Comentario
Capítulo XXVIII
De cómo el gobernador don Francisco Pizarro volvió a la Tierra Firme, enviando primero ciertos españoles en un navío que dieron nueva de lo que había negociado
En su tierra estuvo poco el gobernador, porque, lo uno, él tenía poco dinero que gastar, y lo otro, que no veía ya la hora que estar en la tierra que dejaba descubierta. Iban por oficial de la hacienda real, Alonso de Riquelme, tesorero; García de Saucedo, veedor, Francisco Navarro, contador. Procuró Pizarro de allegar gente; mas como le veían tan pobre, no creían que había riqueza donde los querían traer. Trajo consigo cuatro hermanos: el principal era Hernando Pizarro, hombre de buena persona y gran pundonor; era hijo legítimo del capitán Gonzalo Pizarro, padre de todos ellos; y a Juan e Gonzalo Pizarro, hermanos suyos de padre bastardos, porque sólo Hernando Pizarro era legítimo; y a Francisco Núñez de Alcántara, su hermano de madre. Juntó alguna gente, aunque poca, y porque en la Tierra Firme se supiese estar ya despachado y de camino, despachó que fuesen en un navío quince o veinte españoles; los cuales llegaron al Nombre de Dios y lo contaron al gobernador. Como mejor pudo, pasando hartas necesidades y trabajos, por los pocos dineros que tenía, se aprestó y vino a Sant Lucar, donde salió a (...) del mes (...) del año (...) de (...) y navegaron la vuelta de las Indias. El capitán Diego de Almagro supo de los que habían venido, cómo Francisco Pizarro venía por gobernador de la tierra, que intitulaban la Nueva Castilla, y cómo el adelantamiento lo procuro para sí mismo; quejábase de su compañero públicamente, que había ido a venir hecho señor, sin se acordar dél que lo había puesto en todo; decía más: que Pizarro le dio mal pago por lo que por él había hecho, y que no tenía que se quejar del rey, porque si él fuera a su presencia, no le pagara con le hacer alcaide de Túmbez; y que venido Pizarro no le había de entrar hombre de los que venían con él en su casa, ni había de gastar más de lo gastado. Don Hernando de Luque le decía que suya era la culpa, pues procuró con tanto ahínco la ida de Francisco Pizarro en España, y estorbó lo que él daba por parecer, que fuese una persona a los negociar, que con equidad los trataría; y que puesto que había oído aquello, que se sosegase, que no veía por qué creer más del dicho de aquéllos. Dicen que no bastó el electo don Hernando de Luque a lo apaciguar, antes se fue luego a las minas. Luque, como esto vio, buscó algunos dineros prestados con que pagó los fletes de los que digo vinieron delante; yendo por su camino, al Nombre de Dios, Nicolás de Ribera, a lo hacer, Almagro estaba tan sentido como se ha dicho; no bastaba ninguna razón que sobre ello le hablaban, a que se amansase. El electo Hernando de Luque le escribió algunas cartas amonestándole se viniese a Panamá, pues todo cuanto Pizarro había negociado era para todos, pues con él tenía compañía; sin esto le escribió para le contentar, que supiese que lo que él decía del adelantamiento que traía Pizarro, que era burla. Con estas cosas, y con lo que le dijo Nicolás de Ribera que volvió del Nombre de Dios por donde él estaba, perdió parte de su pasión y escribió al electo que recogiese la gente y la proveyese en el entretanto que él iba a Panamá; donde sin pasar muchos días llegó, hablando bien a los que habían venido y porque su compañero hallase hecha alguna hacienda cuando llegase envió carpinteros a cortar madera al río que llaman de Lagartos, para adobar las naos, que estaban muy gastadas de los viajes pasados. El piloto Bartolomé Ruiz también se quejaba de Francisco Pizarro, porque no le negoció la vara de alguacil mayor, habiéndolo prometido y jurado; decía, que si él no fuera en el navío y no tomara los indios de Túmbez en la balsa, que no quedara en la Gorgona con la esperanza que quedó de descubrir brevemente lo que aquellos indios decían. El capitán Diego de Almagro en la Tierra Firme procuraba allegar alguna gente para la conquista que se había de hacer del Perú y de tener bastimento para que comiesen los que viniesen de España. A Nicaragua fue nueva de cómo el emperador había encomendado la gobernación del Perú a Francisco Pizarro. Aguardaban muchos a saber que hubiese llegado a Tierra Firme para hallarse en la conquista; y en la Española y en otras muchas partes de las Indias se había divulgado esta nueva.