Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE NUEVO MÉXICO



Comentario

CANTO VEYNTE
De los excesibos trabajos que padezen los soldados, de nueuos descubrimientos, y de la mala correspondencia que sus seruicios tienen

Todo el valor, alteza, y excelencia,

Que puede acaudalar el buen guerrero,

De los gloriosos triunfos que se alcançan,

En la sangrienta guerra belicosa,

Es quedar para siempre bien premiado,

Por el gallardo braco de la espada,

Y por el brauo pecho valeroso,

Que en padezer trabajos à tenido,

Entre cien mil peligros no esperados,

Y assi alto y heroico Rey sabemos,

Que no ay trabajo duro en la milicia,

Ni tiempo en padecerle mal gastado,

Si la correspondencia deste fruto,

Viene à ser tal qual es razon se tenga,

Con aquellos gallardos coraçones,

Que muy bien en las guerras os sirbieron,

Aunque para mi tengo Rey sublime,

Que es mucho mejor suerte la de aquellos,

Que por mas bien serbiros acabaron,

Entre enemigas armas destrozados,

Hechos menudos quartos y pedazos,

Que no aguardar la triste suerte y paga,

Que algunos destos Heroes han tenido,

De sus muchos quebrantos padezidos,

Y por mostrar mejor si son soldados,

Aquestos valerosos por quien digo,

Que como los estimo y reuerencio,

Por mucho mas que hombres, mas que hombres,

Fuera bien se encargara, y que escriuiera,

Sus claros y altos hechos hazañosos,

Mas como inculto, bronco, y mal limado,

Dellos informaré lo que supiere,

Que assi satisfare con solo darles,

Todo aquello que valgo, alcanço y puedo,

No trato por agora que dexaron,

Por serbiros señor como es justicia,

A su querida y dulze patria amada,

Padres, hermanos, deudos y parientes,

Ni que ya sus ligitimas y haziendas,

Estan de hecho todas consumidas,

Trocando por trabajos el descanso,

Que pudieron tener sin sugetarse,

Los dias y las noches que se ocupan,

En pesados oficios trabajosos,

Miserias y disgustos nunca vistos,

Donde vereis señor que se sustentan,

No mas que por su pico y fiel trabajo,

Mediante el qual adquieren todo aquello,

Para passar su vida necessario,

Auentajando siempre sus personas,

A la de aquel Tebano memorable,

Que por no mas de solo auerle visto,

Quedaron muchos cortos y afrentados,

Quando en el monte Olimpo en sus vertientes,

Vieron que quanto sobre si traya,

Eran grandiosas obras de sus manos,

Porque el auia cortado los çapatos,

Y puestolos en punto bien cosidos,

Y assi como si fuera sastre el sayo,

Fue por sus proprias manos acabado,

Y el tambien la camisa auia tegido,

Y de su valor mismo punto y corte,

Salio toda cumplida y acabàla,

Y los insignes libros que traia,

Qual illustre filosofo prudente,

El los auia compuesto y trabajado,

Y con esto otras muchas cosas nobles,

Dignas por cierto todas de estimarse,

Assi tambien señor estos varones,

No traen consigo cosa que no sea,

Hechura y obra de sus bellas manos,

El sayo, calçon, media, y el calçado,

El jubon, cuello, capa, y la camisa,

Con todas las demas cosas que alcancan,

La femenil flaqueza por su aguja,

De todo dan tan diestra y buena cuenta,

Como si en coser siempre, y no otra cosa,

Vbieran sus personas ocupado,

Y no ay de que espantarnos pues sabernos,

Que fue el primer oficio que se supo,

En esta vida triste y miserable,

Y con esto ellos mismos por sus manos,

Guisan bien de comer, laban, y amasan,

Y en fin toda la vida siempre buscan,

Desde la sal hasta la leña y agua,

Si gusto han de tener en la comida,

Ellos rompen la tierra y, la cultiuan,

Como diestros famosos labradores,

Y como hospitaleros siempre curan,

Las mas enfermedades con que vienen,

Sus pobres camaradas quebrantados,

De los muchos trabajos que han sufrido,

