Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
VIAJE A LA AMÉRICA MERIDIONAL II



Comentario

CAPITULO V


Del numeroso vecindario que contiene la ciudad de

Lima, sus castas, genio y costumbres de sus

habitadores, riqueza y obstentacion de sus trages



121 Parece que, haviendo hablado en las descripciones dadas en la primera parte del vecindario que encierran las ciudades por donde transitamos antes de llegar á Lima, bastaria lo dicho para que no fuera necessario volver á tocar este punto, pero, como sean tan varias las costumbres y usos de los paises que, aunque tengan alguna semejanza entre sí, nunca dexan de diferir en muchas cosas, es mas sensible esta variedad en aquel continente, donde, mediando distancias tan grandes de unas á otras, hacen que las modales admitan mas distinguida alteracion y no convengan los genios y propiedades de unas gentes con los de otros. Por esta razon, me he creido obligado á tratar en particular de las de Lima, que, como se irá viendo no son tan conformes con las de las otras ciudades que no den motivo suficiente para ello.



122 El numeroso vecindario de Lima se compone de blancos ó españoles, negros y castas de estos, indios, mestizos y las demás especies que provienen de la mezcla de todas tres.



123 Las familias de españoles son en gran numero pues se considera que podrá haver de 16 á 18 mil personas blancas, segun el computo mas prudente. Entre estas, hay como una tercera ó quarta parte de nobleza, la mas distinguida del Perú y originada de la mas conocida y sobresaliente de estos reynos; mucha parte está elevada con la dignidad de titulos de Castilla, antiguos ó modernos, de los quales se cuentan entre condes y marqueses 45; á su correspondencia, es crecido el numero de cavalleros cruzados en las religiones militares, y, fuera de estas, no son de menos lustre y calidad las demás de la misma clase, entre las quales hay 24 mayorazgos sin titulo, y la mayor parte de ellos tienen fundaciones antiguas que prueban bastantemente la de las familias. Hallase entre estas una que reconoce su ascendencia en los reyes ingas, y es la de Ampuero, apellido de uno de los capitales españoles que se hallaron en la conquista y casó con una coya, que assi llamaban los ingas á las infantas de su sangre real; á esta familia tienen concedido los reyes de España varios honores y distinguidas prerrogativas, de las quales goza como en prueba de su alta calidad, y están entroncadas con ella muchas de las mas esclarecidas de aquella ciudad, en la qual las familias forman de cada casa una poblacion. Mantienense todas con gran decencia, y con esta brilla tambien la opulencia, pues, assi como tienen para su servicio crecido numero de domesticos libres y esclavos, para el exterior aparato y comodidad usan de coches los de mayor distincion ó conveniencias, y de calesas los que no tienen precision de hacer tanto costo. Este carruage es tan comun allí que lo tiene propio todo el que goza un mediano caudal; y assi, aun aquellas familias blancas de gente ordinaria andan con esta comodidad, la qual es en aquella ciudad mas necessaria que en otras porque el tragin de las muchas requas que entran y salen á cada hora tiene continuamente llenas de estiercol las calles, y, secándose este con el sol y viento, se convierte en un polvo tan fastidioso que es intolerable para andar sobre él como molesto á la respiracion. Las calesas que son tiradas por una mula con un cochero y que no tienen mas que dos ruedas y una caxa cerrada con assientos á las dos testeras son capaces para quatro personas; la hechura es muy ayrosa, y el todo de ellas, de un costo exorbitante, pues llegan á valer de ochocientos á mil pesos, siendo todas doradas y de mucho lucimiento; cuentanse de 5 á 6 mil, y los coches, aunque no corresponden á las calesas en el numero, no dexan de ser bastantes.



