Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE NUEVO MÉXICO



Comentario

CANTO NVEVE
Como se bolvio con algunos religiosos, Fray Rodrigo Duran, Comissario Apostolico de la jornada: y de otros trabajos que fueron sucediendo: y como el Virrey mando à don Iuan se sugetase à segunda visita, o que mandaria derramar la gente: y venida del visitador al despacho de la jornada, y contento que con el se tuuo: y del orden que tuuo en hazer su visita, y cosas que en ella sucedieron

Si con fuerça de braços, y del tiempo,

Han de quedar perfectos y acabados,

Los memorables hechos que emprendemos,

La cosa mas gallarda y lebantada,

Que en ellos luze siempre y resplandeze,

Despues que estan en puesto bien obrados,

Es la importante ayuda de assistencia,

Sin cuia grande alteza la esperança,

Queda en si toda muerta y zozobrada,

Està con dilacion tan triste y larga,

Vino à desfallezer y destroncarse,

En el cansado hijo de Francisco,

Fray Rodrigo Duran cuia grandeza,

De animo notable ya rendida,

Vino à dexar la plaça sin embargo,

De vn gran requerimiento que le hizo,

Pidiendole don Iuan que pues estaua,

Sobre sus graues hombros sustentado,

Como en coluna fuerte todo el campo,

Que en ninguna manera permitiesse,

Pues era cosa llana que en boluiendo,

La fuerça de la Iglesia la cabeça,

Que todo se assolase y destruiesse,

Mas como ya la suerte echada estaua,

Respecto de dar cuenta à tu Perlado,

De algunas cosas graues y secretas,

Sin replica salio por cuia causa,

Fray Baltasar, y algunos otros Padres,

De notable importancia, nos dexaron,

Siguiendo sus pisadas disgustosos,

Y como à Rio buelto siempre vemos,

Sobre las turbias aguas muchas cosas,

Que nueua nouedad à todos causan,

Tras desto luego vimos que quisieron,

Ciertos soldados algo lebantados,

Hazer aquesta entrada y proseguirla,

Amotinando el campo cuio cancer,

Fue con suma presteza y diligencia,

Del hastuto sargento remediado,

Cortando la cabeça al que queria,

Serlo de aquesta causa perseguida,

En este medio tiempo proueieron,

A don Lope de Vlloa que era amparo,

De todas nuestras causas mal paradas,

Por General de China, y luego en esto,

Dexandonos à todos vino nueua,

Como en España estaua proueido,

Don Pedro Ponçe, vn grande cauallero,

De singular prudencia, y alto esfuerço,

Por General de toda aquesta entrada,

Y temiendo el Virrey se deshiziesse,

Toda la soldadesca alborotada,

Con aquesta mudança, y nueuo acuerdo,

Mandò hechar luego vando que la gente,

A sus vanderas toda se juntase,

Y aquesta entrada luego prosiguiesse,

Tras cuio vando, sin tardança alguna,

A don Iuan auissò como tenia,

Del Presidente Pablo de Laguna,

Orden en que auisaua, y ordenaua,

Que si entendiesse que el don Iuan tenia,

Todo lo necessario preuenido,

Para hazer la entrada y proseguirla,

Que luego libremente permitiesse,

Que el solo la hiziesse y acabase,

Y si cumplido todo no estuuiesse,

Que fin tardança alguna diesse auiso,

Porque esta causa luego remediasse,

Por cuias ocasiones le ordenaua,

Que luego respondiesse si tenia,

Expuesto todo aquello que importaua,

Porque sin mas acuerdo proueheria,

Persona tal qual fuesse conueniente,

Y general visita le tomase,

A la qual era fuerça sugetarse,

Y que si no que luego mandaria,

Despedir à la gente, y derramarla,

Y que le parecia si no auia,

De cumplir por entero que hiziesse,

Gentileza y seruicio illustre y alto,

A vuestra Magestad en desistirse,

De aquella noble impressa començada,

Sin gastar mas hazienda, ni mas vida,

Que la que auia gastado y consumido,

Aduirtiendo con esto que si estaua,

De gusto y parecer que le tomasen,

Segunda vez visita, que seria,

El Comisario dentro de dos meses,

De toda aquella Corte despachado,

A cuia carta el General contento,

