Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, II



Comentario

Capítulo deziseis
De los tratantes

El mercader es tratante, y para mercadear tiene cuenta con los mercados. El buen mercader sabe multiplicar su caudal y guardar bien lo ganado. Vende y compra por justo precio; es recto en todo, y temeroso de dios; sabe también concertarse en el precio, y es bien convenible. El mal mercader muy lindamente engaña vendiendo, y recatea más de lo que es justo; es mentiroso y gran embaucador o encandilador, y engaña más de la mitad del justo precio o da a logro.

El tratante en esclavos es el mayor mercader de todos, y por ser sus riquezas los mesmos hombres, es muy venturoso, privado y conocido del Tezcatlipuca; al fin, por tener muchos esclavos, es el mayor y principal de todos los mercaderes. El que de este oficio es bueno y diestro sabe guardar sus bienes, y con devoción se los pida a Tezcatlipuca, y por ellos es muy agradecido, y es la flor y suma de todos los mercaderes. El que es malo, es desperdiciador, y cuanto gana gástalo en lo que no es necesario, y a la postre queda muy pobre, y es avariento y escaso.

El que es mayor o principal entre los mercaderes se suele llamar puchtecatlailótlac o acxotçeatl, que es tanto como si dixésemos que es governador de los mercaderes. Y estos dos nombres y otros muchos que van aquí declarados se atribúen al que es mayor principal, governador o señor, o que es casi padre y madre de todos los mercaderes. El que es buen governador de éstos, es padre y amparo de los pobres, a los cuales les socorre y favorece como padre en sus necesidades. Todos le tienen reverencia y obediencia como al mayor y governador; el cual tiene está propriedad, que a los que van a tratar en otros pueblos les encomienda sus mercadurías para que alld se las vendan. Y es de todos amado y respectado como principal de ellos, y govierna y aconseja muy bien a los suyos, no dexando de castigar a los que lo merecen. Y el que es mal governador de éstos suele ser interesal. pedigüeño. engañador, descuidado, ni quiere usar lo que es de buen governador de los mercaderes.

El tratante es de está propriedad, conviene a saber: que lleva fuera para vender sus mercadurías. El que de este oficio es bueno, es discreto y prudente. que sabe de caminos y de la distancia de las posadas para ver dónde pueden ir a dormir, corner, merendar o cenar. El que no es bueno, es boçal, tonto, que camina sin saber a dónde va, y de priesa y a ciegas; y ansí muchas vezes le acontece ir a parar en los montes, valles y despeñaderos, por no saber los caminos.

El que vende piedras preciosas, o lapidario, es de está propriedad: que sabe labrar sutilmente las piedras preciosas y pulirlas para hazerlas reluzir; y algunas las pule con la caña maciça que llaman ótlatl, y algunas lima y algunas adelgaza. El que vende las piedras sin engaño, el buen conocedor de los géneros de las piedras preciosas, como son la esmeralda fina y perla preciosa y azavache, y de otras piedras pintadas y jaspeadas, y de otras muchos colores, que por ser finas resplandecen o reluzen, y las que tiene por buenas después las vende a los otros, según que cada una puede valer, mirando la virtud y propriedad de ellas. El que vende piedras falsas es engañador por hazer piedras falsas y hazer preciosas las que no lo son, o las que son comunes, que no son de estima alguna; en vender es carero; al fin, las vende con palabras engañosas.

El que vende cuentas de oro, plata o cobre, o trata en cadenas o collares de oro y en sartales de las muñecas de las manos, el que es de este oficio suele ser platero. Si es buen oficial, con temor y buena conciencia las vende según que cada una suele valer, moderando su precio; a él le conviene también hazer y vender pieças de oro anchas y redondas, y hazer camarones de oro. Y el que no es tal suele mezclar oro bueno con oro falso, o dorar algún metal baxo para dalle lustre, con lo cual engaña a los que compran; y en el precio suele recatear mucho; y nada es convenible, sino que es porfiado.

El oficial de plumas se cuenta entre los mercaderes. Y el que es buen oficial tiene en mucho las plumas, y las trata y guarda muy bien. Su oficio es vender plumas estimadas de todo género de aves de todas colores, las plumas muy verdes y las que son muy preciadas, que tienen corvada la punta, y las que relumbran haziendo unas aguas como tornasol. Y el que no es tal haze plumas falsas, y las viejas nuevas, con colores falsas, color pardilla, o deslavada, y blanquisco, color postiza; al fin, color falsa.

El que rescata con plata es mercader, y tiene hazienda y oro y plata. El que bien rescata sabe el valor del oro y plata conforme al peso y quilates, y es diligente y solícito en su oficio, y en el pesar no defrauda, antes pone más que quita en el peso. El rescatador regatón suele engañar en lo que vende, pide más de lo que puede valer lo que se vende, y es muy porfiado y recatea en gran manera.