Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CANTOS Y CRÓNICAS DEL MEXICO ANTIGUO



Comentario

CHAPULTEPEC EN LOS TESTIMONIOS NAHUAS


LLEGADA DE LOS MEXICAS A CHAPULTEPEC

1-Conejo, en este año

fueron a acercarse los mexicas

allá a Chapultepec.

Entonces gobernaba Mazatzin en Chapultepec,

un señor de los chichimecas.

Y de los mexicas era su sacerdote

el llamado Tzipantzin,

su nombre era Xochipapálotl.

Y aquel Mazatzin tenía una hija,

Mariposa florida.

Y cuando estaban ya los mexicas

junto a donde habitaba el señor Mazatzin,

comenzaron a querer divertirse con sus hijas.

Muchas veces las llevaban a cuestas mientras dormían,

y así, de muchos modos, hacían burla de los chichimecas.

Luego, inquieto ya Mazatzin,

pronto dejó esa tierra,

salió, llevó a su gente,

allá se fue a Otlazpan,

allá fue a establecerse.

Cuando vinieron a llegar los mexicas allá en Chapultepec

era cuando gobernaba Cuahuitónal en Culhuacan.





AÑO 10-CASA

Y también en el año que así se nombra, cuando ya tenían un año de estar en Chapultepec los mexicas, se vieron éstos en extremo afligidos. Diversos señores de los tecpanecas les hicieron entonces la guerra en el interior de llanura. Y cuando se hizo la guerra, mal pudieron hacerla los mexicas.

Por esto en seguida dijeron los texcaltepecas, los malinalcas y los de Toluca:

--¡De noche habremos de dar muerte a los mexicas, porque son gente muy esforzada!

Pero el ofrendador del fuego, Tenochtli, cuando supo esto, en seguida dijo al sacerdote, al cargador del dios, Cuauhtlequetzqui:

--¡En verdad, oh Cuauhtlequetzqui, dizque han dicho que habremos de morir ahora, nosotros los mexicas; dizque así lo dijo el hechicero Cópil, el que tiene su casa en Texcaltépec, el malinalca, y dizque los de Toluca habrán de venir a caer sobre nosotros!

A esto, en seguida respondió Cuauhtlequetzqui, con voz fuerte dijo:

--¡Yo, yo también soy hechicero, así he de vigilar, en verdad aquí vigilo, nuestro monte, nuestro lugar de residencia, en Chapultepec!

Y en verdad pronto vino a salir durante la noche el hechicero Cópil; consigo traía a la doncella de nombre Xicomoyáhual. Allí se encontraron para hacerse la guerra, ocultos se persiguieron en Tepetzinco, en el lugar del montecillo. Entonces con su mano Cuauhchollohua, o sea Cuauhtlequetzqui, vino a caer sobre el hechicero Cópil, se adueñó de él, en seguida le dio muerte.

Cuando Cuauhtlequetzqui dio muerte al nombrado hechicero Cópil, de sus entrañas, de donde aún había calor, con un pedernal le sacó su corazón. Y en seguida Cuauhtlequetzqui llamó al ofrendador del fuego, a Tenochtli, le dijo:

--¡Ven, oh Tenochtli, he aquí el corazón del hechicero Cópil; le he dado muerte, ve a sembrarlo entre los tulares, entre los cañaverales!

Luego cogió Tenochtli el corazón y se puso a correr, allá fue a sembrarlo entre los tulares, entre los cañaverales...

Y al lugar donde fue muerto Cópil, en Tepetzinco, ahora se le llama Acopilco: el sitio del agua de Cópil.

A la doncella que traía consigo Cópil, a la nombrada Xicomoyahualtzin, en seguida la tomó, la hizo su mujer Cuauhtlequetzqui. Ella fue la madre de Cohuatzontli. Y cuando hubo sembrado Tenochtli el corazón de Cópil, hizo luego ofrecimiento de fuego delante de Huitzilopochtli.

