Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
POPOL VUH



Comentario

CAPÍTULO IX


He aquí, pues, la aurora, y la aparición del sol, la luna y las estrellas.



Grandemente se alegraron Balam Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui Balam cuando vieron a la Estrella de la mañana. Salió primero con la faz resplandeciente, cuando salió primero delante del sol.



En seguida desenvolvieron el incienso que habían traído desde el Oriente y que pensaban quemar, y entonces desataron los tres presentes que pensaban ofrecer.



El incienso que traía Balam Quitzé se llamaba Mixtán Pom; el incienso que traía Balam Acab se llamaba Caviztán Pom; y el que traía Mahucutah se llamaba Cabauil Pom. Los tres tenían su incienso. Lo quemaron y en seguida se pusieron a bailar en dirección al Oriente.



Lloraban de alegría cuando estaban bailando y quemaban su incienso, su precioso incienso. Luego lloraron porque no veían ni contemplaban todavía el nacimiento del sol.



En seguida, salió el sol. Alegráronse los animales chicos y grandes y se levantaron en las vegas de los ríos, en las barrancas, y en la cima de las montañas; todos dirigieron la vista allá donde sale el sol.



Luego rugieron el león y el tigre. Pero primero cantó el pájaro que se llama Queletzú. Verdaderamente se alegraron todos los animales y extendieron sus alas el águila, el rey zope, las aves pequeñas y las aves grandes.



Los sacerdotes y sacrificadores estaban arrodillados; grande era la alegría de los sacerdotes y sacrificadores y de los de Tamub e Ilocab y de los rabinaleros, los cakchiqueles, los de Tziquinahá y los de Tuhalhá, Uchabahá, Quibahá, los de Batená y los Yaqui Tepeu, tribus todas que existen hoy día. Y no era posible contar la gente. A un mismo tiempo alumbró la aurora a todas las tribus.



En seguida se secó la superficie de la tierra a causa del sol. Semejante a un hombre era el sol cuando se manifestó, y su faz ardía cuando secó la superficie de la tierra.



Antes que saliera el sol estaba húmeda y fangosa la superficie de la tierra, antes que saliera el sol; pero el sol se levantó y subió como un hombre. Pero no se soportaba su calor. Sólo se manifestó cuando nació y se quedó fijo como un espejo. No era ciertamente el mismo sol que nosotros vemos, se dice en sus historias.



Inmediatamente después se convirtieron en piedra Tohil, Avilix y Hacavitz, junto con los seres deificados, el león, el tigre, la culebra, el cantil y el duende. Sus brazos se prendieron de los árboles cuando aparecieron el sol, la luna y las estrellas. Todos se convirtieron igualmente en piedras. Tal vez no estaríamos vivos nosotros hoy día a causa de los animales voraces, el león, el tigre, la culebra, el cantil y el duende; quizás no existiría ahora nuestra gloria si los primeros animales no se hubieran vuelto piedra por obra del sol.



Cuando éste salió se llenaron de alegría los corazones de Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam. Grandemente se alegraron cuando amaneció. Y no eran muchos los hombres que allí estaban; sólo eran unos pocos los que estaban sobre el monte Hacavitz. Allí les amaneció, allí quemaron el incienso y bailaron, dirigiendo la mirada hacia el Oriente, de donde habían venido. Allá estaban sus montañas y sus valles, allá de donde vinieron Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam, así llamados.



Pero fue aquí donde se multiplicaron, en la montaña, y ésta fue su ciudad; aquí estaban, además cuando aparecieron el sol, la luna y las estrellas, cuando amaneció y se alumbró la faz de la tierra y el mundo entero. Aquí también comenzaron su canto, que se llama Camucú; lo cantaron, pero sólo el dolor de sus corazones y sus entrañas expresaron en su canto. ¡Ay de nosotros! En Tulán nos perdimos, nos separamos, y allá quedaron nuestros hermanos mayores y menores. ¡Ay, nosotros hemos visto el sol!, pero ¿dónde están ellos ahora que ya ha amanecido?, les decían a los sacerdotes y sacrificadores de los yaquis.



Porque en verdad, el llamado Tohil es el mismo dios de los yaquis, cuyo nombre es Yolcuat Quitzalcuat.



Nos separamos allá en Tulán, en Zuiva, de allá salimos juntos y allí fue creada nuestra raza cuando vinimos, decían entre sí.



Entonces se acordaron de sus hermanos mayores y de sus hermanos menores, los yaquis, a quienes les amaneció allá en el país que hoy se llama México. Había también una parte dé la gente que se quedó allá en el Oriente, los llamados Tepeu Olimán, que se quedaron allí, dijeron.



Gran aflicción sentían en sus corazones allá en el Hacavitz; lo mismo sentían los de Tamub y de Ilocab, que estaban igualmente allí en el bosque llamado Amac Tan, donde les amaneció a los sacerdotes y sacrificadores de Tamub y a su dios, que era también Tohil, pues era uno mismo el nombre del dios de las tres ramas del pueblo quiché. Y también es el nombre del dios de los rabinaleros, pues hay poca diferencia con el nombre de Huntoh, que así se llama el dios de los rabinaleros ; por eso Dicen que quisieron igualar su lengua a la del Quiché.



Ahora bien, la lengua de los cakchiqueles es diferente, porque era diferente el nombre de su dios cuando vinieron de allá de Tulán Zuiva. Tzotzihá Chimalcán era el nombre de su dios, y hablan hoy una lengua diferente; y también de su dios tomaron su nombre las familias Ahpozotzil y Ahpoxá, así llamadas.



También se cambió la lengua del dios, cuando les dieron su dios allá en Tulán, junto a la piedra; su lengua fue cambiada cuando vinieron de Tulán en la oscuridad. Y estando juntas les amaneció y les brilló su aurora a todas las tribus, estando reunidos los nombres de los dioses de cada una de las tribus.