Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Primeras noticias del manuscrito


Las referencias iniciales de la obra de Jerónimo de Vivar que poseemos, se las debemos al célebre cronista mayor de Indias Antonio de León Pinelo, bibliógrafo y jurista, quien publicara en Madrid, en 1629, su conocida obra Epítome de la biblioteca oriental i occidental, náutica i jeográfica9, reeditada recientemente en 1982 por la Universidad de Barcelona en edición facsimilar10. En ella, en contra de lo que escribiera el profesor Demetrio Ramos11, figura citado nuestro autor en el título IX de la Bibliotheca Occidental, dedicado a las Historias del Reino de Chile12. Un año después, en 1630, en otra publicación distinta, de contenido jurídico, el Tratado de confirmaciones reales13, en una cita en el margen izquierdo y no a pie de página, el mismo León Pinelo nos informa textualmente: Gerónimo de Bivar, historia de Chile manuscrita, cap. 11014. Esta exacta noticia bibliográfica con la mención expresa de uno de los capítulos, el ciento diez, la recoge don Antonio a propósito de la jornada que realizara el capitán de Pedro de Valdivia, Francisco de Villagrán, atravesando la provincia de Tucumán por expreso deseo del gobernador chileno y autorización del presidente Pedro de La Gasca, que figura en la crónica del burgalés narrada en el mencionado capítulo, y que paradójicamente constituye uno de los relatos menos consistentes del manuscrito, ya que probablemente le fue referido a Vivar por alguno de los participantes en dicha expedición.

Estas referencias de Antonio de León Pinelo, que sin lugar a dudas tuvo el manuscrito en sus manos, o al menos una buena copia del mismo, serían recogidas en el último tercio del mismo siglo XVII por otro gran bibliógrafo, el erudito sevillano Nicolás Antonio, autor de la más vasta obra dedicada al conocimiento de los libros y de las letras hispanas, la Bibliotheca Hispana. Este escritor, en el tomo I de su Bibliotheca Hispana Nova, recoge literalmente: Hieronymus de Bivar, scripsisse dicitur: Chronica del Reyno de Chile: Ms. adhuc, teste Antonio Leonio in Bibliotheca Indica, tit. IX15. Lo que nos hace pensar que ya Nicolás Antonio no conoció el original.







Nuevas noticias



Después de estas escuetas informaciones bibliográficas, se pierde cualquier otra nueva noticia y han de pasar casi trescientos largos años, hasta que en nuestra centuria, en plena guerra civil española, el historiador y arqueólogo levantino don José Chocomeli Galán adquiera un conjunto de volúmenes y libros antiguos, entre los cuales al parecer se encontraba nuestro manuscrito, que equivocadamente el comprador atribuyó entonces a la conquista del Perú, quizás guiado por el contenido de las primeras hojas, dedicadas al papel jugado por Pedro de Valdivia en la guerra de las Salinas. Instalado el gobierno republicano en la capital española y en la región levantina, don José opta por trasladarse al vecino país, transportando consigo los añejos folios adquiridos, que, consciente del valor de los mismos, fueron encomendados a las seguras arcas de un generoso banco francés.

Finalizada la contienda civil española y a la espera de ver terminada la subsiguiente conflagración mundial que envolvía por aquellos años a la nación gala para intentar recuperar sus depósitos y pertenencias, el señor Chocomeli confía la existencia del manuscrito al catedrático Demetrio Ramos, sabedor de los afanes americanistas de éste, al que facilita en una entrevista posterior una fotocopia de la última hoja del preciado tesoro. Fallecido su propietario, el profesor Ramos se anima a publicar una breve reseña en la Revista de Indias16, solicitando el retorno del manuscrito a su lugar de origen, es decir a España, a la vez que analizaba la reproducción que tenía en sus manos. Erróneamente en su corto estudio el profesor Ramos juzgó en esta ocasión que se trataba de una relación de los hechos de don García Hurtado de Mendoza, consecuencia hasta cierto punto lógica si pensamos que disponía únicamente de la última página, centrada en las acciones militares de dicho personaje.

Lo que en realidad por aquellas fechas se desconocía era que, desaparecido don José Chocomeli Galán, la firma suiza Nicolás Rauch, establecida en Ginebra, adjudicaba en subasta a la sociedad Kenneth Nebenzahl la propiedad del manuscrito, no sabemos con qué derechos y por qué caminos, para ser traspasado con posterioridad a The Newberry Library de Chicago, Illinois, actual poseedora del mismo. La cual, como tendremos oportunidad de mencionar en otro apartado, hizo posible la primera edición y con ella su conocimiento y difusión. No es ésta la ocasión de analizar aquí las posibles negligencias cometidas en un tiempo pasado y revuelto de nuestra historia, que impiden tener hoy entre nosotros una obra que ya pertenecía al patrimonio histórico español en el momento de su adquisición por parte del arqueólogo levantino, pero sí debemos de llamar la atención sobre hechos tan lamentables que aún en nuestros días se siguen produciendo con mayor frecuencia de la que sería de desear.