Comentario
Capítulo LI
De la embajada que envió Huascar Inga a Huanca Auqui, y de las batallas que tuvo con la gente de Atao Hualpa, y al fin se retiró
Estando Huanca Auqui con la intención dicha, aparejándose para entrar de propósito a la jornada y conquista de los pacamoros, le llegaron mensajeros de su hermano Huascar Ynga para él, Yahuapanti y Huaca Maita, los cuales trajeron acsos y llicllas para que se vistiesen, menospreciándolos, y también les envió espejos y mantur con que se afeitasen como si fueran mujeres, y a decir que con ellos se había descuidado, encomendándoles aquel negocio, pensando y teniendo dellos concepto que en el caso se gobernaran como hombres de vergüenza, y que lo habían hecho al revés en todo, peor que si fueran mujeres, y que ¿dónde estaban las palabras y blasones que habían dicho y prometido delante del Sol su padre?Que todo había salido al contrario, y que ya no eran dignos ni merecedores de tomar armas, ni ponerse vestiduras ni arreos de soldados valientes, sino de vestirse acsos y llicllas, como mujeres, pues tan mala cuenta habían dado de sí y de tanto número de gente como habían llevado consigo. Que sin duda se habían aliado y concertado con Atao Hualpa, pues siempre se envidiaban unos a otros mensajeros y presentes, y que luego se viniesen al Cuzco a dar cuenta al Sol de lo que les había sucedido en las batallas y rencuentros y que viniesen con aquellos vestidos de mujer como personas que lo habían hecho peor que mujeres.
Cuando Huanca Auqui oyó esta embajada de Huascar tan vil y afrentosa, que con tantos menosprecios le afrentaba y ultrajaba, juntó a consejo a todos los capitanes, trató con ellos de tornar de nuevo contra los capitanes de Atao Hualpa que estaban en Tomebamba y ver si podía restaurar las quiebras y menoscabos pasados. Todos juntos siendo de acuerdo salió de Cusi Pampa con buen orden e incomparable presteza porque no hubiesen aviso de su venida, y llegado a Tomebamba les embistió y dio batalla y desbarató toda la gente de Atao Hualpa, que sabiendo lo sucedido recibió grandísima pena y en su pecho determinó de seguir la guerra hasta el fin, sin descansar, pues a él le provocaban y dijo: ¿cómo es posible que habiendo yo dejado de destruir a mi hermano Huanca Auqui, y se fuese en paz cuando le vencí en Tomebamba, y habiendo yo puesto mis mojones en Cussi Pampa, con ánimo de vivir quieto y no querer disgustar a mi hermano Huscar Ynga, ni hacerle guerra ni molestia en sus vasallos, me ha querido hacer ahora esta burla? Pero, pues, así es, yo quiero tomar de veras este negocio y darle la guerra como verán, y proseguirla hasta que uno de los dos quede quieto y pacífico en el señorío.
Y luego envió un mensajero a Huanca Auqui que le dijese, avergonzándole, si se había vestido los acssos y llicllas que Huascar Ynga le había enviado, en pago de tantas batallas como había vencido, que si no se las había puesto se las pusiese y volviese al Cuzco con ellas para entrar en triunfo. En enviando el mensajero ordenó de hacer el más poderoso ejército y de más número de cuantos hasta allí había hecho. Nombró por General dél a Quisquis, el principal capitán suyo, que había servido a su padre Huaina Capac en todas las guerras y conquistas, y a Chalco-Chima por su teniente, o por maese de campo como agora se usa, porque era indio ingenioso y de grandes ardides de guerra, cruel y astuto, y por capitanes nombró a Yura Hualpa, natural chirque, a Rumiñaui, natural quiles cache, que es sujeto a Corca tres leguas del Cuzco, y a Tumairima y Ucumari y otros muchos. Y habiendo hecho reseña general de todo el ejército, que era de todas las naciones de cerca de Quito y de los soldados viejos que allí había puesto su padre Huaina Capac, los despachó, mandando al general que siguiese a Huanca Auqui hasta Caxa Marca, y llegando allá pusiese sus mojones en el río Tanamayo. Quisquis, con todo el ejército, se vino por sus jornadas hasta llegar a Cusi Pampa, a do alló a Huanca Auqui, el cual le salió al encuentro con mucha determinación y ánimo. Y tuvieron una tan reñida batalla que de ambas partes murió infinita gente, y como fuese la pujanza del ejército de Atao Hualpa tanta, que sin duda era mayor que el de Huanca Auqui, le desbarataron e hicieron retirar a Cusi Pampa, a los fuertes que tenía allí aderezados.
Visto por Huanca Auqui lo mal que le había ido y el mucho número de gente que había perdido en la batalla, y el enemigo victorioso y soberbio, y el poco socorro que de ninguna parte podía esperar tan presto, acordó aquella noche hacer un Parlamento a los cañares y tomebambas que allí estaban por mitimas puestos por su padre Huaina Capac, y a sus capitanes, diciéndoles que ya veían por sus ojos el poco remedio que tenían de escapar de las manos de sus enemigos, que tan pujantes estaban, y que a él le parecía, con su acuerdo y voluntad, aquella noche se huyesen hacia Caja Marca con todas las riquezas y huacas que de Tomebamba habían traído, hasta que hallasen ventura, o gente de socorro que les pudiese favorecer, y se amparasen en algún lugar fuerte, hasta que Huascar le mandase lo que había de hacer, pues no retirándose tenían vendidas las vidas, y era imposible no perderlas, y todas las riquezas que allí tenían vendrían a manos de los enemigos con que se harían más poderosas y soberbios. Oído lo que Huanca Auqui propuso, todos convinieron en ello, que era grande el miedo que habían concebido, y con los malos sucesos todos se habían acobardado. Así lo propusieron por obra, y con todo el silencio del mundo aquella misma noche, trayéndose las huacas y riquezas dichas, se empezaron a retirar, no dando muestras que huían, y en las provincias por donde pasaban se iban rehaciendo de gente dellas, por fuerza o por grado. Y así, poco a poco, sustentándose como mejor podían, se iban retirando hacia el Cuzco, y Quisquis con su ejército siempre sobre ellos, no perdiendo ocasión ninguna en que les pudiese hacer daño y matarle de la gente desmandada que no gozase della.
Desta manera llegaron a Caja Marca, a donde Huanca Auqui halló un buen socorro de diez mil indios chachapoyas que Huascar Ynga, sabiendo los ruines sucesos de su ejército, había mandado saliesen de ayuda, para que le reforzasen. Con este aliento se holgó en gran manera Huanca Auqui y se animó algo, y mandóles que se fuesen a encontrar con Quisquis, que venía cerca, y llevasen consigo la gente que él tenía de cañares y tomebambas y otras naciones, y le diesen batalla en algún lugar fuerte donde le tuviesen ventaja. Él no quiso ir con ellos pareciéndole que en su desdicha iba el perder siempre las batallas, y así se quedó en Caja Marca cansado, por aliviarse algo de los trabajos pasados.