Comentario
SEGUNDA PARTE
Síguese la historia. Cómo fueron señores el cazonci y sus antepasados
en esta provincia de Mechuacán. De la justicia general que se hacía
I
Había una fiesta llamada Equata cónsquaro que quiere decir de las flechas. Luego el siguiente día después de la fiesta, hacíase justicia de los malhechores que habían sido rebeldes o desobedientes y echábanlos a todos presos en una cárcel grande, y había un carcelero diputado para guardallos, y eran éstos los que cuatro veces habían dejado de traer leña para los fogones. Cuando el cazonci enviaba mandamiento general por toda la provincia que trujesen leña, [a] quien la dejaba de traer le echaban preso.
Y eran éstos los espías de la guerra; los que no habían ido a la guerra o se volvían della sin licencia; los malhechores, los médicos que habían muerto alguno; las malas mujeres; los hechiceros; los que se iban de sus pueblos y andaban vagamundos; los que habían dejado perder las sementeras del cazonci por no desherballas, que eran para las guerras; los que quebraban los maguéis; y a los pacientes en el vicio contra natura. A todos estos echaban presos en aquella cárcel, que fuesen vecinos de la cibdad y de todos los otros pueblos y a otros esclavos desobedientes, que no querían servir a sus amos, y a los esclavos que dejaban de sacrificar en sus fiestas. A todos estos susodichos llamaban úazcata y si cuatro veces habían hecho delitos, los sacrificaban. Y cada día hacían justicia de los malhechores, mas una hacían general, este dicho día, veinte días antes de la fiesta, hoy uno, mañana otro, hasta que se cumplían los veinte días [borrado] Y el marido que tomaba a su mujer con otro, les hendía las orejas a entrambos, a ella y al adúltero, en señal que los había tomado en adulterio. Y les quitaba las mantas y se venían a quejar, y las mostraba al que tenía cargo de hacer justicia, y era creído, con aquella señal que traía. Si era hechicero traían la cuenta de los que había hechizado y muerto, y si alguno había muerto, su pariente del muerto, cortábale un dedo de la mano y traíale revuelto en algodón y veníase a quejar. Si había arrancado el maíz verde uno a otro, traía de aquellas cañas para ser creídos y los ladrones que dicen los médicos que habían visto los hurtos en un[a] escudilla de agua o en un espejo: de todos éstos, se hacía justicia, la cual hacía el sacerdote mayor por mandado del cazonci. Pues venido el día desta justicia general, venía aquel sacerdote mayor llamado Petámuti, y componíase. Vestíase una camiseta llamada ucata tararénguequa negra, y poníase al cuello unas tenazillas de oro y una guirnalda de hilo en la cabeza, y un plumaje en un tranzado que tenía como mujer, y una calabaza a las espaldas, engastonada en turquesas, y un bordón o lanza al hombro, y iba gobernador del cazonci, y asentábase en su silleta, que ellos usan, y venían allí todos los que tenían oficios del cazonci, y todos sus mayordomos que tenían puestos sobre las sementeras de maíz y frísoles y axi y otras semillas, y el capitán general de la guerra, que lo era algunas veces aquel su gobernador, llamado Angatácuri, y todos los caciques, y todos los que se habían querellado, y traían al patio todos los delincuentes, unos atadas las manos atrás, otros unas cañas al pescuezo. Y estaba en el patio muy gran número de gente, y traían allí una porra, y estaba allí el carcelero, y como se asentase en su silla, aquel sacerdote mayor llamado Petámuti, oye las causas de aquellos delincuentes, desde por la mañana, hasta medio día, y consideraba si era mentira lo que se decía de aquellos que estaban allí presos, y si dos o tres veces hallaba que habían caído en aquellos pecados susodichos, perdonábalos, y dábalos a sus parientes; y si eran cuatro veces, condenábalos a muerte. Y desta manera estaba oyendo causas todos aquellos veinte días, hasta el día que había de hacer justicia él y otro sacerdote que estaba en otra parte. Si era alguna cosa grande, remetíanlo al cazonci, y hacíanselo saber. Y como se llegase el día de la fiesta, y estuviesen todos aquellos malhechores en el patio con todos los caciques de la provincia, y principales, y mucho gran número de gente, levantábase en pie aquel sacerdote mayor, y tomaba su bordón o lanza, y contábales allí toda la historia de sus antepasados: cómo vinieron a esta provincia y las guerras que tuvieron, al servicio de sus dioses; y duraba hasta la noche [borrado] que no comían, ni bebían él, ni ninguno de los que estaban en el patio. Y porque no engendre hastío la repartiré en sus capítulos, e iré declarando algunas sentencias, lo más al propio de su lengua, y que se pueda entender. Esta historia sabía aquel al patio del cazonci ansí compuesto, con mucha gente de la cibdad y de los pueblos de la provincia; y iba con él el sacerdote mayor y enviaba otros sacerdotes menores por la provincia, para que la dijesen por los pueblos, y dábanles mantas los caciques. Después de acabada de recontar, se hacía justicia de todos aquellos malhechores.