124 Sufragan á la subsistencia de aquellas familias en los gastos tan crecidos que hacen para mantener una decencia, cuyos costos serian insoportables para otras gentes, como se irá reconociendo, los mayorazgos que gozan las haciendas opulentas que desfrutan ó los empleos politicos y militares que se les confieren, y á los que ni tienen rentas de mayorazgos ni de haciendas libres les contribuye con no inferiores ventajas que á los otros el comercio, á el qual se dedican sin reparo aunque sean de las familias mas condecoradas y nobles porque la calidad no desmerece allí nada por esta ocupacion, pero no se ha de entender que el comercio en que se exercitan sea el inferior de comprar y vender por menor ó en tiendas, sino cada uno á proporcion de su caracter y possibles; con este auxilio, logran tener subsistencia las familias sin experimentar con tanta regularidad las ruinas á que están sujetas en España las que no gozan el descanso de mayorazgos sobresalientes. Allí no solo no es de descredito el comerciar sino que los mas floridos caudales son dimanados de ello, echando menos su falta aquellos que, ó por no tener en dinero físico el necessario para hacerlo ó por su descuido, no lo executan assi. Esta providencia, arbitrio ó recurso que se entabló allí sin cuidado ni determinado fin porque solo lo introduxo aquel primer deseo con que fueron los españoles en hacerse ricos es la que el presente sostiene la magnificencia con que permanecen aquellos casos, y tal vez pudo contribuir para desviar el horror al comercio la declaracion real hecha desde los principios de que no obstasse á la nobleza ni á los avitos de las ordenes militares el ser cargador ó comerciante en Indias, resolucion de tanto acierto que España experimentarla sus ventajas si fuesse comun en todos sus reynos.



125 Sucede en Lima en el particular de familias distinguidas lo mismo que en Quito y es general en todas las Indias, que unas ha años que están allí establecidas y otras empiezan á serlo modernamente porque, siendo aquella la silla de todo el comercio del Perú, ocurren á ella muchos mas europeos que á otra alguna, yá sea con este motivo ó yá con el de los empleos de goviernos y corregimientos, en que van provistos de España. Para unos y otros, van sugetos de toda distincion, y, aunque se vuelven muchos á sus paises despues que han concluido con los encargos, regularmente se quedan allí los mas y, lisongeados de la abundancia y del buen clima, toman estado con aquellas señoras de nobleza, que, á mas del dote de bienes de fortuna, suelen tener el de los de naturaleza; con que, de esta forma se establecen continuamente nuevas familias.



126 Los negros, mulatos y los procedidos de estos hacen el mayor numero de aquella gente y son los que mantienen todo el trabajo de los artes mecanicos, dedicandose á ellos igualmente los europeos sin los reparos que se les previenen el Quito. Nace esto de que, siendo el conato de todos el hacer caudal, como este en Lima se adquiera por varios modos, no les sirve de obstaculo el que haya en el mismo oficio otros maestros que sean mulatos porque el interés está sobre todas las demás consideraciones.



127 La tercera y ultima especie de gente son los indios y mestizos; su numero es muy pequeño á proporcion de la grandeza de la ciudad y de los muchos que hay en la segunda. La ocupacion ó exercicio de estos es trabajar en algunas chacaritas ó sembrados, hacer cosas de barro y llevar á la plaza á vender las comestibles porque en las casas se hace todo el servicio con negros y mulatos, esclavos ó libres, aunque lo mas comun es lo primero.



128 El vestuario que acostumbran allí los hombres no tiene diferencia de los que se estilan en España ni la hay grande entre las varias gerarquias que lo componen porque todas las telas son comunes y las usa el que las puede comprar; y, assi, no es reparable el ver un mulato ú otro hombre de oficio con un rizo tisú quando el sugeto de la mayor calidad no halla otro mas sobresaliente con que poderse distinguir. Todos visten con mucha ostentacion, y puede decirse sin exageracion que las telas que se fabrican en los paises donde la industria trabaja para conseguir sus invenciones se lucen en Lima mas que en ninguna otra parte por la mucha generalidad con que se gastan, siendo esto causa de que tengan consumo las muchas que llevan las armadas de galeones y registros. Y aunque su costo es allí tan subido que no se puede comparar con el que tienen en Europa los mismos generos, no embaraza este ni para que dexen de vestirse de las mejores ni para no usarlas con desenfado y generosidad, sin poner aquel cuidado en su conservacion que parece corresponiente á su mucho costo; pero aun, esto es nada en los hombres respeto de lo pródigas que son las mugeres en vestirse y adornarse, assunto que sería injusto el no tratarlo en la extension que requiere.