Luego, una vez más habló Cuauhtlequetzqui, dijo a Tenochtli:

--Si ya por largo tiempo aquí hemos estado, ahora tú iras a ver allá, entre los tulares, entre los cañaverales, donde tú fuiste a sembrar el corazón del hechicero Cópil, como hubo de hacerse la ofrenda, según me ordenó nuestro dios Huitzilopochtli. Allá habrá germinación del corazón de Cópil. Y tú, tú irás, tú, Tenochtli, irás a ver allá cómo ha germinado el tunal, el tenochtli, del corazón de Cópil. Allí, encima de él, se ha erguido el águila, está destrozando, está desgarrando a la serpiente, la devora. Y el tunal, el tenochtli, serás tú, tu, Tenochtli. Y el águila que tú verás, seré yo. Ésta será nuestra fama: en tanto que dure el mundo, así durará el renombre, la gloria, de México-Tenochtitlan.

Esto sucedió cuando era señor de los mexicas Huitzilíhuitl el viejo....



DERROTA DE LOS MEXICANOS EN CHAPULTEPEC

Aquí se refiere la palabra

de los ancianos moradores de Cuauhtitlán,

lo que fue su relación

sobre la derrota de los mexicas

allá en Chapultepec,

cuando fueron circundados por la guerra.

Se dice, se refiere:

ya así los mexicas durante cuarenta y siete años

habían estado en Chapultepec.

Mucho y muchas veces así inquietaban,

de este modo perturbaban,

así hacían burla de los que allí estaban,

ya violentamente arrebataban,

tomaban a las mujeres ajenas,

a las hijas de los otros,

y así de muchas maneras

se burlaban una y otra vez de aquéllos.

Por todo esto se habían irritado los tecpanecas

en Tlacopan, en Azcapotzalco, en Coyohuacan,

y también en Culhuacán.

Luego se convocaron

pusieron de acuerdo su palabra,

para que en el medio, donde estaban,

fueran desbaratados los mexicas.

Dijeron los tecpanecas:

--¡Vayamos a abatir a los mexicas!

¿Qué tienen que hacer entre nosotros,

éstos que aquí vinieron a establecerse?

¡Vayamos a apoderarnos de ellos!

Pero para que esto se lleve bien a cabo

es necesario primeramente

que obliguemos a salir a sus hombres.

Les haremos haber,

así se obrará,

haremos falsa guerra con Culhuacán.

Primeramente enviaremos a sus hombres

y cuando éstos hayan salido,

nos apoderaremos de las mujeres de los mexicas.

Aceptaron esto los de Culhuacán.

Así se hizo.

Entonces se les dio orden a los mexicas

de ir a hacer la guerra,

que así ellos primero irán a Culhuacán,

que harán la guerra.

Les dijeron los tecpanecas:

--Primero vosotros habréis de penetrar allí,

así habremos de informarnos,

para que salgamos a la guerra contra Culhuacán.

Luego salen los mexicas,

van a hacer la guerra.

Bien preparados,

van al encuentro de los de Culhuacán.

Mas entonces los tecpanecas

cayeron sobre las mujeres de los mexicas

allá en Chapultepec.

Bien hasta el fin se adueñaron, de cuanto ellas poseían.

Y luego que las hubieron dejado,

hicieron burla de ellas.

Entre tanto allá perecieron,

los hombres mexicas,

allá, al enfrentarse con los de Culhuacán.

He aquí las palabras

del canto que de éstos se oyó:

Con los escudos al revés

así hemos perecido,

entre las piedras de Chapultepec.

¡Ah, nosotros los mexicas!

Hacia los cuatro rumbos del mundo

han sido llevados los señores.

Al irse va llorando

el señor Huitzilíhuitl,

en su mano una bandera

se le pone en Culhuacán....



CANTO TRISTE DE LA DERROTA DE CHAPULTEPEC

Llora, se aflige,

cuando así recuerda:

en la tierra, en el labio de ella,

por encima de nosotros quedó determinado,

por encima de nosotros se abrió el cielo,

sobre nosotros bajó el Dador de la vida.

Allí en Chapultepec se detuvo,

cuando así sobre nosotros dio vuelta,

era el día 1-Conejo, portador del año.

El llanto se alza,

son llevados los mexicas,

fue aquí en Chapultepec donde él se detuvo.

Prisionero de guerra ya no en verdad dice el mexica:

¿dónde está la raíz del cielo?

El Dador de la vida les habla

surge la conmoción,

llorad intensamente,

porque habrá de perecer

el macehual, la gente del pueblo,

¿acaso los abandonará

o acaso los dejará afligidos

el tlamacazqui, sacerdote Axolohua?

