Comentario
Lo bien que libraron los indios con ser conquistados
Por la historia se puede sacar cuán sujetos y despechados eran estos indios; y por tanto, no hay mucho que contar aquí; mas para cotejar aquel tiempo con éste, replicaré algunas cosas. Los villanos pechaban, de tres que cogían, uno, y aun les tasaban a muchos la comida. Si no pagaban la renta y tributo que debían, quedaban por esclavos hasta pagar; y en fin, los sacrificaban cuando no se podían redimir. Les cogían muchas veces los hijos para sacrificios y banquetes, que era lo tirano y lo cruel. Se servían de ellos como de bestias en las cargas, caminos y edificios. No se atrevían a vestir buena manta ni mirar a su señor. Los nobles y señores tributaban también al rey de México en hacienda y en persona. Las repúblicas no podían librarse de la servidumbre, por causa de la sal y otras mercaderías; de manera que vivían muy trabajados, y como lo merecían en la idolatría, y no había año que no muriesen veinte mil personas sacrificadas, y hasta cincuenta mil, según la cuenta que otros hacen, en lo que Cortés conquistó. Pero, aunque sólo fuesen diez mil, era gran carnicería, y uno solo gran inhumanidad. Ahora que por la misericordia de Dios son cristianos, no hay tal sacrificio ni comida de hombres. No hay ídolos ni borracheras que saquen de seso. No hay sodomía, pecado aborrecible, por todo lo cual deben mucho a los españoles que los conquistaron y convirtieron. Ahora son señores de lo que tienen, con tanta libertad que les daña. Pagan tan pocos tributos, que viven descansados; pues el Emperador se los tasa. Tienen hacienda propia, y granjerías de seda, ganado, azúcar, trigo y otras cosas. Saben oficios y venden bien y mucho las obras y las manos. No les fuerza nadie, que no le castiguen, a llevar cargas ni a trabajar; si algo hacen, son bien pagados. No hacen nada sin mandárselo el señor que tienen indio, aunque lo mande el virrey; y ésta es grandísima exención. Todos los pueblos, aunque sean del Rey, tienen señor indio que manda y prohíbe, y muchos pueblos dos, tres y más señores; los cuales son del linaje que eran cuando fueron conquistados; y así, no se les ha quitado el señorío ni mando. Si faltan hombres de aquella casta, escogen ellos al que quieren, y lo confirma el Rey. Los obedecen en grandísima manera y como a Moctezuma; así que nadie piense que les quitan los señoríos, las haciendas y libertad, sino que Dios les hizo merced en ser de los españoles, que los cristianaron, y que los tratan y que los tienen ni más ni menos que como digo. Les dieron bestias de carga para que no se carguen, y lana para que se vistan, no por necesidad, sino por honestidad, si quisieren, y carne para que coman, pues les faltaba. Les enseñaron el uso del hierro y del candil, con que mejoran la vida. Les han dado moneda para que sepan lo que compran y venden, lo que deben y tienen. Les han enseñado latín y ciencias, que vale más que cuanta plata y oro les tomaron; porque con letras son verdaderamente hombres, y de la plata no se aprovechaban mucho ni todos. Así que libraron bien con ser conquistados, y mejor con ser cristianos.
Cosas notables que les faltan
No tenían peso, que yo sepa, los mexicanos; falta grandísima para la contratación. Hay quien dice que no lo usaban por excusar los engaños; quién porque no lo necesitaban; quién, por ignorancia, que es lo cierto. Por donde parece que no habían oído cómo hizo Dios todas las cosas en cuenta, peso y medida. Así que carecen de peso todos los indios; aunque se halló una especie de peso en la costa de Cartagena, y en Túmbez halló Francisco Pizarro una romana con la que pesaban el oro, la cual tuvo en mucho.
No tenían moneda, teniendo mucha plata, oro y cobre, y sabiéndolo fundir y labrar, y contratando mucho en ferias y mercados. Su moneda usual y corriente es el cacauatl o cacao, el cual es una especie de avellanas largas y amelonadas; hacen de ellas vino, y es el mejor, y no emborracha. El árbol no fructifica sin compañero, como las palmas; pero en llevando fruta, se le puede quitar sin daño; echa la fruta en racimos como dátiles; requiere tierra caliente, pero no demasiado.
Carecían del uso del hierro, habiendo grandísimas minas de ello, y esto por rudeza.
No tenían otra candela para alumbrarse de noche que los tizones; barbarie grandísima, y tanto más grande cuanto más cera tenían; que aceite no alcanzaban; y así, cuando los nuestros les mostraron el uso y el provecho de la cera, confesaron su simpleza, teniéndolos por nuevos dioses.
No hacían navíos sino de una sola pieza, aunque buscaban grandes árboles: la causa era la falta de hierro, pez e ingenios para calafatearlos.
Que no hiciesen vino teniendo vides y procurando beber otra cosa que no fuese agua, es de maravillar; ya lo van haciendo los nuestros, y pronto habrá mucho, mayormente si los indios se dedican a plantar vides.
Carecían de bestias de carga y leche; cosas tan provechosas como necesarias a la vida; y así, estimaron mucho el queso, sorprendidos de que la leche se cuajase. De la lana no se maravillaron tanto, pareciéndoles algodón. Se espantaron de los caballos y toros; quieren mucho los puercos, por la carne; bendicen las bestias, porque los relevan de carga, y ciertamente les viene de ellas gran bien y descanso, porque antes ellos eran las bestias.
No tenían más letras que las figuras, y éstas pocas en relación con todas las indias; por lo que algunos dicen no haber llegado a estas tierras hasta nuestro tiempo la predicación del Santo Evangelio.
Otras muchas cosas les faltaban de las que son menester a la vivienda política del hombre, pero las dichas son las de gran necesidad, y que a muchos espantan; mas quien considerase que pueden vivir sin ellas los hombres, como ellos vivían, no se espantará, especialmente si considera que, así como es nueva tierra para nosotros, así son diferentes todas las cosas que produce, de las nuestras, y que produce cuantas le bastan a mantener y aun a regalar a los hombres.
Muchas cosas les faltaban también de las que acá apreciamos, que son más deleitosas que necesarias, como decir seda, azúcar, lienzo y cáñamo; hay ya tanta abundancia como en España.
No tenían pastel, y ahora sí: mas tenían linda grana y finos colores de flores, que no quemaban lo que tenían; y hasta su pintura no la gasta ni daña el agua, si la untan con óleo de chiyán.