Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA

(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro



Comentario

Capítulo 90
Trata en este capítulo como binieron nuebas que los mercaderes tratantes de Mexico Tenuchtitlan, mercaderes harrieros, murieron y mataron los de Xaltepec y Cuatzonteccan, y como el rrey Monteçuma hizo llamamiento de los rreyes para yr sobre ellos y con gran poder

Como es ya dicho en esta çelebraçión de este coronamiento de Monteçuma emperador de los mexicanos, xamás los rreyes fueron sus antesesores Acamapich y Huitzilihuitl ni Ytzcoatl y el biexo Monteçuma ni Axayaca y Tiçoçic ni Ahuitzotl no hizieron llamamientos a sus enemigos en sus coronaçiones, saluo el emperador Monteçuma. Y ya que fueron algunos de ellos benidos, no fue çelebrada su fiesta como éste, tan grande y tan cumplido, saluo los cautiuos dexó para las çelebraçiones de los dioses cada un año, hera dezir hueytecuilhuitl, comienço nuebo y grande de año en nonbre de tal dios, y el de panquetzaliztli, que los tiempos se çelebró la fiesta de cada dios con tanto derramamiento de sangre humana, y como tal rregozixo y contento no era justo estar hediendo el templo de Huitzilopochtli de la sangre de ellos, y dizen es y era mejor estilo y orden ésta. Pasados algunos días, llegaron nuebas de unos mercaderes tratantes de Azcapuçalco y Guatitlam y Chalco, como eran muertos muchos mercaderes y tratantes llaman teucnenenque, oztomeca, por les rrobar los mataron los naturales de Xaltepec y Cuatzonteccan, y estauan çerradas sus puertas, que no trauan ya nengunas gentes de nenguna naçión. Oyda la enbaxada el rrey Monteçuma, al rrey de Aculhuacan, Neçahualpilli, y el señor de los tepanecas, llamado Tlaltecatzin, por el rrey Totoquihuaztli, hera ya fallesçido. Y como oyeron el mandato de Monteçuma, se pu [125v] se pusieron luego camino. Oyda la mala nueba de ser muertos y rrobados sus mercaderes y tratantes, hazen luego sus pueblos llamamientos y mandan luego con toda presteza apresten armas y matalotaxe, que luego den cargo de esto a los biexos capitanes cuauhhuehuetques, que en cada barrio de los de Mexico hagan abundante maça molida y tostada al sol para sirba de pinol llaman texhuatzolli, y frisol molido y pinole seco molido, bizcocho (tlaxcaltotopochtli), sobre todo buenas, rrezias rrodelas y espadartes de agudos nabajas y pedernales fuertes y chahuipiles y cotaras buenas, que es largo el biaxe. Y cada día sayaban en las escuelas, telpochcalco, a los mançebos a todo género de armas, y que el biaxe y camino es largo, en Xaltepec y Cuatzomtlam. Y llamó luego Monteçuma a Cuauhnochtli, díxole que biase a Tlatelulco para luego hiziesen matalotaxe para esta xornada, y así, luego fueron y llamaron a los prençipales de Tlatelulco para truxesen dentro de terçero día cantidad de cacao, pinole y cuechpinole (masa molida blanca tostada al sol), frisol molido, bizcocho, cotaras y cueros de benados para dormir, y traigan armas y deuisas, rrodelas, luego las traigan para las rrepartir tre soldados, espadartes de muy fina nabaxa. Oyda la baxada, los tlatelulcanos mercaderes y prençipales truxeron luego todas las armas, diuisas, plumería, trançaderas con mucha plumería, rrodelas, espadartes, ychcahuipiles, beçoleras, orexeras de oro, tanto se haze el matalotaxe, de que fue muy contento de berlo Monteçuma el cumplimiento de los tlatelulcanos y les rrindió las graçias muy cumplidamente, no mirando hera señor, sino tender todos eran unos de una sola casa y naçión y benidos todos juntos de la cueua y casa de Aztlam Chicomoztoc, se dizen e yntitulam mexitin. Llamó a Petlacalcatl les diese de los rreales tributos, a sendas cargas de muy buenas mantas y de comer y beuer, y fueron los tlatelulcanos muy contentos del emperador Monteçuma, y así, de beer el amor les tenía Monteçuma a los tlatelulcas, llorauan de plazer y se acordauan de la sinrrazón usaron su rreyy, Moquihuix y su suegro, que por ellos estauam y tributauan a sus propios hermanos y amigos, y padre con hijo. Y así, con esto despedidos, se fueron y dos días antes se partiese Monteçuma le encargó el gouierno y como tal su tiniente a Çihuacoatl, que no se fuese a su casa sino que asistiese en el palaçio a dar orden a todo lo nesçesario de la rrepública y justiçia a los que la pidiesen. Con esto y dexarle en su compañía a dos prençipales biexos de la