Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE NUEVO MÉXICO



Comentario

CANTO CATORZE
Como se descubrio el rio del Norte, y trabajos que hasta descubrirlo padecieron: y de otras cosas que fueron sucediendo, hasta ponerse en punto de tomar possesion de la tierra

Tanto se estima, sube, y se lebanta,

El valor de la cosa que se emprende,

Quanto es mas estimado todo aquello,

Con que se alcança, adquiere, y se consigue,

Traigo esto gran señor, porque se entienda,

Mas bien, la gran grandeza, y excelencia,

Del belico exercicio que professan,

Todos aquellos Heroes valerosos,

Que à trueque de trabajos, y quebrantos,

Vida, y sangre compraron, y adquirieron,

Solo el illustre nombre de soldados,

A cuia alta excelencia le es muy proprio,

El ver y trascender de todo punto,

Que por demas se sufren los trabajos,

Miserias, aflicciones, y fatigas,

Que la sangrienta guerra trae consigo,

Si enmedio de su curso sin remedio,

El animo se rinde, y se acobarda,

Y para no venir en tanta mengua,

Zozobrando las fuerças fatigadas,

Sin ver vn agradable y dulze puerto,

Luego que la contenta y noble Polca,

Despedida salio para su tierra,

Qual suele el cazador quando à perdido,

Vn rico girisalte, alcon, o sacre,

Que à vozes por los cerros y vallados,

Le va con grandes ansias ahuchando,

Mostrandole el señuelo hasta verlo,

Seguro, y en la mano, donde alegre,

Sin memoria del susto ya passado,

Le alaga, y le regala, y le compone,

La pluma mal compuesta, y le apazigua,

Assi la hermosa baruara sospecho,

Que fue desalentada tras su Milco,

Y nosotros señor con nueuos brios,

Mas de cincuenta dias caminamos,

Pesadas desuenturas padeciendo,

Y por auernos sin cessar llouido,

Siete largas jornadas trabajosas,

En las carnes la ropa ya cozida,

Ninguno de nosotros entendimos,

Poder salir con vida de aquel hecho,

Por escabrosas tierras anduuimos,

De Alarabes, y Baruaros incultos,

Y otros desiertos broncos peligrosos,

Cuio tendido y espacioso suelo,

Nunca jamas Christianos pies pisaron,

En cuio largo tiempo consumimos,

Los pobres bastimentos que sacamos,

Y alimentando todos con esfuerço,

Los fatigados cuerpos destroncados,

Con solas raizes brutas indigestas,

Contra el rigor del hado prohejando,

Nuestra derrota siempre proseguimos,

Ya por espesas breñas y quebradas,

Por cuios brauos bosques enrredados,

Las fuertes escarcelas se rasgauan,

Ya por asperas cumbres lebantadas,

Por cuias zimas los cauallos lasos,

Por delante lleuavamos rendidos,

Hijadeando, cansados, y afligidos,

A pie, y de todas armas molestados,

Y las hinchadas plantas ya desnudas,

Descalças sin calçado se assentauan,

Por riscos, y peñascos escabrosos,

Ya por muy altos medanos de arena,

Tan ardiente, encendida, y tan fogosa,

Que de su fuerte reflexion heridos;