II
De cómo empezaron a poblar los antecesores del cazonci
Empenzaba ansí aquel sacerdote mayor: "Vosotros los del linaje de nuestro dios Curicaueri, que habéis venido, los que os llamáis Eneani y Tzacapu hireti, y los rey[e]s llamados Uanacaze, todos los que tenéis este apellido, ya nos habemos juntado aquí en uno, donde nuestro dios Tirípeme Curicaueri se quiere quejar de vosotros, y ha lástima de sí. El empenzó su señorío, donde llegó al monte llamado Uringuaran pexo, monte cerca del pueblo de Tzacaputacanendan. Pues pasándose algunos días como llegó aquel monte, supiéronlo los señores llamados zizambanecha. Estos que aquí nombro, eran señores de un pueblo llamado Naranjan cerca desta cibdad. También es de [borrado] saber, que lo que va aquí contando en todo su razonamiento este papa, todas las guerras y hechos atribuía a su dios Curicaueri que lo hacía, y no va contando más de los señores, y casi las más veces nombra los señores, qué decían, o hacían, y no nombra la gente, ni los lugares, dónde hacían su asiento y vivienda y lo que se colige desta historia es que los antecesores del cazonci vinieron, a la postre, a conquistar esta tierra y fueron señores della. Extendieron su señorío, y conquistaron esta provincia, que estaba primero poblada de gente mexicana, naguatatos y de su misma lengua, que parece que otros señores vinieron primero y había en cada pueblo su cacique con su gente y sus dioses por sí. Y como la conquistaron, hicieron un reino de todo, desde el bisagüelo del cazonci pasado, que fue señor en Mechuacán, como se dirá en otra parte.
Dice pues la historia: Sabiendo pues el señor de aquel pueblo de Naranjan, llamado Ziranzirancamaro que era venido [a] aquel monte susodicho Hireti ticátame y que había traído allí a Curicaueri su dios en Uringuaran pexo, dijeron a este señor de Naranja: "Hiretiticátame trae leña para los fogones de Curicaueri". Todo el día y la noche ponen encienso en los braseros o piras los sacerdotes y hacen la cirimonia de la guerra y van a los dioses de los montes.
Dijo a los suyos: ."Mirad que muy altamente ha sido engendrado Curicaueri y con gran poder ha de conquistar la tierra. Aquí tenemos una hermana; llevádsela y ésta no la damos a Hireti ticátame, mas a Curicaueri y a él le decimos lo que dijéramos a Hireti ticátame, y hará mantas para Curicaueri y mantas para abrigalle y mazamorras y comida para que ofrezcan a Curicaueri y Hireti ticátame, que trairá leña del monte para los fogones: tomarále el cincho y el petate que se pone a las espaldas y la hacha con que corta la leña, porque de contino anda con los dioses de los montes, llamados Angamucuracha, para hacer flechas para andar a caza. Y tomarále el arco cuando venga de caza, y después que hobiere hecho mantas y ofrenda a Curicaueri, hará mantas y de comer para su marido Ticátame, para que se ponga a dormir al lado de Curicaueri, y le aparte el frío y le haga de comer, después de hechas las ofrendas, porque tenga fuerza para llegarse a los dioses de los montes llamados Angamu curacha Esto diréis al señor Hireti ticátame porque ha de conquistar la tierra Curicaueri. Y como fueron los mensajeros, llevaron aquella señora a Ticátame, y díjoles: "¿A qué venís, hermanos?" Dijéronle ellos: "Tus hermanos llamados Zizambanecha nos envían a ti, y te traemos esta señora que es su hermana"". Y contáronle todo lo que decíen, y respondió él: Esto que dicen mis hermanos, todo es muy bien: seáis bien venidos." Y pusieron allí la señora y díjoles: "Muy liberalmente lo dicen mis hermanos: he aquí esta señora que habéis traído, y esto que me habéis venido a decir, no lo decís a mí, mas a Curicaueri, que está aquí, al cual habéis dicho todo esto, que a él ha de hacer mantas y ofrendas, y después me las hará a mí, para que le ataje el frío puesto a su lado y de comer, para que tenga fuerza para ir a los dioses de los montes llamados Angamu curacha, como decís. Asentaos y daros han de comer". Y como les diesen de comer, metieron la señora, y después de haber comido, pidieron licencia los mensajeros y dijeron: "Señor, ya habemos comido: danos licencia que nos queremos tornar." Respondió Ticátame: "Esperaos, sacarános algunas mantas." Y despidiólos y díjoles a la partida: "Una cosa os quiero decir, que digáis a vuestros señores, y es que ya saben cómo yo con mi gente ando en los montes trayendo leña para los cúes, y hago flechas y ando al campo por dar de comer al sol y a los dioses celestes, y de las cuatro partes del mundo, y a la madre Cuerauáperi, con los venados que flechamos, y yo hago la salva a los dioses con vino, y después bebemos nosotros en su nombre, y acontece algunas veces, que flechamos algunos venados sobre tarde, y seguímoslos y así los dejamos y por ser de noche, ponemos alguna señal por no perder el rastro, y atamos algunas matas. Mirá que no toméis aquellos venados que yo he flechado, porque yo no los tomo para mí, mas para dar de comer a los dioses. Juntaos todos y avisaos unos a otros desto que os digo, y mirad que no me los toméis, ni llevéis, porque sobre esto ternemos rencillas y reñiremos. No