Comentario
CAPITULO VI
Temperamento de Guayaquil, division de las dos
sazones de ibierno y verano, plagas que se
experimentan y sus enfermedades
409 Empieza el ibierno en Guayaquil por el mes de diciembre, unas veces á principio, otras á mediados y algunas retardandose hasta fines de este mes, y dura hasta el de abril ó mayo. En esta sazón parece que todos los elementos, sabandijas é insectos, acuden conformes á molestar la humana naturaleza; el calor es con extremo pues, segun puede colegirse de las experiencias del thermometro, en el dia 3 de abril, quando su rigor havia yá passado y empezaba á mitigarse, á las 6 de la mañana marcaba 1022, á las 12 del dia 1025 y á las 3 de la tarde 1027; con que, se conviene á inferir que en lo fuerte del ibierno es mas cálido aquel temple que el de Cartagena. A proporcion de esto, las aguas son continuas de noche y dia, las tormentas de truenos y rayos, frequentes y furiosos, y todo se conjura de modo que el calor molesta por sí; las aguas, hinchando aquel rio y los demás que le entran, anegan todo el territorio y lo dexan impracticable. La continua calma hace deseoso el ambiente, y la innumerable cantidad de sabandijas é insectos infestando el ayre y la tierra viene á ser insoportable. Las culebras y viboras venenosas, alacranes y cientopies se vuelven familiares en las casas en esta estacion á costa del peligro de la vida de sus moradores si por desgracia llegan á picar y, aunque en todo el resto del año no faltan, en este tiempo son con mayor abundancia y mas prompta agilidad, y assi es preciso tener la precaucion de reconocer las camas cuidadosamente porque alguna vez ha sucedido hallarse en ellas uno ú otro de estos animales. Y tanto por librarse de semejante peligro quanto por evadirse de la molestia que causan los mosquitos y demás insectos, no hay persona que dexa de tener un toldo para dormir, hasta los negros esclavos y indios; la gente pobre lo hace de tucuyo, que assi tiene el nombre el lienzo de algodón que se texe en la sierra, y las demás personas, de otros lienzos blancos finos segun el possible de cada uno y, á proporcion de este, lo guarnecen de encajes de mas ó menos estimacion.
410 Aunque en todos aquellos países cálidos y humedos es grande la abundancia y variedad de insectos volatiles, en ninguno es tanta como en Guayaquil, pues en la sazón del ibierno no se puede mantener una luz encendida fuera de farol el tiempo de tres ó quatro minutos sin que la apague la muchedumbre de los que, girando al rededor de ella, se sacrifican en su llama; el que por precision tiene que estar cercano á la luz, en breve rato lo hacen apartar de ella los que se introducen por todos los sentidos. Y en esto no fue poca nuestra mortificacion quando, en los cortos intervalos claros de las noches, aprovechabamos el tiempo en algunas observaciones de estrellas, pues, por una parte las picadas y por otra la molestia de no poder ver ni respirar, llegaba á tanto que hubo vez en que nos hicieron finalizarlas con alguna anticipacion al deseo.
411 Ni es menos molesta la pension y plaga de ratas, que allí llaman pericotes, cuya abundancia es tanta en todas las casas de la ciudad que, saliendo de sus nidos desde el instante que anochece, se passean por las salas y piezas con toda familiaridad y embarazan el sueño á las personas que no están acostumbradas á su frequencia y ruido con el subir y baxar por el toldo de su cama y por los estantes ó armazón interior de las casas. Están yá tan habituadas con la gente que delante de ella se abalanzan á la vela que está alumbrando, la arrebatan y van á comer á otra parte quando falta la preocupacion de tenerla dentro de farol, y, siendo tanto el peligro que de esto redundaria en aquellas casas, procuran no exponerse á experimentarlo, bien que no lo pueden del todo escusar al mas leve descuido.
412 Todas estas pensiones, que al que no está connaturalizado con ellas le parecen insoportables y que por sí solas serían suficientes para hacer inhabitable aquel país, no son de entidad para sus naturales que las sufren por costumbre, y, en su consideracion, todas juntas no llegan á ser tan molestas como la mas minima del temperamento frio de las poblaciones de la sierra, no obstante que este sea para los europeos summamente moderado.
413 El verano es allí el temple menos fastidioso pues con él se aminoran las plagas de aquellos avechuchos; y aunque algunos autores han dado á entender ser en esta sazón en la que abunden, han padecido equivocacion en ello. El calor se mitiga porque vientan los ayres del sudoeste y oes sudoeste, que allí llaman Chandui, nombre que les han dado por venir de un cerro, de quien lo es proprio. Estos empiezan diariamente al medio dia y duran hasta las 5 ó 6 de la mañana del siguiente; con ellos se refresca la tierra y se goza de apacibilidad, el cielo muestra una continua serenidad, las aguas son tan raras que es casualidad particular el caer algun aguacero, los mantenimientos están mas abundantes, y los propios del país, con mejor sazón porque se cogen frescos; las frutas, mas comunes, en particular los melones y sandías, los quales en balsas muy grandes baxan á la ciudad, donde no se pueden coneguir las muchas que consume el país, y, sobre todo, es entonces muy sano aquel temple.
414 En el ibierno es muy grande la propension allí á fiebres intermitentes ó tercianas, que incomodan mucho á la naturaleza y mas que en otros parages porque hay omission en curarlas y repugnancia en usar el especifico de la cascarilla ó quina, con la preocupacion de que, siendo cálida, no puede causar efectos favorables en aquel clima, y, ciegos en este error sin el recurso de medicos que los desimpressionen, se dexan aniquilar del mal hasta que muchas veces les pone termino á la vida. Los naturales de la sierra, connaturalizados á los temples frios, extrañan el de Guayaquil con extremo, en él se debilitan y desfallecen, entreganse indiscretamente al engaño de las frutas que les lisongean el paladar y á poco tiempo se hallan con la indisposicion de las fiebres, tan comunes para ellos en una sazón como en otra.
415 Además de esta enfermedad, que es la mas comun, se ha experimentado tambien la del vomito prieto desde el año de 1740, en que, haviendo llegado la armada de galeones del sur, retirandose de Panamá por causa de la guerra para assegurar el tesoro en las provincias de la sierra, se padeció la primera vez esta epidemia, y murió mucha gente, assi de la que llevaba la misma armada como de la forastera que se hallaba allí, y algunos patricios aunque muy pocos. La ocasion y circunstancias de este accidente ha hecho creer que lo introduxeron los mismos de la armada, hallandose infestados de él hasta Panamá, y juntamente inferir que se contrae de unos á otros, pues el clima, que hasta entonces no lo havia causado en tantos forasteros como por él trafican, no se lo huviera participado entonces si los hálitos de los yá picados no huviesen introducido la malignidad.
416 Son muy sujetos aquellos naturales á padecer cataratas y otras enfermedades de los ojos, que suelen llegar á dexarlos ciegos totalmente; no es esto general pero sí mas comun que en otras partes, y su causa, segun yo me persuado, procede de los continuos vapores que se engendran con la permanente inundacion en aquel país todo el ibierno, los quales por la calidad del terreno gredoso son viscosos en sumo grado y, llegando á penetrar las exteriores tunicas, no solo encrasan el christalino pero aun empañan la pupila, de donde se engendran las nubes, cataratas y otras semejantes.