Y cosa alguna aquesto les impide,

Para que todo el año no los hallen,

A qualquier hora de la noche y dia,

Tan cubiertos de hierro, y fino azero,

Conio si fueran hechos y arriasíados,

De poderoso bronçe bien fornido,

Trabajo que por mucho menos tiempo,

Quando dianiantes todos se mostraran,

Los vbiera deshecho y acabado,

Quanto mas a la misera flaqueza,

Del que de carne y, guesso esta compuesto,

Viuen y passan casi todo el tiempo,

Como si fueran brutos por el campo,

Sugetos al rigor del Sol ardiente,

Al agua, al viento, desnudez, y frio,

Hambre, sed, molimientos, y, cansancio,

Cuio lecho no es mas que el duro suelo,

Adonde muchas vezes amanecen,

En blanca nieue todos enterrados,

Passan crueles y grandes aguazeros

Sin poderse aluergar en parte alguna,

Y secanse en las carnes los vestidos,

Sucedeles que lleuan en costales,

El agua para solo su sustento,

Algunas vezes hecha toda nieve,

Carambano las mas empedernido,

Sufren todos eladas de manera,

Que ya por nuestras culpas hemos visto,

Rendir el alma y vida todo junto,

Al gran rigor del encogido tiempo,

No ay aguas tan caudales por los Rios,

Que no las passen, naden, y atrabiessen,

Ni pàramos, ni fieras, ni vallados,

Que a puros palmos todo no lo inidan,

No av baruara nacion que no descubran,

Ni gran dificultad que no acometan,

Y no cuidan jamas estos varones,

De maestros y oficiales para cosas,

Al militar oficio necessarias,

Ellos cortan las armas y las hazen,

Para qualquier cauallo bien seguras,

Saben aderezar sus arcabuzes,

Y echarles lindas cajas por extremo,

Reniallan bien sus cotas, y escarcelas,

Y pintas sus zeladas de manera,

Que quedan para siempre prouechosas,

Y como diestros cirujanos curan,

Heridas peligrosas penetrantes,

Y son tambien bonissimos barberos,

Y quando es menester tambien componen,

De la gineta y brida las dos sillas,

El aluzitar jamas les hace falta,

Porque ellos hierran todos sus cauallos,

Tambien los sangran, cargan, y los curan,

Domandolos de potros con destreza,

Y por ser buenos hombres de a cauallo,

En ellos hazen grandes marauillas,

Y en las sangrientas lides y contiendas,

Qual, o qual, a dexado de mostrarse,

Ser hombre de valor y grande esfuerço,

Y aquesto muchas vezes sustentados,

De raizes incultas desabridas,

De hieruas y semillas nunca vsadas,

Cauallos, perros, y otros animales,

Inmundos y asquerosos a los hombres,

Y por neuados riscos y quebradas,

Qual suelen los arados que arrastrados,

Rompiendo van la tierra deshaziendo,

Las azeradas rejas que enterradas,

Haziendo van sus sulcos prolongados,

Assi los Españoles valerosos,

A colas de cauallos arrastrados,

Por no morir de hecho entre la nieues,

Muchos assi las vidas escaparon,

Temerarias hazañas emprendiendo,

Y hechos hazañosos acabando,

Qual cantarè señor si Dios me dexa,

Ver la segunda parte à la luz echada,

Donde vereis gran Rey prodigios grandes,

De tierras y naciones nunca vistas,

Trabajos y auenturas no contadas,

Impressas inauditas y desdichas,

Que a fuerça de fortuna y malos hados,

Tambien nos persiguieron y acosaron,

Que desto mostraran inmensas prueuas,

Demas de los varones que hemos dicho,

Los Capitanes Vaca, y Iuan Martinez,

Rascon, y Iuan Rangel, y Iuan de Ortega,

Gimon Garçia, Ortiz, y Iuan Benitez,

El Capitan Donis, y Iuan Fernandez,

Gueuara, Luzio, y Aluaro Garçia,

Gimenez, Iuan Ruyz, Sofa, Morales,

Tambien Pedro Rodriguez, y, otros brauos,

Valientes y esforçados caualleros,

Que bien en paz y guerra trabajaron,

Sin los heroicos y altos Comissarios,

El Padre fray Francisco de Velasco,

Francisco de Escobar, con Escalona,

Fray Alonso Peinado, cuias fuerças,

