Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CARTAS DE RELACION



Comentario

El sentido de ordenamiento territorial


Lo que se ha llamado la expansión radial de México, deja un campo ciertamente corto a la gran visión ordenadora que tuvo Cortés respecto al territorio. En éste existe un centro natural, que es México-Tenochtitlan, sólo que, en lugar de ser la cuenca meramente continental, después de la conquista tenía que ser concebido como un eje doble: continental, por supuesto, pero también concordando con la línea del Caribe, el mar más exactamente denominado por los oceanógrafos Mediterráneo tropical. Su fuerza radicaba específicamente en su capacidad de producción-consumo y sería el primer lugar del mundo en donde se ensaye un territorio, sin solución de continuidad entre dos Océanos. El índice de actividad del comercio exterior no deja lugar a dudas en señalar en la Nueva España --y su centro natural de México-Tenochtitlan-- el máximo en volumen y valor. La relación exterior sigue dos ejes perfectamente delineados por Hernán Cortés: uno marítimo Este-Oeste, en la línea de Veracruz-México-Acapulco, uniendo, en consecuencia, el Mediterráneo tropical con el Pacífico que, en definitiva, marcó el camino de Castilla, camino de China, es decir, el cumplimiento tardío del inicial propósito de Cristóbal Colón. El segundo eje, es el Norte-Sur, supone la unión de la frontera norte, con el istmo de Tehuantepec. Entre Veracruz y México-Tenochtitlan, un camino de cuatrocientos kilómetros de largo, pasa por Puebla; es el camino para los comerciantes, los viajeros; paralelo a él, otro, el de las Ventas, propiciado desde luego por Hernán Cortés. Es el mundo de los carreros, los arrieros, que desde el comienzo mismo ofrecen grandes desafíos por sus específicos e importantes problemas sociales. Veracruz, apoyado en Puebla, es el puerto terrestre en la malsana y peligrosa costa. Como se ha hecho constar35, el verdadero puerto de Nueva España es México-Tenochtitlan. Su emplazamiento dependió de la voluntad indígena. Tenochtitlan (fundada en 1325), es una ciudad lacustre de meseta, rodeada de volcanes, que fueron la causa de la fabulosa riqueza de la tierra, aunque contribuyesen al clima de inseguridad que permanentemente gravita sobre la ciudad. Los conquistadores medían la longitud de los temblores por unidades muy particulares: credo, pater noster, ave maría. Ello otorgó un valor económico inestable al Anahuac, que es la base económica del Tenochtitlan indígena.

La permanencia del emplazamiento dependió, en exclusiva, de la voluntad de Hernán Cortés; en su tiempo llegó a albergar una población de, al menos, setenta y cinco mil habitantes, con un crecimiento constante de blancos que Humboldt, en 1800, estima de ciento treinta mil. Su gran originalidad --en lo que con tanto acierto insistió Hernán Cortés-- consistió en ofrecer una gama muy completa de actividades económicas. Se trata, ante todo, de una ciudad rural, como puede apreciarse desde la constitución del primer Cabildo. Este siempre estuvo atento a los problemas derivados de tal ruralidad: cuidado y atención por los bosques, abundancia de trigo y de carne --esta última ocho veces más barata que en España-- así como productos de la huerta. Inmediatamente aparece el México manufacturero: primeras tentativas --entre 1523/1540-- de la industria de la seda; en la década de los años treinta se convierte en espléndida realidad la producción de seda bruta, que a mediados de siglo alcanza, en la Mixteca, una verdadera prosperidad; finalmente, México es la ciudad del comercio y de los negocios. Y es también la ciudad política. Desde su origen ambos términos se encuentran estrechamente vinculados entre sí. Ser capital política, implica la existencia de una sólida e importante red financiera, lo cual supone un formidable incremento para el comercio y los negocios, que a su vez, queda condicionado por las masas geográficas que constituyen fuentes regionales, generalmente integrados por Hernán Cortés, en virtud de su política de expansión: el Sur y el Este, agrícola y portuario (Pánuco, Tehuantepec, Oaxaca, Guatemala, Honduras); la Costa del Pacífico, gran empeño cortesiano, generador de una política de descubrimientos de alta importancia, como vimos. Queda el Norte minero, más tardíamente integrado. La importancia de estos grandes frentes no tiene relación proporcional ni con la población ni con la superficie realmente integrada. El Sur es el ámbito de las grandes densidades, pero las estructuras indígenas apenas si se modifican, no porque el poblamiento español fuese débil, que sin duda lo fue, sino porque cabalmente está respondiendo al esquema del proyecto político cortesiano de convivencia del México indígena con el español. Será, fundamentalmente, territorio de señoríos, siendo el primero de todo el marquesado de Oaxaca, concebido por el Rey a Hernán Cortés36.