lleguéis a ellos, mas en topando algunos destos venados heridos, cobrildos con algunas ramas, y bien que comeréis la carne y haréis la salva a los dioses, mas no llevéis los pellejos, y los en buen hora." Pasados algunos días que moraba en aquel monte Hiretiticátame, tuvo un hijo en aquella señora, llamado Sicuirancha, y yendo un día a caza Ticátame, flechó un venado en aquel dicho monte de Uringuaran pexo y no le acertando bien, fuése herido y siguióle y como fuese de noche ató unas matas por señal y vínose a su casa y fuése a las casas de los papas, a velar aquella noche, y a la mañana andaba aparejando para tornarse a buscar su venado herido, y como la anduviese buscando por el rastro, no le hallaba, porque se fue a una sementera de Queréquaro a morir, lugar cerca de Tzacapu. Y era por la fiesta de Uapánsquaro a veinte e cinco de Otubre y salieron a coger mazorcas de maíz las mujeres para la fiesta, y dieron sobre él y viéronle que estaba muerto en aquella sementera, y entrando en su casa las que lo vieron, dijeron: "Andad acá; vamos, que está un venado muerto en la sementera". Y hiciéronlo saber a su cacique, llamado Zizamban y fue toda su casa y asieron el venado y metiéronle en su casa, y como anduviese en el rastro del venado Hireti ticátame por el rastro, y viese unas aves como milanos que andaban en torno de donde había estado el venado, que iba buscando por rastro; y así de improviso llegó a donde había estado el venado, que estaba todo aquel lugar ensangriento, y dijo: "Ay, que me han tomado el venado; aquí cayó; ¿dónde le llevaron?" Y iba mirando por donde llevaron el venado, y llegó de improviso donde le estaban desollando, y no le sabían desollar, que hacían pedazos el pellejo; y llegando a ellos, díjoles: "¿Qué habéis hecho, cuñados? ¿Por qué habéis llegado a mi venado, que ya os avisé dello, que no me tocásedes a los venados que yo flechase, con mi gente? Y no se me diera nada que os comiérades la carne, que no era mucho; empero más lo he por el pellejo, porque le habéis rompido todo, que no es pellejo, ni sirve de pellejo, sino de mantas, porque los corrimos y ablandamos y envolvemos en ellos a nuestro dios Curicaueri." Respondieron los otros señores "¿Qué decís, señor? Cómo ¿no tenemos nosotros arcos y flechas, y las traemos con nosotros para matar venados? Díjoles Hireti ti cátame: "¿Qué decís? He aquí mis flechas, que yo las conozco". Y fuése al venado y sacóle una flecha que tenía en el cuerpo, y díjoles: ."Mira esta flecha que yo la hice." Y los otros enojándose de oír aquello, empujáronle y dieron con él en el suelo, y Ticátame, como quien era águila Uacúsecha, enojóse y sacó una flecha de su aljaba, armó su arco y tirósela a un cuñado suyo de aquéllos, y hirióle en las espaldas, y luego a otro y tornóse a su casa. Y saludóle su mujer y díjole: "Seáis bien venido, señor padre de Sicuirancha." Y él, así mesmo, la saludó y díjole: "Toma tu hato, y vete a tu casa, a tus hermanos, y no lleves a mi hijo Sicuirancha, que yo le tengo de llevar conmigo, que me quiero mudar a un lugar llamado Zichaxúquaro, y llevaré allí a Curicaueri: Vete a tu casa." Respondióle su mujer y dijo: "¿Qué decís, señor? ¿Por qué me tengo de ir?" Y díjole Ticátame: "No, sino que te has de ir, porque he flechado a tus hermanos." Díjole ella: "¿Qué dices? ¿Por qué los flechaste? ¿Qué te hicieron?" Díjole Ticátame: "¿Qué me habían de hacer? No fue más, de que me llegaron a un venado que les había avisado [en blanco] que no me tocasen a los venados que yo flechase. Sube en la trox y entra dentro y saca a Curicaueri, que le quiero llevar." Díjole su mujer: "Señor, yo no me quiero ir a mis hermanos, mas contigo me tengo de ir. ¿Cómo no se hará hombre mi hijo Sicuirancha y quizá me flechará con los míos?" Y díjole Ticátame "Sí, anda acá, vámonos." Y sacando el arca donde estaba Curicaueri, lióla y echósela a las espaldas. Y su mujer tomó el hijo a cuestas y así se partieron y abajaron del monte, y llegando a un lugar llamado Queréquaro, díjole su mujer: "Señor, tú llevas a Curicaueri en tu favor e ayuda, ¿pues, qué será de mi? En mi casa está un dios llamado Uazoríquare: ¿no te esperaríes aquí un poco y subiré hacia el monte, y tomaría siquiera alguna manta de mi dios, y la pondría en el arca para tener por dios y guardalla?" Díjole Ticátame: "Sea así como dices: ve que también ese dios que dices es muy liberal y da de comer a los hombres." Y como fuese la mujer, subió por un recuesto y llegó al lugar donde estaba aquel dios, y no solamente tomó, como ella dijo, una manta, mas tomó el ídolo y envolvióle en la manta y trájole a donde estaba Ticátame, el cual le dijo: "Seas bien venida, madre de Sicuirancha." Y ella asimesmo le saludó y díjole Ticátame: "¿Traes la manta por que fuiste?" Dijo ella: "Sí, y traigo también al dios Uazoríquare". Y díjole Ticátame: "Tráigale en buen hora: muy hermoso es; estén aquí juntos él y Curicaueri" Y púsole en el arquilla que iba Caricaueri, y ansí moraron en uno y llegaron al lugar donde iba, llamado Zichaxúquaro, donde hicieron sus casas y un cu que está hoy en día derribado.