Ya el agua de greda ha quedado estancada,

llora su corazón, aquí perecerá la gente del pueblo.

Se miran los escudos,

son a los ojos visibles.

Sólo al revés están los escudos,

ya habremos de perecer en Chapultepec,

¡pero aún sigo siendo mexica...!

Por los cuatro rumbos del mundo son llevados los mexicas,

va gimiendo el señor de los dardos, Huitzilíhuitl,

se puso una bandera de papel en su mano allá en Colhuacán.

Los ancianos mexicas escaparon de la mano ajena,

se fueron en medio del agua,

se vistieron con musgo acuático

allá en Acocolco,

aquí los tulares y las cañas hacen estrépito,

cumplen y cumplen su mandato.

Pero allá se verán los escudos de turquesas,

las banderas de quetzal....



EL CAMINO DEL AGUA DESDE CHAPULTEPEC

En el año 12-Casa, 1465,

por primera vez se comenzó

el trabajo en común

allá en Tenochtitlan México.

Así dio principio el camino del agua,

el acueducto que de Chapultepec

viene a entrar en Tenochtitlan.

Y gobernaba entonces en Tenochtitlan

Huehue Motecuhzomatzin

y el que ordenó el camino del agua,

fue el señor de Tetzcoco, Nezahualcoyotzin.

En el año 13-Conejo (1466),

fue a guiar el agua Nezahualcoyotzin,

así por primera vez entró ésta en Tenochtitlan.

Y fueron gentes de Tepeyácac

las que hacia acá vinieron fortaleciéndola,

haciendo sacrificios frente al rostro del agua,

cuando solamente de allí se tomaba el agua,

de allí, de Chapultepec.



CHAPULTEPEC, DONDE ESTÁN LAS AGUAS QUE PURIFICAN

Y también se dice:

en el día 1-Perro se reunía el tribunal,

entonces se daba sentencia a aquellos que habían de morir.

Y también entonces se hacía salir, se dejaba en libertad,

a quienes no habían hecho algo muy grave.

También se liberaba a los que habían sido esclavizados,

si no era muy manifiesto,

si no era muy notorio,

si no se veía claramente

por qué habían sido hechos esclavos,

por qué merecían esa pena,

si acaso solamente por engaño se les había aprisionado,

si sólo habían sido engañados,

si habían sido culpados ofuscadamente,

si así se les había tenido por culpables,

si acaso habían obrado en lugar de otro,

si sólo un señor se había adueñado de ellos,

y así fueron convertidos en esclavos,

así se convirtieron en servidores,

trabajadores de la tierra, cargadores.

Entonces luego iban a bañarse allá a Chapultepec,

así se liberaban de todas sus faltas.



MOTECUHZOMA PIENSA HUIR

Pues cuando oía Motecuhzoma que mucho se indagaba sobre él, que se escudriñaba sobre su persona, que los "dioses" mucho deseaban verle la cara, como que se le apretaba el corazón, se llenaba de grande angustia. Estaba para huir, tenía deseos de huir; anhelaba esconderse. Se les quería esconder, se les quería escabullir a los "dioses".

Y pensaba y tuvo el pensamiento; proyectaba y tuvo el proyecto; planeaba y tuvo el plan; meditaba y andaba meditando en irse a meter al interior de alguna cueva.

Y a algunos de aquellos en quienes tenía puesto el corazón, en quienes el corazón estaba firme, en quienes tenía gran confianza, los hacía sabedores de ello. Ellos le decían:

--"Se sabe el lugar de los muertos, la Casa del Sol, y la tierra de Tláloc, y la cueva de Cincalco en Chapultepec. Allá habrá de ir. En donde sea tu buena voluntad".

Por su parte él tenía su deseo: deseaba ir a la cueva de Cincalco en Chapultepec.

Así se pudo saber, así se divulgó entre la gente.

Pero esto no lo pudo. No pudo ocultarse, pudo esconderse. Ya no estaba válido, ya no estaba ardoroso; ya nada pudo hacer.

La palabra de los encantadores con que habían trastornado su corazón, con que se lo habían desgarrado, se lo habían hecho estar como girando, se lo habían dejado lacio y decaído, lo tenía totalmente incierto e inseguro por saber si podría ocultarse allá donde se ha mencionado.

