Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.
Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA
(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro
Comentario
Capítulo 110
Trata en este capítulo de la despedida del capitán Don Femando Cortés a los mensajeros de Monteçuma y de los presentes que bió el capitán al rrey Monteçuma de Mexico, y lo que más fueCon esta rresuluçión los tornaron a barcar y salieron al puerto de la Beracruz, estando el capitán Don Fernando Cortés en San Juan de Lúa. Salidos, tomaro el camino la mano. Llegados ante Monteçuma, le hizieron su rreuerençia y cuéntanle letra por letra todo lo que abía pasado y bisto, la manera de tiros y humo de la póluora, el rresonido que dauan las pieças gruesas, la manera de las armas, çeladas, cotas, espadas, dagas, adargas, cauallos, lebreles grandes, temerosos al paresçer. Acabada esta prática, le ponen los sartales de cristalina, cuentezuelos, tendiendo Monteçuma eran las maneras de las cuentas, esmeraldas y diamantes, y pusiéronle una camisa de rruán y unos calçones y alpargates, un sombrero, y de la manera del traer las espadas y dagas se la pusieron, con su talauarte. Al cabo le dieron una caxeta de conserua y una bota de bino y bizcocho blanco. Y dixo Monteçuma que qué sauor era aquello. Comieron dello los mensajeros y luego con una xícara pequeña beuieron sendos tragos de bino y así el Monteçuma comó y beuió dello. Quedó Monteçuma admirado de beer la lengua de Marina hablar en castellano y mexicano y cortar la lengua, según que ynformaron los mensajeros al rrey Monteçuma, [157r] de que quedó bien admirado y espantado. Monteçuma se puso cabizbaxo a pensar y considerar lo que los mensajeros le dixeron y dende a terçero día binieron los de Cuetlaxtlan, binieron a dezir como el capitán Don Fernando Cortés y su gente se boluieron sus naos busca de otros dos naos que faltauan quando partieron de Çintla y Potonchan, adonde le dieron al capitán las ocho moças esclauas, tre ellas a Marina. Considerando Monteçuma los sartales de la cristalina y abalorios y todos demás cosas, dixo: "Berdaderamente me a hecho mucha merçed el dios Quetzalcoatl, el que estaua y rresidió con nosotros Tula. Y creo berdaderamente ser el Çe Acatl y Nacxitl, el dios de la Una caña Caminador". Bisto las açemitas que les dieron al Tlilancalqui y a Cuitlalpitoc, llamó al mayordomo (Petlacalcatl) fuego le truxesen un pedaço de canto, llaman tepetlatl, como en algunos caminos ay suelo enpedernido. Traídolo, lo conparó a ello. Llamó a todos sus corcobados y enanos y esclauos (xolome), díxoles: "Comed de esto y mirá lo que os paresçe dello, qué sauor tiene". Como lo comieron, dixeron: "Señor, dulçe es, buen sauor, eçeto que es duro". tonçes Monteçuma partió y comió dello, dixo: "Es berdad que es dulçe y sabroso". Dixo: "Esta comida, ¿no es del ynfierno?, que paresçe ahumado. Bien será que, pues esto es el prinçipio de la benida de Tulan, que se lo presentemos al tetzahuitl Huitzilopochtli". Y así, lo pusieron una xícara nueua azul y lo taparon con una toalla muy delgada, lleuáronlo al gran cu del diablo y pusieron en el agujero de la piedra rredonda de la gran batea (cuauhxicalli), y los saçerdotes del templo lo començaron a sahumar. Acabado esto, le lleuaron al pueblo de Tulan y le pusieron un cofre de piedra labrado llaman toptanaco, buelto unas muy rricas mantas. Dado a los sacerdotes del templo de Tula, dixéronles: "Tomad y terrad esto en el templo hera de Quetzalcoatl". Y allí lo terraron y comiençan de sahumarlo y degollar codornizes y rroçiallo con la sangre de ellos, comiençan de tocar las bozinas de caracoles. Cumplido esto, llamó a Tlilancalqui y a Cuitlalpitoc, díxoles Monteçuma: " berdad que tenía por çierto que estos dioses os abían comido, pero pues no fue ansí, tanpoco comieron de ntras comidas, abranlas olbidado, que a más de trezientos años se fue Quetzalcoatl al çielo y al ynfierno. Agora, Tlilancalqui, descansad, que, fin, soy rrey y señor. Yo daré de comer y bestir a buestra muger y hijos y en el ynter buscaremos la rraíz propinco de donde binieron estos dioses". E luego aquel día llamó a Petlacalcatl (mayordomo), lleuaron