Al Conde replicò que aunque el auia,

Cumplido enteramente sus assientos,

Que sin embargo desto, que el gustaua,

Rendirse sin tardança, y sugetarse,

A segunda visita, y à otras muchas,

Si fuesse necessario se hiziessen,

Y como en los dos Polos permanecen,

Los dos exes, tan fijos, y clauados,

Que esperança ninguna no tenemos

De verlos de sus puestos apartados,

Assi sin mouimiento estables firmes,

Don Iuan, y su teniente se mostraron,

Respondiendo que aquella gentileza,

Era la que era fuerça se hiziesse,

En vuestro Real seruicio, y se acabase,

Pues como espuesto todo lo tuuiessen,

Para el tiempo aplazado que les dieron,

Segun que lo demas passose en flores,

Porque no fue possible despacharse,

A tiempo el Comisario de la Corte,

Que pudisse venir sin detenerse,

Por cuia causa todos se quejauan,

Bien apretadamente, y con enojo,

Trayendo à la memoria las palabras,

Los lazos, y los tiempos mal cumplidos,

Que siempre el General les daua à todos,

Afirmando y jurando que eran trazas,

Engaños, y cautelas, que tenia,

Para solo assolarlos y abrasarlos,

Y que no era possible que las cartas,

Fuesen ciertas del Conde, fino embustes,

Para el que dezian y afirmauan,

Y assi se fueron muchos, y dexaron,

Aquesta illustre entrada disgustosos,

Mas el Sol de justicia condolido,

Sus mansos ojos, luego fue boluiendo,

A su afligido pueblo lastimado,

Haziendole muy cierto que venia,

Nueuo visitador, para que luego,

La jornada de hecho despachase,

A quien se hizo vn gran recebimiento,

De mucha gente de armas bien luzida,

Con su Maese de campo, y Real Alferez,

Su Sargento mayor, y Capitanes,

Y el General famoso, y oficiales,

Que en orden todos fueron, y en llegando,

Vna gran salua alegre de arcabuzes,

Con destreza gallarda fue rompiendo,

El secreto silencio, y fue turando,

Hasta que juntos saludarse vimos,

Los dos nobles varones, y abraçarse,

Y luego en orden todos bien compuestos,

A su posada juntos le lleuamos,

Donde segunda salua les hizieron,

Con notable contento y alegria,

Porque entendieron del, que grande Padre,

Auia de mostrarse en nuestra causas,

Y assi como tal Padre, y tal amparo,

Pidio al Gouernador que no le fuesse,

Contrario en cosa alguna si queria,

Ver de todas sus causas buen despacho,

Con cuias buenas muestras y señales,

Como pauones todos en sus ruedas,

Vfanos y gallardos se mostrauan,

Pues como assi estuuiessen ya contentos,

Mandò el visitador se echase vando,

Para que todo el campo luego fuesse,

Siguiendo su derrota, y que marchase,

Y viendo el General que aquel mandato,

Era ruina total de nuestra entrada,

Porque eran necessarios muchos dias,

Para apretar los carros y carretas,

En cuio tiempo toda la visita,

Haziendo de vna via dos mandatos,

Podia fenezerse y acabarse,

Y que si aquesto assi no se hiziesse,

Era perderse todo à cuia causa,

Pidio con grande instancia que mirase,

Que fuera deste grande inconueniente,

Perdia otra gran suerte y coiuntura,

En aprestar la gente y el bagaje,

De vn tan largo tiempo entretenida,

De mas de que era fuerça que sacando,

De sus querencias todos los ganados,

Que todos se perdiessen y ahuientasen,

Y que para escusar tan grandes daños,

Hiziesse su visita en aquel puesto,

Y del saliessen todos de arrancada,

Sin deternerse en parte que pudiessen,

Perderse aquellas cosas que lleuauan,

Y viendo los soldados lastimados,

El tiempo que perdian con enojo,

A vozes, y sin rienda desembueltos,

Deziean que eran trazas porque el campo,

Gastase el bastimento que tenia,

Y assi se deshiziesse y acabase,

Y fuera assi sin duda si el gran colmo,

No fuera tal, qual vimos bien colmado,

Y viendo el General que no podia,

Hazer que le tomasen la visita,

Con perdida del tiempo irrebocable,

