Comentario
APÉNDICE
No me ha parecido a propósito hacer descripción particular
de todas las islas de la América, las cuales pertenecen a
diversos reyes y potentados cristianos, ni relación de sus
gobiernos, rentas, ni otras cosas de ellos, pues multitud de
escritores se han empleado en componer gruesos volúmenes
de estas y semejantes noticias; contentaréme de añadir a
la historia precedente lo que poco tiempo ha sucedió era
las islas de Cayena y Tobago, entre Monsieur el conde de
Estrés, almirante de la corona de Francia en las partes de
la América, y Heer Jacob Binkes, por los poderosos estados
de Holanda con la misma cualidad.
A todo el mundo le consta que el príncipe de Courlant comenzó a establecer una colonia en la isla de Tobago y que, en poco tiempo (por falta de socorros), sus gentes la abandonaron dejándola al primer ocupante, que fueron los señores Adrián y Cornelio Lampsins, naturales de la ciudad de Flesinga, en la provincia de Zelanda; los cuales habiendo llegado allá el año de 1654 procuraron fortificarla por mandado de sus soberanos estados; con que dispusieron la fábrica de un castillo capaz de impedir los asaltos de cualesquiera enemigos.
Lo mismo sucedió el año de 1676, cuando los altos y poderosos estados de Holanda enviaron al comandante Jacob Binkes a la isla de Cayena, que por entonces estaba en posesión de franceses, para que la restituyesen al imperio de dichos señores estados. Salió con estas órdenes el día 16 de marzo del dicho año, consistiendo su flota en siete navíos de guerra, un brulote y otros cinco de menores fuerzas; llegaron a la dicha isla el cuarto día de mayo siguiente, donde Binkes echó 900 hombres en tierra, que se acercaron a la fortaleza, anunciando al gobernador de ella se rindiese; respondió no le pasaba por la imaginación tal cosa, antes determinaba pelear hasta que muriese y, con él, toda su gente. Binkes, cuando hubo entendido la respuesta, mandó a sus tropas dar un ataque por dos lados al castillo; dióse un considerable combate; pero, los franceses, estando pocos y atosigados de tanto número, rindieron las armas y el castillo. Halláronse dentro 37 piezas de artillería y el gobernador, llamado Lesi, con dos sacerdotes fueron enviados a Holanda. Binkes en la batalla tuvo 14 de los suyos muertos y 72 heridos.
E1 rey de Francia, luego que entendió este suceso, envió por el mes de octubre siguiente a Monsieur de Estrés, para volver a la mar de dicha isla. Llegó por el mes de diciembre con su escuadra de navíos de guerra, bien armados y proveídos; pero, como viniese hasta la ribera llamada Aperovaco, encontraron un navichuelo de Nantes, que no hacía quince días era partido de la dicha isla, el cual dio noticia del estado y circunstancias con que en ella se hallaban los holandeses. Dijo había en el castillo 300 hombres; que todo alrededor de él hincaron buenas palizadas y dentro estaban asentadas 26 piezas de artillería.
Monsieur de Estrés, pudiendo tomar resoluciones y medidas sobre tales advertencias, prosiguió el viaje, y llegó a un puerto de la dicha isla, lejos del castillo cosa de tres leguas; allí echó en tierra 800 hombres que separó y, la una parte puso debajo de la dirección del conde de Blinac y, la otra, de Monsieur de St. Faucher; dejando a Monsieur Gabaret con las otras tropas principales en los navíos, los cuales levantaron áncora y, poco a poco, se acercaron al castillo, mientras los que iban por tierra hacían lo mismo; siéndoles forzoso caminar de noche a causa del gran calor, porque es insufrible la exhalación que la tierra despide, que es notablemente sulfúrea, y por consiguiente un horno hediondo.