III
De cómo mataron en este lugar sus cuñados a este señor llamado Ticátame
Pues como Ticátame llegase a Zichaxúquaro, un lugar poco más de tres leguas de la cibdad de Mechuacán, pasándose algunos días que era ya hombre Sicuirancha hijo de Ticátame, sus cuñados, acordándose de la injuria rescibida, tomaron un collar de oro y unos plumajes verdes, y trujéronles a Oresta, señor de Cumanchen, para que se pusiese su dios llamado Tares upeme, y pidieron ayuda para ir contra Ticátame y juntáronse sus cuñados con los de Cumanchen, y hicieron un escuadrón y en amaneciendo estaban todos en celada, puestos cabe un agua que está junto allí en el pueblo; y pusieron allí una señal de guerra, un madero todo emplumado, para que la viesen los de Ticátame y saliesen a pelear. Y como fuese muy de mañana, fue por un cántaro de agua, la mujer de Ticátame, y sus hermanos que estaban allí saludáronla en su lengua, que eran serranos, dijéronla: "¿Eres tú por ventura la madre de Sicuirancha?" Respondió ella: "Yo soy. ¿Quién sois vosotros que lo preguntáis?" Dijeron ellos: "Nosotros somos tus hermanos; ¿qué es de Ticátame, tu marido?" Respondió ella: "En casa está. ¿Por qué lo decís?" Respondieron ellos: "Bien está; venimos a probarnos con él, porque flechó a nuestros hermanos." Y la mujer, como oyó aquello, empezó a llorar muy fuertemente y arrojó allí el cántaro y fuése y entróse en su casa llorando. Díjole Ticátame: "¿Quién te ha hecho mal, madre de Sicuirancha? ¿Por qué vienes así llorando?" Respondió ella: "Vienen mis hermanos los que se llaman Zizambanecha y los de Cumanchen." Díjole Ticátame: "¿A qué vienen?"Respondió ella: "Dicen que a probarse contigo, porque flechaste sus hermanos." Dijo él: "Bien está: vengan y probarán mis flechas, las que se llaman hurespondi, que tienen los pedernales negros y las que tienen los pedarnales blancos y colorados y marillos. Estas cuatro maneras tengo de flechas, probarán una destas, a ver a qué saben, y yo también probaré sus varas que pelean, a ver a qué saben." Y viniendo sus cuñados, cercáronle la casa y Ticátame saco unas arcas hacia fuera, y abriólas a priesa, que tenía de todas maneras de flechas en aquellas arcas guardadas, y como quesiesen entrar todos a una por la puerta, ataparon la puerta y Ticátame armaba su arco y tiraba de dos en dos las flechas y enclavaba a uno, y la otra pasaba alante a otro flechó a muchos y mató los que estaban allí tendidos, y siendo ya medio día, acabó las flechas, no tenía con que tirar y traía su arco al hombro y dábales de palos con él, ellos arremetieron todos a una y enclavábanle con aquellas varas y sacáronle de su casa, arrastrando muerto, y pusieron fuego a su casa y quemáronle la casa, quel humo que andaba dentro había cerrado la entrada, y tomaron a Curicaueri, y llévaronselo y fuéronse, y no estaba allí Sicuirancha, que había subido al monte a cazar, y como vino su mujer y vido el fuego, empezó a dar gritos y andaba alrededor de los que estaban allí muertos y vido a su marido questaba en el portal verdinegro de las heridas que le habían dado con las varas, y vino Sicuirancha, su hijo, y dijo: "Ay madre, ¿quién ha hecho esto?" Respondió la madre: "¿Quién había de hacer esto, hijo, sino tu tío y tu abuelo? Ellos son los que lo hicieron." Y dijo Sicuirancha: "Bien, bien, ¿pues qués de Curicaueri, nuestro dios?, ¿llévanle quizá?" Respondió ella: "Hijo, allá le llevan" Dijo él: "Bien está; quiero ir allá también, y que me maten. ¿A quién tengo que ver aquí?" Y fuese tras dellos. Iba dando voces, y Curicaueri dióles enfermedades a los que le llevaban, correncia y embriaguez y dolor de costado y estropeciamiento, de la manera que suele vengar sus injurias; y como les diese estas enfermedades, cayeron todos en el suelo, y estaban todos embriagados. Y llegó Sicuirancha donde estaba Curicaueri, que estaba en su caja, cabe el pie de un[a] encina, y