Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA

(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro



Comentario

Capítulo 95
Trata en este capítulo como, llegado el campo mexicano a Yangüitlam y Çoçolan, la çercaron, rronpieron; desbaratados, presos, piden ser leales a la corona; buelue el campo bitorioso y çelebran la fiesta del sacrifiçio del tlacaxipehualiztli con mucha sangre umana derramada

Otro día de la partida hizo llamar Monteçuma a los capitanes mexicanos Tlacateecatl y Tlacochcalcatl, Nezhuahuacatl, Naculnahuacatl, Tlilancalqui, Tocuiltecatl, Tezcacoacatl, Atlixcatl, los quales, encargados y muy rremirados fuesen los mançebos bisoños nueuamente trados en guerra, y los ardides, sotilezas, escuchas, miradores, corredores de las tenebrosas noches, tradas, salidas de los enemigos, otro día partieron de Mexico. Caminando llegaron a la parte llaman Tzapotitlan. Allí aguardaron llegó toda la gente otro día. Como estaua frontero de los enemigos, aquella noche se escoxieron los más balerosos y esforçados de los exérçitos para correr las çercas y tradas por diuersas partes para que luego, otro día, acometiese el campo balerosamente. Y aquella tarde trujeron de los montes madera larga y hizieron escalas fuertes. Comiençan luego los capitanes a hazerles a los soldados largos parlamentos animándos y dexándolo manos de los dioses, la noche, el aire, el dios de la tierra y al sol y al dios del berano, y a Xiuhpilli (Águila corriente), olbidadas todas cosas, madres, padres, hermanos, mugeres, hijos pospuestos, de todo temor apartados, prometiéndoles con la bitoria rriquezas, descanso y si murieren en manos y poder de los enemigos, ban derechos a gozar y a estar çerca de la grande y suprema alegría del dios Mictlanteuctli, el más prençipal dios del ynfiemo. Y puestos en orden, aguardan después de medianoche los que abía ydo a mirar y correr. Y al rronper del alua boluieron los corredores con presa de yangüitecas benían dando bozes. Comiençan luego a dar alarido los capitanes mexicanos que abían ydo a correr, diziendo: "Ea, mexicanos, ya tenemos presa buena. Caminá con presteza". Comiençan a dar alaridos y caminar furiosos contra la fortaleza primera adonde abían dado señal los mexicanos miradores. Comiençan con tanta crueldad a matar y a prender tan [133v] tos como biuos y presos, y yban con esta crueldad derribando árboles de frutales y magués, poniéndole fuego a todo quanto topauan por delante. Comieçan luego a quemar las casas, que estaca en pared no yban dexando, y acabado esto, dixeron los prençipales mexicanos: "Descansad, señores mexicanos, y hagan descansar a los soldados, que después de mañana daremos con los çoltecas". E otro día biaron a beer y reconosçer el pueblo de Çoçola y no hallaron en todo el pueblo persona biuiente, todos abían dado en huir y meterse los más agrios de los montes. Dijeron los prençipales mexicanos: "Pues mañana, antes de amanesçer, salgan de dos en dos pueblos juntos, adereçados, muy bien aperçibidos y bámoslos a buscar". Y andubieron quatro días perdidos por los montes, que no los hallaron. Y con esto, manda alçar el campo mexicano y caminar la bía de Mexico Tenuchtitlan a dar cuenta al rrey Monteçuma de lo proçedido en esta guerra. Y así, fue luego mensajero a Mexico a dar abiso a Monteçuma y salieron a rresçibir el campo mexicano bien çerca de la çiudad, la parte llaman Chalchiuhtatacoyan. Rresçibídolos, tocan luego las cometas de caracoles y atabales de ençima de las casas de los templos de los dioses, señal de alegría grande y gran presa. Y como yban trando por la çiudad, yban derechos al templo de Huitzilopochtli y hazían rreuerençia y yban comiendo la tierra de los pies del Huitzilopochtli, y de allí se binieron al palaçio de Monteçuma. Después de le besar las manos, le dan cuenta de todo lo proçedido y como fuero destruidos todos los yangüitecas, que no quedó nenguno de ellos, y como se huyeron todos los de Çoçolan y jamás paresçieron por mucha diligençia abían hecho, y como quedó todo su pueblo, quedó quemado, templo y palaçios y caserías; y con esta rrelaçión les hizo descansar. Después de auer comido hizo llamar a Petlacalcatl (mayordomo mayor), y díxole Monteçuma: "Traed la rropa que tenéis en guarda". Y traído ante él, heran de las más rricas que abía, llaman nextlacuilolli y coaxayacayo y xahualcuauh y pañets (maxtlatl) muy rricamente labradas, las quales rropas bestidos todos, le rrinden las graçias. Biniéndose açercando la fiesta de tlacaxipehualiztli (desollamiento) y tlahuahualo y despedaçar biuos a los miserables cautiuos que abían de ser los yangüitecas. Y para esto bió a conbidar a los pueblos de los enemigos. Fueron a Huexoçingo y Cholula y Atlixco, Tlaxcala y, concluidos, todos los señores de todos los pueblos en mitad del monte, aguardando los unos a los otros, hasta llegaron todos los señores de las quatro partes, Tlaxcala, Huexoçingo, Cholula, Atlixco. Llegados a la çiudad de Mexico, lleuados a los palaçios adonde ellos suelen aposentarse, en parte que ánima biuiente los biesen, y dándoles muy cumplidamente todo lo nesçesario