Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo XLV


Que trata de cómo llegó el general Pedro de Valdivia con su gente a la fuerza de los indios y de lo que allí hizo

Habiendo reposado el general Pedro de Valdivia con su gente, comenzó a marchar contra la gran fuerza de los indios toda la noche y habiendo bien caminado, cuando amanecía vieron muy cerca las albarradas y fuerzas donde estaban los indios y toda la gente de los pormocaes y de la provincia de Mapocho. Tenía este monte seis leguas de latitud y siete de longitud. Era tan espeso que no podía entrar un caballo por él, si no era por alguna vereda que los indios a mano tenían hecha para su entrada y salida.

Allegados allí, el general comenzó a entrar dentro por el camino de los indios angosto, y se allegó animando a sus compañeros como debía y usaba hacer. Iban de uno en uno atollando y tropezando en los maderos, donde pasaron un mal paso de agua y cieno y maleza el general con sus guías y lengua. Allí fue avisado de la guía, cómo muy cerca estaba un chico compás de llano sin monte y sin agua, y que allí estaban por la orilla del arboleda mucha gente de guerra ensotada para herir a los cristianos. Paró el general antes de ser descubierto fuera del monte para aguardar a sus compañeros que venían uno a uno, y de que vido que era hora salió con todos a lo llano pareciendo.

Y visto por los indios, alzaron tan gran vocería que parecía que todo el mundo estaba allí y que los montes se asolaban y talaban. Y como voceaban en parte cerrada, resonaba el eco de la voz más claro y causaba grave temor. Y como los indios tienen por costumbre para animarse dar voces altas, no cesaban, y con esto gran flechería que parecía nube de granizo.

Como el general era animoso y los compañeros no medrosos, arremetieron como debían y usaban. Y matando e hiriendo, hicieron en breve huir los indios, y dejar el raso o llano sin impedimento alguno. Allí se ayuntaron todos los españoles con el general. Y mandó luego que quedase allí un caudillo con doce hombres y que guardasen todos los caballos que allí dejaron porque no podían pasar adelante, porque a pie habían de entrar en el fuerte, que estaba tal que apenas entraban los de a pie. Repartió el general la gente en caudillos con tres caudillos, y dioles orden para el combate del fuerte, y cómo se habían de poner para dar la batería y socorrer a la parte más necesitada.

Con esta orden y buen concierto marcharon contra la fuerza que cerca estaba, donde primero que allá llegasen pasaron otra ciénaga o tremedal. Y pasada con gran trabajo, fueron vistos de los indios que dentro de la fuerza estaban, y alzaron gran alarido y dispararon sus flechas en tanta cantidad que era cosa admirable. Y los españoles sirviéronles de arcabucería y ballestas. Trabajaron los indios y pelearon por defender la entrada a los cristianos, y ellos por ganarla. Pelearon gran rato. Y el general socorría y animaba de tal suerte y con tal orden animosamente, que los indios dejaron el fuerte y los españoles entraron dentro, donde mataron muchos indios, y los que huyeron se fueron a ensotar en lo más espeso del monte.