Comentario
Capítulo sexto
De las señales y pronósticos que aparecieron antes que los españoles viniesen a esta tierra, ni viniese noticia de ellos
Diez años ante que llegassen los españoles a esta tierra, y según otros onze o doze años, apareció una gran cometa en el cielo, en la parte de oriente, que parecía como una gran llama de fuego muy resplandeciente, y que echava de sí centellas de fuego. Era esta cometa de forma piramidal, ancha de abaxo, y ívase ahusando hazia arriba, hasta acabarse en un punto; parecía en medio del oriente. Començava a aparecer un poco después de la medianoche, y llegava hasta la mañana; la luz del sol la encubría, de manera que saliendo el sol, no parecía más. Según algunos, viose un año entero, y según otros, cuatro años arreo. Cuando aparecía de noche esta cometa todos los indios davan grandíssimos alaridos y se espantavan, esperando que algún mal havía de venir.
Otro mal agüero aconteció aquí en México: que el cu de Uitzilopuchtli se encendió sin haver razón ninguna humana para ello. Parece que milagrosamente se encendió, y salían las llamas de dentro los maderos hazia fuera, y de presto se quemó. Dieron bozes los sátrapas para que truxessen agua para matarlo, y cuanto más agua echavan, tanto más ardía; del todo se quemó.
El tercero mal agüero aconteció que cayó un rayo casi sin propósito y sin trunido sobre el cu del dios del fuego, llamado Xiuhtecutli. Este cu tenía un chapitel de paja, y sobre él cayó el rayo y le encendió, y se quemó. Tuviéronlo por milagro, porque no huvo tronido, bien que lluvía un poco menudo.
El cuarto agüero fue que de día, estando el sol muy claro, vino de hazia el occidente de México una cometa, y corrió hazia el oriente. Iva echando de sí como brasa o grandes centellas; llevava una cola muy larga. Y luego toda la gente començaron a dar alaridos juntamente, que parecía cosa de espanto, y por tal le tuvieron.
El quinto fue que la laguna de México, sin hazer viento ninguno, se levantó. Parecía que hervía y saltava en alto el agua. Y hízose gran tempestad en la laguna, y las olas batieron en las casas que estavan cerca y derrocaron muchas de ellas. Tuviéronlo por milagro, porque ningún viento corría.
El sexto agüero fue que en aquellos días oyeron bozes en el aire como de una muger que andava llorando y dezía de esta manera: "¡Oh, hijos míos! Ya estamos a punto de perdernos." Otras vezes dezía: "¡Oh, hijos míos! ¿A dónde os llevaré?" El séptimo agüero fue que los pescadores o caçadores del agua tomaron en sus redes un ave del tamaño y color de una grulla, la cual tenía en medio de la cabeça un espejo; esta ave fue nunca vista, y assí lo tuvieron por milagro. Y luego la llevaron a Motecuçoma, que estava en su palacio, en una sala que llaman Tlillan Calmécac. Esto era después de mediodía. Y Motecuçoma miró al ave y miró al espejo que tenía en la cabeça, el cual era redondo y muy polido, y mirando en él vio las estrellas del cielo, los Mastelejos que ellos llaman mamalhoaztli. Y Motecuçoma espantóse de esto, y apartó la vista, haziendo semblante de espantado; y tornando a mirar al espejo que estava en la cabeça del ave, vio en él gente de a cavallo, que venían todos juntos en gran tropel, todos armados; y viendo esto se espantó más. Y luego embió a llamar a los adivinos y astrólogos y a los sabios en cosa de agüeros, y preguntólos: "¿Qué es esto que aquí me ha parecido? ¿Qué quiere decir?" Y estando assí todos espantados, desapareció el ave, y todos quedaron espantados y no supieron dezir nada.
El octavo agüero fue que aparecieron en muchos lugares hombres con dos cabeças; tenían no más de un cuerpo y dos cabeças. Llevávanlos a que los viesse Motecuçuma a su palacio, y en viéndolos luego desaparecían sin dezir nada.