Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo CXXXII


Que trata de la salida del gobernador del asiento de la Concepción para la pacificación de la tierra y del suceso

Llegada la gente de por tierra, se entendió luego en aderezarse la salida. Luego despachó al capitán Ladrillero con dos navíos para el estrecho de Magallanes, y despachó a Bartolomé de Arenas con cuatro de a caballo a la ciudad Imperial, que de las ciudades de arriba saliese la gente que pudiese, dejando buen recaudo en ellas, e que para en fin de octubre bajasen a Biobio, porque aquel tiempo estaría él allí.

Sabido por los indios de guerra, aunque pocos había de paz, que los españoles se apercibían para irlos a buscar, había entre ellos grandes diferencias, porque unos decían uno, y otros, otro. En fin, que se conformaron en sus ayuntamientos en esta manera, que los de la comarca de la Concepción se ayuntasen e hiciesen un fuerte en un pueblo que se dice Andalizán, que es cinco leguas de la ciudad de la Concepción como he dicho y camino por donde los españoles habían de ir, y que de la provincia de Arauco y de su comarca se ajuntasen en la tierra de Millarapue, que es tres leguas de Arauco en el mismo camino, y de Tocapel y su comarca. Y que en todas estas juntas hiciesen fuertes, y que si los españoles desbaratasen la primera, se rehiciesen en la segunda, y si por ventura los desbaratasen en la segunda, se ajuntasen en la tercera, y de allí harían la guerra todos juntos.

Salió el gobernador del asiento de la Concepción, viernes a veinte y nueve de octubre del año de mil y quinientos y cincuenta y siete, y llegó al gran río de Bibio. Tardó en pasar la gente cinco días y al sexto día llegó el capitán Pere Esteban con cincuenta hombres de la ciudad de arriba. Fueron por todos quinientos y treinta hombres muy bien aderezados de armas y caballos. Iban doscientos arcabuceros y cinco piezas de artillería. Salió el gobernador de este río, jueves cuatro de noviembre, y fue alojarse en un llano junto a un arroyo.

Este día salió el capitán Reinoso con doce de a caballo a correr el campo, y fue dos leguas del real, do encontró los indios que venían caminando. E visto por los españoles se comenzaron a retirar, y dieron aviso al gobernador de cómo venían los enemigos envueltos con ellos. Luego salió el maestre de campo con ocho de a caballo, y del camino envió un soldado al gobernador le enviasen treinta hombres. Y luego el gobernador mandó salir treinta de a caballo de su compañía, los veinte arcabuceros, y mandó que de la compañía del capitán Rodrigo de Quiroga saliesen veinte de a caballo. Toda la más gente mandó el gobernador estuviese apercebida.

Llegado esta gente adonde estaba el maestre de campo, la acaudilló y dio en los indios con tan buen ánimo como españoles que eran, y ellos que no se defendían menos, porque daban bien en qué entender a los españoles. A esta hora llegó el capitán Rodrigo de Quiroga con la demás gente de su compañía, y ansí los hicieron retirar en una ciénaga que allí cerca estaba. Allí los indios se rehacían por parecerles que los caballos no les podían entrar, mas no faltaba quien los alcanzaba, porque los arcabuces les daban en qué entender. Viendo los indios que no tenían resistencia, no los osaron esperar y ansí desmampararon la ciénaga.

Hiciéronlo aquí tan bien los españoles, aunque no menos los indios, que por no ser prolijo no cuento particularidades que pudiera contar de algunos hechos de los españoles. Salieron de esta batalla heridos treinta hombres y matáronles un caballo. Murieron de los enemigos más de trescientos y prendiéronse ciento y cincuenta, a los cuales mandó el gobernador cortar las manos derechas y narices, y algunos les cortaban entrambas manos, y éstos enviaba por embajadores a los compañeros que se habían escapado. Halláronse en esta batalla doce mil indios, según los presos dijeron.

Otro día siguiente, salió el gobernador de este asiento y fue alojarse a Andalicán, donde tenían los indios el fuerte, mas no había defensores en él porque el día antes quedaron temerosos, y determinaron de no aguardar por la buena obra que se les hizo. Estaba este fuerte en una loma alta en medio de dos quebradas de muy fuerte palizada y de muchas troneras y de gruesas albarradas, que aunque no era de cantería, era de ver.

Aquí estuvo el gobernador tres días, y otro día lunes, que se contaron ocho del mes, salió de este asiento y llegó al pie del paso que tengo dicho donde desbarataron a Francisco de Villagran, donde tuvo noticia que allí le estaban aguardando los indios, y a esta causa paró aquí el campo. Otro día siguiente se pasó, y no hubo quien lo estorbase ni defendiese, y se alojó el campo en el río que tengo dicho que está a la bajada.

Otro día siguiente se caminó y se fue alojar el campo de la otra parte de Arauco en un valle junto a la mar. Luego otro día mandó el gobernador que volviese el campo junto a la casa fuerte que el gobernador don Pedro de Valdivia tenía, porque allí donde estaba carecía de leña y de otras cosas necesarias, y también por ver si venían algunos prencipales de paz. Estuvo aquí el gobernador en esta provincia de Arauco diez y siete días, donde cada día se salía a correr el campo, y no se pudo tomar lengua de donde estaban los indios de guerra. Saliendo un día a correr los corredores, por desmandarse un soldado le mataron los indios.