El Sur se encuentra situado entre México ciudad y el istmo de Tehuantepec; corresponde a la parte húmeda de la Nueva España. Está compuesta por el Tlaxcala, Cuernavaca, La Mixteca, Oaxaca-Antequera, Michoacan, ésta última a la misma distancia de México Tenochtitlan, basculando hacia la costa del Pacífico, que la Mixteca y Oaxaca. Este Sur, pese a su masa geográfica y humana, no llegó a alcanzar un papel importante en la economía atlántica. Lo tuvo, sin embargo, en la economía continental, propiamente mexicana. La conquista de la costa del Pacífico, precede, en mucho, la del México seco, donde se inicia la América árida como la denominan actualmente los antropólogos. Hacia el Pacífico, la Nueva España de Cortés superó los límites del Imperio Mexica, pero su función económica sólo se produjo más tardíamente y en razón al México seco. Se dan cuatro puertos fundamentales, que, en principio, no significan la voluntad exploradora de Cortés para conocer el trazado de la costa pacífica de la Nueva España. Más adelante, serán puertos de salida de las riquezas mineras del norte, del México seco, hacia el oriente, después de que la expedición Legazpi-Urdaneta (1564-1565) produjese la proyección al Pacífico Oriental y se descubriese la ruta de regreso hasta la Nueva España, esos puertos fueron el de Navidad, al norte, en la provincia de Colima, Acapulco, al final de la ruta de México, Huatulco y Tehuantepec, en Oaxaca.

Como receptor de la confederación mexicana, Cortés, a finales de 1521, había extendido su dominio sobre cerca de trescientos mil kilómetros cuadrados. La expansión hacia el Sur, supuso la incorporación de otros doscientos cincuenta mil kilómetros cuadrados. A principios de 1523 el dominio del país nahua parecía suficientemente firme como para servir de base de operaciones a otra gran empresa de conquista, que Cortés orientó hacia el Mar del Sur, aunque sin grandes éxitos y sus continuadores hacia el árido Norte, de gran riqueza minera. En las costas norteñas del golfo de México, entre el río Tuxpán y el Pánuco, los huastecas eran representantes más septentrionales de las culturas altas del golfo hasta Yucatán. La conquista fue difícil, realizada personalmente por Cortés, y se prolongó durante dos largos años, desde 1521, consiguiendo anticiparse al adelantamiento de Garay. Supone el largo recorrido de tres mil kilómetros de la costa del golfo de México. A partir de 1522, se inició el lanzamiento de expediciones hacia el istmo de Tehuantepec. Pedro de Alvarado dio el primer impulso, tras someter a los mixtecas de la costa de Tututepec, Desde aquí atravesó el istmo de Tehuantepec y llegó al sur del macizo maya, en territorio de quichés y cakchiqueles. Tras el hundimiento del mexicanizado imperio quiché de Kumarcaaj, la división anárquica desgarró el istmo y la conquista pudo considerarse concluida en 1525. En este mismo momento, Cortés, en una arriesgada expedición, a través de las tierras del golfo, llegaba, por los bosques de Chiapas y Guatemala, hasta el territorio de las Hibueras. Desde 1529 se iniciaría el movimiento de expansión hacia el norte, con la expedición de Nuño de Guzmán, uno de los grandes enemigos de Cortés. Con la política del Mar del Sur, se cierra el ordenamiento territorial.