Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE NUEVO MÉXICO



Comentario

CANTO TREINTA Y QVATRO
Como se fue abrasando la fuerza de Acoma, y como se halló Zutacapan muerto, de vna gran herida, y de los de mas sucessos que fueron sucediendo, hasta lleuar la nueua de la victoria al Gouernador, y muertes de Tempal, y Cotumbo



Cansado del viage trabajoso,

El estandarte santo no vencido,

Dexemos ya de Christo alli arbolado,

Reprimanse las lagrimas pues dexan,

Las almas lastimadas y afligidas,

Y vos Filipo sacro, que escuchando,

Mi tosca musa aueys estado atento,

Suplicoos no os canseis, que ya he llegado,

Y ai prometido puesto soy venido,

Fiado gran señor en la excelencia,

De vuestra gran grandeza, y que qual padre,

Del belico exercicio trabajoso,

Vn apazible puerto aueys de abrirme,

Con cuio inmenso aliento reforçado,

Las velas doi al viento reboluiendo,

Al temeroso incendio, cuias llamas,

Vibrando poderosas y escupiendo,

Viuas centellas, chispas y pauesas,

Las lebantadas casas abrasauan,

Notad señor aqui los altos techos,

Paredes, aposentos, y sobrados,

Que auiertos por mil partes se desgajan,

Y subito à pedacos se derrumban,

Y como en viuo fuego y tierra, entierran,

Sus miseros vezinos, sin que cosa,

Quede, que no se abrase y se consuma,

Mirad señor tambien los muchos cuerpos,

Que de las altas cumbres del gran muro,

Assi desesperados se abalançan,

Y rotos por las peñas quebrantados,

Hechos menudas pieças y pedaços,

Assi en el duro suelo se detienen,

Los baruaros y baruaras que ardiendo,

Estan con sus hijuelos lamentando,

Su misera desgracia y triste suerte,

Con cuias muertes el Sargento,

Mouido de piedad y alto zelo,

Qual suele con tormenta y gran borrasca,

Vn gran piloto diestro reboluerse,

Saltando à todas partes y esforçarse,

Mandando al marinaje, y passajeros,

Con vno y otro grito, y assi juntos,

Con heruorosa priessa se socorren,

Y al flaco nauichuelo combatido,

De la fuerça del mar, y viento ayrado,

Entre mil sierras de agua faborecen,

Assi esforondo à Chumpo y à otros pocos,

Baruaros, que las pazes pretendian,

A vozes les promete y assegura,

En lee de cauallero, que las vidas,

A todos les promete si se abstienen,

Del riguroso estrago y crudas muertes,

Que assi los miserables le causauan,

No bien el pobre viejo las palabras,

De aquel ardiente joben fue aduirtiendo,

Quando clamando à vozes, con los pocos,

Baruaros, que con el alli assistian,

A todos persuade y encarece,

Haziendose pedazos con señales,

Y muestras muy de padre, que se abstengan,

Y que à tan tristes muertes no se entreguen,

Porque à todos las vidas les promete,

Y noble trato à todos assegura,

Sin genero de duda ni sospecha,

Encubierta, rebozo, o trato aleue,

Y assi como despues del rayo vemos,

A todos suspenderse mal seguros,

Difuntos ya en color y palpitando,

Los viuos coraçones dentro el pecho,

Y asi encogidos todos rezelosos,

Por vna parte el vno, y qual por otra,

Con passo espaciosos van saliendo,

A ver si estan seguros, y el destrozo,

Causado de la fuerça ya passada,

Assi salieron muchos poco à poco,

Alertos, pauorosos, encogidos,

Con passos atentados, y aduirtiendo,

De no pisar los cuerpos desangrados,

De tanto caro amigo y fiel amparo,

De aquellos pobres muros que teñidos,

Estauan de su sangre ya bañados,

Assi temblando, tristes afligidos,

Por vna y otra parte rodeados,

De palido color y muerte acerba,

Se fueron acercando, y viendo estaua,

El vando Castellano acariciando,

A todos sus vezinos, y que dauan,