No hizo más que esperarlos. No hizo más que resolverlo en su corazón, no hizo más que resignarse; dominó finalmente su corazón, se recomió en su interior, lo dejó en disposición de ver y de admirar lo que habría de suceder....





GUERRA DE TLATELOLCO (Códice Cozcatzin)

1473.7. Calli. En 7. Casa, 1473 años fue cuando fueron derrotados los tlatelolcas. Cuando reinaba Moquíuix, pretendió a la hermana mayor de Axayácatl. En seguida llegó la noble señora. No estuvo mucho allá al lado de Moquíuix; allí maltrataron a la noble señora las mujeres de Moquíuix. No la vieron como esposa; mucho la maltrataron, vino llorando. Vino a platicarle a Axayacatzin lo que le hicieron las mujeres tlatelolcas, y Axayácatl se apenó mucho de lo que le había pasado a su hermana mayor que había estado soportando la burla de Moquíuix.

En seguida por eso empieza [Moquíuix] su consulta de augurios; reúne junta a todos los nobles tequihuaqueh, tiacahuan, tlacochcalcah, cuauhnochtli, tezcacohuacatl, el atempanecal, tizocyahuacatl, todos los guerreros. Entonces dijo Moquíuix: "¡Oh guerreros!, ¿no estamos ya todos? ¿No falta alguno, oh tlatilolca?" Le contestaron, le dijeron: "¡Ya estamos todos, señor!"

Entonces dijo Moquíuix: "¡Escuchad, oh guerreros, vosotros tlatelolcas aquí presentes lo que ahora digo: nada más se ha ensayado, visto, tanteado, mi fuerza; pero vuestro valor, vuestra hombría que los vean! ¿Qué os parece? Son nuestras manos, nuestros pies, los tenochca: esforzaos, tlatelolca, venceremos a los tenochca!". Contestaron y dijeron: "¡Está bueno, que se haga, que lo decís: que nos venga a respetar Axayácatl!" Y algunos nobles pensaron "¿Qué sale de eso, para qué? A Moquíuix, que se lo agarre una plaga aquí en Tlatelolco! ¡Que [es] un gran guerrero con quien se enfrenta, Axayácatl! ¡Que así sea, que vaya a pedirle la ira, el enojo, la piedra, el palo [romper relaciones] de Axayácatl!" Entonces les dijo a los padres del pueblo de Tlatelolco, Moquíuix: "¡Retírense, vayan a verlo, vayan a darle su espada, su escudo a Axayácatl! ¡Díganle: "Nos manda el gran señor de Tlatelolco, Moquíuix, que dice" "He aquí tu escudo, tu espada sobre los cuales él te reta! ¡De hoy en diez días esperarás el enojo, la ira de Moquíuix!""

Y Axayácatl dijo: "¿Así dice Moquíuix? Está bien; estoy esperando su enojo, su ira. ¿Qué hará?".

Y Moquíuix entonces manda embajada a Tlaxcallan, Huexotzinco y Chollolan, que fueron a tratar de guerra. "Así dice Moquíuix: de hoy en diez días va a retar a Axayácatl y vosotros debéis venir a ayudarme". El nombre del enviado era Atempanécatl. Al oír los de Tlaxcallan, Chollolan y Huexotzinco, pensaron: "Quizá no sabe Axayácatl". Dijeron al enviado: "¡Descanse, siéntese!" Los de Tlaxcallan, Chollolan y Huexotzinco, mandaron embajada, vinieron a decir "¡Que sepa [Axayácatl] como vino a hablar de guerra el enviado de Moquíuix! ¡Vayan a decírselo a Axayácatl!". Vinieron a decirle: "¡Axayácatl envía embajadores!" Sus embajadores fueron a conocer a los embajadores, al embajador de Moquíuix. En seguida volvieron los enviados de Axayácatl, vinieron a platicárselo; el cual escucha sus palabras, y bien se enteró acerca del enviado de Moquíuix. Ordenó Axayácatl a sus embajadores, les dijo: "¡Vayan a esperarle en el camino a Tlayoloco! Cuando llegue, sólo les hablarás disimuladamente; allá lo llevarás a Totocaltitlan; allá lo golpearéis. ¡Vendrán a comer maíz de olla los Xaltilulca!". Sus embajadores fueron a hablarte disimuladamente, lo mataron. Entonces mandó embajada a Axayácatl: dijo su enviado "Mañana, que aquí descansen mi abuelito Moquíuix y los príncipes guerreros, sus teyacahuan, aquí comeremos maíz de olla [...]. Cuando los Xaltilulca hubieran oído el recado de Axayácatl mucho se regocijaron. Dijeron: "¡Vayamos allá mañana!" Al día siguiente vinieron los Xaltilulca.

