Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo VI


Que trata de la manera que son las balsas y cómo las hacen los naturales para aprovecharse de la mar

Puesto que sea fuera de nuestro propósito y derecho camino que llevamos, acordé, porque no quedase en olvido, contar cosas admirables que hay en esta provincia, las cuales vi siguiendo esta jornada. Quiero decir de una manera de navíos que hay en esta provincia de Atacama, que es deber poner por ser nueva manera y aún que no se ha visto en otras partes estas balsas, y con ellas entran en la mar y pescan. Úsanse estas balsas desde el valle de Arica hasta el valle de Quimbo que son más de doscientas leguas. Y éstos que habitan en los puertos y caletas de la mar son sus navíos con que navegan cerca de la tierra y salen a pescar.

Son hechos en esta forma: que en los días que no hace aire andan los lobos marinos descuidados durmiendo, y llegan seguros los indios con sus balsas, tíranle un arpón de cobre, y por la herida se desangra y muere. Tráenlo a tierra y lo desuellan. Son muy grandes. Y todos no matan los lobos, sino los que lo usan, y no usan otra pesquería, sino matar lobos y comer la carne, y de los cueros hacer balsas para sí y para vender. Desuellan el lobo, que es como una gran ternera, y del cuero córtanle la cabeza y cortan por la junta de las piernas. Y aquel tarazón del cuerpo y pedazo córtanlo en dos partes, de suerte que queda la parte del lomo Por sí y la de la barriga por sí. Y de largo es cada pieza el compás que tiene del cuero, desde la cabeza hasta la cola del ... de las piernas. Y estas dos partes cortan este cuero por el canto de una parte hasta junto a la otra, e hacen de un cuero dos, digo así porque mejor se entienda. El cuero es grueso de canto y pónenlo de suerte como está un pliego de papel doblado, cada medio pliego por sí sin cortar la otra parte, y de aquella mesma hechura que está el pliego de papel doblado, lo abren, y abierto dejan tanto canto a una parte como a la otra, que vaya parejo. Cósenlo por la una abertura larga, quedando la otra parte firme sin costura, y así mismo cosen otros dos pequeños cueros, a manera de capilla de capuz con su punta, y cósenlas en las dos cabezas de aquel cuero que he dicho.

Y cosen de esta suerte las costuras: toman las dos junturas del cuero o canto y ponen muchas púas juntas de espinas de cardones, que son tan gruesas como agujas de ensalmar y muy recias. Y puestas en el cuero van cortadas que sobre poca espina de una parte y de la otra, y de los nervios de carnero y de ovejas hacen ciertos hilos. Con éstos prenden las puntas y cabezas de las púas que en el cuero están, y van ligadas de tal suerte que jamás se desligan. De la sangre del lobo, de resina de los cardones y de barro bermejo hacen una manera de betún que suple por alquitrán, excepto ser colorado, y por de dentro alquitrán y brean el cuero.

Ya entonces le podemos decir odre en tener cosidas las capillas, una [a] proa y otra [a] popa. Y a la parte que quieren que sea la popa van romas, y la proa van con puntas. En la popa hacen unos agujeros, y en él cosen sutilmente con otras púas más delgadas, una tripa del mismo lobo tan gruesa como el dedo y tan larga como del codo a la mano. Y a la parte de arriba que sobra de la tripa está bien atada una canilla de alcatraz, que es una ave de la mar muy grande. Tiene las canillas gruesas y vacías, sin tuétano. Son tan gruesas como el dedo y sirve allí de cañuto. En el papo de esta ave cabe trescientas sardinas y más de media arroba de agua. Tienen largo el cuello y grueso y grande el pico y ancha la boca. Es de color y grandeza de grulla. No tienen las piernas tan largas.

Pues viendo el marinero indio dos cueros de aquellos hechos y bien cosidos y alquitranados en la forma dicha, atan sutilmente dos tabletas de a cuatro dedos de ancho y largas de nueve y diez pies que será el largo de cada odre, y a las cabezas de estas tabletas atan otras dos tabletas del ancho de los dos odres. Y encima de cada ingenio de tablas atadas ponen dos odres, júntanlos bien y átanlos recio por las puntas de las capillas. Y por aquellos can[u]tos de canilla y tripa soplan tanto que hinchan los odres muy mucho. Y de que le parece al indio marinero o pescador tócale con la mano, está como atambor, y viendo que no cabe más aire y que no hay necesidad de soplar más, tuerce la tripa, echa el navío a la mar fácilmente, y sube encima con gran tiento. Lleva dentro lo que quiere y boga con una pala como canaleta. Y va tan recio este navío o balsa con lo que lleva dentro, como si le dieran vela.

Porque sepa el que quisiere saber, algunas particularidades que acá hay, ansí mismo quiero decir dónde se crían estos lobos y dónde tienen su habitación, que es en islas inhabitables y en tierra caliente, donde hay mucho pescado y donde no reciben daño.

Los que matan lobos no matan otros peces, como habemos dicho, y los que matan toninas es en ejercicio. Así que cada género de pescador mata el género de pescado a que se aficiona y no otro. Y cuando mueren, manda que encima de su sepultura pongan las calaveras y todos los instrumentos de pescar, ansí redes como arponcillos y anzuelos sin lengüeta.

Cuando estos marineros van en esta balsa navegando y ven que tiene su navío necesidad de viento, acuden a la tripa y cañuto, y soplan hasta que se hincha muy bien, estando él encima. Y en veinte, treinta y cincuenta brazas andan y se descuidan en soplar, queda el navío en seco, aunque no en tierra, y el marinero saldría como pudiese y en esto tienen especial cuidado.