Los miserables ojos abrasados,

Dentro del duro casco se quebrauan,

Y como el fin de aquello que se espera,

Solo se alienta, esfuerça, y se sustenta,

Con el valor y punto de esperança,

Esperando hizimos los trabajos,

Mas lebes, comportables, y sufribles,

Y como la que es presta diligencia,

Arrimada al solicito trabajo,

Es madre de qualquier ventura buena,

Esta se tuuo en descubrir la boca,

Que aquel hastuto Baruaro nos dixo,

Marcando la circunuezina tierra,

Assientos, y lugares que nos puso,

Quando con Milco presso le tuuimos,

Y como Magallanes, por su estrecho,

Assi desembocando todos fuimos,

Vencidos del trabajo, y ya rendidos,

De la fuerça del hado riguroso,

Que con pesada mano bien cargada,

Mucho quiso apretarnos y afligirnos,

Quatro dias naturales se passaron,

Que gota de agua todos no beuimos,

Y tanto que ya ciegos los cauallos,

Crueles testaradas, y, encontrones,

Se dauan por los arboles sin verlos,

Y nosotros qual ellos fatigados,

Viuo fuego exalando, y escupiendo,

Saliua mas que liga pegajosa,

Desahuziados ya, y ya perdidos,

La muerte casi todos desseamos,

Mas la gran prouidencia condolida,

Que tanto es mas beloz en socorrernos,

Quanto con mas firmeza la esperamos,

Al quinto abrio la puerta, y fuimos todos,

Alegres arribando el brauo Rio,

Del Norte, por quien todos padezimos,

Cuidados y trabajos tan pesados,

En cuias aguas los cauallos flacos,

Dando tras pies se fueron acercando,

Y zabullidas todas las cabeças,

Beuieron de manera los dos dellos,

Que alli juntos murieron rebentados,

Y otros dos ciegos tanto se metieron,

Que de la gran corriente arrebatados,

Tambien murieron de agua satisfechos,

Y qual suelen en publica taberna,

Tenderse algunos tristes miserables,

Embriagados del vino que beuieron,

Assi los compañeros se quedaron,

Sobre la fresca arena amollentada,

Tan hinchados, hidropicos, hipatos,

Assi como si sapos todos fueran,

Pareciendoles poco todo el Rio,

Para apagar su sed, y contentarla,

Y qual si en los Eliseos campos frescos,

Vbieramos llegado à refrescarnos,

Assi señor nos fueron pareciendo,

Todas aquellas playas y riberas,

Por cuios bellos pastos los cauallos,

Repastandose alegres descansauan,

Los fatigados guessos quebrantados,

Del pelado camino trabajoso,

Y assi por aquel bosque ameno todos,

Fuimos con mucho gusto discurriendo,

Por frescas alamedas muy copadas,

Cuias hermosas sombras apazibles,

A los cansados miembros combidauan,

Que cerca de sus troncos recostados,

Alli junto con ellos descansasen,

Por cuios verdes ramos espaciosos,

Qual suelen las castissimas auejas,

Con vn susurro blando y regalado,

De tomillo en tomillo yr saltando,

Gustando lo mejor de varias flores,

Assi por estas altas arboledas,

Con entonado canto regalado,

Cruzauan vn millon de pajaricos,

Cuios graciosos picos desembueltos,

con sus arpadas lenguas alabauan

Al inmenso señor que los compuso,

Y aunque las aguas del gallardo Rio,

En raudal muy furiosas y corrientes,

Se yuan todas vertiendo y derramando,

Tan mansas, suabes, blandas, y amorosas,

Como si vn sossegado estanque fueran,

Por anchas tablas, todas bien tendidas,

Y de diuersos generos de pezes,

Por excelencia rico y abundoso,

Hallamos demas desto gruessa caza,

De muchas grullas, ansares, y patos,

Donde cebaron bien sus alcabuzes,

Los hastutos monteros diligentes,

Y auiendo hecho grande caza y pesca,

Luego de los fogosos pedernales,

El escondido fuego les sacamos,

Haciendo vna gran lumbre poderosa,

Y en grandes assadores, y en las brasas,

De carne, y de pescado bien abasto,

Pusimos a dos manos todo aquello,

Que el hambriento apetito nos pedia,

Para poder rendir de todo punto,

Las buenas ganas, al manjar sabroso,

Y como la paloma memorable,

Que luego que passo la gran tormenta,

El verde ramo trujo de la oliba,

No de otra suerte todos nos boluimos,

Colmados de contento y alegria,

Que es verdadero premio del trabajo,

Y luego que al exercito llegamos,

Con muchas fiestas fuimos recibidos,

Y porque siempre es fuerça y causa gusto,

Traer à la memoria los trabajos,

Miserias, y fatigas, que se sufren,

Quando la dura guerra se milita,

Llamado deste gusto, fue contando,

El Sargento mayor à todo el campo,

Presente el General, aquellos passos,

Caminos, y sucessos que sufrimos,

Hasta que al fin llegamos à las playas,

Riberas, y alamedas deste Rio,

En cuias arboledas espaciosas,

Todas nuestras fatigas descansamos,

Y como siempre causa grande alibio,

No ser en padezer trabajos solo,

Luego como acabò tomò la mano,

El diestro General por dar consuelo,

A los quebrantos tristes ya passados,

Diziendo los trabajos que los suyos,

Auian tambien sufrido y padezido,

Y como vno cargò con tantas veras,

Que estuuo à pique el campo de perderse,

Y fue, que entrando Março caluroso,

Con poderosos soles assentados,

Vino à faltar el agua de manera,

Que secas las gargantas miserables,

Los tiernos niños, hombres, y mugeres,

Traspassados, perdidos, y abrassados,

Socorro al soberano Dios pedian,

Por ser aqueste el vltimo remedio,

