Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DEL PERÚ



Comentario

Capítulo LXIV


Que el Marqués Pizarro fue al Cuzco y allí nombró por Ynga a Manco Ynga

Después de concluida la justicia de Atao Hualpa, rey de estos reinos, por el marqués don Francisco Pizarro, llegaron a Caxa Marca Villegas y Martín Bueno con la riqueza que de la casa del Sol en el Cuzco habían tomado, que fue inestimable, y llevaron las estatuas de Palpa Ocllo de oro, las cuales entregaron al Marqués, el cual, vista tanta multitud de oro y plata y tantas cosas preciosas como del Cuzco se traían, le dio grandísima voluntad de ir a ella y buscar mucho más, pues no podía ser menos, sino que lo hubiese, que como iba creciendo en abundancia de oro y plata, así se iba aumentando en su corazón el amor y deseo de haber más y tener más, como al hidrópico mientras más bebe, más sed y deseo de beber tiene. Esta riqueza y tesoros que trajeron Villegas y Martín Bueno, se entiende fue con orden de Atao Hualpa, que a ello envió en su compañía indios, para su rescate, porque de otra suerte no lo consintieran sacar Quisquis y sus capitanes, que estaban apoderados del Cuzco, como ya dijimos, y con poderoso ejército en él.

Cuando murió Atao Hualpa, el marqués Pizarro le preguntó que a quién podría sustituir y nombrar en su lugar por Ynga y señor de la tierra, para que la gobernase y acudiese al servicio de los españoles, pues eran muertos sus hermanos Tito Atauchi y Huanca Auqui, y otros hijos de Huaina Capac que eran hombres valerosos y de experiencia y gobierno, que le podían suceder, y Atao Hualpa le dijo nombrase a Topa Hualpa, hermano suyo e hijo de Huaina Copac, que estaba allí con los españoles, y era el más suficiente de todos los que vivían. Muerto Atao Hualpa, el Marqués nombró a este Topa Hualpa por Ynga, y le mandó que se aparejase y viniese al Cuzco, a aderezar las cosas necesarias para el gobierno, porque la tierra no padeciese sin Ynga y gobernador. Así partió de Caxa Marca, y viniéndose al Cuzco murió en Xauxa de enfermedad, habiendo gozado solos tres meses del poder y mando, y en éstos feneció la sucesión de los Yngas, señores de este reino, y el Emperador don Carlos, que santa gloria haya, hubo la borla, y el marqués don Francisco Pizarro, en su real nombre, tomó la borla y posesión de este Reino, aunque nombró, como luego veremos, por el bien y utilidad de la tierra, a Manco Ynga, hermano de Huascar Ynga y Atao Hualpa, hijo de Huaina Capac, por Ynga.

Partió el marqués don Francisco Pizarro de Caxa Marca y se vino poco a poco caminando hacia el Cuzco, y no le aconteció cosa notable en el camino, ni tuvo en él dificultad ni contraste alguno, porque todas las naciones de las provincias por do pasaba con gran prontitud le salían a dar la obediencia y a obedecerle, porque como estaban atemorizados de la guerra que había sucedido entre Huascar Ynga y Atao Hualpa, y de las destrucciones de los pueblos y sembrados, y de tantas muertes como Quisquis y Chalco Chima hicieron, donde quiera que luego no les salían a recibir y dar la obediencia, se holgaron con la venida de los españoles, que les parecía salir de una intolerable servidumbre y miseria.

Cuando el Marqués se iba acercando hacia el Cuzco, los orejones e indios principales estaban determinados de alzar por Ynga y rey a Manco Ynga Yupanqui, pues era muerto Topa Huapa, a quien el Marqués había nombrado, como dijimos, y lo trataban de hacer con licencia del Marqués, porque veían ya que todas las cosas pendían de su voluntad y él las ordenaba a su gusto, y esto tuvieron oculto por amor de Quisquis, que estaba en el Cuzco, no lo supiese. Así estuvieron aguardando a que se acercase y sabido por ellos que estaba ya en Apurima, que es el río famoso que está trece o catorce leguas del Cuzco, salió Manco Ynga con los principales orejones e indios, secretamente, del Cuzco, y a la bajada de Vilcacunca, que es la cuesta de Lima Tambo, toparon con el marqués Pizarro, y allí Manco Ynga y los orejones, con mucha humildad, le dieron la obediencia en nombre del Emperador don Carlos y, en señal de paz y amistad, Manco Ynga le dio al Marqués una camiseta preciosísima de oro, que los Yngas se vestían cuando los coronaban por reyes y les daban la borda, la cual vestidura se llama Capac Uncu, que quiere decir, camiseta rica y poderosa. Habiéndolos recibido el Marqués con mucha afabilidad y amor, y muestras benignas y humanas, el Manco Ynga y los demás le dieron muchas quejas de las muertes y crueldades que Atao Hualpa había mandado hacer por medio de sus capitanes Quisquis y Chalco Chima, y de tanta multitud de hombres y mujeres como había muerto de la gente más principal y granada del linaje de los Yngas, y que pues él había venido a esta tierra por mensajero del Papa y Emperador, que los defendiese del poder de Quisquis, que estaba en el Cuzco apoderado dél, y que castigase las maldades que había cometido, quitándole la vida, pues había privado della a tantos inocentes; y que la tierra no podía estar segura ni quieta mientras en ella estuviese el Quisquis con su ejército.

Viendo el Marqués cuánta voluntad y afición mostraba el Manco Ynga Yupanqui, con los orejones, al servicio del emperador, y cuán humildemente habían salido ellos a dar la obediencia, le nombró delante de los conquistadores; que allí con él iban, y de los orejones y demás curacas y principales de todas las provincias que le seguían, por Ynga, y mandó que todos le obedeciesen y respetasen como a su señor e hijo de Huaina Capac, rey que había sido de toda la tierra. Ellos, con mucho contento y alegría, le obedecieron y dieron la obediencia, mostrando por ello gran regocijo, y así, desde entonces, le tuvieron por Ynga, como ellos lo acostumbraban, y en sus andas, rodeado de los más principales orejones y curacas.

El marqués Pizarro, como vido al Manco Ynga tan bien intencionado, y que acudía a las cosas que le mandaba con mucha presteza y cuidado, y a los españoles, haciéndoles servir de todo lo necesario para el camino y de las comidas, le trataba con amor y familiaridad, y le llamaba, en presencia de los españoles e indios, hijo y le hacía toda la honra posible, para con esto apaciguar la tierra y hacer que obedeciesen los indios más presto. Y, por darle más contento, y que entendiese él y los demás orejones y principales de su opinión, lo mucho que le pesaba de los daños que había hecho Chalco Chima y de las muertes que había mandado ejecutar en el Cuzco en los de su linaje, y con esto se confirmasen más en su amor y sujeción, mandó allí, en Sacsahuana, sacar a Chalco Chima de la prisión en que venía guardado y hacer una grandísima hoguera, y en presencia del Manco Ynga y de todos los suyos le hizo quemar, que fue castigo que él tenía bien merecido, y con que concilió y allegó a sí las voluntades dellos. Allí dijo el Marqués a los orejones que de allí adelante no tuviesen miedo, que él estaba allí en nombre del emperador don Carlos, su señor, y de Huaina Capac para favorecerlos y ampararlos de sus enemigos, y que como había quemado en su presencia a Chalco Chima, así esperaba que había de prender a Quisquis y hacer dél lo propio para vengarlos, y que entendiesen lo mucho que los quería y había de hacer por ellos, y con esto ellos quedaron muy confirmados en su obediencia y respeto para en lo de adelante mostrárselo, y le servían con gran diligencia.