Comentario
Huellas documentales del Predescubrimiento de América
Indicios y sospechas de que el gran navegante del Océano sabía mucho las tenemos por doquier. Y aunque procuró guardar su secreto con extraordinario celo, no siempre lo logró. Este hombre --pensaban muchos y escribían algunos acompañantes de sus viajes hasta 1492 --parecía moverse como por mares y tierras conocidos. Sorpresas aparte, empecemos por la prueba documental más completa y clara que se tiene, siguiendo el estudio crítico del Manzano56.
La capitulación de Santa Fe, firmada por los Reyes Católicos y don Cristóbal Colón el 17 de abril de 1492, era un contrato privado que obligaba a ambas partes a cumplir lo estipulado. Y como documento cumbre, sin el cual don Cristóbal Colón no se pondría a navegar, fue cuidadosamente elaborado; máxime cuando los Reyes Isabel y Fernando, parcos siempre ante este tipo de concesiones, se comprometían a otorgar al futuro Almirante del Mar Océano privilegios amplísimos. No cabía el error en asunto que tanto importaba al Reino.
Pues bien, el preámbulo de documento tan capital reza así: Las cosas suplicadas e que Vuestras Altezas dan e otorgan a don Christoval de Colon en alguna satisfacción de lo que ha descubierto en los Mares Océanos y del viaje que agora, con el ayuda de Dios ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras Altezas, son las que se siguen.
A continuación, la primera claúsula dice que Vueltras Altezas como Señores que son de las dichas Mares Océanas, fazen dende agora al dicho Cristoval Colon su Almirante en todas aquellas islas e tierras firmes que por su mano o industria se descubrirán o ganarán en las dichas mares océanas... Los cronistas Bartolomé de Las Casas y Alonso de Santa Cruz consideraron error del copista ese ha descubierto y lo cambiaron por ha de descubrir o había de descubrir. Lo mismo hará tiempo después Navarrete, y con esto se sembró la confusión.
Hoy, sin embargo, según copias conservadas del original perdido, se acepta ya por todos el ha descubierto del preámbulo; lo que quiere decir, ni más ni menos, que Colón se atribuye navegaciones por el Océano y descubrimientos de tierras antes de 1492.
El Océano y las tierras de que se trata en este documento no se refieren al mar limítrofe al continente africano, ni tampoco a las tierras que pudieran descubrirse en esa dirección, porque todo eso estaba ya repartido entre Castilla y Portugal, según se había concertado en el tratado de Alcaÿova: un mar y unas tierras para Castilla (las Canarias y el mar adyacente), mientras que Portugal se reservaba todo lo demás al sur de Canarias (la ruta hacia Guinea con tierras y mares incluidos).
Sin embargo, lo que está ahora en juego es el mar libre hacia occidente, el Océano no navegado, esa parte del Atlántico alejada de la actividad de castellanos y portugueses; mar, por tanto, común a todos los pueblos y sobre el que nadie tenía aún derecho ni señorío, por no haberlo descubierto ni conquistado. Para hacerlo, según el derecho vigente, y alcanzar así el señorío, cualquier monarca podía mandar a sus súbditos a navegar por él y reservárselo desde ese momento. En consecuencia, si ahora los Reyes Católicos se titulan Señores del Mar Océano es en virtud de que alguien lo ha navegado en su nombre. Ese alguien fue Colón desde el momento en que Isabel y Femando lo aceptan a su servicio y le reconocen haber descubierto tierras anteriormente. A partir de entonces pueden ya titularse dichos monarcas Señores del Mar Océano y recompensar a Colón con amplios privilegios sobre lo que descubra oficialmente por esa parte en lo venidero.
Colón se hizo a la mar. Sólo descubrió unas pocas islas y regresó. Encontróse con los Reyes en Barcelona y le confirmaron los oficios de Almirante, Virrey y Gobernador de las dichas islas e tierra firme que habeis fallado e descubierto e de las otras islas e tierra firma que por vos o por vuestra industria se hallaren e descubrieren de aquí adelante en la dicha parte de las Indias.
Acaban los Reyes Católicos de reconocer a Colón, dice Manzano, el predescubrimiento de una de las tierras firmes, es decir, la tierra firme de acá57 o más cercana a Europa (costa septentrional de América del Sur), frente a la tierra firme de allá o del Gran Khan, a la que ni siquiera se había acercado durante su primer viaje, en que sólo descubrió islas, como señala con toda claridad en la carta a Santángel.