Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA

(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro



Comentario

Capítulo 97
Trata en este capítulo como bió Monteçuma a conbidar a todos los señores de todos los pueblos comarcanos y suxetos a la corona mexicana para la çelebraçión del dios nueuo, Coatlan, con grandes sacrifiçios de esclauosLlegados los mensajeros al rrey Neçahualpilli y al rrey de tepanecas obedeçieron el llamamiento del rrey Monteçuma y juntos los dos rreyes Neçahualpilli y Tlaltecatzin, fueron a hazer rreuerençia al rrey Monteçuma y senado mexicano. Dízeles Monteçuma: "Señores, ya os es notorio como el templo de Coatlam emos de çelebrar con grande triumfo de sacrifiçios de los bençidos de los pueblos de las orillas de la mar que estauan rrebelados, los teuctepecas, e para esto es menester luego bengan los que hizieron presa de esclauos". Los quales fueron por baxadores a Huexoçingo, Cholula y Tlaxcala y Tliliuhquitepec a conbidarlos para la çelebraçión del tenplo Coatlam. Llegados de noche, les dizen a los porteros son mensajeros de Cholula, no diziendo eran mexicanos. Oydo por el señor, les hizo dar de comer y rropas de las se hazen en Güexoçingo. Otro día díxoles: "Despachaos, hermanos, que allá seremos, y beninos a rresçibir en el camino mitad del monte". Dixeron que ansí lo harían e caminaron la bía de [ 136v] la çiudad de Cholula y de la manera que dixeron a los de Huexoçingo, les dixerom a ellos, de que fueron contentos. Y despachados de la mesma manera, fueron a la çiudad de Tlaxcala y la propia manera llegaron. Saludado al señor, le explican la baxada al rrey Quetzalxiuhtzin, abían rreçitado su baxada de parte de Tlacateuctli Monteçuma para çelebrar la fiesta del templo de Coatlan. Fue el rrey de Tlaxcala contento, díxoles yrían e les guardasen en mitad del monte tre términos y moxones del un rreyno al otro, e les dieron mantas rricas llaman ayatlacuilolli y otras de la propia çiudad de Tlaxcala y cotaras o alpargates dorados. Con esto, fueron despedidos y fueron a Tliliuhquitepec. Llegados, explícanle la baxada del rrey Monteçuma, el qual, oydo por él, dixo le plazía, que él quería yr en persona. Mandó los tubiesen secretos, y las mugeres de los señores les dauan de comer porque no les biesen nadie. Otro día les dieron mantas y cotaras rricas. Despachados conforme a los demás prençipales y señores, dieron buelta para la çiudad de Mexico con rrespuesta de su baxada. Y en la parte y lugar señalaron les abían de aguardar, allí les aguardaron y llegados los unos, otro día binieron los otros y luego los otros. Finalmente, llegados todos los señores de los quatro pueblos, binieron con ellos los mexicanos y llegaron a medianoche. Fueron derechos a casa del mayordomo (Petlacalcatl), porque allí desbarcaron de las canoas que truxeron los de Acoquilpan. Aposentados los estramgeros muy bien, ban luego derecho al palaçio, dizen a las guardas bayan y hablen al rrey como están aquí los mensajeros que abían ydo a llamar a los señores de las trasmontañas (tepetlatepotzca). Llamaron los porteros a un corcobado criado, paxe del rrey: "Dezilde al rrey Monteçuma como son benidos sus baxadores". El corcobado fue al aposento del rrey. Despertado, dixo: "siendan lumbree y trem". Fue luego el corcouado, llamado Xiuhquechol, y truxo lunbre del aposento y ceniza de las prençipalas señoras que estauan allí, mugeres del rrey y hermanas suyas. Explicada la baxada, les mandó dixesen a los mayordomos , so pena de la bida, nadie supiese de ellos ni les biesen y fuesen muy bien seruidos de todo lo nesçesario y generos de diuersas comidas, muy buen cacao, mucho género de toda suerte de rrosas, flores, perfumadores hasta el día de la gran fiesta. Fueron aposentados en unos muy rricos palaçios, labradas, pintadas las paredes y esteras galanas pintadas y asentaderos de cueros de tiguere y estrados de lo mesmo. Llegaron asimismo los de Meztitlam y los de Michuacan y yopiçingas. tendido Monteçuma, los lleuaron a