Comentario
El autor
En 1870 se publicaba en Madrid, como tomo primero de la Biblioteca Hispano-Ultramarina, la Historia del descubrimiento de las regiones austriales, hecha por el general Pedro Fernández de Quirós. La obra, antes de salir, armó polémica, porque una hoja divulgadora de la editorial reclamó la atención de la Real Academia de la Historia, que a través de la Gaceta de Madrid (5 de agosto de 1875) negaba la paternidad de la obra al poeta sevillano Luis Belmonte Bermúdez, secretario de Quirós en su viaje a la Tierra del Espíritu Santo. Justo Zaragoza, que atribuía la autoría a ese poeta, en sus prólogos a los dos tomos primeros de 1876 y 1880, atacaba inmisericordiosamente a las autoridades académicas, ratificándose en creer que el autor, Luis Belmonte Bermúdez, lo fue tanto del resumen o extracto del viaje de 1567, del piloto mayor de Mendaña, Hernán Gallego como también de la descripción bastante extensa del segundo viaje de 1595, tal vez habiéndoselo dictado Quirós o facilitándole los datos principales, aunque nos inclinamos por la primera hipótesis; y por último escribirá Belmonte, como cronista oficial, la relación del tercer viaje o postrero del general Pedro Fernández de Quirós.
En lo que todos coinciden es en no creer autor material de la obra al navegante portugués, a pesar que de joven se inició como escribiente, y sobre todo, al final de la vida, escribe muchos memoriales. Sin negar que Quirós tuviera aficiones literarias, recurre a colaboradores para que le den definitiva forma. Aparte del poeta Belmonte Bermúdez, le ayudaron Mira de Amescua, Cristóbal Suárez de Figueroa, y sobre todo en cuanto a los memoriales, el literato Juan Gallo de Miranda, que inclusive le ayudó económicamente. Si se puede aceptar que alguno de los cincuenta memoriales que envió al monarca, o a sus consejos, fueran obra personal suya, no lo es materialmente la obra que nosotros presentamos, en la que alienta, sí, su espíritu inquieto y receloso, místico e idealista, o mísero, como ocurre en las grandes personalidades, capaces de sacrificar a todo el que se oponga a sus designios, eso sí, justificando siempre todo cuanto hace.
El autor de la Historia del general Pedro Fernández de Quirós, según Zaragoza, debe ser, pues, Luis Belmonte Bermúdez, al que Juan Ruiz de Alarcón llama aventurero sevillano. Muy joven pasó a las Indias, residiendo en Nueva España, aunque pasando posteriormente a Perú. Se le encuentra en Lima el año 1604, se le conocía por poeta y autor de comedias, una de ellas titulada Algunas hazañas, de las muchas de don García Hurtado de Mendoza. Marchó con Quirós en calidad de cronista, y permaneció con el marino portugués hasta 1610, fecha en que le abandona para dedicarse más libremente a su vena poética, componiendo su Hispalica, donde, en estrofas casi gongóricas, narra la gesta de Quirós. Fue autor bastante prolífico.
Ediciones
Los viajes de Mendaña y Quirós alcanzaron una gran popularidad. La primera relación que se publicó fue por Antonio de Morga, en Sucesos de las islas Filipinas, México, 1609, obra que fue reeditada en Madrid en 1888, y en París por Rizal en 1890 y que recogen las relaciones de Álvaro de Mendaña; el segundo viaje de Mendaña y segundo de Quirós a través de la versión que publicamos, fue utilizada por Cristóbal Suárez de Figueroa para los Hechos de don García Hurtado de Mendoza (Madrid, 1613); finalmente, parte del tercer viaje de Quirós aparecía en la Monarquía indiana, de Fray Tomás de Torquemada (Sevilla 1615).
Como vemos, todas estas primeras ediciones lo fueron fragmentariamente, y tenemos que llegar a 1737, cuando aparece la edición príncipe de Andrés González de Barcia, y sobre su contenido dice: Hemos separado las Relaciones de los viajes a las islas Salomón y Tierra Austral, con Álvaro de Mendaña; Historia o Relación del segundo viaje del Adelantado Álvaro de Mendaña a las islas de Salomón, siendo Piloto Maior i Capitan, el autor; y prosigue con la Relación del viaje que hizo él mismo, como General de la misma Tierra Austral, Población en ella, arribo a Acapulco, y venida a España, basta que se le mandó ir, con el príncipe de Esquilache, el año de 1614"52.
Pero tendrá que llegar el siglo XIX, en que Justo Zaragoza edita para la efímera Biblioteca Hispano-Americana la Historia del descubrimiento de las regiones austriales hecho por el general Pedro Fernández de Quirós, basándose especialmente en la publicación del Manuscrito que guarda la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, y que lleva por título: Varios diarios a la mar del sur... Curiosamente, este manuscrito es casi idéntico a otros dos que tienen la Biblioteca Nacional y el Museo Naval de Madrid, y hemos procurado en esta edición resaltar añadidos y omisiones que cada uno de ellos presenta.
La edición que hoy sale a la luz, sustancialmente es el primer tomo de la edición de Zaragoza, al que hemos añadido la trascendental relación de Váez de Torres, por considerar que con la noticia del viaje descubridor fortuito de Australia completamos el ciclo descubridor hispano, que se inicia en 1567 y concluye en 1606.
Bibliografía
Intentar resumir la bibliografía sustancial que han generado estos viajes creemos que es empresa ardua, pues, como hemos visto, muy pronto despertaron curiosidad e interés. Las relaciones de los viajes han sido publicadas repetidas veces, lo mismo que toda clase de documentos relativos a su organización, que han ido revelando los estudios sobre estos navegantes.
Dentro de una bibliografía inmensa, hay siempre obras capitales que merecen destacarse, como la de lord Amherst de Hadkney sobre Mendaña53; el también inglés Alexander Dalriymple, gran entusiasta de la obra de Quirós54, y que será el promotor del creciente interés hacia la figura del portugués. Debemos destacar la obra de Sir Clement Markham sobre el postrero viaje del navegante portugués55. Sobre el viaje de Váez de Torres, posiblemente lo más interesante sea la obra de Henry Steves56 a través del Diario del capitán Pardo y Tovar. Si repasamos títulos y obras en la Bibliografía general de los descubrimientos austriales57, nos damos cuenta del tremendo interés que ha mostrado el mundo anglosajón, ya que ellos fueron la motivación de los que constituyeron la llamada era Cook, como el problema de quien fue el descubridor de Australia. Lo cierto es que, aun existiendo omisiones, la benemérita bibliografía de Carlos Sanz nos muestra que ese interés no ha decaído, especialmente en las últimas décadas, con especialistas sobre Quirós, como el franciscano australiano Celsus Kelly, autor de numerosas obras sobre las travesías del portugués; Carlos Sanz y sus numerosas obras sobre los Memoriales, y hasta el autor de estas líneas, cuya tesis doctoral trató sobre las navegaciones españolas de los mares del Sur, en la que se apoyan muchos asuntos de esta introducción. insisto, pues, en la actualidad de este libro, verdaderamente apasionante, que muestra los esfuerzos de aquellos españoles por conocer todos los confines del mundo, con el propósito de desvelar viejos mitos, con antigüedad de siglos movidos por la mística evangelizadora de pretender que todos los indígenas de la Terra Austrialia rezaran en español.
Roberto Ferrando