En seguida les sirven, les dan tlacatlayoli la carne de Atempanécatl, el embajador de los Xaltilulca, y después de comer entonces sacaron su cabeza, frente a ellos vinieron a colocarla. Ya la están viendo; y al reconocerla dijeron: "¡Es la del enviado que fue a tratar de la guerra, Atempanécatl!" Entonces todos se enojaron, los tlatelolcas. Dijeron: "¡Sólo de la gente te burlas; de la gente te mofas, oh Axayácatl! ¡Espérate un poco!"

Toda la noche los vieron cantando canciones chichimecas, dando vueltas a su altar. Dicen todo el tiempo "¡Ychpel, ychpel, ycuel tetzahuit!" toda la noche.

Y amaneció el augurio: un viejito estaba guisando unos, yacacentis, unos canauhtis. Estaba avivando el fuego de la olla; iba a ver si tal vez ya estaban a punto los pájaros, y en eso aletearon en el fuego; allí gritaron los pájaros, diciendo "¡Acaoaca!", y un perrito tenía el viejo encerrado [...] al viejito. "¡No son mi agüero aquellos que volaran, [esos] pájaros vivos!" Dijo el perrito: "Abuelo, ¡no serán nuestro agüero los pájaros habladores!" Entonces contestó al perro: "¡Amigo mío, tú tampoco eres mi agüero, pero me hablaste!" Entonces lo cogió deprisa, lo apaleó, lo correteó por el patio. Y también fue precisamente cuando hizo su rueda el guajolote. Vino a decir: "¡No sea que nos toque a nosotros, manito!" Entonces lo cogió deprisa, lo apaleó, lo correteó al guajolote; y una máscara de madera que estaba colgada en la pared llegó a decir: "¡Con que así es! ¡Yo no quiero decir nada!" Entonces corrió el viejo, fue a coger la máscara de madera, la tiró al patio, la arrojó. Por entonces hubo agüeros de noche y de día para los tlatelolca, y al día siguiente entró fuego, justo ahí en el mercado de Tlatelolco.

Nadie, ninguno se encerró de entre los tenochca; cuando iba a amanecer fueron a pelear los tlatelolca a Teotlapan. Se habían preparado para la guerra: sus escudos, sus macanas ya van levantados. Fueron a llegar a Yatiocalpa; y Moquíuix vestía su divisa, que era un quetzalhuexólotl [Le] prepara su arco; lleva el brazo su xiuhichímal. Acaba por llegar al lago para enfrentarse con Axayácatl. Y el señor Axayacatzin les dijo a sus ancianos: "Príncipes, capitanes, mexicanos, tenochcas, bien saben cómo cuando comience la agresión de Moquíuix les encarezco que aún no se enfrenten con él, nada más déjenlo, esperen la salida del sol. Cuando salga la aurora, precisamente entonces es su trabajo, cuando tantito venga a amanecer, a clarear, cuando haya pasado toda la noche, [Vds.] se habrán preparado, los mexicanos".

Y Axayacatzin, su divisa era una piel humana; estaba preparado con un escudo dorado [teocuitlachímal] en el brazo, y su sonaja era un quetzalxahuactli que golpeaba sobre el suelo. Mucho ruido hace al sonar su sonaja, muy admirables [son] el espejo de oro [teocuitlatezcatl], las orejeras de obsidiana fina [quetzalitznacochtli], todo de oro [son] sus sandalias, de oro sus polainas que lleva puestas.

