Comentario
CAPÍTULO XI
De cómo el demonio ha procurado asemejarse a Dios en el modo de sacrificios, y religión y sacramentos
Pero antes de venir a eso, se ha de advertir una cosa que es muy digna de ponderar, y es que como el demonio ha tomado por su soberbia, bando y competencia con Dios, lo que nuestro Dios con su sabiduría ordena para su culto y honra, y para bien y salud del hombre, procura el demonio imitarlo y pervertirlo, para ser él honrado, y el hombre más condenado. Y así vemos que como el Sumo Dios tiene sacrificios y sacerdotes, y sacramentos y religiosos, y profetas, y gente dedicada a
su divino culto y cerimonias santas, así también el demonio tiene sus sacrificios y sacerdotes, y su modo de sacramentos, y gente dedicada a recogimiento y santimonia fingida, y mil géneros de profetas falsos. Todo lo cual, declarado en particular como pasa, es de grande gusto y de no menor consideración para el que se acordare cómo el demonio es padre de la mentira, según la suma verdad lo dice en su Evangelio, y así procura usurpar para sí la gloria de Dios, y fingir con sus tinieblas la luz. Los encantadores de Egipto, enseñados de su maestro Satanás, procuraban hacer, en competencia de Moisés y Aarón, otras maravillas semejantes. Y en el libro de los Jueces leemos del otro Micas, que era sacerdote del ídolo vano, usando los aderezos que en el tabernáculo del verdadero Dios se usaban, aquel ephod y teraphin, y lo demás. Séase lo que quisieren los doctos, apenas hay cosa instituída por Jesucristo nuestro Dios y Señor en su Ley Evangélica, que en alguna manera no le haya el demonio sofisticado y pasado a su gentilidad, como echará de ver quien advirtiere en lo que por ciertas relaciones tenemos sabido de los ritos y ceremonias de los indios, de que vamos tratando en este libro.