de comidas abentaxadas y bestidos. Otro día binieron los otros enemigos de tliliuhquitepecas y Meztitlam y asimismo llegaron los de Mechuacan y los de Yupiçingo. Fueles dho por Monteçuma que los propios mensajeros fueron a llamarlos, esos propios les abían de serbir y dar de comer, que persona biuiente los biese hasta el día de la gran fiesta, [134r] adonde todos ellos fueron muy bien serbidos: cada día sus dos, tres bezes les dauan rrosas y perfumaderos, mucho género de toda suerte de comidas, cacao muy apurado, como a tales prençipales conbenía. Y mandó a los tales mexicanos que serbían a los enemigos que burlando ni de beras descubriesen a los enemigos a quien ellos seruían so pena les costaría las bidas y de sus mugeres y hijos y de desbaratarles sus casas. Y con este temor fue de mucho rrecato y secreto la estada de los enemigos. Los enemigos dixeron a los que les guardauam que querían beer y bisitar al rrey Monteçuma y darle unos presentes que traían y así, fue abisado de esto Monteçuma. Mandó biniesen a donde él estaua y de tal manera fueron nengún prençipal ni basallo, muger, niño, biexo, nadie paresçió. Estando presente el rrey Monteçuma y los dos rreyes, Neçahualpilli y Tetlepanquetza, traron los tlaxcaltecas. Abiéndole hecho al Monteçuma gran rreberençia, le explican la baxada que traen de su rrey de Tlaxcala y pónenle luego arcos y flechas, armas de los chichimecas, y unas plumas de las rricas. Acabados estos, tran los de Meztitlan y le presentaron unas piedras con sartales de otros generos menudos rrelumbrantes y unas como chamarras o balandranes labrados. traron luego los de Mechuacan y Yupico y, después de le aber saludado al rrey, le presentan unas rropas angostas y mantas llaman çanaton, y xícaras galanas y asentaderos baxos llaman ycpalli, labrados, y los de Yupitzinco le presentaron de dos o tres géneros de cacao en cargas. Y la mañana que se abía de çelebrar la crueldad y gran carniçería les dieron a los forasteros enemigos a medianoche para abaxo muy altamente de comer y luego les dieron a todos de bestir de los más abentajados bestidos que llaman tlauhtemalacayo y otras mantas llaman oçelotimatli, labores tigregueado, y tlauhtemalacayo, con rruedas coloradas de la labor, y otras que llama tlauhtonatiuh, con labores del sol azul, y muchos géneros de pañetes (maxtlatl) de muchas y diferentes maneras de labores. Y luego les dan muy preçiadas rrodelas y diuisas con las abes tan supremas de tlauhquechol y tzinitzcan, y amoxqueadores muy galanos y otros amoxqueadores o quitasol de muy preçiada plumería. Díxoles el rrey. fuesen a mirar el sacrifiçio y fueron puestos en lugares y partes secretas y buenos lugares, enparamentados y adornados de hojas de fruta de çapote, que llaman tzapocalli, con asentadores muy supremos, llaman quecholycpalli. Puesto ençima de la piedra rredonda de temalacatl, el miserable yndio con un espadarte y una rrodela la mano, baxan de ençima de la casa del templo de Huitzilopochtli y sale a pelear con él uno llamado Yuhualahua, que Rriñe de noche su nombre, el qual biene bailando al son del teponaztle y le están cantando. Començando a rrodealle por todas partes le hiriere y como cae el miserable yndio, que no puede herir al matador por estar un estado de altura, en cayendo están aguardando çinco de los saçerdotes o seis y arrebátanle y pónenle ençima de la piedra que está junto al aguxero llaman cuauhxicalli o brasero ynfernal, y biene luego en un ymprouiso el heridor y biuo como está, tendido boquiarriba, le abren el pecho, que no se puede rroder el miserable yndio [134v] por le tener asido fuertemente seis saçerdotes balentachos, y luego le abre el pecho le saca el coraçón con un ancho nabajón, lleua el coraçón saltando y unta al ydolo en la boca, y luego biene con él y héchalo dentro del cuauhxicalli, un aguxero que tiene la gran piedra, que muchas uezes el cuerpo del miserable yndio sin coraçón, luego se lo sacan, se lebanta y ba a caer tres o quatro pasos adelante; lo qual bido Don Femando Cortés, capitán de los cristianos, en la çiudad de Tepeaco un sacrifiçio hizieron a uno de los enemigos, por donde Fernando Cortés, de rrabia y coraxe de beer la crueldad, hizo derribar el gran ydolo y dios de ellos, Quetzalcoatl, de lo alto del cu, por cuya causa se alborotaron los yndios y bino a rrompimiento, binieron a las armas y mató y desbarató el dho capitán a los de aquel pueblo, más de diez mill. Tornando a nra ystoria, acabado aquel miserable yndio, subían luego otro y, por no cansar al letor de oyr tanta y tan abominable crueldad y carniçería, acabados de sacrificar, otros dos días ubo de gran fiesta y mitote en la rreal plaça del gran diablo Huitzilopochtli. Concluido, llamó Monteçuma a los conbidados y despidiólos, dioles rrodelas y espadartes muy rricas para sus señores, los rreyes de ellos. Y con esto, fueron despedidos y se fueron a sus tierras con mucho género de mantas muy galanas para sus señores. Y fuéronlos a dexar, por la seguridad de ellos, hasta mitad de los montes de los términos mexicanos, que esta ley no es usada entre los de este mundo.