Comentario
Capítulo II
Teocuícatl: "Cantos divinos"
Estamos ahora ante una forma de composiciones de hondo sentido religioso que se entonaban al son de la música en las grandes fiestas. Los teocuícatl, cantos o himno divinos, tenían muchas veces un carácter de súplica, como los dirigidos al Dios de la lluvia, a las deidades del maíz o al Señor de la guerra. Otros eran expresión de acción de gracias por los beneficios recibidos. Había también himnos de alabanza en que se recordaban los atributos extraordinarios de un dios.
Los veinte himnos que aquí se ofrecen en traducción castellana constituyen una de las más elevadas expresiones del culto religioso de los antiguos mexicanos. Se conservan incluidos en el Código Matritense. Las ideas, el ritmo y paralelismo de las frases, así como las metáforas y símbolos de extraordinaria fuerza, pueden hacer recordar las composiciones de otras culturas, como, por ejemplo, los himnos védicos de la literatura sánscrita de la India. Lo arcaico del lenguaje de estos himnos prehispánicos explica que haya fragmentos de difícil comprensión. Por eso, en algunos casos, es necesario ofrecer explicaciones en notas a pie de página. También aquí estamos ante divinas palabras que son muestra --una de las más antiguas que se conservan--, del pensamiento religioso de los pueblos nahuas.
Se incluyen además otras composiciones de muy considerable antigüedad. Probablemente las habían recibido los nahuas del siglo XV como legado proveniente, por lo menos, de los tiempos toltecas (siglos X-XI d.C.). De hecho, estos textos quedaron incluidos en fuentes distintas, como son el Códice Matritense, la Historia Tolteca-Chichimeca, el Códice Florentino. Pertenece a este grupo un poema atribuido a los teotihuacanos, que habían vivido en tiempos muy remotos, anteriores al florecimiento de Tula. De ese poema se dice que se entonaba ante los restos de personajes fallecidos, antes de que se procediera a incinerarlos. Se proclama allí que la muerte es una especie de transformación. Los hombres se mudan en faisanes y las mujeres en aves nocturnas. Así entrarán, divinizados, en el más allá.
Otro antiguo himno procede, como ya dijimos, de la Historia Tolteca-Chichimeca. Según esa fuente indígena, dos jefes de origen tolteca habían llegado en su peregrinación ante la cueva del Cerro encorvado para invitar a un grupo de chichimecas a reunirse con ellos. Los toltecas, que se encontraban en el interior de la cueva, pidieron a los visitantes se dieran a conocer con un cantar que los identificara. Los dos jefes toltecas entonaron entonces este antiguo himno, en honor de Ometéotl, supremo dios de la dualidad. Afirman de él que es la fuente del mando, que es el espejo que hace aparecer las cosas, que es el inventor de los hombres. El texto mismo redactado en un lenguaje arcaico, pone ya de manifiesto su considerable antigüedad.
Finalmente, en un tercer agrupamiento, damos la versión de buen número de composiciones, también de hondo sentido religioso, y a la vez más personales o íntimas. Estos poemas provienen de las colecciones de Cantares Mexicanos conservadas en la Biblioteca Nacional de México y en la de la Universidad de Texas en Austin. Al igual que los veinte himnos sacros o los otros poemas atribuidos a las etapas teotihuacana y tolteca, también estos cantos resultan, para nosotros, obra de autores anónimos.
Relativamente copioso, a pesar de las pérdidas que ha habido, es lo que hasta nosotros ha llegado de la poesía religiosa nahuatl. En ella saltan a la vista algunos rasgos característicos de las diversas formas de poesía, creación de los antiguos mexicanos. Nos referimos a los frecuentes paralelismos, al empleo de ciertas metáforas --evocación de las flores, los plumajes preciosos, las ajorcas, las águilas y los ocelotes, etcétera--. A pesar de que, por razón natural, mucho de lo que se expresa en estos himnos nos resulta oscuro y aun misterioso, un acercamiento a ellos puede convertirse en inicio de revelación de lo que fue la espiritualidad del hombre de Mesoamérica.