Seguro y muestras grandes de contento,

De verlos reduzidos y apartados,

De aquel cruento estrago que emprendian,

Qual vemos que se abaten y se humillan,

Los lebantados trigos açotados,

Con vno y otro soplo reforçado,

Del poderoso viento que sulcando,

En remolcadas hondas sus espigas,

Al suelo las amaina, abate y baja,

Assi vencidos, llanos, desarmados,

Mas de seyscientos dieron en rendirse,

Y dentro de vna placa con sus hijos,

Y todas sus mugeres se postraron,

Y como presos, juntos se pusieron,

En manos del Sargento, y sossegaron,

Mouidos del buen Chumpo, que seguro,

A todos prometio y dio la vida,

Sin cuia ayuda dudo, y soy muy cierto,

Que aquella gran Numancia trabajosa,

Quando mas desdichada y mas pedida,

Quedara mas desierta y despoblada,

Que aquesta pobre fuerça ya rendida,

Estando ya pues todo sossegado,

Y puestas ya las treguas sin rezelo,

De algun bullicio de armas, o alboroto,

Los pactos assentados, y de assiento,

Los vnos y los otros sossegados,

De subito las baruaras rabiosas,

Qual venios deshazerse y derrumbarse,

Dexandole venir con brauo asombro,

Vna terrible torre poderosa,

Recien inhiesta, puesta y lebantada,

Y con terrible espanto reboluernos,

La sossegada sangre, y alterarnos,

Assi señor inmenso y poderoso,

Alçando vn alarido arremetieron,

Y apeñuscadas todas, qual se aprietan,

Sobre la chueca juntos los villanos,

Con los caiados corbos procurando,

De darle con esfucrço mayor bote,

Assi las vimos todos hechas piña,

A palos y pedradas deshaziendo,

A vn miserable cupero, y assi juntos,

Para la esquadra todos arrancamos,

Por ver si era Español, y dar vengança,

A hecho tan atroz y desmedido,

Y luego que nos vieron sin aliento,

Alborotadas todas nos dixeron,

Varones esforçados generosos,

Si auernos entregado en vuestras manos,

Merece que nos deis algun contento,

Dejadnos acabar lo començado,

Aqui Zutacapan està tendido,

Y gracias al Castilla que tal alma,

Hizo que se arrancase por tal llaga,

Este causo las muertes que les dimos,

A vuestros compañeros desdichados,

Este metiò cizaña y aluoroto,

Por todos estos pobres que tendidos,

Estan por este suelo derramados,

Y poniendo la vista en sus difuntos,

Y luego en el traidor rabiosas todas,

Assi como en tajon la carne pican,

Los diestros cozineros, y deshazen,

Assi con yra todos reboluieron,

Y en muy mendudas pieças le dexaron,

Con cuio hecho alegres satisfechas,

En su primero puesto sossegaron,

Y nosotros señor jamas podimos,

Saber qual fuesse el braço, que de vn tajo,

Cinco costillas cerca le cortase,

Y assi como con ansia cobdiciosos,

Despues de la batalla ya vencida,

Vn gran varon famoso que escondido,

De muy grande rescate procuramos,

Y assi sin alma, seso, y sin sentido,

Salimos a buscarle, y reparamos,

En todos los vencidos, y ponemos,

La vista bien atenta por hallarle,

Assi los baruaros atentos y las bocas,

Auiertas, y los ojos que pestaña,

Iamas mouio ninguno, vimos todos,

Que con asombro y pasmo nos mirauan,

Y no vien asomaua algun soldado,

Que fuera del quartel acaso estaua,

Quando de golpe todos, qual se allegan,

Las moscas à la miel, assi llegauan,

Y el rostro solo atentos le mirauan,

Y viendo el gran cuidado que ponian,

En no dexar à nadie reseruado,

Que bien no le notasen y aduirtiessen,

Fue fuero preguntarles que distino,

Que blanco, o por que causa assi sedientos,

A todos nos mirauan, y suspensos,

La mano dando à Chumpo, que por ellos,

A todos respondiesse, dixo el viejo,

Buscan estos mis hijos à vn Castilla,

Que estando en la batalla anduuo siempre,