como vió la caja, dijo: "Aquí estaba Curicaueri, quizá le llevan." Y abrió el arca y sacóle y dijo: "Aquí está" Y llevaron una soga como sueltas, con que ataban los sativos para el sacrificio, y habían quitado de allí una argolla de oro y una soga, como sueltas que le dieron en el cielo, sus padres, y Ileváronselo y dijo Sicuirancha: "Llévenselo, ¿para qué lo quieren? A quién han de dar de comer con ello? Ellos lo trairán algún día." Y tornó a su casa a Curicaueri, y vínose con toda su gente a Uayameo, lugar cerca de Santa Fe, la de la cibdad de Mechuacan. Y fue señor allí e hizo un cu Sicuirancha, y hizo las casas de los papas y los fogones y hacía traer leña para los fogones, y entendía en las guerras de Curicaueri, y murió Sicuirancha, y enterráronle al pie del cu. Este Sicuirancha dejó un hijo llamado Pauácume, y fue señor allí, en Uayameo, y Pauácume engendró a Uápeni, y fue señor después de la muerte de su padre Pauácume, y tuvo un hijo llamado Curátame, y fue allí señor, en aquel mismo lugar, y andaba a caza con su gente, en un lugar llamado Pumeo, y en otro llamado Uirícaran y Pechátaro y Hirámuco, y llegaron hasta un monte llamado Pareo, y llegaron a otros lugares cazando, llamados Izti parazicuyo Changeyo Itziparazicuyo y hasta llegar a otro lugar llamado Curinguaro. Todos estos lugares son obra de una legua de la cibdad, o poco más.
Y como se tornasen a juntar todos en el pueblo que tenían sus cúes, llamado Uayameo, dijeron unos a otros: "Toda es muy buena tierra, donde habemos andado cazando: allí habíamos de tener nuestras casas" Y los otros que habían ido por la otra parte del monte, dijeron que era toda muy buena tierra. Y murió Curátame y fue enterrado al pie del cu. Cuatro señores fueron en Uayameo: Sicuirancha y Curátame, y Pauácume y Uápeani.
IV
Cómo en tiempo destos dos señores postreros tuvo su cu Xarátanga
en Uayameo cómo se dividieron todos por un agüero
Muerto este señor pasado, dejó dos hijos que se llamaron de su nombre Uápeani y Pauácume. En este tiempo tenía ya su cu Xarátanga en Mechuacán, y sus sacerdotes y señor llamado Taríaran, iban por leña a Tamataho, lugar cerca de Santa Fe, y sus sacerdotes, llamados Uatarecha, llevaban ofrenda de esta leña, algunas veces a Curicaueri, y había allí un camino y los chichimecas que tenían a Curicaueri, viendo esto, iban a un barrio de Mechuacán, llamado Yauaro, y de camino llevaban esta leña a Xarátanga, en ofrenda a Mechuacán. Y la leña que traían los unos y llevaban los otros, se encontraba en el camino. Y un día el señor que tenía a Xarátanga, con sus sacerdotes, bebiendo una vez mucho vino en una fiesta desta su diosa Xarátanga, empezaron a escoger de las mieses que había traído Xarátanga a la tierra, axí colorado y verde y amarillo, y de todas estas maneras de axí hicieron una guirnalda como la que solía ponerse el sacerdote de Xarátanga. Escogeron así mesmo de los frísoles colorados y negros, y ensartáronlos unos con otros, y pusiéronselos en las muñecas, diciendo que eran las mieses de Xarátanga, que su sacerdote se solía poner. Y sus hermanas llamadas Patzim uaue y Zucur aue, escogeron destas dichas mieses, el maíz colorado y lo pintado, y ensartáronlo y pusiéronselo en las muñecas diciendo, que eran otras cuentas de Xarátanga. También escogeron de otras maneras de maíz, de lo blanco y de lo entreverado, y ensartáronlo y pusiéronselo al cuello, diciendo que eran sartales de Xarátanga. Y desplaciendo esto a la diosa, no se les pegó el vino que todo lo echaron y gomitaron y levantándose y tornando algo en sí, dijeron a sus hermanas: "¿Qué haremos, hermanas, que no se nos pegó el vino? Muy malos nos sentimos; id, si quisiéredes, a pescar algunos pececillos para comer y quitar la embriaguez de nosotros". Y como no tuviesen red para pescar, tomaron una cesta, y la una andaba con ella a la ribera, y la otra ojeaba el pescado: