Comentario
CAPÍTULO V
Publícanse en España las provisiones de la conquista y del aparato grande que para ella se hace
La Cesárea Majestad hizo merced a Hernando de Soto de la conquista con título de adelantado y marqués de un estado de treinta leguas en largo y quince de ancho en la parte que él quisiese señalar de lo que a su costa conquistase. Diole asimismo que durante los días de su vida fuese gobernador y capitán general de la Florida, que también lo fuese de la isla de Santiago de Cuba, para que los vecinos y moradores de ella como a su gobernador y capitán le obedeciesen y acudiesen con mayor prontitud a las cosas que mandase necesarias para la conquista. La gobernación de Cuba pidió Hernando de Soto con mucha prudencia, porque es cosa muy importante para el que fuere a descubrir, conquistar y poblar la Florida.
Estos títulos y cargos se publicaron por toda España con gran sonido de la nueva empresa que Hernando de Soto emprendía de ir a sujetar y ganar grandes reinos y provincias para la corona de España. Y como por toda ella se dijese que el capitán que la hacía había sido conquistador del Perú y que, no contento con cien mil ducados que de él había traído, los gastaba en esta segunda conquista, se admiraban todos y la tenían por mucho mejor y más rica que la primera. Por lo cual de todas partes de España acudieron muchos caballeros muy ilustres en linaje, muchos hijosdalgo, muchos soldados prácticos en el arte militar que en diversas partes del mundo habían servido a la corona de España, y muchos ciudadanos y labradores, los cuales todos con la fama tan buena de la nueva conquista, y con la vista de tanta plata y oro y piedras preciosas como veían traer del nuevo mundo, dejando sus tierras, padres, parientes y amigos, y vendiendo sus haciendas, se apercibían y se ofrecían por sus personas y cartas para ir a esta conquista, con esperanzas que se prometían que había de ser tan rica, o más, que las dos pasadas de México y del Perú. Con las mismas esperanzas se movieron también a ir a esta jornada de la Florida seis o siete de los conquistadores que dijimos se habían vuelto del Perú, no advirtiendo que no podía ser mejor la tierra que iban a buscar que la que habían dejado, ni satisfaciéndose con las riquezas que de ella habían traído; antes parece que la hambre de ellas les había crecido conforme a su naturaleza, que es insaciable. Los conquistadores nombraremos en el proceso de esta historia como se fueren ofreciendo.
Luego que el gobernador mandó publicar sus provisiones entendió en dar orden que se comprasen navíos, armas, municiones, bastimentos y las demás cosas pertenecientes a tan gran empresa como la que había tomado. Para los cargos eligió personas suficientes cada cual en su ministerio; convocó gente de guerra, nombró capitanes y oficiales para el ejército, como diremos en el capítulo siguiente. En suma, proveyó con toda magnificencia y largueza, como quien podía y quería todo lo que convenía para su demanda.
Pues como el general y los demás capitanes y ministros acudiesen con tanta liberalidad al gasto y con tanta diligencia a las cosas que eran a cargo de cada uno de ellos, las concluyeron y juntaron todas en San Lúcar de Barrameda (donde había de ser la embarcación), en poco más tiempo de un año que las provisiones de Su Majestad se habían publicado. Traídos los navíos y llegado el plazo señalado para que la gente levantada viniese al mismo puerto, y habiéndose juntado toda, que era lucidísima, y hechas las demás provisiones así de matalotaje como de mucho hierro, acero, barretas, azadas, azadones, serones, sogas y espuertas, cosas muy necesarias para poblar, se embarcaron y pusieron en su navegación en la forma siguiente.