Comentario
Ediciones
Aunque la Historia de la nación chichimeca se ha publicado en diversas ocasiones, puede afirmarse que los mexicanistas no disfrutaron de un texto definitivo hasta después de la década de los años setenta de este siglo. Gracias al loable trabajo de Edmundo O'Gorman, cuidadoso escritor de Motolinía, Cervantes de Salazar, Las Casas y tantos otros cronistas, las jóvenes generaciones de investigadores han tenido acceso a una obra de difícil consulta97.
Respecto de las ediciones anteriores poco hay que decir. Basándose en la copia familiar de Lord Kingsborough98, Alfredo Chavero dio a conocer una transcripción de los escritos de Ixtlilxochitl99. En 1952, la obra de Chavero fue reimpresa en facsimil por la Editora Nacional de México, institución que efectuó una segunda reimpresión trece años después100.
Por tanto, la Historia de la nación chichimeca verá la luz por cuarta vez en el volumen que el lector tiene en sus manos.
Notas para un epílogo
A lo largo de las páginas de esta introducción, amplia en exceso, el lector se ha familiarizado con D. Fernando de Alva Ixtlilxochitl. Sé que mi personal visión del autor y su obra contrasta con la interpretación imperante en la historiografía, y que ello, quizá provocará críticas más o menos duras.
Vista la actitud pseudoprogresista adoptada por la intelectualidad hispana ante el próximo centenario del descubrimiento de América, hubiera sido más prudente limitarme a reproducir los tópicos tradicionales; pero como las personas deben ser consecuentes, he optado por presentar mis ideas.
D. Fernando nació en el seno de una familia de cultura española y, guste o no, recibió una educación española. Hombre de amplios intereses intelectuales, su afición por la historia le llevó a adentrarse en el apasionante mundo de los manuscritos nahua. Lógicamente, su obra está estructurada y pensada a la europea. Sin embargo, Ixtlilxochitl sólo empleó para la misma datos de procedencia indígena, pues como historiador serio y concienzudo, estimaba que la información más veraz se encontraba en los antiguos códices indígenas. Lo expuesto no implica que el tetzcocano aceptase la política virreinal. Él, como tantos otros cronistas de la Nueva España, se consideraba ante todo y sobre todo un mexicano. Este incipiente nacionalismo inspira la Historia de la nación chichimeca, un escrito que encierra una fuerte carga crítica.
Germán Vázquez Chamorro
Madrid, primavera de 1985