y las pobres ¿cómo habían de tomar pescado, que se lo había ya escondido Xarátanga, que era tan gran diosa? Y después de haber trabajado mucho en buscar pescado, toparon con una culebra grande, y alzáronla en la mano, en un lugar llamado Uncucepu y lleváronla a su casa con mucho regocijo. Y los sacerdotes llamados Uatarecha de Xarátanga, uno que se llamaba Quahuen y su hermano menor llamado Camexan, y sus hermanas llamadas Patzim uaue y Zucur aue, las saludaron y dijeron: "Seáis bien venidas, hermanas. ¿Traéis siquiera algunos pececillos?" Respondieron ellas: "Señores, no habemos tomado nada, mas no sabemos qués esto que traemos aquí" Respondieron ellos: "También es pescado eso, y es de comer; chamuscadla en el fuego, para quitar el pellejo y hacé unas poleadas, y este pescado cortaldo en pedazos y echaldo en la olla, y ponelda al fuego para quitar la embriaguez" Y haciendo aquella comida a mediodía, asentáronse en su casa a comer aquella culebra cocida con maíz, y ya que era puesto el sol, empezáronse a rascar y arañar el cuerpo, que se querían tornar culebras. Y siendo ya hacia la media noche, tiniendo los pies juntos, que se les habían tornado cola de culebra, empenzaron a verter lágrimas y estando ya verdinegros de color de las culebras, estaban ansí dentro de su casa todos cuatro. Y saliendo de mañana, entraron en la laguna una tras otra y iban derechas hacia Uayameo, cabe Santa Fe, y iban echando espuma hacia arriba, y haciendo olas hacia donde estaban los chichimecas, llamados hiyocan y diéronles voces, y ellas dieron la vuelta, y volvieron hacia un monte de la cibdad, llamado Tariacaherio, y, entráronse allí en la tierra todas cuatro. Y donde entraron se llama Quahuen ynchatzéquaro, del nombre de aquellos que se tornaron culebras, y ansí desaparecieron. Y viendo esto los chichimecas llamados uacúsecha, tuviéronlo por agüero. Un señor llamado Tarépecha chanshori con su gente se fue, y tomó a Hurendequauécara su dios, y hizo su asiento en un lugar llamado Curínguaro achurin. Otro señor llamado Ipinchuani, tomó consigo a su dios Tirípeme xungápeti, y llevólo a un lugar llamado Pechátaro y hizo allí su asiento, y como se sufriese algunos días, el señor Tarepupanguaran, en fin, tomó su dios llamado Tirípeme turupten y llevóle a un lugar llamado Irámuco. Otro señor llamado Mahícuri tomó su dios llamado Tirípeme caheri, y llevóle a un lugar llamado Pareo y quedaron los dos hermanos Uápeani y Pauácume y tomaron a Curicaueri, y llevándole por cabe la laguna, de la parte de Santa Fe, pusiéronle en el peñol que está allí, cabe la laguna, llamado Capacurío y después en otro lugar, llamado Patamu angacaraho. Todos estos dioses que se han contado eran hermanos de Curicauri, y allí se dividieron todos como se ha contado, y quedó solo Curicaueri. Después llevaron a Curicaueri, a otro lugar llamado Uatzeo tzarauacuyo y pusiéronle al lado de aquel monte, y llevándole de allí, trujéronle a otro lugar llamado Xénguaran y en otro llamado Honchéquaro, y allí estuvo algunos días; asimismo tuvieron agüero de lo que había acontecido, y los sacerdotes de Xarátanga llamados Cuyúpuri y Hoatamanáquare, tomaron a su diosa y lleváronla a un lado del monte llamado Tariacaherio, donde entraron las culebras, y de allí la llevaron a Sipixo cabe la laguna y hiciéronle allí sus cúes y un baño y un juego de pelota y estuvo allí algunos años. Y quitándola de allí, Ileváronla a Uricho y de allí a Uiramangaro, y después a Uacapu, donde está agora edificado Santangen y de allí lleváronla a Taríaran a Cuezitan, Harócatin. Y los señores de los chichimecas, como tuvieran allí a Curicaueri iban a caza a un lugar llamado Aranarán nacaraho y a Echuén, que está cerca de Pátzcuaro y a otro lugar llamado Charimangueo, y subían a Uiritzéquaro, y pasaron a Xaramu y Thiuapu y a Tupen, un monte desde do vieron la isla de Xaráquaro en la laguna.