En vn blanco cauallo suelto, y tiene,

La barua larga, cana y bien poblada,

Y calua la cabeça, es alto y ciñe,

Vna terrible espada, ancha y fuerte,

Con que à todos por tierra nos ha puesto,

Valiente por estremo, y por estremo,

Vna bella donzella tambien buscan,

Mas hermosa que el Sol, y mas que el Cielo,

Preguntan donde estan, y que se han hecho,

El Caudillo Español oyendo aquesto,

Mouido por ventura del que pudo,

Mostrar la duda clara y socorrernos,

En casos semejantes y ampararnos,

Qual vn blandon, o antorcha, cuia lumbre,

La vista haze clara, y quita el velo,

De la ciega tiniebla, assi alumbrando,

Al grato viejo Chumpo fue diziendo,

Responde à estos tus hijos noble padre,

Que en esto no se cansen ni fatiguen,

Ni mas los dos que buscan los procuren,

Que son bueltos al Cielo, donde tienen,

De assiento su morada, y que no salen,

Si no es a defendernos y ayudarnos,

Quando assi nos agrauian y se atreuen,

Qual ellos se atreuieron à matarnos,

Con muertes tan atroces y crueles,

Los pocos Españoles que subieron,

A lo alto desta fuerça descuidados,

Que miren lo que hazen y no bueluan,

Segunda vez al hecho començado.

-No suspendio el Troiano, ni redujo,

La rienda del silencio con mas fuerça,

Quando a la illuste Reyna los sucessos,

De Troia y su desgracia recontaua,

Qual hizo aqui el Zalditiar, que pasmados,

Y mudos los dexó, que mas palabra,

Hablaron ni chistaron, y assi solo,

Dixo: Señor inmenso que alcançamos,

Aquesta gran victoria el mismo dia,

Del vasso de eleccion, à quien la tierra,

Tenia por patron, y assi entendimos,

Que vino con la Virgen à ampararnos,

Iuizios son ocultos que no caben,

En mi Señor, que siempre soy y he sido,

Vn gusanillo triste despreciado,

Y assi Señor me bueluo a mi caudillo,

Que està con toda priessa despachando,

Al prouehedor Zubia, porque lleue,

Desta victoria insigne alegre nueua,

A nuestro General, a quien auia,

Vna baruara vieja por sus cercos,

Hechole cierto della el mismo dia,

Que fue por vuestro campo celebrada,

Y estando assi aguardando el desengaño,

Marchando el prouehedor, acaso Tempal,

Y el pobre de Cotumbo destroçados,

Corriendo gran fortuna a arbol seco,

Auiendo de la fuerça ya escapado,

Yuan atruesando, y viendo el golpe,

Que alli el rigor del liado descargaua,

Tras tanta desbentura reboçados,

Con mascara de paz los dos fingieron,

Como hastutos cosarios que ellos eran,

De alla la tierra adentro, y que robados,

Venian de vilas gentes que huiendo,

Salian del Peñol, y assi encogidos,

Pidieron con gran lastinia les diessen,

Con que la triste hambre lleuauan,

Socorrida quedase, y no acabasen,

Con esto el Español mandó prenderlos,

Por no errar el lance que perdido,

Suele por el perder vn gran soldado,

Y presos los lleuò, y en vna estufa,

Despues de auer llegado y dado el pliego,

Mandó que los pusiessen y encerrasen,

Y auiendo con gran gusto recebido,

El General la nueua fue informado,

De ciertos nobles baruaros amigos,

Que aquellos prisioneros que forçados,

Estauan en la estufa, y oprimidos,

Eran de los mas brauos y valientes,

Que Acoma mostraron y pusieron,

La colera en su punto, y lebantaron,

El sossegado fuerte ya perdido,

Con esto los dos baruaros sañudos,

Viendole descubiertos deshizieron,

La escala de la estufa, y hechos fuertes,

A palos y pedradas no dexaron,

Que nadie les entrase por tres dias,

Que assi se defendieron y guardaron,

Y viendo que era fuerça se rindiessen,

Por hambre y sed rabiosa que cargaua,

Las armas sossegaron, y dixeron.

