Época: ReligiosidadPlenitud
Inicio: Año 1156
Fin: Año 1350

Antecedente:
Ordenes mendicantes



Comentario

Aunque sin alcanzar las proporciones de las dos órdenes principales -dominicos y franciscanos-, existieron otros movimientos inspirados también en el ideal pauperístico-apostólico.
Los llamados carmelitas (oficialmente "Ordo fratrum b. Mariae de Monte Carmelo") fueron fundados en 1156 por el antiguo caballero cruzado san Bertoldo de Calabria, que se retiró a una gruta del Monte Carmelo que la tradición relacionaba con el profeta Elías. Esta experiencia dio lugar a una floreciente comunidad de ermitaños cuya primera regla, redactada hacia 1208, sería aprobada por Honorio III en 1226. Al ser expulsados en 1238 por los turcos, los carmelitas se instalaron en diversos países europeos, especialmente en Inglaterra e Italia. Durante el gobierno de san Simón Stock (muerto en 1265) la orden se transformó en mendicante y cenobita, reduciendo su rigor y encargando Inocencio IV a los dominicos la reforma de la regla primitiva (c. 1247). Difundida por toda Europa, la orden carmelita inició también por esas fechas su introducción en el ámbito universitario.

Carácter menor tuvo la llamada orden servita (servi b. Mariae virginis), surgida en Florencia en 1233 a partir de una cofradía laica de mercaderes y patricios. Tras adoptar en 1240 la regla de san Agustín, en 1255 vieron confirmados por Alejandro IV sus privilegios, si bien la orden no se transformaría oficialmente en mendicante hasta 1424. Aparte de Italia, Alemania, Polonia y Hungría contaron con la presencia de los servitas.

Un último grupo mendicante fue el de los Ermitaños de San Agustín. Se trataba de un amplio movimiento pauperístico surgido espontáneamente en las ciudades italianas en el primer tercio del siglo XIII. En 1243 Inocencio IV logró controlarlo aplicándole la regla de san Agustín, instalando a sus miembros en conventos estables y creando la figura del cardenal protector, al estilo de los franciscanos. De acuerdo con las decisiones del IV Concilio lateranense, contrarias a la excesiva proliferación de órdenes religiosas, Alejandro IV promovió en 1256 una reunión al máximo nivel de todas las congregaciones del movimiento, al objeto de crear una sola orden. Nació así -bula "Licet Ecclesiae"-la llamada Orden de los Ermitaños de San Agustín, mediante la fusión de elementos tan variados con los guillermitas, juambonitas, britinianos, ermitaños toscanos y ensacados, según el modelo organizativo capitular. A mediados del siglo XIV, en su momento de apogeo, la orden contaba ya con cerca de 300 casas, distribuidas en 25 provincias y con unos de 15.000 miembros.