Ya amanece. Entonces allá va Axayacatzin sobre el gran camino al encuentro de Moquíuix, está mirando hacia donde sale el sol. Entonces gritó de repente Axayácatl, dijo de repente: "¡Ahora sí, tenochca!" Entonces golpea sobre el suelo su sonaja, entonces en ese momento partió, avanzó sobre Moquíuix. Todos sus capitanes [de Moquíuix] se metieron corriendo, en sus casas respectivas. Entraron detrás de ellos. Brillaron Axayácatl y sus capitanes al ir gritando; se oye su voz como campanita, y al correr fue como remolino, como zigzagueando, como culebreando; ya con eso los va destruyendo, mostrándose muy activo Axayacatzin. Y él, Moquíuix, vino a guerrear [sigue un renglón ilegible]... nada más lo subían a su altar, a su templo.

Allá en frente de ellos sube rápidamente Axayácatl, vino persiguiendo a todos los capitanes [de Moquíuix]. Vinieron cayéndose de cabeza, los vienen derribando; entonces Moquíuix se estrelló al caer, cuando vino a caer de la cima del adoratorio. Sus sesos en la superficie del adoratorio se desparramaron.

Y a Axayacatzin, una persona noble, gobernante, le hizo la súplica. Y Axayácatl le dijo: "Que eso sea todo..., nieto mío, haciéndote sufrir, faltándote andaba Moquíuix".

Y en seguida le obedeció, le hizo caso a su palabra el noble llamado Cuacuauhtzin. Y algunos en el gran camino se enfrentaron con ellos; los vinieron a alcanzar en Coyonacazco. En el agua y entre los carrizos los metieron. Y Axayácatl en seguida ve el sol. Sólo hasta entonces salió el sol, cuando ya había conquistado a los tlatelolcas, y los había despojado de sus tierras. Y entonces dijo Axayacatzin: "Ancianos míos, todavía algunos tlatelolcas han quedado que no murieron. Pónganles una señal".





ÚLTIMAS ACTUACIONES Y MUERTE DE AXAYÁCATL



(CRÓNICA MEXICANA)

De cómo viene a conclusión que se determine Axayaca para ir contra los de Tliliuhquitepec, para con ellos, o con los que de ellos se cautivasen, celebrar el cuauhxicalli, brasero del templo de Huitzilopochtli

Pasados algunos días de la tristeza de las muertes de los mexicanos en la provincia de Mechoacan, que sería un año, dijo Cihuacóatl Tlacaeleltzin a Cuauhnochtli: iréis, señor, y diréis a nuestro nieto Axayaca que de mi parte le ruego y encargo que no se olvide tanto de que se acabe de labrar, poner y asentar el Cuauhxicalli del templo, que se determine se concluya y asiente en su lugar como está dicho y tratado, para que se le haga su ofrenda y se celebre sacrificio al traslado del sol, y que para esto es menester que vayamos a Tliliuhquitepec, y también es necesario dar sus cartas, o enviar mensajeros de los señores comarcanos de las ciudades y todos los demás pueblos sujetos a este imperio mexicano.

Oída la embajada por el rey Axayaca, hizo luego mensajeros para los señores de las dos ciudades, y fueron Tezcacóatl y Huitznahuacatl, principales mexicanos, y habiendo hecho su embajada el rey Netzahualcóyotl, del llamamiento del gran rey Axayaca, dijo que le placía mucho, que luego a otro día partiría para la gran ciudad de México Tenochtitlan; asimismo fueron a la ciudad de Tacuba e hicieron la misma embajada: lo cual hecho dijo el señor que luego a otro día estaría en la presencia del rey Axayaca, quien les propuso esta embajada y razonamiento diciéndoles: sois enviados a llamar, señores, porque ya os consta cómo es nuestro patrimonio y cosecha la conquista de Tliliuhquitepec, y para acabar de todo punto esta casa y templo de Tetzahuitl Huitzilopochtli conviene ir a esta conquista, dejando aparte las riquezas que nos promete la empresa: y lo principal es traer cautivos para el adorno y celebración de esta solemne fiesta y gloria nuestra de que se asiente y tenga fin el temalácatl, asiento de la batea cuauhxicalli o brasero, los cuales respondieron: que eran muy contentos de ello, y que luego querían poner por obra, de hacer en sus pueblos llamamiento de gente y soldados para la empresa de esta guerra contra los de Tliliuhquitepec: con esto se despidieron y se fueron. Hizo luego Cihuacóatl una plática al rey Axayaca diciéndole:

Habréis de saber, hijo y rey nuestro, caro y amado nieto, cómo cuando partió de esta vida vuestro buen padre y señor Moctezuma, en su muerte puso y trasladó en Chapultepec en una peña su figura y persona, sus hechos, y los vasallos que sujetó a la corona del imperio mexicano, pero tampoco acabó el templo de Huitzilopochtli: ahora, vos, hijo, tenéis hecho el cerco redondo, bien labrado de piedra pesada cuauhtemalacatl, y tenéis labrado el cuauhxicalli de piedra, todavía no se ha subido a lo alto a asentarlo y ponerlo en su perfección, pero digo que es poco lo que falta: en esta parte quiero que se ponga y asiente vuestra memoria, y se trasunte vuestra persona en el propio cerro de Chapultepec.

Dijo Axayaca: a mí me agrada mucho esa conmemoración y figura. Luego el Cihuacóatl Tlacaeleltzin hizo llamar a todos los canteros viejos de obra prima, y dada la razón de lo que habían de hacer, respondieron que eran contentos de ello; y así fueron a Chapultepec, y habiendo visto otra buena peña la comenzaron a labrar, y en breve tiempo acabaron de labrar la figura, que estaba parada, con cabello de muy preciada plumería, y teñido en colores de la propia manera del pájaro tlauhquéchol, con su rodela, y en la otra mano un espadarte, y por dosel o alfombra a sus pies un cuero de tigre, y con la marmajita dorada, azul y plateada, que hacía aguas y colores, que resplandecía, y era muy vistoso; otros fueron a Chapultepec a ver la estatua labrada, y dijeron los canteros oficiales: veis aquí, señores, la obra que tenemos hecha en loor de lo que en nuestro caro y amado nieto hemos visto, ser de linaje guerrero, batallador, animoso, franco, dador de bienes como lo es. Vista por Axayaca y Cihuacóatl la figura, les agradó mucho, y fueron pagados los oficiales muy bien, con tantas mantas, naguas, huipiles, canoas de maíz, huauhtli, chian, y lo demás anexo y perteneciente al menester de sus casas.

Dio Cihuacóatl a todos los principales mexicanos las gracias y mercedes por los oficiales que tal obra habían hecho, y las obras labradas de cantería con pedernal, como es el Cuauhtemalacatl y el Cuauhxicalli, para la adoración del templo de Huizilopochtli, y más que de mí no quede memoria en ningún tiempo, como la haya en los brazos, cabezas y pies de los reyes pasados: y así, señores hermanos, y principales mexicanos, después de mis días, acordaos de mí en algún tiempo con estas y otras cosas de antigüedad, para que sirvan de recordación y memoria; con esto dio fin la plática. Llegados a México Tenochtitlan, de allí a pocos días hizo llamar Tlailotlac Cihuacóatl Tlacaeleltzin, a todos los valerosos capitanes principales, Cuachic, Otomitl, Teuctli, Achcauhtli, y a los más principales Tlacateccatl, Tlacochcalcatl, Ticocyahuacatl, Tlilancalqui, Hezhuahuacatl, Tezcacóatl, Tecuiltecatl, Cuauhnichtli, Acolnahuacatl, Teuctlamacazqui, Huitznahuatlaitotlac, Chalchiuhteopehua, Temilocatl, Hueiteuctli, Mexicatl, Teuctli, y habló Cihuacóatl a todos con muy blandas y amorosas palabras de muy largo argumento y mucha retórica a lo antiguo, de consolidación; concluido les manifestó la muerte del rey Axayaca, el que fue muy llorado.