129 En la eleccion y gusto de los encages de que se ha de componer el vestuario, se pone el mayor cuidado, y es tan regular este en aquellas señoras que, no ciñendose á solas las casas de la nobleza, viene á ser comun en todas las demás mugeres, á excepcion del infimo grado de las negras. Los encages, pues, se transforman, y la parte que entra en ellos de aquellos lienzos mas finos y delicados solo queda en aprehension porque en algunos ropages son en tan corta cantidad que si se llega á ver es mas bien sirviendo de adorno que de fondo, y estos han de ser de la superior calidad de Flandes porque todos otros se reputan por comunes.



130 La moda del trage, bien diferente del de Europa y que le hace tolerable el uso de aquel país por mas que á los españoles parezca al principio poco decoroso, se reduce al calzado, la ropa interior de camisa y fustán, que en España se dice enaguas blancas, un faldellin abierto y un jubon blanco en el verano ó de tela en el ibierno; algunas, aunque pocas, agregan á esto un ajustadorcillo al cuerpo porque aquel queda suelto. La diferencia de este trage al de Quito, aunque compuestos de unas mismas piezas, consiste en que el de Lima es mucho mas corto, de modo que el faldellin, que usan atarlo quedándoles todo el vientre sobrepuesto á él, solo llega á la mitad de la pantorrilla, y de allí hasta poco mas del tobillo cuelga la punta de encages finissimos que hace el ruedo del fustán, á cuya transparencia, casi llegando al tobillo, se dexan ver los extremos ó cabos de las ligas bordados de oro ó de plata, y tal vez salpicadas en ellas algunas perlas, aunque esto no sea comun. El faldellin, que ó bien es de terciopelo ó de otra tela guarnecido con franjas todo al rededor, no tiene menos sobrepuestos que los que quedan yá explicados en la parte primera, pero, para acrecentar su lucimiento y que sea mas estimable, buscan siempre lo mas exquisito, y con esto lo guarnecen yá sea de telas y franjas ó yá de encages y cintas particulares. Las mangas de camisa, que tienen de largo vara y media y dos de vuelo, se componen, quando son para el lucimiento, de el un cabo hasta el otro de tiras de encages, unidas ó juntas entre sí, con variedad y alternacion de sus labores para que formen mas agraciada simetría; sobre la camisa ponen el jubon, cuya manga, que es muy grande, forma en dos hojas una figura circular, y se compone todo él de tiras de encages y de chambray ó clarin correspondiente á aquellas en la finura, alternando entre cada dos de las primeras una de estas, lo que tambien suelen practicar en las mangas de camisa quando no son del mayor lucimiento. El cuerpo de esta lo sujetan en las espaldas con unas cintas, que para este fin tienen á los costados del pecho postizo, y despues, arremangando sobre los hombros las mangas circulares del jubon, hacen lo mismo con las de la camisa, que quedan sobre las primeras; y prendidas allí, forma en la espalda su follage, como quatro alas que les llegan hasta la cintura. El jubon, que no lo abrochan, lo apuntan igualmente en la espalda; y, dispuesto assi el todo del vestuario, queda vistoso y agradable. Las que usan apretadorcillo ó armilla lo abrochan ceñido al cuerpo, sin que por esto dexen de poner encima el jubon regular; si es en tiempo de verano, se rebozan con un paño largo, cuya tela y hechura es semejante á la de la camisa y cuerpo del jubon, y una y otras de cambray ó clarin muy finos guarnecidos de encages, unos al ayre, que assi llaman á los que prenden en todas las costuras por el un canto solamente, y otros haciendo alternancia con los lienzos finos, como practican en las mangas; pero si es en el ibierno, con un rebozo de bayeta llano para dentro de sus casas y muy guarnecido de sobrepuestos correspondientes á los del faldellin quando salen de lucimiento con saya de montar; tambien los acostumbran de bayeta musca guarnecidos al rededor con franjas ó tiras de terciopelo negro de una tercia ó poco menos de ancho. Sobre el faldellin ponen un delantar correspondiente en todo á las mangas del jubon, al qual llega hasta el ruedo de aquel. Todo esto dá á conocer quan costoso será un trage en que lo mas de la tela á lo que por donayre ó agrado solo havia de servir para guarnicion, y no causará novedad que una sola camisa como las que usan de novias tenga mil pesos y á veces mas de costo.