LOS VEINTE HIMNOS SACROS
CANTO A HUITZILOPOCHTLI1
Huitzilopochtli, el joven guerrero,
el que obra arriba, va andando su camino...
--"No en vano tomé el ropaje de plumas amarillas:
porque yo soy que ha hecho salir el sol".
El Portentoso, el que habita en región de nubes:
¡uno es tu pie!
El habitador de fría región de alas:
¡se abrió tu mano!
Al muro de la región de ardores,
se dieron plumas, se va disgregando,
se dio grito de guerra... Ea, ea, ho ho!
Mi dios se llama Defensor de hombres.
Oh, ya prosigue, muy vestido va de papel,
el que habita en la región de ardores, en el polvo,
en el polvo se revuelve en giros.
¡Los Amantla son nuestros enemigos!
¡Ven a unirte a mí!
Con combate se hace la guerra:
¡Ven a unirte a mí!
¡Los de Pipiltlan son nuestros enemigos!
¡Ven a unirte a mí!
Con combate se hace la guerra:
¡Ven a unirte a mí!
CANTO AL GUERRERO DEL SUR2
¡Ahay! "En la casa de los dardos está mi jefe..."
De este modo es lo que oigo,
El hombre me avergüenza.
Yo creo que soy el Terrible,
¡Ahay! Yo creo que voy junto al guerrero.
Aún se ha dicho: "En la casa de los dardos está mi jefe".
Ríen, gritan: --Ea, la casa de mi Noble.
Jadeante el morador de Tocuilezco,
ropajes de águila se diferenciaron en Huitzetlan.3
¡Ahay! Entre los donceles de Oholopan4
emplumado fue mi cautivo.
Tengo miedo, tengo miedo,
emplumado fue mi cautivo.
¡Ahay! Entre los donceles de Huitznahuac,
emplumado fue mi cautivo.
Tengo miedo, tengo miedo,
emplumado fue mi cautivo.
¡Ahay! Entre los donceles de Tzicotlan,
emplumado fue mi cautivo.
Tengo miedo, tengo miedo,
emplumado fue mi cautivo.
Se mete el dios Huitznahuac: al lugar de portentos baja.
¡Ahay! Ya salió el sol. ¡Ahay! Ya salió el sol:
al lugar de portentos baja.
Se mete el dios en Tocuilitlan: al lugar de portentos baja.
¡Ahay! Ya salió el sol. ¡Ahay! Ya salió el sol
al lugar de portentos baja.
CANTO DE TLÁTOC5
Ay, en México se está pidiendo prestamos al dios.6
En donde están las banderas de papel
y por los cuatro rumbos están en pie los hombres.
¡Al fin es el tiempo de su lloro!
Ah, yo fui creado y también festivos manojos de ensangrentadas
[espigasconduzco al patio sagrado de mi dios.Ah, tú eres mi caudillo, oh Príncipe Mago,y aunque en verdad tú produjiste
tu maíz, sustento nuestro,
aunque tú eres el primero,
sólo te causan vergüenza.
--"Ah, pero si alguno me causa vergüenza,7
(es) porque no me conocía bien:
vosotros, en cambio, sois mis padres,
mi sacerdocio, Serpiente-Tigre..."
Ah, de Tlalocan, en nave de turquesa,
salió y no es visto Acatonal...8
.................................................................................
Ah, ve a todas partes,
ah, ve, extiéndete en el Poyauhtlan.9
Con sonajas de nieblas
es llevado al Tlalocan.
Ah, mi hermano Tozcuecuech10
.................................................................................
Yo me iré para siempre:
es tiempo de su lloro.
¡Ah, envíame al Lugar del Misterio:11
bajo su mandato!
Y yo le dije al príncipe de funestos presagios:
Yo me iré para siempre:
¡es tiempo de su lloro!
Ah, a los cuatro años
entre nosotros es el levantamiento:
sin que lo sepan ellos,
gente sin número,
en la Mansión de los Descarnados:
Casa de plumas de quetzal,
se hace la transformación:
es cosa propia del Acrecentador de los hombres.12
Ah, ve a todas partes,13
ah, ve, extiéndete en el Poyauhtlan.
Con sonajas de niebla
es llevado al Tlalocan.