Comentario
CAPÍTULO XVI
De las lagunas y lagos que se hallan en Indias
En lugar del mar Mediterráneo, que gozan las regiones del viejo orbe, proveyó el Creador en el nuevo, de muchos lagos, y algunos tan grandes que se pueden llamar mares, pues al de Palestina le llama así la Escritura, no siendo mayor ni aun tan grande como algunos de éstos. El principal es el de Titicaca, en el Pirú, en las provincias del Collao, del cual se ha dicho en el libro precedente que tiene de bojeo cuasi ochenta leguas, y entran en él diez o doce ríos caudales. Comenzose un tiempo a navegar en barcos o navíos, y diéronse tan mala maña, que el primero navío que entró se abrió con un temporal que hubo en la laguna. El agua no es del todo amarga y salobre, como la del mar, pero es tan gruesa que no es para beber. Cría dos géneros de pescado en abundancia, uno llaman suches, que es grande y sabroso, pero flemoso y malsano; otro bogas, más sano, aunque pequeño y muy espinoso. De patos y patillos de agua, hay innumerable cosa en toda la laguna. Cuando quieren hacer fiesta los indios a algún personaje que pasa por Chucuito por Omasuyo, que son las dos riberas de la laguna, juntan gran copia de balsas, y en torno van persiguiendo y encerrando los patos hasta tomar a manos cuantos quieren, llaman este modo de cazar, chaco. Están a las riberas de esta laguna de una y otra parte, las mejores poblaciones de indios del Pirú. Por el desaguadero de ésta se hace otra menor laguna, aunque bien grande, que se llama Paria, donde también hay mucho ganado, especial porcuno, que se da allí en extremo por la totora que cría la laguna, con que engorda bien ese ganado. Hay muchas otras lagunas en los lugares altos de la sierra, de las cuales nacen ríos o arroyos, que vienen adelante a ser muy caudalosos ríos. Como vamos de Arequipa al Collao, hay en lo alto dos lagunas hermosas a una banda y a otra del camino, de la una sale un arroyo que después se hace río y va a la mar del Sur; de la otra, dicen que tiene principio el río famoso de Aporima, del cual se cree que procede con la gran junta de ríos que se llegan de aquellas sierras, el ínclito río de las Amazonas, por otro nombre el Marañón. Es cosa que muchas veces consideré de dónde proviene haber tantos lagos en lo alto de aquellas sierras y cordilleras, en los cuales no entran ríos, antes salen muy copiosos arroyos y no se sienten menguar cuasi en todo el año las dichas lagunas. Pensar que de nieves que se derriten o de lluvias del cielo, se hacen estos lagos que digo, no satisface del todo, porque muchos de ellos no tienen esa copia de nieve, ni tanta lluvia, y no se sienten menguar, que todo arguye ser agua manantial que la naturaleza proveyó allí, aunque bien es de creer se ayudan de nieves y lluvias en algunos tiempos del año. Son estos lagos tan ordinarios en las más altas cumbres de las sierras, que apenas hay río notable, que no tenga su nacimiento de alguno de ellos. El agua de estos lagos es limpia y clara; crían poco pescado, y ese, menudo, por el frío que continuo tienen, aunque por otra nueva maravilla se hallan algunas de estas lagunas ser sumamente calientes. En fin del valle de Tarapaya, cerca de Potosí, hay una laguna redonda, y tanto, que parece hecha por compás, y con ser la tierra donde sale, frigidísima, es el agua calidísima. Suelen nadar en ella cerca de la orilla, porque entrando más no pueden sufrir el calor. En medio de esta laguna se hace un remolino y borbollón de más de veinte pies de largo y ancho, y es allí el propio manantial de la laguna, la cual con ser su manantial tan grande, nunca la sienten crecer cosa alguna, que parece se exhala allí, o tiene algunos desaguaderos encubiertos. Pero tampoco la ven menguar, que es otra maravilla, con haber sacado de ella una corriente gruesa para moler ciertos ingenios de metal, y siendo tanta el agua que desagua, había de menguar algo de razón. Dejando el Pirú y pasando a la Nueva España, no son menos memorables las lagunas que en ella se hallan, especialmente aquella tan famosa de México, en la cual hay dos diferencias de aguas: una es salobre y como de mar, otra clara y dulce causada de ríos que entran allí. En medio de la laguna está un peñol muy gracioso, y en él baños de agua caliente, y mana allí, pero para salud lo tienen por muy aprobado. Hay sementeras hechas en medio de la laguna, que están fundadas sobre la propia agua, y hechos sus camellones llenos de mil diferencias de semillas y yerbas e infinitas flores, que si no es viéndolo no se puede bien figurar cómo es. La ciudad de México está fundada sobre esta laguna, aunque los españoles han ido cegando con tierra todo el sitio de la ciudad, y sólo han dejado algunas acequias grandes y otras menores que entran y dan vueltas al pueblo, y con estas acequias tienen gran comodidad para el acarreto de todo cuanto han menester de leña, yerba, piedra, madera, frutos de la tierra y todo lo demás. Cortés fabricó bergantines cuando conquistó a México; después pareció que era más seguro no usarlos, y así sólo se sirven de canoas, de que hay grande abundancia. Tiene la laguna mucha pesca y caza, aunque no vi yo de ella pescado de precio; dicen valen los provechos de ella más de trescientos mil ducados. Otra y otras lagunas hay también no lejos de allí, de donde se lleva harto pescado a México. La provincia de Mechoacán se dice así por ser tierra de mucho pescado; hay lagunas hermosas y grandes abundantísimas de pescado, y es aquella tierra, sana y fresca. Otros muchos lagos hay, que hacer mención de todos, ni aun saberlos en particular, no es posible. Sólo se advierta lo que en el libro precedente se notó, que debajo de la Tórrida hay mayor copia de lagos que en otra parte del mundo. Con lo dicho y otro poco que digamos de ríos y fuentes, quedará acabado lo que se ofrece decir en esta materia.