Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo CXXXIX


Que trata de cómo recibieron por rey en la ciudad de Santiago al príncipe don Felipe nuestro Señor

Ya tengo dicho de cómo el gobernador don García recibió en la Imperial al rey don Felipe por la provisión que de Su Majestad le fue, y luego la envió a la ciudad de Santiago para que lo recibiesen. Y llegado lo recibieron a diez y ocho del mes de abril, domingo de Cuasimodo del año de mil y quinientos e cincuenta e ocho años. Este día salieron los del cabildo de la ciudad a las ocho del día con otro muchos vecinos, y los del cabildo salieron vestidos de ropas rozagantes de raso carmesí. Y entre los dos alcaldes iba un regidor, vecino de esta ciudad, que se llama Pedro de Miranda y llevaba un estandarte de damasco azul con un fleco a la redonda de seda blanca y colorada. Y por la una parte del estandarte llevaba las armas de Su Majestad, y por la otra banda llevaba las armas que Su Majestad hacía merced a esta ciudad, el cual era un león rampante con una espada desnuda con la mano derecha en el campo de plata, y en torno del escudo ocho veneras de oro en campo azul.

Llegados a la plaza, donde estaba un teatro, salió el licenciado Santillán que estaba por justicia mayor en esta ciudad, e tomó pleito homenaje al Pedro de Miranda a fuer de Castilla la Vieja, de que usaría de aquel cargo de alférez ansí como los hijosdalgo y caballeros lo acostumbraban en servicio de sus príncipes.

Echóse mucha moneda de oro y plata hecha aposta, los cuales eran unas planchuelas con la marca de Su Majestad con que en esta ciudad quintan el oro, que es dos columnas y una corona. Y luego el alférez manojo el caballo y apellidaba al señor Santiago, patrón de España, y nombrando a Chile y al rey don Felipe nuestro Señor, el cual guarde por muchos años Dios nuestro Señor, para que goce de estos reinos e de todo[s] los demás.

Y luego volvió al teatro, y vino la clerecía, y tomaban las borlas del estandarte y las besaban y ponían en sus cabezas, y lo mismo hacía el Cabildo de esta ciudad. Y hechas estas cerimonias, lo llevaron a la iglesia mayor, y oyeron misa, la cual misa se dijo sobre el estandarte. Y salidos de la iglesia, llevaron el estandarte a la posada de Pedro de Miranda, y la pusieron en una ventana. A la tarde hubo grandes regocijos de toros y juego de cañas en loor del rey don Felipe nuestro Señor.

Y esto se hizo por la provisión que dicho tengo, la cual es la siguiente:



"El rey.

Consejo, justicia, regidores, caballeros, escuderos, oficiales, y hombres buenos de la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, ya tenéis entendido el suceso que han tenido nuestras cosas, y como emprendí la guerra en Alemania por lo tocante a la religión, deseando, como era razón, por la obligación que tenía, a reducirlos y volverlos al gremio de la Iglesia, procurando de poner paz y quietud en la cristiandad, asistiendo y haciendo por mi parte todo lo posible para que se convocase el Concilio, procurando que se concluyese e hiciese la reformación tan necesaria por mejor atraer a los que se han apartado y desviado de la fe, y teniéndolo por la bondad de Dios en buenos términos.

"El rey de Francia rompió últimamente la guerra por mar y tierra, sin tener ninguna justa causa ni fundamento, ayudándose de los alemanes que contra su fidelidad hicieron liga con él, y trayendo el armada del turco con tanto daño de la cristiandad y especialmente de nuestros estados y señoríos queriéndolos invadir. De manera que por lo uno y lo otro, fui forzado y necesitado a levantar los ejércitos que he juntado, que se me han seguido grandes trabajos, ansí por haber estado en campaña, como por tratar negocios tan continuos y pesados que se han ofrecido, que han sido causa de la mayor parte de las enfermedades e indisposiciones tan largas que he tenido y tengo de algunos años a esta parte, y de hallarme tan impedido y falto de salud, que no sólo no los he podido tratar por mi persona y con la brevedad que convendría, mas conozco que he sido impedimento para ello, de que he tenido y tengo escrúpulo, y quisiera mucho haber antes de agora dado orden en ello, pero por algunas suficientes causas no se ha podido hacer en ausencia del serenísimo rey de Inglaterra y Nápoles, príncipe de España, nuestro muy amado hijo, por ser menester comunicar, asentar y tratar con él cosas importantes.

"Y para este propósito, demás de venir a efectuar su casamiento con la serenísima rei[na] de Inglaterra, le ordené que pasase últimamente en estas partes. Y habiendo venido aquí, acordé, como de primero lo tenía determinado, renunciarle, cederle y traspasarle, desde luego, como lo he hecho, los reinos, señoríos y estados de la corona de Castilla y León, y lo anejo y dependiente de ellos, en que se incluyen estos estados de las Indias, como más cumplida y bastantemente se contiene y declara en la escritura que de esto hicimos y otorgamos en la villa de Bruselas, a diez y seis días del mes de enero de este presente mes y año de mil y quinientos y cincuenta y seis años, confiando que con su mucha prudencia y experiencia, según lo ha mostrado hasta aquí en todo lo que ha tratado en mi lugar y nombre, y por si propio, las gobernará, administrará, defenderá y tendrá en paz y justicia.

"Y siendo cierto que vosotros, siguiendo vuestra lealtad y el amor que a mí y a él habéis tenido y tenéis, corno lo habemos conocido por obra, le serviréis como lo confío y debéis a la voluntad que ambos os habemos tenido y tenemos.

"Y ansí os encargamos y mandamos, que alzando pendones y haciendo las otras solemnidades que se requieren y acostumbran para la ejecución de lo sobre dicho, de la misma manera que si Dios hubiese dispuesto de mí, obedezcáis, sirváis y acatéis y respetéis al dicho serenísimo rey, cumpliendo sus mandamientos por escrito y de palabra de aquí adelante, como de vuestro serenísimo Señor y rey natural, según y cómo habéis cumplido y debíades cumplir los míos propios, que demás de hacer lo que sois obligados, me tendré en ello por muy servido.

"De Bruselas a diez y seis días del mes de enero de mil y quinientos y cincuenta y seis años."

Esta es la letra que Su Majestad envió al Cabildo de la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura.