Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DEL PERÚ



Comentario

Capítulo XLVIII


De las dos batallas que hubo entre la gente de Huascar Ynga y Atao Hualpa

En disponiendo Atao Hualpa las cosas necesarias para su defensa y previniendo las armas, quiso por medio de un mensajero saber de fundamento la intención con que venía Ato, capitán de su hermano, que le iba a prender. Así lo despachó, diciendo qué novedad era aquélla y a qué efecto venía con gente armada a aquellas provincias, y que si su hermano quería hacer alguna entrada que adónde era, porque todas las provincias estaban de paz y quietas de la misma suerte que su padre Huaina Capac las había dejado, sin haberse alterado en cosa ninguna el gobierno dellas. oyendo esta embajada Ato, que ya estaba cerca de Quito, le respondió: decidle a Atao Hualpa que no vengo a entrada ninguna sino a prenderle y matarlo, pues se hace ynga sin serlo, ni venirle de derecho, sino que los perfectos yngas suelen ser elegidos y hechos por manos de los sacerdotes y del Sol, y jurado de todas las provincias y reverenciado delante del Sol. Y que mayor novedad era aquélla de hacer Atao Hualpa semejantes cosas, contra todo lo que hasta allí se había guardado en los Yngas y que no había para qué le preguntar si se iba en busca de alguna entrada o conquista, y así se lo decid.

Los mensajeros de Atao Hualpa que oyeron tan desabrida respuesta se volvieron con ella a Quito a su señor, el cual oída, viendo la determinación tan resoluta de Ato dijo: verdaderamente nos vienen a prender y mirar que no será razón que muramos como cobardes afeminados, y así mandó poner en arma toda su gente, haciendo muestra de todo su ejército, que era muy grande. Envió delante un capitán suyo, que comenzase la guerra contra Ato.

Ato cuando salió del Cuzco llevó consigo por orden de Huascar Ynga la imagen del Sol, porque pensaron que viéndola se dejaría prender Atao Hualpa, pero engañáronse en este pensamiento. Ato, como se topó con el capitán enviado por Ato Hualpa en Mullu diole batalla, la cual fue muy reñida y porfiada y murió en ella mucha gente de la de Atao Hualpa y los venció Ato capitán de Huascar Ynga. Los que de la batalla se escaparon se retiraron a Quito y dieron nuevas a Atao Hualpa, de lo cual fue increíble la pena que recibió, y oyéndolas la gente que con él estaba desmayó la mayor parte, y muchos temerosos le quisieron dejar y huirse, pareciéndoles que era mal principio aquél para sus intentos y las esperanzas que en él tenían. Pero Atao Hualpa, que era animoso y de gran corazón, los animó de nuevo, proponiéndoles la miseria y desventura que esperaban si se entregaban en manos de los enemigos encarnizados en su sangre, y que a trueque de vengar sus parientes y amigos, que en la batalla habían muerto, habían de salir con nuevo brío y coraje a ellos.

Y habiendo dado orden en todo lo necesario no quiso encomendar el suceso segundo, de donde pendía todo su bien y fortuna, a ninguno de sus capitanes, sino él mismo en persona, con toda la gente que le seguía, salió de Quito a dar batalla a Ato. Y topándole en Mullu Hampato, con grandísima determinación se la dio y fue tan tenida y tratada que duró desde la mañana hasta hora de vísperas, sin conocerse ventaja de ambas partes y murió de los unos y los otros infinita cantidad de gente de la más valiente. Al cabo quedó vencido Ato y quedó preso en poder de Atao Hualpa, y los que huyeron de la batalla vinieron a Tomebamba a dar la nueva del desastrado suceso.

Atao Hualpa vencida la batalla y recogidos los despojos se volvió a Quito triunfante y gozoso, con los prisioneros, y con esta victoria confirmó en su opinión a todas las naciones de la redonda de Quito para obedecerle con más voluntad y temor que hasta allí. Y luego se quiso informar de Ato de las cosas del Cuzco y del gobierno que en el Cuzco tenía en la guerra, y en las demás cosas y de algunos secretos suyos, que le convenía saber. Pero Ato al principio estuvo duro sin querer decir cosa ninguna de las que le fueron preguntadas, pero al fin Atao Hualpa le mandó dar grandísimos tormentos, y por medio dellos vino a confesar todo lo que en el Cuzco había, muy por extenso. Y habiéndose informado bastantemente de todo lo que prentedía, al cabo lo mandó matar y con él juntamente hizo lo mismo a Ullco Colla, cacique de los cañares, que también fue preso en la batalla, mandando que lo flechasen con tiraderas, porque él había sido el principal instrumento de discordia entre él y su hermano Huascar Ynga y el que había fomentado las cizañas y revueltas entre ellos, habiendo sido el que primero dijo a Atao Hualpa que se hiciese Ynga, pues lo podía ser.

Acabado esto se estuvo Atao Hualpa en Quito muy despacio, holgándose con los suyos y no con intención de dar guerra a su hermano, ni inquietarle sus tierras, antes a todos los que querían ir al Cuzco les daba licencia para ello, y venían como querían, sin tener puestas guardas en parte ninguna, antes mostraba que le pesaba de tener diferencias con su hermano. Hualtopa, gobernador de Tomebamba, despachó a Huascar Ynga mensajeros haciéndole saber como a su capitán Ato le habían vencido y preso y muerto, con mucha destrucción de su ejército, de lo cual Huascar, aunque en su corazón sintió increíble pena y dolor, lo disimuló en lo exterior no queriendo dar muestras dello, antes se rió, y con palabras risueñas dijo: huélguese agora mi hermano y esté en cebo, que su tiempo se vendrá en que yo le castigue como lo verá.

Desde a pocos días que le fue dada esta nueva acordó de cambiar capitanes y gente que prendiesen a su hermano, y lo matasen, y que fuesen a la sorda, como dicen, sin aparato ni estruendo y esto lo fue dilatando, por descuidarle más.

En este tiempo Atao Hualpa acordó en Quito de dividir el reino, pensando alzarse con la mitad, y habiendo tenido acuerdo con los capitanes de su consejo determinó que desde Yanamayo, que es dos jornada de Caja-Marca, hasta Pasto y todo lo de allá abajo quería que fuese suyo, sin reconocer a nadie y que a él solo le obedeciesen las naciones que caían en este distrito, y que desde Yanamayo para arriba hasta Chile fuese de su hermano Huascar. Habiendo aprobado esta repartición todos los suyos, hizo solemnísimos sacrificios al Sol para tenerle grato en el nuevo reino, y con esto se acabó de quitar la máscara de la intención con que se había quedado en Quito cuando murió su padre Huayna Capac, si entonces había sido de no alzarse y no reconocer a su hermano Huascar Ynga por rey y señor, lo cual hasta entonces había disimulado con las cubiertas y excusas que habemos visto. Pero el corazón del hombre a sólo Dios es dado alcanzar y ver lo que en él está escondido.