131 Una de las cosas en que mas esmero ponen aquellas mugeres es en el tamaño de los pies, y las que los tienen menores se consideran con mas perfeccion que las otras, siendo esta una de las tachas que objetan generalmente á todas las españolas porque, al respeto, los tienen grandes; y como aplican gran cuidado desde su corta edad en estrechar el calzado, hay algunas á quienes les quedan tan pequeños que no exceden en lo largo de cinco pulgadas y media á seis del pie de París, y aun en las de pequeños cuerpos algo menos. La hechura de los zapatos es llana y casi ó del todo sin suela porque con un pedazo del mismo cordován la componen, y no mas ancho ni menos redondo por la punta que en el talón, de forma que viene á hacer un 8 prolongado, si bien puesto el pie dentro de él no se acomoda á esta figura y queda mas regular; asseguranlo con hevillas de diamantes ó otras piedras, segun los possibles de cada una, sirviendo estas mas bien de lucimiento que de impedir el que se cayga porque su hechura es tal que ni puede descalzarse por sí, siendo lleno totalmente, ni lo embaraza la hevilla quando se lo quieren quitar. No acostumbran poner perlas en ellos, y es arduo el congeturar la causa respeto de que las gastan en todos los adornos y que las miran como cosa comun. Los maestros que los hacen, con el conocimiento de lo que se lisongean en lucir los pies las que los usan, suelen inventar en ellos algunos pespuntes y picaduras tales que sirven de acortar el tiempo de su servicio. Los ordinarios cuestan peso y medio aunque tambien, siendo bordados de oro ó plata, levantan su valor lista el de 8 ó 10 pesos, pero los de esta clase no están muy en uso porque ni su hechura ni el fin de que luzca lo pequeño del pie se acomoda bien á tales adornos.



132 Estilan mucho vestir la pierna de una media de seda blanca muy delgada para que parezca mejor, y otras veces de color y bordadas, pero siempre finas, concediendo la preferencia á las primeras como que el color puede dissimular menos los defectos de la pierna, la qual, estando casi toda descubierta, los manifiesta á la vista; llevadas de esta idea, no procuran adornarlas para que parezcan como son en sí, de que se ofrecen en las conversaciones no cortos assuntos festivos, arguyendo cada una sobre los que se notan en las demás.



133 Todo lo dicho hasta aqui ha sido solo pintar el trage que usan aquellas señoras en el ropage y galas que acostumbran para vestir el cuerpo y calzado; pero falta lo principal, que son los demás adherentes de lucimiento con que se adornan para salir de casa y concurrir en sus visitas, passeos ú otras funciones publicas, á cuya descripcion daré principio por el peynado, que, siendo totalmente natural, las agracia con estremo, y conduce para ello el ser uno de los dotes con que naturaleza las adorna el del pelo, que en las mas es negro y muy poblado, creciendoles hasta llegarles mas abaxo de la cintura. Este lo recogen ó atan en la parte posterior de la cabeza, dividiendolo en seis trenzas que ocupan todo su ancho; despues, atraviessan una aguja de oro algo curva, que llaman polizon, ó dan este nombre á dos botones de diamantes como pequeñas nueces que tiene en los estremos; van colgando las trenzas en él, de modo que la doblez cayga á la altura del hombro haciendo la figura de aros chatos; y assi lo dexan, sin cinta ni otra cosa, para que se ostente mejor su hermosura. En la parte anterior y superior ponen varios tembleques de diamantes y, con el mismo cabello, hacen unos pequeños rizos que, siguiendo su ceja encaracolados, baxan de la parte superior de las sienes hasta la medianía de las orejas, como que salen naturalmente del mismo pelo, y ponen dos parches de terciopelo negro algo grandes en las sienes, á la manera de los que se han dicho en otras descripciones que igualmente las agracian.



134 Los pendientes de las orejas son brillantes y los acompañan con unas borlitas negras ó polizones, distintos de los que tiene la aguja, de donde cuelgan las trenzas, y á la manera de los que quedan yá descritos en otra parte, los quales adornan con perlas. Estas son tan comunes en sus gargantas que, además de aquellas regulares para ceñirlas, estilan al cuello rosarios, cuyos botones, assi en los engastes como en lugar de los dieces, son todos de distintas perlas, componiendo entre ellas el tamaño de una gruessa avellana, y algo mas los que penden de la cruz.