-Castillas si del todo no contentos,

Estais de auernos ya beuido toda,

La generosa sangre que gustosa,

Tiene vuestra braueza no cansada,

Y sola aquesta poca que nos queda,

Mostrais que os satisfaze, dadnos luego,

Sendos cuchillos botos, que nosotros,

Aqui vuestras gargantas hartaremos,

Priuandonos de vida, porque es justo,

Que no se diga nunca por mancharnos,

Que dos guerreros tales se pusieron,

En manos tan infames y tan viles,

Quales son essas vuestras despreciadas,

Con esto el General, y con que todos,

Los baruaros amigos le dixeron,

Si alli los perdonaua que ponia,

En condicion la tierra de alterarse,

Auiendo hecho en vano todo aquello,

Que pudo ser por verlos reduzidos,

Al gremio de la iglesia, y agregados,

Mandó que los cuchillos les negasen,

Por mas assegurar, y que les diessen,

Dos gruessas sogas largas bien cumplidas,

Y echandoselas dentro las miraron,

Los ojos hechos sangre y apretando,

Los labios, y los dientes corajosos,

Hincliados los hijares y narizes,

Absortos, mudos, sordos, se quedaron,

Y estando assi suspensos breue rato,

Sacudiendo el temor, y despreciando,

A todo vuestro campo, y fuerte espada,

Nunca se vio jamas que assi pusiesse,

Al corredizo lazo la garganta,

Aquel que desta via ya cansado,

Partirse quiso della alegre y presto,

Qual vimos à estos baruaros que al punto,

La mal compuesta greña sacudiendo,

Las dos sogas tomaron y al pescueço,

Ceñidas por sus manos y añudadas,

Salieron de la estufa, y esparciendo,

La vista por el campo, que admirado,

Estaua de su esfuerço, y condolido,

Iuntos la detutueron y pararon,

En vnos altos alamos crecidos,

Que cerca por su mal acaso estauan,

Y no bien los notaron, quando luego,

Dellos sin mas acuerdo nos dixeron,

Querian suspenderse y ahorcarse,

Y dandoles la mano abierta en todo,

Los gruessos ciegos ñudos apretados,

Alli los requirieron, y arrastrando,

Las sogas por detras partieron juntos,

Del campo Castellano ya rendidos,

Y del baruaro pueblo acompañados,

No los fuertes hermanos que en Cartago,

Corriendo presurosos alargaron,

A costa de si mismos Ion linderos,

Assi à la triste muerte se entregaron,

Dexandole enterrar en vida viuos,

Qual estos brauos baruaros que estando,

Al pie de aquellos troncos lebantaron,

La vista por la cumbre, y en vn punto,

Como diestros grumetes que ligeros,

Por las entenas, gauias, y altos topes,

Discurren con presteza assi alentados,

Trepando por los arboles arriba,

Tentandoles los ramos se mostraron,

Verdugos de si mismos, y amarrados,

Mirandonos à todos nos dixeron,

Soldados aduertid que aqui colgados,

Destos rollizos troncos os dexamos,

Los miserables cuerpos por despojos,

De la victoria illustre que alcançastes,

De aquellos desdichados que podridos,

Estan sobre su sangre rebolcados,

Sepulcro que tomaron, porque quiso,

Assi fortuna infame perseguirnos,

Con mano poderosa y acabarnos,

Gustosos quedareis, que ya cerramos,

Las puertas al viuir, y nos partimos,

Y libres nuestras tierras os dexamos,

Dormid un sueño suelto, pues ninguno,

Boluio jamas con nueua del camino,

Incierto y trabajoso que lleuamos,

Mas de vna cosa ciertos os hazemos,

Que si boluer podemos a vengarnos,

Que no parieron madres Castellanas,

Ni baruaras tampoco en todo el mundo,

Mas desdichados hijos que à vosotros,

Y assi rabiosos, brauos desembueltos,

Saltando en vago juntos se arrojaron,

Y en blanco ya los ojos trastornados,

Sueltas las coiunturas y remisos,

Los poderosos nierbios y costados,

Vertiendo espumarajos descubrieron,

Las escondidas lenguas regordidas,

Y entre sus mismos clientes apretadas,

Y assi qual suelen dos bajeles sueltos,

Rendir la ancha borda afrenillando,

La gruessa palamenta, y en vn punto,

Las espumosas proas apagadas,

En jolito se quedan assi juntos,

Sesgos y sin mouerse se rindieron,

Y el aliento de vida alli apagaron,

Con cuio fuerte passo desabrido,

Dexandolos colgados ya me es fuerça,

Poner silencio al canto desabrido,

Y por si vuestra Magestad insigne,

El fin de aquesta historia ver quisiere,

De rodillas suplico que me aguarde,

Y tambien me perdone si tardare,

Porque es dificil cosa que la pluma,

Auiendo de seruiros con la lança,

Pueda desempacharse sin tardança.





FIN