Comentario
CAPÍTULO VII
Llegaron por entonces a la cumbre de una montaña y allí se reunieron todo el pueblo quiché y las tribus. Allí celebraron todos consejo para tomar sus disposiciones. Llaman hoy día a esta montaña Chi-Pixab, éste es el nombre de la montaña.
Reuniéronse allí y se ensalzaron a sí mismos
-¡Yo soy, yo, el pueblo del Quiché! Y tú, Tamub, éste será tu nombre. Y a los de Ilocab les dijeron: -Tú, Ilocab, éste será tu nombre. Y estos tres [pueblos] quichés no desaparecerán, una misma es nuestra suerte, dijeron cuando designaron sus nombres.
En seguida dieron su nombre a los Cakchiqueles
Gagchequeleb fue su nombre. Asimismo a los de Rabinal, que éste fue su nombre que hasta ahora no han perdido. Y también a los de Tziquinahá, que así se llaman hoy día. Éstos son los nombres que se dieron entre sí.
Allá se reunieron a esperar que amaneciera y a observar la salida de la estrella que llega primero delante del sol, cuando éste está a punto de nacer. -De allá venimos, pero nos hemos separado, decían entre sí.
Y sus corazones estaban afligidos, y estaban pasando grandes sufrimientos: no tenían comida, no tenían sustento; solamente olían la punta de sus bastones y así se imaginaban que comían, pero no se alimentaban cuando venían.
No está bien claro, sin embargo, cómo fue su paso sobre el mar; como si no hubiera mar pasaron hacia este lado. sobre piedras pasaron, sobre piedras en hilera sobre la arena. Por esta razón fueron llamadas Piedras en hilera, Arenas arrancadas, nombres que ellos les dieron cuando pasaron entre el mar, habiéndose dividido las aguas cuando pasaron.
Y sus corazones estaban afligidos cuando conferenciaban entre sí, porque no tenían que comer, sólo un trago de agua que bebían y un puñado de maíz.
Allí estaban, pues, congregados en la montaña llamada Chi-Pixab. Y habían llevado también a Tohil, Avilix y Hacavitz. Un ayuno completo observaba Balam Quitzé con su mujer Cahá-Paluma, que éste era el nombre de su mujer. Así lo hacían también Balam Acab y su mujer, la llamada Chomihá; y también Mahucutah observaba un ayuno absoluto con su mujer, la llamada Tzununihá, e Iqui Balam con su mujer, la llamada Caquixahá.
Y ellos eran los que ayunaban en la oscuridad y en la noche. Grande era su tristeza cuando estaban en el monte que ahora se llama Chi Pixab.