Que pudieron tener en tal conflicto,

Y los tristes cansados animales,

Como aquellos de Ninibe rendidos,

Del insaziable ayuno fatigados,

Assi cuitados todos se mostrauan,

Con la fuerça del tiempo que cargaua,

Y como siempre acude y faborece,

Su gran bondad inmensa y soberana,

Al que con veras pide y le suplica,

Estando el Cielo claro y muy sereno,

Por vna y otra parte fue turbado,

De gruessas nuues negras bien cargadas,

Y sin ningun relampago ni trueno,

Tanta agua derramaron y vertieron,

Que los bueyes vnzidos con sus yugos,

Su mortifera sed satisficieron,

Y luego que el exercito afligido,

Quedò por todas partes consolado,

La belleza del Sol quedò con rayos,

Por vna y otra parte tan tendidos,

Que tan sola vna nuue no impedia,

Su claro resplandor en parte alguna,

Y assi por esta causa le pusieron,

Al parage de aquesta santa lluuia,

El agua del milagro, porque fuesse,

Eterna su memoria prolongada,

Y nunca para siempre se perdiesse,

O soberano bien con que presteza,

Socorres nuestras faltas si ponemos,

Tanta fee quanta ajusta, mide y pesa,

No mas que vn solo grano de mostaza,

Vendito tal varato y tal empleo,

No solo para que las altas nuues,

Fuera de tiempo viertan grandes lluuias,

Mas para que los mas pesados montes,

Remueuan y lebanten sus assientos,

Y la belocidad del Sol repare,

Su poderoso curso, y le detenga,

No mas que por mandarlo el hombre noble,

A cuios pies se rinden y abassallan,

Todas las cosas grandes y pequeñas,

En fin como en un sugeto lebantado,

Por manos tran grandiosas y admirables,

Y assi parece que yua su grandeza,

Lleuando aqueste campo como à suyo,

Vnas vezes cargados de trabajos,

Y otras de mil consuelos socorrido,

Viage derecho, cierto, y verdadero,

De los obreros grandes que lebantan,

Heroicos edificios en su Iglesia,

Pues yendo assi marchando muchos dias,

Llegaron à las aguas deste Rio,

Y qual aquel Troyano memorable,

Que fue faborecido y amparado,

Del humedo tridente de Neptuno,

Despues de la tormenta y gran borrasca,

Assi el Gouernador con todo el campo,

Seguro y dulze puerto fue tomando,

A à su mas fatigada soldadesca,

Por las frescas orillas y riberas,

Auierta mano dio que descansase,

Y como el buen gouierno no consiste,

En la que es buena industria de presente,

Sino en preuenir con sazon aquello,

Que puede despues darnos gran cuidado,

Mandò el Gouernador que sin tardança,

El Sargento saliesse y se aprestase,

Con cinco compañeros escogidos,

Y diestro en nadar, porque buscasen,

Algun seguro vado al brauo Rio,

Para que por el todo vuestro campo,

Seguro y sin zozobra le passase,

Y poniendo por obra aquel mandato,

Salio Carabajal, y Alfonso Sanchez,

Y el gran Christoual Sanchez, y Araujo-,

Y yo tambien con ellos porque fuesse,

El numero cumplido de los cinco,

Y andando embeuecidos todos juntos,

En busca de buen vado cuidadosos,

De subito nos fuimos acercando,

A vnos pagizos ranchos do salieron,

Gran cantidad de baruaros guerreros,

Y por ser todo aquello pantanoso,

Y no poder valernos de las armas,

Assi para los baruaros nos fuimos,

Mostrandonos amigos agradables,

Y como el dar al fin quebranta peñas,

Dandoles de la ropa que tuuimos,

Tan mansos los boluimos, y amorosos,

Tanto que quatro dellos se vinieron,

Y vn lindo vado à todos nos mostraron,

Por cuia causa el General prudente,

Mandò que a todos quatro los vistiessen,

Y con mucho regalo los tratasen,

Por cuia causa todos se bajaron,

Y dandose de paz, trujeron juntos,

Vna gran suma de pescado fresco,

Y mandandoles dar vn buen retorno,

Luego se procuro que se hiziesse,

En vn copado, y apacible bosque,

Vna graciosa Iglesia de vna naue,

Capaz para que todo el campo junto,

Pudiesse bien caber sin apretarse,

En cuio aluergue, santo, Religioso,

Cantaron vna Missa muy solemne,

Y el docto Comissario con estudio,

Hizo vn sermon famoso bien pensado,

Y luego que acabaron los oficios,

Representaron vna gran comedia,

Que el noble Capitan Farfan conpuso,

Cuio argumento solo fue mostrarnos

El gran recibimiento que à la Iglesia,

Toda la nueua Mexico hazia,

Dandole el parabien de su venida,

Con grande reuerencia suplicando,

Las rodillas en tierra les labase,

Aquella culpa con el agua Santa,

Del precioso Baptismo que traian,

Con cuio saludable sacramento,

Muchos Baruaros vimos ya labados,

Luego que por sus tierras anduuimos,

Vbo solemnes fiestas agradables,

De gente de acauallo bien luzida,

Y por honrra de aquel illustre dia,

Vna gallarda esquadra suelta yua,

De aquel Capitan Cardenas famoso,

Soldado de valor y de verguença,

Y que muy bien señor os ha seruido,

Este por entender que la jornada,

No auia de ser possible se hiziesse,

Quedose de manera que no pudo,

Dar alcançe despues à vuestro campo,

Por cuia causa dieron su estandarte,

A Diego Nuñez, y con esto luego,

Se tomò possesion de aquella tierra,

En vuestro insigne, heroico, y alto nombre,

Haziendo en esta causa cierto escrito,

Que aqueste serà bien que aqui le ponga,

Sin corromper la letra porque importa,

Por ser del mismo General la nota,