a la casa de Tlilancalqui tero tributo del pueblo de Tuzpan y de Tziuhcoacatl y de Ytzcuincuitlapilco y Tuchtepec y Oztoman, de manera que quedó Tlilancalqui rrico de mucha rropa rrica, plumería, oro, piedras rricas, cacao y muchos mantenimis de maíz, frisol, pepita, chian, algodón fardos y fardos de chile y pilones de sal blanca y esclauas y esclauos. Dízele: "Señor, este tributo os da y haga buen prouecho con ellos, que para sienpre jamás será uest>ros pues. [157v] E tanbién os haze donaçión de una su casa que está en el barrio de Toçanitlan, otra llamada Moyotlan". Como le dio y tregó las casas el mayordomo a Tlilancalqui, llamólo otro día, díxole: "Bení acá, Tlilancalqui. Cómo ternemos nueua çierta de estos dioses, de qué parte, de lugar binieron? Hazedme traer luego al afamado pintor amado Tocual para saque y dibuxa de la manera bistes estas gentes de los dioses, nabíos, armas, artillería, cauallos, lebreles, la manera de su asiento, comida, mesa, piliçía", "de la manera que os fuere diziendo el Tlilancalqui, muy al natural, sin exçeder punto. Y mirá que no lo digáis a persona del mundo, so pena de muerte a bos y a buestra muger, hijos, hasta los çimientos de buestra casa será destruida, y parientes uros por lo consiguiente". Començó luego el pintor a pintar de la manera que bido al capitán y soldados y marineros, de muchas colores sus trajes y bestidos, los rrostros blancos, barua larga y algunos con coleta a lo antiguo y sonbreros grandes las cabeças, que les llamaron cuaapaz. Acabado de pintar, lleuólo a Monteçuma, que quedó bien admirado y espantado, en espeçial el grande humo que salían de los tiros gruesos de campo y arcabuzes y la manera de los arcabuzes, ballestas, lanças. Preguntó al pintor, como era biexo, díxole: "Bení acá. ¿Qué dixeron los antiguos? ¿Nros padres abuelos, dexaron declarado algo de estas cosas, los que abían de benir a señorear esta tierra y mundo, conforme agora abéis pintado? Bení acá. Bos dezís que no alcansáis a tender dada de lo que os pregunto. Pues preguntáselo a todos los pintores uros amigos y otros biexos, porque agora son quatro generaçiones de los que somos, ban muriendo y multiplicando, que es de çien a çien años. Y la pena tengo es que quisiera saber y tender gentes an de benir a señorear estas nras tierras". Y como ubiese uno ni nenguno que tal supiese ni declarase, fue con esta rrespuesta al rrey Monteçuma. Dixo: "Pues yo quiero biar a sauerlo a los pueblos de Malinalco y otros muchos pueblos de Chalco y Tierra Caliente". Benidos los mensajeros de muchas partes y lugares, benidos los biexos fueron a traer, házelle nueua ynterrogaçión para q biesen y de lo por él tan deseado. Después de auer dado su satisfaçión de no saber ni tender cosa de los que los antiguos abían dho, saluo que algunos antiguos les dexaron profetizado que los que abían de benir a rreynar y pobrar estas tierras que abían de ser llamados tzoçuilycxique y por otro nombre çenteycxiques, que son aquellos que están los desiertos de Arabia que el alto sol ençiende, son, que tienen un pie solo, de una pata muy grande, con que se hazen sombra, y las orejas les sirben de fraçadas, tienen la cabeça en el pecho. "Y esto dexaron declarado los antiguos nros antepasados al tiempo que binieron a poblar estas tierras. Y esto es lo que tendemos [158r] y no otra cosa de lo que, señor, preguntáis". Rreplicó Monteçuma, dixo: "Grandes sabios an sido los naturales de Cuitlahuac. Bayan a llamarlos para ynformarme de ellos lo tanto deseo, y a los de Mizquic". Benidos ante él, les haze las preguntas que a los de los otros pueblos. Dixeron en rrespuesta que los antiguos biexos predestinaron, como sabios heran, que abía de boluer Quetzalcoatl en otra figura y los hijos que abía de traer eran muy diferentes de nosotros: "Más feroçes y balientes, de otros trajes y bestidos y habla muy çerrada, que no los abemos de tender, los quales an de benir a rregir y gouemar esstas tierras, que es suya de tienpo ynmemorial. Y éstos an de benir, abrir sus haziendas de entre todas las sierras, montes, rríos, y que xamás se irán, harán asiento perpetuamente. Y esto dexaron declarado los antiguos".