135 Fuera de las sortijas y cintillas de diamantes y de las pulseras de perlas, que procuran sean de las mas sobresalientes en calidad y tamaño, usan otras de diamantes engastados en oro ó por mas particularidad en tumbaga, que tienen una pulgada y media ó mas de ancho, donde el metal solo sirve de sostener las piedras. Ultimamente, sobre el vientre se oponen una joya redonda muy grande, que, estando sujeta á un cinto, cuyo nombre participa, los ciñe por aquella parte; en ella no son menos comunes los diamantes que en las manillas y demás aderezos, con que, vestida una de aquellas señoras toda ella de encages en lugar de lienzos, quedando las telas mas ricas confusas con la variedad y adornandola las perlas y diamantes, no se hace increible lo que por allá se pondera en este assunto, regulando el valor de lo que se lleva quando se viste de gala desde 30 hasta 40 mil pesos, mas á menos segun los caudales, grandeza digna de toda admiracion, y de que usan aun las particulares por lo comun.



136 No se contiene la generosidad y franqueza de aquellos genios en el uso de tales alhajas sino que, obstentandolo en todas sus acciones, la manifiestan en el descuido y poco aprecio con que las tratan, lo qual es causa de que su duracion no sea á proporcion de la materia y dá motivo á gastos crecidos con la renovacion de los engastes ó de nuevos aderezos, lo que en las perlas, por su mayor fragilidad y la inclinacion que las tienen, es mas regular.



137 Para salir á la calle, usan dos trages distintos; el comun, de manto y basquiña de cola; y otro, de basquiña ó saya redonda y mantilla. Aquel para ir á la iglesia, esta para los passeos y diversiones, y uno y otro de mucho costo, assi por los bordados de plata, oro ó seda que los cubre como por la tela de que se hacen, aunque esta suele no corresponder á los sobrepuestos.



138 Con el vestido de cola lucen mas particularmente el Jueves Santo porque para visitar los sagrarios salen acompañadas de dos ó cuatro negras ó mulatas esclavas vestidas de uniforme á manera de lacayos; y como van sin embozo, no queda mas que ver para admirar la suma riqueza de que se componen sus trages y la ostentacion con que visten.



139 En quanto á la presencia de los cuerpos, son todas las mugeres por lo general de mediana estatura, hermosas y agraciadas, muy blancas, sin artificio, y en lo comun las dota la naturaleza, además del arreo del cabello, como yá se advirtió, de viveza y señorío en los ojos y lustre en la tez. A estas perfecciones corporales, se agregan las del espiritu en los entendimientos claros y perspicaces que posseen; el agrado es en ellas familiar con un cierto señorío, que al passo las hace amables, las dexa respetuosass; el asseo no hay expressiones que lo puedan explicar bastantemente; mantienen una conversacion con discretos y elegantes discursos y con propiedad hablan en los assuntos que se suscitan. Todas estas recomendables circunstancias son causas de que muchos europeos se queden prendados allí, estableciendose con el lazo del matrimonio.



140 Sufren la objecion de que con el conocimiento de sus capacidades adquieren cierto genero de altivez que no les permite subordinarse á agena voluntad ni á la de sus maridos, pero, como son discretas, saben grangearse la de estos á fuerza de complacerlos y lograr sin violencia el ser dueñas de sus alvedrios, sin que á esto obste uno ú otro caso particular en que la falta de prudencia en los sugetos sea causa de contrarios accidentes porque no se puede solicitar en que todos sean estos dotes con igualdad; y en este supuesto las dos objeciones que se les ponen no parecen del todo justas porque la de ser gastadoras mas que las de otros paises nace sobre el crecido valor que allí tienen todas las cosas de estar criadas con explendidez, y la de procurar conservarse en una cierta independencia no conoce otra causa que la de haverse establecido assi desde los principios, coadyuvando á ello el que siendo hijas del país y los contrayentes muchas veces no, tanto quanto es natural en estos alguna estrañeza, les falta la autoridad que sería necessaria para reformar los modales, y assi se avienen sin repugnancia á las que hallan establecidas porque de ellas no les resulta perjuicio á la estimacion, en la qual se señalan tanto aquellas mugeres que, sabiendo grangear la voluntad, mantienen las obligaciones del matrimonio con un genero de discrecion y amistad tan firme que no tiene comparacion con las de otros paises.



