Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo LX


Que trata de la venida del capitán Alonso de Monrroy

Pasados dos meses en lo que habemos dicho, mandó el general apercebir y salir el caudillo que había traído preso al cacique Cataloe, por ser hombre de mucha diligencia, que fuese a saber si venía Monrroy y los españoles, y que llevase consigo al cacique Cataloe porque ya estaba asentado y quieto.

Allegó este caudillo con sus doce compañeros al valle y tierra de Cataloe, e reposaron veinte días, los primeros del mes de diciembre del año de mil y quinientos y cuarenta [y] cuatro. Y en este día allegó Alonso de Monrroy con sesenta hombres muy fatigados, que había ocho días que no comían más de cerrajas. Estas hay en abundancia en los valles donde hay ríos y acequias. Y con hallar este caudillo con aquellos españoles y con aquel bastimento que guardado lo tenían, se rogocijaron todos. Fue tanto el placer y alegría de todos que no pudo ser más.

Después de haber descansado, Alonso de Monrroy despachó dos de a caballo con cartas al general a hacerles saber de su venida. Y pasados dos días se partieron los dos, el capitán y caudillo, con toda la gente para la ciudad, y allegaron primero día de enero del año de nuestra salud de mil y quinientos y cuarenta y cinco.

Entrando estos españoles, salió el general con la demás gente que en la ciudad había a recebir a todos los que del Perú venían. Y en verse el general con socorro y los socorredores allegados donde deseaba, no fue pequeño el contento que recibió, y todos lo recibieron, porque no estimaban calor ni hambre ni los demás trabajos. Ver las ceremonias y el abrazar de unos a otros, porque se conocían todos del tiempo que estaban en el Pirú, y el preguntar por las cosas de allá, y ellos por las de acá. Preguntaban los de acá como hombres que estaban en el limbo a los otros como a personas que venían del mundo. Demandaban los recién venidos lo que demandaron los del purgatorio a Dante Aligero, cuando allá anduvo con la imaginación, según él lo relataba en sus tratados.

Con la demasiada diligencia y solicitud que el general ponía y había puesto con ayuda de nuestro Señor, fue parte para se defender de los naturales con tan poca gente dos años que tardó en ir por el socorro Alonso de Monrroy y volver, y lo fuera para defendernos de muchos más, puesto que eran pocos para tanto número de indios y en su tierra. Y en todo este tiempo después que del Pirú vinieron, que había ... años hasta este punto, no hubo hombre que se desnudase para dormir ni durmiese desnudo, ni desarmado de las armas que cada uno tenía, si no era el que estaba herido o enfermo.

Ni aun la acostumbrada guerra no les daba tanto trabajo ni la sintieran, si no viniera tan acompañada de tanta hambre y necesidad de provisión, porque acontecía a muchos españoles ir a cavar de dos a dos días y sacar para comer unas cebolletas, que son como las del azafrán salvo que no lleva la flor, que la tierra de acá produce de suyo, que son mantenimientos de los naturales cuando les falta la provisión y cuando sus sementeras granan. Y éste era el refresco que tenían para sustentar sus amigos que del Pirú habían venido, pues carne, si por ventura no se cazaba, no la había, porque puercos no había tantos que se osase comer por criallos, pues perdices andaban tan corridas que no las dejábamos parar y se nos escondían. Y a este recibimiento se mató el primer puerco, que hasta aquí no se había muerto ninguno.