Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS



Comentario

CAPÍTULO XXIII


Que es falsa la opinión de muchos que afirman venir los indios del linaje de los judíos



Ya que por la isla Atlántida no se abre camino para pasar los indios al Nuevo Mundo, paréceles a otros que debió de ser el camino el que escribe Esdras en el cuarto libro, donde dice así: "Y porque le viste que recogía así otra muchedumbre pacífica, sabrás que estos son las diez tribus que fueron llevados en cautiverio en tiempo del rey Osee, al cual llevó cautivo Salmanasar, rey de los asirios, y a éstos los pasó a la otra parte del río, y fueron trasladados a otra tierra. Ellos tuvieron entre sí acuerdo y determinación de dejar la multitud de los gentiles, y de pasarse a otra región más apartada donde nunca habitó el género humano, para guardar siquiera allí su ley, la cual no habían guardado en su tierra. Entraron pues, por unas entradas angostas del río Éufrates, porque hizo el Altísimo entonces con ellos sus maravillas, y detuvo las corrientes del río hasta que pasasen. Porque por aquella región era el camino muy largo de año y medio; y llámase aquella región Arsareth. Entonces habitaron allí hasta el último tiempo, y agora cuando comenzaron a venir, tornará el Altísimo a detener otra vez las corrientes del río para que puedan pasar; por eso viste aquella muchedumbre con paz." Esta escritura de Esdras quieren algunos acomodar a los indios, diciendo que fueron de Dios llevados donde nunca habitó el género humano, y que la tierra en que moran es tan apartada que tiene año y medio de camino para ir a ella, y que esta gente es naturalmente pacífica. Que procedan los indios de linaje de judíos, el vulgo tiene por indicio cierto el ser medrosos y descaídos, y muy ceremoniáticos y agudos, y mentirosos. Demás deso dicen que su hábito parece el propio que usaban judíos, porque usan de una túnica o camiseta y de un manto rodeado encima, traen los pies descalzos o su calzado es unas suelas asidas por arriba, que ellos llaman ojotas. Y que este haya sido el hábito de los hebreos, dicen que consta así por sus historias como por pinturas antiguas, que los pintan vestidos en este traje; y que estos dos vestidos, que solamente traen los indios, eran los que puso en apuesta Sansón, que la Escritura nombra tunicam & syndonem, y es lo mismo que los indios dicen camiseta y manta. Mas todas estas son conjeturas muy livianas y que tienen mucho más contra sí que por sí. Sabemos que los hebreos usaron letras. En los indios no hay rastro de ellas; los otros eran muy amigos del dinero; éstos no se les da cosa. Los judíos, si se vieran no estar circuncidados, no se tuvieran por judíos. Los indios poco ni mucho no se retajan ni han dado jamás en esa ceremonia, como muchos de los de Etiopía y del Oriente. Mas ¿qué tiene que ver, siendo los judíos tan amigos de conservar su lengua y antigüedad, y tanto que en todas partes del mundo que hoy viven se diferencian de todos los demás, que en solas las Indias a ellos se les haya olvidado su linaje, su ley, sus ceremonias, su Mesías, y finalmente todo su judaísmo? Lo que dicen de ser los indios medrosos, y supersticiosos y agudos, y mentirosos; cuanto a lo primero, no es eso general a todos ellos; hay naciones entre estos bárbaros muy ajenas de todo eso; hay naciones de indios bravísimos y atrevidísimos; hay las muy botas y groseras de ingenio. De ceremonias y supersticiones siempre los gentiles fueron amigos. El traje de sus vestidos, la causa porque es el que se refiere, es por ser el más sencillo y natural del mundo, que apenas tiene artificio, y así fue común antiguamente no sólo a hebreos, sino a otras muchas naciones; pues ya la historia de Esdras (si se ha de hacer caso de escrituras apócrifas) más contradice que ayuda su intento, porque allí se dice que las diez tribus huyeron la multitud de gentiles, por guardar sus ceremonias y ley; mas los indios son dados a todas las idolatrías del mundo; pues las entradas del río Éufrates, vean bien los que eso sienten, en qué manera pueden llegar al Nuevo Orbe, y vean si han de tornar por allí los indios, como se dice en el lugar referido. Y no sé yo por qué se han de llamar éstos, gente pacífica, siendo verdad que perpetuamente se han perseguido con guerras mortales unos a otros. En conclusión, no veo que el Éufrates apócrifo de Esdras dé mejor paso a los hombres para el Nuevo Orbe, que le daba la Atlántida encantada y fabulosa de Platón.