Comentario
Durante los siglos XIV y XV Europa occidental vivió lo que la historiografía ha llamado crisis de la Baja Edad Media, una agitada etapa de transición entre el ocaso del Medievo y la génesis del Renacimiento que puede ser considerada también una "época en sí misma" (B. Guennée). En líneas generales, este periodo se caracterizó por la confluencia de la recesión demográfica, la crisis económica, las agitaciones sociales y las convulsiones políticas en un contexto de guerra generalizada. La otra cara de este negativo panorama fue la búsqueda de unas soluciones que permitieron superar estos problemas y abordar futuros retos.
La crisis agraria iniciada a finales del siglo XIII (descenso de producción y precios, empeoramiento climático, incapacidad técnica...) preparó el camino a una Peste Negra que, desde 1347 y en oleadas sucesivas, fue demoledora. El bloqueo económico y el retroceso demográfico repercutieron gravemente en una sociedad cuyas principales fuerzas políticas eran la monarquía y la nobleza feudal. Ante el descenso de sus rentas y la perdida de su predominio socio-económico, los nobles demostraron una enorme resistencia: incrementaron su presión sobre el campesinado provocando su sobreexplotación, se unieron a las empresas bélicas de las monarquías con la intención de convertir la guerra en el medio de asegurar su amenazada posición dominante y, en última instancia, con este fin intentaron el asalto a las instituciones del Estado.
Desde el primer tercio del siglo XIV la guerra, consecuencia y agravante de la crisis, alcanzó una difusión e intensidad desconocidas hasta entonces en el Occidente europeo, convirtiéndose en la característica más llamativa de la conflictividad política de la Baja Edad Media. En esta época las monarquías occidentales combatieron entre sí en varios escenarios. Francia e Inglaterra iniciaron el enfrentamiento bélico de dimensiones europeas que conocemos como Guerra de los Cien Años. Los reinos ibéricos alternaron las luchas dinástico-territoriales en la Península y el enfrentamiento contra los musulmanes en la Batalla del Estrecho con una decisiva participación en el gran conflicto anglo-francés. Por último, la Corona de Aragón prosiguió su expansión marítima en el Mediterráneo iniciada en el siglo XIII.