Salio con todo el campo sin consuelo,

A fuerça de sudor y de trabajos,

Que en aprestarlo todo padecieron,

Y apenas fue marchando cinco leguas,

Quando en vn puesto pobre de agua y monte,

Mandò hiziessen alto y descargasen,

Alli boluieron todos al trabajo,

Haziendo sus assientos temerosos,

De que era fuerça que agua les faltase,

Mas Dios que à todos siempre nos socorre,

Hizo que vnos charquillos bien pequeños,

Que cerca de nosotros se mostrauan,

Aguas en abundancia derramasen,

Y que à vista de todos las vertiessen,

Teniendolas de antes represadas,

Y en sus secretas venas escondidas,

Aqui el Visitador mandò echar vando,

Que pena de la vida nadie ossase,

Salir del quartel de armas sin embargo,

Que del mismo don Iuan mandato fuesse,

Con cuio vando luego los soldados,

Desamparando todos los ganados,

Se fueron à gran priessa recogiendo,

Dexandolos perdidos sin sus guardas,

Y aquesta desuentura fue tan grande,

Que andauan a millares los corderos,

Balando, por sus madres que perdidas,

Baluan assimismo por hallarlos,

Y atonitas las yeguas discurriendo,

Cruzauan por los campos sin sentido,

En busca de sus crias relinchando,

Y assimismo las vacas y terneras,

Hundian con bramidos las campañas,

Los tiernos rezentales assombrados,

Con el ganado prieto yuan rebueltos,

Por verse de las cabras diuididos,

Los buieies, los cauallos, los jumentos,

El ganado vacuno y la mulada,

Con todo lo demas que el campo pasta,

Esparramados todos y perdidos,

A su aluedrio y sin orden alguna,

Andauan sin sus guardas descarriados,

Y sin mirar aquesta desuentura,

Y perdida sin traza desdichada,

Vuestro visitador mandò tras desto,

Que todos los soldados y oficiales,

O gente de seruicio que quisiesse,

Dexar de proseguir aquesta entrada,

Que todos libremente se quedasen,

Aunque alistados todos estuuiessen,

Hizo demas de aquesto en su visita,

Vna cosa tambien que fue notable,

Andauan como digo los ganados,

Sin guardas por el campo diuididos,

Y de parte de noche nos mandaua,

Que de mañana, yeguas, o cauallos,

Ouejas, o las cabras, o las vacas,

O el genero que mas apetecia,

A registrar traxesemos, y en esto,

Por ser el tiempo corto, y tan tassado,

Saliamos perdidos à buscarle,

Y si como perdida se traia,

Alguna cantidad pequeña, o grande,

Aquella registraua, y si tras della,

Venia otra qualquiera, no passaua,

Diziendo no podia recebirla,

Porque cerrado ya el registro estaua,

Con esto el general qual fuerte yunque,

Viendo que lo demas assi corria,

Sufriendo aquellos golpes con paciencia,

Al Cielo suplicaua socorriesse,

Que aquesto es lo que vale quando lejos,

Estais inmenso Rey de lo que passa,

Hizo notificar à los vezinos,

Que en manera ninguna no vendiessen,

Ganados à don Iuan, que fue vna cosa,

Que à todos causò espanto imaginarla,

Mandò tambien con pena de la vida,

Que aquel que en esta entrada se alistase,

Que si fuesse mestizo lo dixesse,

Y mulato tambien si se alistase,

En cuia lista fueron despedidos,

Vnos por no querer que se assentasen,

Diziendo no auian de yr à la jornada,

Y por de poca hedad dexaron otros,

Que se que estan señor allà sirbiendo,

Con hartas mas ventajas que no aquellos,

Que se tambien gran Rey que se boluieron,

Sin verguença del peine que en la barua,

Pudo quedar assido, y lebantado,

Que con estos quisiera que tuuviera,

Vuestro visitador aquellos brios,

Que con vn buen soldado vimos tuuo,

Y fue, que porque acaso, y con descuido,

Sin quitarle la gorra fue passando,

Determinò y mandò, por solo aquesto,

Que seys tratos de cuerda alli le diessen,

Pues como el General por el rogase,

Y con esto tambien reprehendisse,

El descuido que tuuo aquel soldado,

Diziendole lo mal que auia hecho,

Respondio al General, que mas justicia,