las salas apartadas de los de Tlaxcala y Huexoçingo adon fueron muy bien seruidos de todo lo nesçesario, en espeçial el secreto de ellos so las penas de muertes y de ser desterrados perpetuamante y de ser todos sus parientes desterrados y sus casas desbaratadas hasta correr el agua por abaxo de la tierra. Con esto estauan muy secretos, que nenguno de la çiudad sabían dellos, porque el senado mexicano guardauan mucho secreto, como los rromanos lo guardauan en el Capitollio, de acuerdo con las mesmas penas destos [137r] mexicanos. Y sosegados los unos de los otros, mandó Monteçuma darles de bestir mantas rricas llaman oçelotlapanqui y pañetes (maxtlatl), lo que llaman tzohuatzalmaxtlatl, y a los de Metztitlan y Mechuacan y los otros les dieron rropas que llaman tlauhtonatiuh y los pañetes llaman yopimaxtlatl, y dieron trençaderas de cauello llaman cuauhtlalpiloni, trançados de los ballientes, y beçoleras y orexeras de oro. Y luego, otro día, les dixo a los baxadores que los abían ydo a llamar que después de medianoche lleuase aquellos enemigos conbidados, después de aber almorzado, les lleuase al miradero adonde se abían de çelebrar y sacrificar a los miserables yndios, que es de como bean morir a los teuctepecas, e les pusiesen la parte que llaman ehuacaltlapanco y frontero del Huitzilopochtli. "Y mirá que os mando que nenguna persona suba adonde estubieren, so pena de muerte"; y estaua çercado con tapetes que nadie los pudiese beer. Luego, de mañana, binieron los dos rreyes de Aculhuacan, Neçahualpilli, y Tlaltecatzin, de Tacuba. Benidos los mexicanos, los soldados hizieron presa a los enemigos, benidos ante él, llamó a todos los mayordomos, díxoles: "Traed lo que tenéis guardado, debisas y armas". Llamó Monteçuma a Çihuacoatl, díxole: "Rrepartí bos tre los prençipales estas armas y diuisas ygualmente; y a los mançebos ubieron y hizieron presa, por lo consiguiente". Y luego se tresquilaron los cauellos dexando detrás del colodrillo un manoxo de cauello para trançarse con plumería rrica señal de ser ya tequihua, aber hecho presa la batalla, y todos les dieron sendas rrodelas labradas y el canpo blanco, llaman tliltecuilacachiuhqui. Después de les auer dado y rrepartido las armas a los prençipales y a los mançebos balerosos, dixo Monteçuma al capitán Cuauhnochtli. "Tomá estas demás armas y debisas y braçeletes, dádselas al rrey Neçahualpilli, las rreparta tre sus prençipales y soldados balerosos y los que agora preualesçieron para que por ellos se esfuerçen los demás mançebos para ganar este premio de honrra y los que agora se ban criado; lo propio con el rrey de tepanecas, Tlalteuctli". De que lo agradeçieron mucho al rrey Monteçuma y allí le pusieron el rrenombre de Monteçuma emperador del mundo, que dizen çem anahuac tlaatoani. Yba declinando las nueue oras del día quando pusieron en rringlera a los esclauos cautiuos en la parte llaman tzompantitlam, junto a la gran piedra llaman cuauhxicalli o, por mexor dezir, degolladero de ynoçentes gentiles, ydólatras, y han tonçes los nueuamente armados al altar de Coatlan teocalli. Y Monteçuma fue vestido rricamente y enbixado y con una manta llaman teoxiuhatl y pañetes muy bien labrados. En el aguxero de las narizes se puso un delicado cañutillo de oro fino y una beçolera y orexera de esmeralda fina, cotaras berdes sembradas de esmeraldas muy sotilmente puesto y su corona la frente, berde, esmaltado a la rredonda de esmeraldas menudas. Y tras él Çihuacoatl, lleuaua al lado siniestro, y tiznada la cara y pies como de negro y pardo, como ahumado. Y de la mesma manera yba el rrey Monteçuma, de la propia manera yba Çihuacoatl, por ser segundo rrey como el Monteçuma y primo segundo, fue nieto del biexo Monteçuma y tío de Monteçuma. Ban luego a los llaman cuauhhue [137v] huetque con sendos nabaxones anchos para abrir y degollar a los miserables cautiuos que allí estauan aparejados y subidos al templo de Coatlan, tocan luego los saçerdotes las cometas de caracoles. Arrebatan tre çinco