V
De cómo los dos hermanos señores de los chichimecas hícieron su vivienda cerca de Pátzcuaro,
y tomaron una hija de un pescador y se casó uno dellos con ella
Como vieron la dicha isla que se llamaba por otro nombre Uarúcatenhatzícurin, vieron un gran cu y otra isla llamada Pacanda y andando todos mirando, por la bajada del monte, de improviso vieron que andaba uno con una canoa de los de aquella isla primera, que se llaman los moradores de ella hurendetiechan y el que andaba en la canoa, andaba pescando de anzuelo y dijeron: "Una canoa está surta en la laguna, y uno anda pescando, ¿qués lo que toma?" Dijeron los señores: "Vamos a la orilla de la laguna." Dijeron otros: "Vamos" Y abajaron del monte a un lugar llamado Uarichahopotacuyo, y iban por la ribera de la laguna, y por donde iban, estaba todo cerrado de árboles, que era todo monte espeso. E iban apartando las ramas para poder pasar, que no había camino, y ansí llegaron a la orilla donde andaba el pescador, y hablaron y dijeron: "Isleño, ¿qué andas haciendo por aquí?" Respondió él: Hendi taré?" que quiere decir: "¿qués, señor?" Questa gente de esta laguna era de su mesura lengua, destos chichimecas; mas tenían muchos vocablos corrutos y serranos, por eso repondió aquel pescador de aquella manera, y dijéronle: "¿A qué andas por aquí?" Respondió él: "Señor, ando pescando." Y dijéronle: "Ven a la orilla", que estaba apartado de la ribera. Dijo él: "No tengo de ir, señores, que sois chichimecas que me flecharéis." Dijeron ellos: "¿Qué dices?, ven si quisieres: ¿por qué te habemos de flechar?" Tornó él a decir: "No me mandéis venir, señores" Y ellos tornáronle a decir: "Venir tienes, que habernos de hablar un poco." Dijo el pescador: "Sí, sí, que me place; ya voy, señores." Y trujo la canoa a la orilla y tomó puerto. E uno de aquellos señores, llamado Uápeani, era valiente hombre, saltó en la canoa y vio que estaba llena de muchas maneras de pescados y díjole: "Isleño, ¿qué es esto que has puesto aquí?" Respondió el pescador: "Señor, eso se llama pescado." Y dijo Uápeani: "¿Qué cosa es esto?" Respondió el pescador: "Eso que tomaste se llama acúmaran, y esta manera de pescado urápeti y ése cuerepu, y ése thiron, y ése caroen. Tantas maneras de pescado hay aquí. Todo esto ando buscando por esta laguna. De noche pesco con red y de día con anzuelo" Díjole Uápeani: "Y este pescado, ¿qué sabor tiene?" Respondió el pescador: "Señor, si hobiese aquí fuego, estando asado, me lo preguntaras" Díjole Uápeani: "¿Qué dices, pescador? Busca un poco de leña, que nosotros, los chichimecas, de contino andamos con fuego: saca leña" Y sacando fuego de un estrumento, prendió el fuego, y como hiciesen lumbre a la orilla, subió la llama y humo hacia arriba, y el pescador andaba sudando de asar pescado, y como iba asando, íbales dando, y ellos comieron de aquel pescado y dijeron: "Cierto, buen sabor tiene." Y como comían toda manera de caza los chichimecas, traía cada uno dellos unas redecillas agolletadas consigo, que traían llenas de conejos y otros llamados cuinique y codornices y palomas y de otras aves de otras maneras. Y sacaron de sus redes un conejo, y metiéronlo en el fuego, y después de asado desolláronle y pusieron allí el conejo asado, y dijéronle al pescador: "Isleño, come desto, a ver qué sabor tiene; que esto andamos nosotros a buscar." Y como se echase el pescador un bocado en la boca, dijéronle los chichimecas: "Pues isleño, ¿qué sabor tiene eso que comes?" Respondió él: "Señor, ésta es verdadera comida; no es cosa de pan, porque bien que sea buena comida, ésta destos peces, mas hiede y harta luego; mas esta comida vuestra no hiede, mas es comida de verdad." Dijeron los chichimecas: "Verdad dices: esto andamos nosotros también a buscar. Hacemos un día flechas y otro día vamos a recrear al campo a caza, y no la tomamos para nosotros, mas los venados que tomamos, mas con ellos damos de comer al sol y a los dioses celestes engendradores, y a las cuatro partes del mundo, y después comemos nosotros de los relieves, después de haber hecho a salva a los dioses. Dinos un poco, isleño." Respondió el pescador: "¿Qué tengo de decir, señores?" "¿Cómo se llama aquel cu que se parece en aquella isla que está en el agua?" Respondió el pescador: "Señores, allí se llama Uarúcaten hatzícurin, y por otro nombre Xaráquaro." Dijeron ellos: "Bien está. ¿Cómo se llaman los dioses que tienen allí?" Respondió el pescador: "Señores, llámase el principal Acuitze catápeme y su hermana Purupe cuxáreti, y otro Caroen y Nurite, Xareni uarichu uquare y Tangachuran, y otros