En cultiuar la viña bien mostraron,

Ser hijos del Serafico Francisco,

Pues mas de siete mil auemos visto,

Que tienen bautizados por sus manos,

Mas que importa Rey inmenso y justo,

Si va los veo à todos destroncados,

Estropeados, cansados, y tullidos,

Bueltos todos en pobres hospitales,

De males y dolencias incurables,

Sin genero de amparo ni remedio,

En cuio gran conflicto miserable,

Si bueluen para sus antiguas casas,

Sucede à bien librar por todos ellos,

Los mismo que de Vlixes valeroso,

Que despues de seruicios tan honrrados,

Escapó de la guerra de manera,

Que no fue de ninguno de su casa,

Mas que de solo el perro conozido,

Segun boluio de viejo y destrozado,

O flor de jubentud, o verdes años,

Que presto la belleza se marchita,

Notad qual bueluen estos esforcados,

Que ya no los conozen en sus casas,

Rotos, pobres, cansados, y afligidos,

Viejos, enfermos, tristes, miserables,

Y si por vltimo y postrer remedio,

Quieren señor valerse y socorrerse,

De vna migaja de los muchos panes,

Que con tan liberal y franca mano,

Mandais que se les de sin escaseza,

No son mas ellos que los otros pobres,

Hijos perdidos, nietos y viznietos,

De aquellos esforçados que os sirbieron,

Y aqueste nueuo mundo conquistaron,

Que à todos falta la segunda tabla,

Que despues del naufragio se pretende,

Llamo segunda tabla Rey insigne,

A los Gouernadores y Virreyes,

Que ay algunos, algunos señor digo,

Que para solo auer de proponerles,

Su misera demanda y causa justa,

Primero es fuerça sufran y padezcan,

Vna eternidad de años arrimados,

Por aquellas paredes de palacio,

Muertos de hambre, cansados y afligidos,

Adorando à los pajes y porteros,

Seruientes y oficiales de su casa,

Por ver si por aqui tendran entrada,

Para su larga pretension perdida,

Y si caso por gran ventura alcançan,

A ver el lugar del santa santorum,

Si es que aquel puesto assi, puede llamarse,

A donde esta la magestad intacta,

Que qual si fuera aquella soberana,

Que no puede ser vista de ninguno,

Que tenga alguna mancha, o cosa fea,

Porque à de ser mas limpio, puro, y bello,

Que el ampo de la nieue no tocada,

Assi no puede ser que nadie alcançe,

A ver grandeza y celestial tan alta,

Si no es gente muy limpia y olorosa,

Almidonada, rica, y bien luzida,

No con algunas manchas de pobreza,

Necessidad, trabajo, y desbentura,

Que estos como incapazes de su vista,

Inmundos, pobres, viles, y leprosos,

No es possible merescan bien tan grande,

Sabe el ineenso Dios Rey poderoso,

Que con coraçon y alma he desseado,

Veros señor Virrey de nueua España,

Por no mas de que viessedeys el como,

Se haze vn puro hombre dios del suelo,

Aquel que està en el Cielo lo remedie,

Y aliente los balidos y gemidos, manos,

De tantos miserables como claman,

Porque aunque es cierto, y todo lo sabemos,

Que han gouernado muchos como buenos,

Y que oy el Reyno todo se gouierna,

De manera que ya ninguno ignora,

Que a vozes por las casas de palacio,

Buscan los negociantes, porque tengan,

Sus causas con justicia buen despacho,

Cosa que jamas nunca auemos visto,

Dexando aqueste bien tan grande en vando,

Algunos otros vemos que han passado,

Sin hazer cuenta de los muchos perros,

Que en pulpitos haziendole pedazos,

A muy grandes ladridos y amenazas,

No hizieron mas impression en ellos,

Que si fueran de bronze, o duro azero,

Siete años continuos me detuue,

En vuestra illustre y lebantada corte,

Y no vi pobre capa, ni mendigo,

Que con facilidad no se llegase,

A vuestro caro Padre y señor nuestro,

A contalle sus cuitas y fatigas,

Con esperança cierta y verdadera,

De bellas remediadas y amparadas,

Dios por quien es os tenga de su mano,

