Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DEL PERÚ



Comentario

Capítulo XXXV


Cómo combatiendo la fortaleza de Carangui murió Auqui Toma, hermano de Huayna Capac, y después la tomó el mismo por su persona

Después de haber apaciguado el motín ya dicho, las gentes y ejército que había mandado venir del Collao Huayna Capac comenzaron a llegar a Tomebamba, e hicieron ante el Ynga una muestra hermosa de ver, de que quedó muy contento y con grande satisfacción dellos. En esto llegaron a Tomebamba nuevas cómo los cayambis habían salido de la fortaleza, do estaban recogidos, contra los que había dejado el Ynga para guardar los pasos y habían desbaratado la gente y muerto mucha della, de lo cual se enojó mucho Huayna Capac, viendo los daños que causaba su ausencia en sus gentes; para remedio de esta rota envió luego con un ejército lucido a su hermano Auqui Toma, con muchos capitanes y hombres de valor y orden, que así mismo llevase consigo la guarnición que estaba en Huchalla Pucara, y con toda esta gente procurase de tomar venganza de los daños hechos por los cayambis, y tomase la fortaleza haciendo todo lo que pudiese en los combates.

Salió de Tomebamba con este ejército de todas naciones Auqui Toma, muy deseoso de mostrarse en esta empresa, y siguiendo el orden de Huayna Capac, llegó sobre la fortaleza de Carangui y la sitió por todas partes, y dio algunos combates con mucho ánimo, y en ellos de ambas partes murió mucha gente. En el último, los orejones se señalaron sobre las demás naciones y tomaron cuatro cercas de la fortaleza, a pura fuerza de brazos, y en la última murió peleando como buen capitán Auqui Toma, y murió con él tanta gente de los suyos y de los enemigos, que estaban amontonados los cuerpos unos sobre otros en infinito número. Acabadas las lanzas y flechas, como se peleaba con mortal rabia, vinieron a las manos. En este tiempo visto por el ejército del Ynga su Capitán General muerto, desmayaron algún tanto y se empezaron con buen orden de guerra a retraer, y retirándose primero la gente común, llegó a un río, el cual en aquella sazón comenzó a venir crecido, por haber la noche antes llovido mucho, y con el temor que faltan todos los buenos discursos de la razón, se echaban a gran prisa al agua, no reparando en el peligro de la corriente del río, y el agua llevó mucha cantidad de gente, y otros con las heridas quedaron ahogados en las orillas y el río se tornó de color de sangre. Así la pérdida del ejército de Huayna Capac fue grande, así por la gente que murió en la fortaleza y retirada, como por la que se ahogó en el río, y los que pudieron pasar el río hicieron alto de la otra parte, y con grandísima diligencia despacharon mensajeros a su señor Huayna Capac, haciéndole saber todo lo sucedido en el combate de la fortaleza, y la muerte de Auqui Toma su hermano y el mucho número de soldados que habían muerto en la fortaleza a manos de los enemigos y en la retirada y en el río, ahogándose, y cómo ellos se quedaban fortaleciendo un puesto, porque de nuevo no saliesen los cayambis, hasta aguardar su mandado de lo que habían de hacer, si aguardarían allí nuevas fuerzas o se retirarían del todo.

Oída esta nueva tan triste por Huaina Capac, no hay palabras que signifiquen el sentimiento que hizo especial por la muerte de su hermano Aqui Toma, por el cual hizo llanto general con todo su ejército, y ardiendo en deseo de venganza determinó de una vez echar el resto y, personalmente, concluir con aquella conquista, asolando la fortaleza de Carangui y matando todos los que en ella estaban. Así en el restante del ejército y poder que tenía, salió de Tomebamba, repartiendo su gente en esta manera: que Mihi fuese con los orejones del Cuzco por un lado de la fortaleza, con todo el secreto posible, y por el otro lado las naciones de Chinchay Suyo, y pasasen cinco jornadas de la fortaleza adelante haciendo muestras de ir a otras provincias y con esto desmintiesen las espías que los enemigos entendía tendrían sobre ellos, y que desmentidas las espías, cada uno de su parte, con la mayor presteza y diligencia posible, revolviesen sobre la fortaleza quemando y asolando todo cuanto delante hallasen, sin dar tiempo a los enemigos de fortalecerse en algún puesto, porque en esto consistía la victoria. Dada esta orden, se quedó Huayna Capac con el restante de su ejército, que fue grandísimo número de gente, y con él se fue acercando a la fortaleza de Carangui personalmente, queriéndose hallar en el combate y, llegado, se lo dio fortísimo con grandes muertes de ambas partes y brava resistencia de los enemigos.

Prosiguió en esto algunos días, hasta que pareciéndole era ya ocasión que los ejércitos que habían de venir por las espaldas llegasen, y estando avisado dello, mandó dar asalto a la fortaleza con parte del ejército y, estando en la mayor prisa y furia dél, hizo señal a los suyos se retirasen dando muestras de huir por algún suceso, los cuales lo hicieron medio desbaratados y mostrando gran miedo. Visto por los cayambis tan súbita retirada, y que la gente del Ynga daba muestras de huir, ignorantes del daño que se les aparejaba, y no previniendo el peligro, pensando que sería como otras veces, comenzaron a salir de la fortaleza en confuso tropel, en seguimiento de los enemigos, y con grandísima vocería los ultrajaban, llamándolos de cobardes, y empezaron a pelear con ellos, matando e hiriendo algunos, pero estando en esto descuidados del daño y destrucción que por las espaldas les venía a deshora, por lo alto de la fortaleza comenzaron a asomar los ejércitos del Ynga, que habían llevado Mihi y los de Chinchay Suyo por el otro lado, con buen concierto y orden de guerra, los cuales les embistieron luego la fortaleza, confiados en hallar en ella poca resistencia, como en efecto no la hubo, por estar los más y mejores soldados de los cayambis trabados en la pelea, fuera de la fortaleza, con la gente del Ynga, y así les fue facilísima la entrada en ella, y en subiendo comenzaron a poner fuego a las casas y ranchos de los cayambis y a matar y herir en los que dentro de la fortaleza estaban, que viendo tal caso se esforzaban a defenderse, aunque en vano.

Desque los cayambis al ruido y vocería entendieron lo que pasaba y volviendo las cabezas vieron la fortaleza tomada y el fuego y llamas por lo alto della y sus casas abrasándose, empezaron a desmayar y a faltarles el ánimo, como ordinario sucede en casos no esperados, y queriendo volverse a entrar en la fortaleza, cargaron los del Ynga sobre ellos, y ansí no hallaron otro remedio más conveniente por entonces que retirarse hacia una gran laguna que cerca estaba, pensando entretenerse en las ciénagas della, hasta que fuese de noche y con la oscuridad escaparse. Así se fueron entrando por unos juncales que había en laguna a un lado della. Pero Huayna Capac con gran presteza les fue siguiendo, y porque no se le escapase ninguno hizo cercar toda la laguna y entrar en ella los mejores soldados que tenía, y allí se hizo una cruel matanza en los cayambis, y fue tanta la sangre que se derramó que el agua se tornó colorada, y desde entonces le quedó a la laguna por nombre La Yanuarcocha, que quiere decir Laguna de Sangre. Había en medio de la laguna muchos sauces muy grandes, y en ellos se subieron muchos cayambis pensando escaparse, pero al fin fueron muertos y presos de la gente de Huayna Capac, y entre ellos fue derrocado a pedradas Acanto, un cacique muy principal de los cayambis. A la noche Pinto, otro cacique, con la confusión que había y revuelta, se escapó con mil indios.