Comentario
CAPÍTULO VIII
De las excepciones que se hallan en la regla ya dicha, y de los vientos y calmas que hay en mar y tierra
Lo que se ha dicho de los vientos que corren de ordinario dentro y fuera de la Tórrida, se ha de entender en la mar en los golfos grandes; porque en tierra es de otra suerte, en la cual se hallan todos vientos, por las grandes desigualdades que tiene de sierras y valles, y multitud de ríos y lagos, y diversas facciones de país, de donde suben vapores gruesos y varios, y según diversos principios son movidos a unas y otras partes, así causan diversos vientos, sin que el movimiento del aire causado del cielo pueda prevalecer tanto que siempre los lleve tras sí. Y no sólo en la tierra sino también en las costas del mar, en la Tórrida, se hallan estas diversidades de vientos por la misma causa; porque hay terrales que vienen de tierra, y hay mareros que soplan del mar; de ordinario los de mar son suaves y sanos y los de tierra pesados y malsanos, aunque según la diferencia de las costas, así es la diversidad que en esto hay. Comúnmente los terrales o terrenos, soplan después de media noche, hasta que el sol comienza a encumbrar; los de mar desde que el sol va calentando hasta después de ponerse. Por ventura es la causa que la tierra, como materia más gruesa, humea más ida la llama del sol, como lo hace la leña mal seca, que en apagándose la llama, humea más. La mar, como tiene más sutiles partes, no levanta humos sino cuando la están calentando, como la paja o heno, si es poca, y no bien seca, que levanta humo cuando la queman, y en cesando la llama, cesa el humo. Cualquiera que sea la causa de esto, ello es cierto que el viento terral prevalece más con la noche, y el de mar al contrario, más con el día. Por el mismo modo como en las costas hay vientos contrarios y violentos a veces, y muy tormentosos, acaece haber calmas y muy grandes. En gran golfo, navegando debajo de la Línea dicen hombres muy expertos que no se acuerdan haber visto calmas, sino que siempre poco o mucho se navega por causa del aire movido del movimiento celeste, que basta a llevar al navío dando como da, a popa. Ya dije que en dos mil setecientas leguas siempre debajo, o no más lejos de diez o doce grados de la Línea, fue una nao de Lima a Manila, por febrero y marzo, que es cuando el sol anda más derecho encima, y en todo este espacio no hallaron calmas sino viento fresco, y así en dos meses hicieron tan gran viaje; más cerca de tierra, en las costas o donde alcanzan los vapores de islas o tierra firme, suele haber muchas y muy crueles calmas en la Tórrida y fuera de ella. De la misma manera los turbiones y aguaceros repentinos, y torbellinos y otras pasiones tormentosas del aire, son más ciertas y ordinarias en las costas y donde alcanzan los vahos de tierra, que no en el gran golfo; esto entiendo en la Tórrida, porque fuera de ella, así calmas como turbiones también se hallan en alta mar. No deja con todo eso entre los Trópicos y en la misma Línea, de haber aguaceros y súbitas lluvias a veces, aunque sea muy adentro en la mar, porque para eso bastan las exalaciones y vapores del mar, que se mueven a veces presurosamente en el aire y causan truenos y turbiones; pero esto es mucho más ordinario cerca de tierra y en la misma tierra. Cuando navegué del Pirú a la Nueva España, advertí que todo el tiempo que fuimos por la costa del Pirú fue el viaje como siempre suele, fácil y sereno, por el viento Sur que corre allí, y con él se viene a popa la vuelta de España y de Nueva España; cuando atravesamos el golfo, como íbamos muy dentro en la mar y cuasi debajo de la Línea, fue el tiempo muy apacible y fresco y a popa. En llegando al paraje de Nicaragua y por toda aquella costa, tuvimos tiempos contrarios y muchos nublados y aguaceros, y viento que a veces bramaba horriblemente, y toda esta navegación fue dentro de la Zona Tórrida, porque de doce grados al Sur que está Lima, navegamos a diez y siete, que está Guatulco, puerto de Nueva España; y creo que los que hubieren tenido cuenta en lo que han navegado dentro de la Tórrida, hallarán poco más o menos lo que está dicho, y esto baste de la razón general de vientos que reinan en la Tórridazona por el mar.