Y conserue el illustre y alto nombre,

Que por aca se suena y se publica,

De que soys muy gran Padre de soldados,

Que yo como el menor de todos ellos,

Y que a señor y Padre me querello,

He querido contaros los trabajos,

Que por aca se sufren y padezen,

Que como bien sabeis Rey poderoso,

No ay hombre que despues de auer sufrido,

Fatigas y miserias tan pesadas,

No quiera alguna paga y recompensa,

De sus muchos serbicios y trabajos,

Por cuio memorable sufrimiento,

Las manos puestas pido, y os suplico,

Que aya memoria destos desdichados,

Cuio valor heroico lebantado,

Merece clementissimo Monarca,

Perpetua gloria y triunfo esclarecido,

Que lebante la alteza y excelencia,

De sus gallardos pechos esforçados,

Y por no cantar mas señor ya he dicho,

Y assi serà razon que no me buelua,

Al hilo de la historia que lleuaua:

Llegó el Sargento alegre y muy contento,

De los grandes ganados descubiertos,

En los llanos de Zibola famosos,

Y suspendiendo vn tanto los trabajos,

Quedando en el Real por buen gouierno,

Sin detenerse luego fue saliendo,

El buen Maese de campo con desseo,

De dar en breue alcançe si pudiesse,

A vuestro General, que ya cansado,

Estaua de esperarle muchos dias,

Pues yendo assi marchando su derrota,

Llegó à la fuerça de Acoma famosa,

Donde Zutacapan tratado auia,

Con algunos del pueblo belicosos,

Que por señor y Rey de aquella fuerça,

Tratasen de secreto le nombrasen,

Entre los mas amigos que pudiessen,

Ofreciendo por esto les daria,

Honrras y libertades preminentes,

Para cuio principio concertaron,

Que la mano Zutacapan tomase,

En defender la patria y libertarla,

De manos de Españoles, y con esto,

Seria facil cosa que le diessen,

La pretension segura y sin rezelo,

Que nadie se mostrase su contrario,

Pues lebantarle todos por cabeca,

Era la libertad de todo el pueblo,

Con esto luego a una se Juntaron,

Todos los mas amigos que pudieron,

Donde el baruaro a todos les propuso,

Que en ninguna manera permitiessen,

Que gente aduenediza y forastera,

Los pies pusiesse dentro de aquel fuerte,

Y mas para pedirles bastimentos,

Pues nunca jamas anima vituente,

Tal les auia pedido ni sacado,

Y que aunque los Castillas pereciessen,

Y muertos de hambre todos acabasen,

Era razon que todos por las armas,

Aquel partido juntos defendiessen,

Otompo, y Meco, luego concedieron,

Que fueron los del trato y del secreto,

Con lo que aquel traidor alli dezia,

A Mulco, y otros pocos sediciosos,

Amigos de rebueltas y alborotos,

Que aquestos nunca faltan, porque es tanta,

La braueza del hombre miserable,

Que si falta quien sople y lo rebuelua,

El mismo se rebuelue y alborota,

Abrasa, enciende, quema, y se destruie,

Y esta desdicha siempre la notamos,

Despues de aquella culpa lamentable,

Que a todos nos deshizo y descompuso,

Y assi el mayor contrario que tenemos,

Es a nosotros mismo, porque somos,

Los que solos podemos derribarnos,

Sin que las fuerças del infierno juntas,

Basten si no queremos à rendirnos

Porque las mismas fuerças que alcancanios,

Para emprender el mal que cometemos,

Aquesas mismas siempre nos assientan,

Para emprender el bien si le queremos,

Y assi nadie es tan torpe que no sabe,

El premio que por solo el bien alcanca,

Y el mal que por la culpa se merece,

Y assi por esta causa temerosos,

Todos aquellos baruaros à vna,

Por ser menos culpados acordaron,

Que pues alli faltaua la mas gente,

Que todos los del pueblo se juntasen,

Cosecha propria de animos doblados,

Cubrir siempre con capa de innocentes,

La mucha grauedad de sus delictos,

Y assi bien disfraçados y cubiertos,

Y todo el pueblo junto congregaron,

Donde luego vereis lo que trataron.