Y mas puesto en razon era que honrrase,

Vuestro visitador, y otro qualquiera,

A los que en guerra os sirben con su sangre,

Con vida, con hazienda, y con su honrra,

Que no que aquestos tales con infamia,

Viniessen por tan altos pensamientos,

A ser infamemente condenados,

Por vn solo descuido que tuuieron,

En adorar à quien en paz gustosa,

Le sembrauan de plata los caminos,

Si en vuestro Real seruicio su persona,

Mandauan se ocupase, y que os siruiesse,

Y que otro hombre que el fue Carlos quinto,

Vuestro Aguelo caro y esforçado,

Y muchos mas soldado, y mas guerrero,

Y que sabia cierto perdonaua,

A aquellos que en las guerras le seruian,

Y viendo el General su mucha furia,

Y que era fuerça à todos regalarlos,

Con palabras de Padre graue afable,

Riñiendole mandò que mas no hablase,

Y el qual rebuelta piedra de molino,

Que quitandole el agua es fuerça pare,

Assi parò, y tambien parò su causa,

De mas de todo aquesto que hemos dicho,

Otros que aquesta historia à cargo tienen,

Diran en sus escritos otras cosas,

Que acerca destas causas sucedieron,

En las quales jamas tuuieron mano,

El buen Iaime Fernandez secretario,

Y el Capitan Guerrero, à quien el Conde,

Mandò por Comissario aqui viniesse,

El vno por la illustre y clara pluma,

Y el otro por la fuerça de la lança,

Hombres de buena estima, y noble punto,

Y por venir al hecho desta causa,

Al fin hizo visita, cala, y cata,

Esta vino à tomar de tal manera,

Que no se yo si ay testigo alguno,

Que pueda con verdad dezir que vido,

Las cosas que assentaron y escriuieron,

Solo sabre dezir, que con instancia,

Pidio el Gouernador que se le disse,

De toda su visita vn testimonio,

Para saber las sobras, o las faltas,

Y componer la quiebra si la vbiesse,

De manera que cosa no faltase,

Esto le denegò con tanta fuerça,

Que no solo no quiso darle gusto,

Siendo justicia que al deudor que paga,

Le den carta de pago por escrito,

Mas hizo confessase que no auia,

Cumplido con su assiento, y esto à escuras,

Sin darle lumbre alguna de lo escrito,

Pidiole demas desto, que Iuan Guerra,

Y su muger doña Ana se obligasen,

En quanto à los soldados que faltauan,

Por publica escritura en esta forma,

Que auian de poner en campo armados,

Para cumplir su assiento ochenta hombres,

A su minsion y costa, y que pagasen,

Todos los daños que estos cometiessen,

Y que tambien pagasen los salarios,

A los ministros que el Virrey quisiesse,

Viniessen al despacho desta entrada,

Y que à su voluntad tambien pudiesse,

Quitar, o reformar aquellas cosas,

Que en su fabor se vbiessen concedido,

Y que por el permiso que le daua,

Para poder hazer aquesta entrada,

No fuesse visto adquirir dominio,

Ni derecho al gouierno de la tierra,

En propriedad, ni possesion alguna,

Y qual si fuera monte, o bronce duro,

Con todo concedio los ojos bueltos,

Al soberano Dios en cuyas manos,

Pidiendole justicia con paciencia,

Gustoso le dexò todas sus causas,

Y porque su teniente ausente estaua,

Porque acordò con el que se quedase,

Para el socorro y cosas de importancia,

De aquesta nueua tierra y nueuos Reynos,

Mandò que me aprestase, y luego fuesse,

Para tratar con el que se obligase,

Con su muger doña Ana de Mendoza,

Y apenas vido el pliego quando luego,

Como aquellos dos Dezios memorables,

Que alegremente juntos se ofrecieron,

Por sola la salud de todo el campo,

En braços de la muerte rigurosa,

Assi los dos contentos se obligaron,

Y junto las dos vidas ofrecieron,

A vuestro Real serbicio, sin que cosa,

Quedase para nadie reseruada,

Passadas estas cosas, y otras muchas,

Despues que vbo bien visto los poderes,

Hecha ya su visita, y acabada,

Mandò marchar el campo destrozado,

Segun vereys señor aqui pintado.