o seis biexos cuauhhuehuetques al miserable yndio, qual por los braços, qual de los pies y la cabeça; pónenlo boquiarriba, estirado muy bien el cuerpo, en manera que no se puede bullir a un cabo ni a otro. Llegados los dos rreyes, Monteçuma y Çihuacoatl, a beer como los abren con tanta presteza y les sacan caliente los coraçones y corriendo el uno con él, se lo pone al demonio nueuo salido del ynfierno la boca, y los saçerdotes arrebatan el cuerpo y déxanlo rrodar por las grandes gradas, que, como se a dicho, eran de treçientos y sesenta escalones; no mirando esta crueldad hazían los ynfernales saçerdotes, ministros del gran Luçifer, rrey del ynfierno. Y así, con esta crueldad, mataron aquel día a dozientos y beinte, que duró quatro días, , como se dixo, eran todos 780 miserables yndios. Acabados los quatro días de la gran crueldad ynnumana, quedó el templo de Coatlan todo tinto sangre, que paresçian las gradas estar cubiertas de un dosel carmesí, que todo él estaua tinto sangre. Y era ya casi a medianoche quando baxaron del templo, y baxados los conbidados, fueron y lleuáronlos a su estançias secretas. tró Monteçuma a la sala donde estauan los conbidados e díxoles: "Amigos y hermanos, bien podéis yros poco a poco, y lleualdes estas preseas a uros señores". Dióles preçiadas rrodelas, espadartes de nabaxa, braçaletes con plumería rrica y de oro, beçoleras, orexeras de oro, braçaletes de muñequeras, bandas rricas y mantas y pañetes a las mill marabillas labradas, cotaras doradas. Y fueron con ellos los los abían traído hasta los términos de mitad del monte y boluiéronse los mensajeros y ellos se fueron a sus tierras, adonde tubieron que contar a sus señores. Pasados algunos días, binieron mensajeros de Quecholac: y de Atzitzihuacan con mensaje al rrey Monteçuma. Llegados a palaçio, dize a los prençipales porteros eran mensajeros, bienen de los dhos pueblos. Ellos dieron abiso a los corcobados. Abisado de esto Monteçuma, mandólos trar dentro. Dixéronle: "Señor, somos mensajeros de los dhos pueblos rreferidos. bíannos uros mayordomos prençipales, como llegaron allí los de Atlixco y Acapetlahuacan diziendo: "Yd a dar mandado a uro rrey Monteçuma que a terçero día queremos jugar y holgar con ellos; cómo nos yrá con ellos o ellos con nosotros; que le demos un rrato de solaz al sol y a los tiempos y dioses, de que luego aguardan en campo, desafiándote a batalla". Dijo Monteçuma: "Sea mucho de norabuena. Yréis a buestros señores, que se junten y les aguardan la batalla tanto bamos com presteza. Y mandó a su mayordomo (Petlacalcatl) que les diesen de bestir y comer a los mensajeros. Con esto, fueron despachados. Monteçuma llamó a todos los prençipales mexicanos y contóles como los biauan a desafiar los de Atlixco y Cholula: "Y es menester que con toda breuedad luego bayan a llamar al rrey Neçahualpilli y al rrey de tepanecas, Tlalteuctli, para que sepan esta baxada y aperçiban con breuedad sus campos para esta jornada. Y luego a la ora se dé pregóm por los quatro barrios a luego, a terçero día, a de partir el campo mexicano se aperçiban balerosamente con estas gentes que pretenden guerra con nosotros. Cumplámosles su deseo. No tardéis. Y a los de Tlatelulco se les dé [138r] abiso de armas y bastimiento para el exérçito mexicano". Y mandó Monteçuma luego fuesen caminando otro día "porque al terçero día abían de amanesçer sus tierras de ellos y darles, luego lleguemos, batalla". Y mandó a los capitanes achcacauhtin, cuachic, otomitl de Moyotlam y Teopan, Atzacualco, Cuepopan, desde sus casas salgan armados de todas armas. Y mandó asimismo a un capitán abisase a los saçerdotes de todos los templos y de calmecac uno ni nenguno quedase, todos fuesen muy bien armados a la guerra. Luego, aquella mañana, marchó el campo con mucha priesa, caminaron día y noche. Otro día fueron amanesçer a los propios pueblos de Huaquechula, y yban llegando unos primero que otros para adereçar y hazer tiendas de campo en partes y lugares conbinientes.