Después de éstos vinieron al mismo llamamiento los tequihuaques, conquistadores, y los ayunadores penitentes Tlamazeuque, vendedores de fuego Tlenamacaque, y mancebos; hízoles otro largo parlamento y les significó también la muerte del rey Axayácatl Teuctli. Propúsoles Cihuacóatl a todos en general la muerte, y como ya llegó a verse, tener lugar y silla con los reyes pasados Acamapichtli, Huitzilíhuitl, Chimalpopoca, Itzcoatl, Moctezuma Ilhuicamina, y luego ahora nuestro caro nieto rey Axayácatl: y ahora, señores, habéis sabido esta gloriosa muerte de vuestro rey y señor que era. Ahora conviene que cada uno por su parte vaya a hacerlo saber a todos los señores comarcanos; fueron asimismo a dar aviso, primero al rey Nezahualcóyotl, de Aculhuacan, que luego viniese al llamamiento de Cihuacóatl y de todos los principales mexicanos. Oído esto, hizo mucho y muy dolorido llanto, y luego hizo aparejar canoas para pasar a México Tenochtitlan por medio de la agua salada que estaba de por medio; el cual después de haber saludado a Cihuacóatl y a todos los demás principales mexicanos, comenzó a presentar el cuerpo muerto, que lo traían cuatro esclavos, dos varones y dos mujeres, con bezoleras de muy preciadas piedras, orejeras de oro fino, piedras preciosas en mucha cantidad, trenzaderas con preciada plumería, quetzal tlalpiloni, y una media mitra de rey, de papel dorado, otras diversas maneras, y manípulos colgaderos de las muñecas de las manos, dorados teocuitla matemecatl, y alfombras diferentes de cueros de tigre adobados, otros blancos y dorados a las mil maravillas, y otras trenzaderas de cueros de colores diferentes; con arcos dorados, flechas doradas, mucha plumería y de águilas; esteras de tule doradas, como si en palma fueran dorados los zoyapetatles, mantas labradas a las mil maravillas, y habiéndoselo puesto todo alrededor del cuerpo muerto, comenzó a llorar y decir tan dolorosas palabras, que provocaron a llorar a todos los que estaban en la gran sala real, hablando con el cuerpo como si vivo fuera palabras en loor de su fama, hechos en tan noble juventud de un niño rey tan valeroso y constante, como lo manifestó su ánimo en las guerras; finalmente, concluido, saludó a todos los principales, y en especial a Cihuacóatl.

Después de éste, entró el rey de Tecpanecas Totoquihuaztli, y de la misma manera que lo hizo el rey de Tezcuco y llevó los presentes tan cumplidos, excepto la plática de que fue más sabia y elocuente que la del señor de Tezcuco, con la misma recordación de los reyes pasados, que fueron oscurecidos en tinieblas, con leonada noche de oscuridad, el cielo tenebroso de azul, de doradas y blancas estrellas, y quedan oscurecidos en tinieblas de oscuridad y soledad los valerosos mexicanos. Con estas y otras muchas palabras muy a la alma sentidas, y salidas de lo profundo del corazón, que quedaron los mexicanos atónitos con tan expresiva retórica, como la celebró el rey Totoquihuaztli, señor de Tepanecas. Acabado esto, entraron en la gran sala los señores de Chalco, e hicieron sobre el cuerpo muy larga oración en loor de su muy alta caballería en tan noble juventud, de mancebo digno de ser llorado; y luego le presentaron cadenas de oro, con unos grandes espejos de esmeraldas cercado de oro fino a la redonda, campanillas de oro, y por no cansar, casi tan cumplido como el rey de Tezcuco, con mucha suma de preciadas y ricas mantas, y para velar el cuerpo aquella noche, mucha tea ocotl y tlaxipehualli, corteza de árbol, y para haber de acabar esta función, debían de haber embalsamado el cuerpo del rey Axayaca.

Luego a otro día vinieron los señores de Cuauhnahuac, tierra caliente, y de la propia manera que los otros, hicieron ellos; por su orden vinieron los principales y señores de Yauhtepec, y como los otros, así hicieron ellos, y ofrecieron según sus posibles y poderíos de cada uno: y este de Yauhtepec trajo cuatro esclavos cargados de ropa muy rica, para el entierro ofreció esclavos y todo. Luego vinieron los de Huaxtepec con otros cuatro esclavos cargados de mucha ropa delgada, naguas, huipiles, mantas ricas. Después de esto vinieron los de Yacapichtlan con otros cuatro esclavos cargados, que éstos habían de morir en las honras y ceremonias del entierro. Luego vinieron los de Tepeaca y los de Cuetlaxtlan, y ofrecieron conforme a los grandísimos tributos que solían dar de oro, piedras de gran valor, pájaros, y los pellejos de ellos tlauhquechol, tzinizcan, toznenes, cacao y mantas. Después de éstos vinieron los señores de Huexotzinco, Cholula, y la gran ciudad de Tlaxcalan, que con sobra y ventaja de presentes, fue llorado el cuerpo del venturoso mancebo rey...