Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
DIARIO DE A BORDO



Comentario

¿Cristóbal Colón corsario?


Seguramente esa fue su actividad entre los 20 y los 25 años (1472-1476) y no la de lanero en Génova. El corso o corsario había nacido y se había desarrollado en el Mediterráneo al amparo de tanta guerra entre vecinos. El pirata, más tarde, será como la degeneración del corso: puro bandolerismo que no conoce patria ni religión; más cruel y sanguinario, y también más característico del Atlántico. Pero a pesar de esta matización, corsario y pirata serán términos empleados con frecuencia indistintamente.

En suma, una actividad corsaria --como la que se puede atribuir durante esos años a Colón-- era una forma lícita de guerra, legalizada por atentes de corso, es decir, autorizaciones de una ciudad o de un estado para actuar contra el adversario, sin olvidar ciertas reglas de juego, compromisos y negociaciones, como llegar a un acuerdo entre el atacante y su presa. En tal ambiente y zona como la del Mediterráneo tanto da hablar de guerra política como de guerra comercial, que ambas formaban un entramado perfecto.

Quizá esta experiencia de corsario le haga exclamar en 1500, al recordar el duro despojo que sufrió a manos de Bobadilla, despojo y proceder inusuales en un código corsario: Corsario nunca tal usó con mercader20. Cuando en sus tiempos de balance recuerde a los mismos Reyes Católicos experiencias marineras y hazañas de juventud, los que no lo imaginan corsario lo tacharán de embustero o en el mejor e los casos de fantasioso. ¿Por qué dudar de una persona que confiesa en 1501: De muy pequeña edad entré en la mar navegando, e lo he continuado fasta hoy... Ya pasan de cuarenta años que yo voy en este uso. Todo lo que fasta hoy se navega, todo lo he andado?21.

Cristóbal Colón es un ejemplo consumado de saber náutico adquirido en cien experiencias y observaciones. Su estancia portuguesa desde 1476 a 1485 será trascendental para poder surcar el Atlántico; pero es en el Mediterráneo donde se curte primero, donde adquiere hábitos y capacidades que le preparan precisamente para sacar el máximo provecho cuando tome contacto con el Océano.

Sólo un hombre que conoce a la perfección el Mediterráneo y la ruta comercial entre la Península Ibérica e Italia podía dar el 6 de febrero de 1502 el siguiente consejo: estos que han de ir de Cádiz a Nápoles, si es tiempo de invierno, van a vista del cabo de Creo en Catalunya; por el golfo de Narbona entonzes vienta muy rezio y las veces las naos conviene le obedezcan y corran por fuerza hasta Berbería, y por esto van más al cabo Creo por sostener más la bolina y cobrar las Pomegas de Marsella o las Islas de Eres, y después jamás se desabarcan de la costa hasta llegar donde quier. Si de Cádiz ovieren de ir a Nápoles en tiempo de verano, navegan por la costa de Berbería hasta Cerdeña, ansí como está dicho de la otra costa de la Tramontana22.

Entre 1470 y 1473 se conocen cinco documentos pertenecientes al genovés Cristóforo Colombo que reflejan sus actividades comerciales: por el primero (de 22 de septiembre de 1470) Cristóforo, asociado con su padre Doménico Colombo, tiene que pagar 35 libras genovesas al mercader Girolamo del Porto; en el segundo (31 de octubre de 1470), denota solvencia económica al declararse mayor de 19 años y reconocer una deuda contraída con el mercader Pietro Bellesio; en el tercero (20 de marzo de 1472) firma como testigo de un testamento; en el cuarto (26 de agosto de 1472) reconoce con su padre una deuda contraída con el mercader Giovarini di Signorio; y en el quinto (7 de agosto de 1473) aparece asistiendo con su firma a una escritura de venta de una casa que Doménico Colombo efectúa en favor de su mujer Susana Fontanarossa23.

Ante estas fechas, queda clara su gran movilidad, característica de un mercader navegante de la muy comercial República italiana. No se detiene en Génova o Savona sino esporádicamente, como final o inicio de algún negocio.

Tampoco tales datos entran en contradicción con el episodio ya citado de la guerra entre Renato de Anjou y Juan II. La persecución de la galera aragonesa Fernandina de la que alardea Colón pudo llevarse a cabo durante el otoño de 1472. En ese balance bélico, el mercader navegante se trocaría en fuerza de apoyo o actividad corsaria en favor del de Anjou. Visto con ojos de la época, una ocupación tan honrosa como otras, y a veces más lucrativa.

¿Es nuestro Cristóforo Colombo el mismo corsario llamado Colón que en octubre de 1473, y tras derrotar a la flota aragonesa, atacaba en las costas valencianas y amenazaba las catalanas? El curioso dato procede de un documento24 descubierto hace años y debe relacionarse con uno de los episodios finales de la guerra entre la casa aragonesa y la de Anjou, donde tan gran papel jugaron naves y marineros genoveses. No se puede afirmar rotundamente que el futuro descubridor de América sea este mismo corsario, pero tampoco se puede negar. Pudiera tratarse del famoso Almirante-corsario francés Guillaume de Casanove-Coullon, conocido en España por Colón el Viejo. Aún en el caso de que ello fuera así, no debe olvidarse que el descubridor de América formaba entonces parte de su flota.

Un dato más para terminar con la etapa mediterránea del navegante genovés: el conocimiento de la isla de Quío o Chío, posesión genovesa en pleno mar Egeo. En el Diario de a bordo y en la Carta a Santángel el mismo Colón nos ha dejado referencias muy puntuales sobre la citada isla y su principal riqueza: la almáciga que la cogen por marzo. Este y otros detalles dejan traslucir no un viaje esporádico, sino viajes y acaso estancias, relación periódica. Nadie lo pone en duda. Y se apuntan como fechas más probables de su realización los años inmediatos a su arribo a Portugal en 1476.