Comentario
Capítulo XIII
Que trata de cómo habiendo enviado el general Pedro de Valdivia a su maese de campo a buscar bastimento le dio aviso
Hecha la diligencia arriba dicha, mandó el general Pedro de Valdivia a su maestre de campo Pero Gómez que saliese a correr el valle arriba con cuarenta hombres de a caballo y de pie, y que buscase todo el bastimento que pudiese y tomase plática de la tierra.
Habiendo caminado ocho leguas el maestre de campo con la gente el valle arriba, halló mucha gente de guerra. Y visto el sitio que tenía, avisó al general, diciéndole como estaba en un paso muy fuerte, tierra muy agria, una guarnición de indios en que había mucha cantidad de flecheros, y como habiendo visto a los cristianos se habían puesto en defenderles el paso, y que no les acometerían hasta saber su voluntad.
Recebido el aviso, salió el general dejando en el real el recaudo que convenía, y fue donde su maestre de campo estaba con treinta de a caballo. Viendo los indios el socorro que a los cristianos les fue y sabiendo que allí iba el general, fueles forzado desamparar el fuerte e irse, ante[s] que perder allí las vidas.
Visto y sabido esto por el general, mandó a la gente de a pie y a los yanaconas que hablasen alto en lengua del Cuzco, de suerte que oyesen los indios la voz y los hiciesen parar, que no fuesen huyendo, que les quería hablar, que no temiesen y que qué era la causa por que huían de los cristianos, pues ya los habían visto y los conocían.
Luego el capitán de los indios, cuando oyó la voz y entendió la lengua del Cuzco, puesto que es de la suya muy diferente, porque en toda la tierra y provincias de Indias cada veinte y treinta leguas difieren los lenguajes unos de otros, entendióla porque habían tratado con indios del Cuzco, porque tenían a las diez y ocho leguas del valle de Copiapó un pueblo, como habemos dicho, de indios del Cuzco, y como con ellos trataban, entendía la lengua este capitán y otros muchos. Luego mandó parar toda la gente de guerra que iba huyendo por las sierras y volvió con ella, y púsose sobre una sierra alta y muy fuerte, a los cristianos cercana, que los caballos no podían subir, junto al camino real y en parte que podía estar bien seguro. Y allí esperó la plática del general, la cual le fue dicha por un intérprete o lengua que entendía la lengua y lenguajes de Copiapó y de toda la tierra.
La primera cosa que le mandó el general Pedro de Valdivia al capitán indio fue que cómo se llamaba, y qué tanta gente era la de que él era capitán o señor.
Respondióle el indio que él era capitán general de los señores Aldequin y Gualenica, y que a él le llamaban Ulpar. Y preguntó que para qué le llamaban y qué quería.
El general Valdivia le dijo que enviase a llamar aquellos dos señores, que él los quería ver y hablar.
Él respondió que le dijese que qué los quería, que él se lo diría. El general Pedro de Valdivia dijo que les quería decir cómo Su Majestad le había enviado a poblar aquella tierra, y a traerlos a ellos y a su gente al conocimiento de la verdad, y que venía [a] aquel efecto con aquellos caballeros que consigo traía, y a decirles y a darles a entender cómo habían de servir a Dios, y habían de venir al conocimiento de nuestra Santa Fe católica y devoción de Su Majestad, como lo habían hecho y hacían todos los indios del Perú. E que entendiesen que si salían de paz y les servían, y les daban provisión de la que tenían, que haciendo esto los tendría por amigos y por hermanos, y que no les harían daño ninguno en su tierra, ni en sus indios y mujeres e hijos, ni en sus haciendas, ni los llevarían contra su voluntad; y que si se ponían en arma y le defendían el camino y el bastimento, que los matarían y robarían la tierra.
Respondió el capitán indio, oída la plática, como hombre de mucha razón, según demostró, que aquello que le decían tenía él por cautela, porque estaba escarmentado de lo que había visto hacer a don Diego de Almagro y a su gente, porque les había llevado mucha gente en cadenas, y que en el despoblado habían visto los cuerpos de los indios muertos que allí habían perecido, creyendo que
"Tú y tus hermanos que contigo vienen son ansí como los otros que se habían ido con Diego de Almagro, porque os parecéis en los rostros y en la disposición. Y antes moriremos que conceder en lo que pedís". Y que bien lo conocía en ver que no estaban en su tierra de asiento, ni los tenían poblados, sino en las sierras y ásperas montañas.
A esto respondió el general Pedro de Valdivia que supiesen que Su Majestad y rey de España, cuyo vasallo él era y cuantos allí estaban, ansí cristianos como indios, que no le enviaba a aquello que don Diego de Almagro les había hecho, sino a poblar un pueblo y a tenellos por hermanos, para que fuesen cristianos como ellos lo eran. Y les prometió que si de paz viniesen que él ni ninguno de aquellos cristianos no les tocarían, ni harían más de lo que allí le prometía y se cumpliría enteramente, que no tuviese miedo porque les cumpliría la palabra que les daba y promesa que le hacía.
Demandóle el capitán indio qué seguridad tendrían los señores y él de aquello que les decía y prometía. El general Valdivia le dio en señal un sombrero que en la cabeza tenía con una medalla de oro con una pluma. Y esto le envió en señal de paz, que era mucho para un indio, el cual lo recibió, y tomándolo en las manos lo besó y lo puso en su cabeza, y lo dio a un indio que traía sus armas para que se lo guardase. Y vuelto a la gente de guerra que consigo tenía, les hizo un parlamento. Hecho el parlamento e informándose de algunos indios, volvió al general Pedro de Valdivia, y le dijo:
"Apo", a alta voz, que quiere decir en lengua del Cuzco señor, "yo entiendo que eres bueno y de esto soy informado porque lo he oído decir a indios que contigo han venido con cargas de Atacama, cómo los trataste muy bien a todos por donde has pasado. Por esto creo cumplirás lo que has prometido. Por tanto digo yo de parte del señor Aldequin, cuya es esta tierra donde tú tienes tu gente, que doy la paz y que él te vendrá a servir con todos sus indios dentro de cuatro días".
Oído esto, le hizo venir el general Pedro de Valdivia a comer consigo, y el capitán Ulpar hizo venir otro capitán consigo, los cuales ambos bajaron y comieron con él aquel día.