muchos dioses que nunca acabaré de contaros." Dijeron ellos: "¿Así se llaman?". Dijo el pescador: "Sí, señores" Dijo Uápeani: "Estos fueron nuestros agüelos cuando venimos de camino; ya habemos hallado parientes. Pensábamos que no teníamos parientes, mas todos somos de una sangre y nascemos juntos. ¿Cómo se llama el señor?" Respondió el pescador: "Carícaten." Tornáronle a preguntar: "Y la otra isla, ¿cómo se llama?" Dijo el pescador: "Tirípeti honro y tiene otros dos nombres: Uanguipen hartzícurin y Pacandan". Dijéronle: "Y los dioses que tienen, ¿cómo se llaman?" Dijo el pescador: "Chupi tirípeme y otro Unazi irecha, y su hermana Camauáperi y otros muchos dioses." Dijéronle: "El señor ¿cómo se llama?" Dijo el pescador: "Zuangua" Dijeron los chichimecas: "También son nuestros agüelos del camino. ¿Cómo es esto? ¿parientes somos? Nosotros pensábamos que no teníamos parientes: topado habemos parientes. ¿Cómo es esto? somos parientes y de una sangre." Respondió el pescador: "Sí, señor, vuestros parientes somos." Dijéronle los chichimecas: "Pues isleño, ¿cómo te llamas?" Respondió el pescador: "Señores, llámome Curiparanchan.". Dijéronle "Bien está: ¿no tienes alguna hija?" Respondió: "No señores" Dijeron los chichimecas: "¿Qué dices? sí tienes, ¿por qué dices que no?" Respondió él: "Señores, no he engendrado hijos, que soy viejo y mi mujer mañera" Dijéronle los chichimecas: "¿Qué dices, isleño. Hijos tienes, no lo decimos por lo que piensas, que no queremos mujeres para adelante; decimos porque Curicaueri ha de conquistar esta tierra y tú pisaríes por la parte de la tierra, y por la otra parte el agua y nosotros también por una parte pisaremos el agua y por la otra la tierra, y moraremos en uno tú y nosotros." Y respondió el pescador: "Así es la verdad, señores; Yo tengo una hija que aún es pequeña: no es de ver, porque es fea y pequeña." Respondieron ellos: "No hace al caso que sea pequeña; ve y tráenosla, y sácala acá fuera y también nosotros nos subiremos al monte y mañana haremos flechas y esotro día nos juntaremos aquí, tú y nosotros, y hablaremos siempre aquí, y no lo sepa ninguno. Tú y tu mujer solos lo decid uno a otro" Y despidiéndose el pescador, se fue y empezó a vogar con su canoa y a entrarse en la laguna, y los chichimecas se subieron al monte; y el siguiente día hicieron todos flechas, y esotro día volviéronse a sus casas, y el pescador, luego muy de mañana, entró en su canoa con su hija y tomó puerto y puso la hija a la ribera, y los chichimecas tardáronse que se estaban escalentando. Ya el sol iba muy alto, y estábase asentado cabe la ribera desconfiando que no habían de venir, y dijo a su hija; "Cómo nos han engañado los chichimecas; esperemos otro poquillo y iremos con nuestra canoa remando" Y los chichimecas desde la abajada de la cuesta del monte, como miraron a la laguna, dijeron: "¿Cómo no viene el pescador? Ya se había de parescer la canoa y venir buen rato en la laguna. Vamos a la ribera." Y llegaron a la orilla y estaban asentados el pescador e su hija a la orilla, y saludáronle los chichimecas, y dijeron: "Pues isleño" Respondió él: "Muy espantado estaba, y me acuitaba diciendo: "¡Cómo me han engañado los chichimecas!" Dijeron ellos: "Tardémonos cazando. ¿Es ésta tu hija la que dices?" Respondió el pescador: "Sí, señores; esta misma es; mira cuán chequita es." Respondieron ellos: "No hace al caso: cómo ¿no se criará? ¿Querémosla agora de presto?, para adelante decimos. Ve, y torna a pasar la laguna. Sépalo quien lo supiere de esos señores Uatarecha, y mira que te llamarán cuando lo sabrán y dirante: Ven acá, hermano; tú le has sacado una mujer a los chichimecas. Y dirásles: No señores, yo ¿a qué propósito se la había de llevar? Yo vivo desta manera: de noche pesco con la red asentado en mi canoa a popa y pongo a mi hija en la canoa para que reme, y de día pesco con anzuelo unos pececillos, y póngola allí en la canoa chiquilla que no se paresce, y tomóle gana de orinar y yo fui a un lugar llamado Uaricha hopótaco y allí me dijo: Padre, tengo gana de orinar. Y yo le dije: Ve, hija, y orina. Y como llegase a la orilla, saltó de la canoa y los chichimecas, que estaban por allí en celeda, tomáronla, y asieron della en el camino, y probé de quitársela, y como son chichimecas, empezaron a quererme flechar y yo hóbeles miedo, y dejésela y ellos lleváronsela, y yo ¿cómo había de saber que la tienen por esclava? Ya yo pensé que era muerta y sacrificada y parece que la tienen por esclava [borrado]. Esto solo les dirás. Vete, no respondas más; ni digas que nos la diste" Y fuéronse.