas dentro de los muros, y fuera, por los arrabales, de otras tantas. Por fuera es de las más hermosas que pueden ser a la vista. Muy guarnecida de torres, porque hay tantos templos, según dicen, como días en el año; y cada uno tiene su torre y algunos más; y así, contaron cuatrocientas torres. Hombres y mujeres son de gentil disposición y gestos, y muy ingeniosos; ellas grandes plateras, talladoras y cosas así. Ellos muy sueltos, belicosos y buenos maestros de cualquier cosa. Van mejor vestidos que los de hasta allí, pues llevan, sobre otras ropas, una especie de albornoces moriscos, sino que tienen aberturas. El término que alcanzan en llano es graso y de buenas labranzas, que se riegan, y tan lleno de gente, que no hay un palmo vacío, por cuya causa hay pobres que piden por las puertas, cosa que no habían visto hasta entonces por aquella tierra. El pueblo de mayor religión de todas aquellas comarcas es Chololla y el santuario de los indios, donde todos iban en romería y a devociones, y por eso tenía tantos templos. El principal era el mejor y más alto de toda la Nueva España, donde subían a la capilla por ciento veinte gradas. El ídolo mayor de sus dioses lo llaman Quezalcouatlh, dios del aire, que fue el fundador de la ciudad; virgen, como ellos dicen, y de grandísima penitencia; instituidor del ayuno, del sacar sangre de lengua y orejas, y de que no sacrificasen más que codornices, palomas y cosas de caza. Nunca se vistió más que una ropa de algodón blanca, estrecha y larga, y encima una manta sembrada de cruces encarnadas. Tiene algunas piedras verdes, que fueron suyas, como reliquias. Una de ellas es una cabeza de mona muy al natural. Esto se pudo conocer en poco más de veinte días que allí estuvieron nuestros españoles. Iban y venían en ese tiempo tantos a contratar, que causaba admiración, y una de las cosas dignas de ver que en los mercados había era la loza, hecha de mil formas y colores.