Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
DESCUBRIMIENTO DE LAS REGIONES AUSTRALES



Comentario

El viaje a las regiones austriales


Realizadas las informaciones oficiales sobre la navegación, sucesos de la isla de Santa Cruz, y acusaciones posteriores contra Quirós y algunos tripulantes43, y habiendo quedado limpia la ejecutoría del Piloto Mayor, comenzó éste a intuir la posibilidad de proseguir la empresa inciada por Mendaña, no en busca de las no localizadas islas de Poniente, sino del continente que debía de estar más al sur.

Así, sin comunicar a la adelantada y a su esposo sus pretensiones, embarcó con ellos hacia la Nueva España, en su viejo conocido galeón San Gerónimo. Al llegar a Acapulco, se dio licencia a los supervivientes de la expedición, y con muchos de ellos se dirigió a Perú. Desde el puerto de Paita escribió al nuevo virrey del Perú, don Luis de Velasco, interesándole por sus servicios y solicitando un navío de sesenta toneladas para ir a descubrir el novísimo continente44.

Como las pretensiones de Quirós superaban las atribuciones del virrey, se dio pronto cuenta de que aquél no era el lugar para obtener los favores que solicitaba, y prestamente, el 17 de abril de aquel mismo año, embarcó hacia Panamá, para pasar a Portobelo y Cartagena de Indias. Allí embarcó en la flota de la Nueva España, y el 25 de febrero de 1600, con estruendo de artillería y música, dimos fondo en Sanlúcar.

De carácter avispado, el portugués, al llegar a Sevilla y saber que aquel año era Santo y se ganaba el jubileo en Roma, decidió ir allí en las galeras que salían de Cartagena, en vez de marchar directamente a Madrid. El cambio de rumbo no creo se debiera únicamente a la extremada religiosidad de Quirós, aunque sí la tenía. Sus intenciones iban más allá. Sabía que si lograba interesar a las más altas dignidades romanas encontraría luego en Madrid mayores facilidades para resolver sus pretensiones.

Desembarcó en Génova, y a pie llegó a Roma, buscando el palacio del embajador en España, duque de Sesa, que lo acomodó y se interesó por sus proyectos.

Parecióle bien a su Excelencia, he hizo juntar en su casa los mayores pilotos y matemáticos que se hallaban en Roma, habiendo en su presencia hecho largo examen de mis papeles, discursos y cartas de marear...

Sustancialmente, el proyecto de Quirós no era otro que el que planeara años antes Sarmiento de Gamboa, y que coincidía con las creencias de los cenáculos científicos de la época. Lo que más podía impresionar a los presentes era su experiencia como navegante de los mares del sur.

La estancia de Quirós en Roma duró diecisiete meses; por intercesión del embajador español, fue recibido por el pontífice Clemente VIII, al que dio conocimiento de su proyecto y del gran provecho que se obtendría al llevar la luz de Cristo a tantos millones de seres que vivían en las tinieblas del paganismo.

Tras conseguir despachos de recomendación a su empresa, desde el Papa, hasta el último romano, y sobre todo del embajador, sabe que el éxito lo tiene asegurado, y que nada se puede interponer a sus designios. Tanto es así, que tras localizar a la Corte en El Escorial, será prontamente recibido por el nuevo monarca Felipe III. De sobra es conocida la indolencia y beatería del rey, de lo que saca provecho el portugués. Cabe imaginar cómo éste le hablará del interés de su Santidad por su empresa; de los inmensos beneficios que se podían obtener al cristianizar a tantos millones de seres del inexplorado continente adelantándose a los ímpios ingleses y holandeses que ya merodeaban por el Pacífico45. El discurso del portugués hace mella en el monarca, que para agilizar la diligencia del viaje logra que lo tramite el Consejo de Estado, y no el de Indias, como era lo aconsejable. Con ello lograba soslayar las seguras protestas de la adelantada, que lo haría normalmente a través del Consejo de Indias.

La voluntad real moviliza la lenta máquina burocrática, y aunque encuentra reticencias y obstáculos, todo se allana finalmente, cuando el 5 de abril de 1603 le entregan los despachos de Su Majestad, para que salga prestamente hacia Perú. La carta del rey a su virrey de Perú, sobre los móviles del viaje, hacen ociosa cualquier consideración: ... y habiendo considerado su proposición con la atención que tan grave negocio requiere por el aumento de la fe y el beneficio de las almas de aquellas gentes remotas; anteponiendo el servicio de Dios a todo lo demás como es razón; a consulta de mi Consejo de Estado, he resuelto que el dicho Capitán Quirós parta luego al dicho descubrimiento en la primera flota para el Perú, y así os ordeno y mando que llegado allá le hagáis de dar navíos y muy buenos a su satisfacción que vayan muy en orden con el número de gente conveniente, bien abituallos, minicionados y artillados46.

Quirós fue a Cádiz, donde embarcó en la flota que se dirigía a la Nueva España y que llevaba al nuevo virrey Montes Claros. Fue una trabajosa travesía, sobre todo en aguas del Caribe, donde su navío naufragó, y al igual que otros, pudo recalar en Caracas, donde permaneció ocho meses esperando reanudar su viaje. Llegó finalmente el 6 de marzo de 1605, con deudas del pasaje y comida, y sin dinero.