141 Tienen gran propension á los olores, tanto que continuamente andan llenas de ambar; ponenlo por lo regular detrás de las orejas y en otras partes del cuerpo, como tambien en la ropa ó alhajas con que se adornan; y no bastándoles la natural fragrancia de las flores, á que son igualmente apassionadas, las mezclan ó untan con él. En la cabeza ponen aquellas que son de mejor vista, y otras que se hacen mas exquisitas por el olor que por la hermosura de las hojas y colores meten entre los dobleces de las mangas; con que, de mucha distancia llega á percibirse el oloroso ambiente que despiden. Una de las que mas les lleva la atencion es la flor de la chirimoya, que, como yá queda dicho, se hace estimable por el olor agradable que exhala no siendo nada vistosa. La plaza principal de aquella ciudad se convierte diariamente en jardin, y de mañana son tantas las flores que á ella acuden que no queda á la vista mas que apetecer ni al olfato otro deleyte que desear; vanse allí las señoras en sus calesas á comprar las que mejor les gustan y no reparan en el precio quando son de su agrado, siendo esta allí diversion tan comun que con ella se forma un gran concurso en aquel sitio, y acuden á gozarla todas las personas de mas forma quando no se lo impiden otras ocupaciones.



142 Las demás classes de mugeres siguen el exemplo de las señoras, assi en la moda de su vestuario como en la pompa de él, llegando la suntuosidad de las galas hasta á las negras, segun corresponde á su esfera. Ni estas ni otras algunas andan allí descalzas, como sucede en Quito, y, queriendo hasta en el calzado imitar á las señoras, oprimen tanto los pies con los pequeños zapatos que dissimulan en parte su grandor natural, no siendo poco lo que tienen de sufrir antes de llegar á este punto. El aseo y primor es prenda tan general en todas que siempre andan almidonadas luciendo los follages de encages que cada una se pone segun su possible, siendo uno de los mayores assuntos que llevan su atencion la limpieza; por lo qual, en sus casas sobresale esta con no pequeño esmero y prolixidad.



143 A la propiedad de ser todas chistosas y decidoras, corresponde el genio alegre naturalmente y risueño, acompañado de un semblante agradable y obsequioso; son muy apassionadas á la musica, tanto que entre la gente comun no se oye mas que canciones artificiosas y agraciadas, ayudándolas para completar esta passion el tener buenas voces, de que hay algunas con tanta excelencia que causan admiracion; assimismo, son muy afectas á los bayles, y en su invencion luce la ligereza con assombro, y á este respeto toda su inclinacion es á cosas alegres y de diversion ó recreo.



144 Además de la viveza y penetracion de entendimiento de aquellos naturales, assi en hombres como en mujeres, los adelanta mucho la cultura, adquiriendo por medio de las conversaciones nuevos quilates de perfeccion que los facilitan las frequentes ocasiones de tratar con las personas de mayor decencia y lucimiento que passan de España y el uso de una politica institucion que hay, por la qual, suscitandose varias especies en las concurrencias, son, aunque impensadas escuelas de los entendimientos, las tertulias que forman aquellos ciudadanos en que procura cada uno sutilizar discretamente para no ser inferior á los demás.



145 El natural de aquellos habitantes, aunque brioso, es dócil; ninguno consiente ser predominado con vituperio, y son muy obedientes y reducibles al agrado porque aman mucho la dulzura, de modo que pocos exemplares causan grande escarmiento en sus ánimos; tienen mucho corage, y su pundonor es tanto que ni dissimula afrenta ni solicita lance con provocacion ó atrevimiento; con que, todos viven tranquilos con gran sociabilidad. Los mulatos, como gente mas inculta y de menos reflexion, en quienes los vicios hacen mas labor, son altivos, inquietos y ruidosos entre sí pero, aun assi, no suceden desastres ni se ven con frequencia desgracias en medio de ser tan crecido el vecindario.



146 La nobleza corresponde en sus modales á las circunstancias de la calidad; la cortesía brilla en todas sus acciones, el obsequio para con los forasteros no conoce límites y con agrado brindan el cortejo sin presumpcion ni lisonja, prendas todas que elevan su estimacion al passo que hacen parecer la distincion de los sugetos, y son recomendables para el complexo de sus circunstancias á todos los europeos que los tratan.