rrepública, son Mixcoatlailotlac y Ezhuahuacatl. Y dexóles encargado que mirasen por lo que fuese menester en su propia casa y palaçio y a las abadesas o monjas les diese todo lo nesçesario y que todo ubiese mucha cuenta y rrazón, en espeçial la rrepública mexicana y saçerdotes, belas y guardas de los montes. Y así, luego que partió Monteçuma, el Çihuacoatl hizo mudar los criados biexos y criar otros nueuos, diligentes, cuidadosos. [126r] Llegado a los términos y montes y lugares de los de Xaltepec y cuatzontecas, llamó a los mexicanos Monteçuma, díxoles: "Quisiera, si os paresçiere a bosotros, que nos, los mexicanos, bamos por un camino frontero de nros enemigos y los de Aculhuacan por otro camino y los de Tacuba por otro, a los lados, para no cansar y detenernos mucho, sino acabando pasar adelante. Lo uno para nra seguridad y espaldas, lo otro que les ataxemos si quisiere huir". Rrespondieron que pues lo bía por muy buen acuerdo y conçexo se hiziese así, que a ellos les paresçía muy bien, y así publicado el acuerdo a los dos rreyes, los quales, confederados en ello, conosçieron ser muy açertado, y así se puso por obra. Aquel día començaron a hazer conçillos y acuerdos cada un rrey con su gente, animándolos con balerosos ánimos, proponiéndoles de su parte la bitoria, haziendo su poder y de manera que no dé alarido ni boz rrezia, "antes los mançebos bisoños deteneros hasta beer cómo se acometen un soldado baliente con otro enemigo, y de la defensa y destreza con que acomete y hiere el uno al otro, de esa mesma manera abéis de acometer con baleroso ánimo, que acobardéis a buestro enemigo, que con gran temor le bençáis, y ya xamás hazé cuenta de no boluer a ojos de uro padre o madre o hermanos o hermanas o parientes, sino pospuesto de biuir o morir en esta demanda, pues sois de naçión mexicana y el alto nombre de este apellido atemoriza y espanta y acobarda". Puestos en orden, tretexidos los balientes con los bisoños nuebos, que estos tales hazía tanto el rrey Monteçuma hazía atemorizar a los capitanes su descuido con los jóuenes, y así, los lleuauan sobre ojo con gran cuenta y cuidado. Acabado esto, al amanesçer del alua adonde bueluen los cuauhhuehuetques y tequihuaques achcacauhtin que abían ydo a rreconosçer las casas, tradas, calles de los enemigos, quando asoman con criaturas, cargados con sus cunas, ollas, cántaros, tinaxas, metates, mantas y llegando, dan un rrezio alarido, diziendo: "¡Ea, mexicanos, a fuego y sangre y pocos presos! ¡Saqueá! Ura será la bitoria, uno ni nenguno de los de Xaltepec ni de Cuatzolan". Púsose luego Monteçuma la delantera de la gente mexicana, armado de todas armas, con su deuisa del abe llamada tlauhquechol, del grandor de una pequeña águila, con tan rresplandeçiente plumería que era cosa mucho de beer y tocando el atanborçillo llaman el yupihuehuetl, que es del tamaño y ni más ni menos como el que traen los bailadores del palo (cuahuilacatzoque), y arremete balerosamente a los enemigos luego les ganaron la çerca de la fortaleza, y ençima del gran paredón se subió el rrey Monteçuma y todos los capitanes delante dél a beer y rreconosçer de la una gente con la otra. Biendo yban de bençida los enemigos, tornó a tomar la delantera y sus capitanes con él. Se subió ençima de la torre del templo y péganle fuego a todo el templo, y biendo los enemigos su templo quemado, afloxaron mucho del orgullo y brauezan con que peleauan. Y bisto la perfidia y dureza de coraçones de los enemigos, no quererse dar de bençida, como estauan, manda Monteçuma dar pregón en el campo biexo ni biexa, moço ni moça queden a bida saluo muchachos y muchachas de ocho años para abaxo, por ser ynoçentes y sin culpa, que los culpantes son los padres y madres. Y con esto no quedó me [126v] moria de ellos. Y estando en esto, donde llegan los prençipales de la costa de Teguantepec y mihuatecas e yzhuatecas; biniéronle a rresçibir con gran rreberençia y humildad, diziendo: "Señor y rrey nro, querríamos te conoçer y beer tu rreal persona, quién se puso en lugar del rrey nro Ahuitzotl, para serbirle y rregalarle y darle su rreal tributo, como estamos obligados, y para esto tre ura rreal persona en este pueblo asolado para que descanses tus fuertes y bigorosos braços, cuerpo, cabeça, pecho, y los señores prençipales mexicanos, uros leales basallos". Y con esto, se traron en el pueblo.