El día 19 del dicho mes Monsieur de Estrés envió a Monsieur de Lesí (que había sido allí gobernador, como dicho es) pidiendo se rindiese el castillo a la obediencia del rey su señor y a él en su nombre los que dentro estaban; no queriendo entender tal proposición, resolvieron de no entregarse, sino a costa de su sangre y vidas; y así, la noche siguiente, dieron los franceses ataque por siete lados, todos a un mismo tiempo. Los defensores, viendo que habían hecho su obligación y peleado con valor, cuanto les fue posible, se rindieron. Halláronse dentro 38 hombres muertos y algunos heridos, y enviaron todos los prisioneros a Francia, donde fueron tratados con hartos trabajos.
Puso todas las cosas en orden Monsieur de Estrés en la isla de Cayena y se fue a la de Martinica donde, luego que hubo llegado, le dijeron como el comandante Binkes se hallaba en la isla de Tobago y su flota ancorada en la bahía. Salió Estrés de refresco y, comenzándose a acercar a Tobago, Binkes envió sus compañías con un número de marineros a tierra, para guarda y gobierno de la artillería que en ella estaba; trabajaron éstos y sus capitanes, Vander Graef, Van Dongen y Ciavone, toda la noche para llenar las palizadas de la fortaleza llamada Sterreschans y formar baterías dentro de ella.
Dos días después la flota francesa ancoró en la bahía de Palmit y, por medio de 18 chalupas, echaron su gente en tierra. Binkes, viendo a los franceses sobre las montañas, hizo quemar todas las casas que se hallaban a los contornos del fuerte, para no dejar plaza alguna a los franceses, en la cual se pudiesen encubrir. Monsieur de Estrés mandó a un tambor, el día 23 del dicho mes, fuese de su parte a pedir la fortaleza; negáronlo totalmente y duró hasta el día tercero de marzo, el que los franceses viniesen a velas llenas contra Binkes, que salió al encuentro, y se dio combate de artillería maravilloso de una y otra parte. Los franceses entretanto, favorecidos en lo espeso del bosque, se avanzaron cerca de la fortaleza y dieron un brioso asalto con fuerza más que ordinaria; pero fueron de tal manera rechazados, que después de tres distintos asaltos se vieron obligados a retirarse con pérdida de más de 150 muertos y 200 heridos, que llevaron o, por mejor decir, arrastraron con grande pena los que huyeron.
Al mismo tiempo, las dos flotas tornaron al combate y pelearon tercamente hasta tanto que de ambas partes perecieron algunos navíos, entre Vulcano y Neptuno, de cuyo número fue el mismo en que Estrés se hallaba armado con 27 piezas de artillería prodigiosas. Duró la batalla un entero día, hasta que un poco antes de ponerse el sol, Monsieur de Estrés salió de la bahía con el resto de sus navíos, excepto dos que se perdieron a la vela, por haber montado muy arriba en el puerto; los holandeses, en fin, quedaron victoriosos, aunque con pérdida de muchos navíos quemados.
Hallándose en tal desgracia Monsieur de Estrés y que, por entonces, no podía aguardar ventaja alguna sobre Tobago, dio a la vela el 18 de marzo y llegó en 21 de junio al puerto de Brest en Francia. Quiso su majestad cristianísima que volviese dicho Monsieur de Estrés a emprender la acción contra Tobago, y ordenó se armasen a ese fin ocho grandes navíos de guerra y otros ocho menores, con todos los cuales tornó a enviar al mismo Monsieur de Estrés. Salió del dicho puerto de Brest en 3 de octubre siguiente y llegó el primero de diciembre a la isla de Barbados; como tuviese algún socorro más de Martinica, hizo reconocer de nuevo a Tobago y levantó áncoras poniéndose a la vela para allá, donde llegó el 7 del mismo mes de diciembre con toda su flota.
Al punto metió 500 hombres en tierra debajo del mando de Monsieur de Blinac, gobernador de las islas francesas de la América, a quien poco después siguieron otros mil hombres. El 9 día del mismo mes se acercaron a 600 pasos de un puesto que llaman le Cort, donde echaron toda la artillería para esto destinada en tierra. El 10 Monsieur de Estrés fue en persona a reconocer la fortaleza y, después de haberla hecho pedir a Binkes, éste lo rehusó generosamente. El siguiente día los franceses comenzaron a marchar hacia la dicha fortaleza y el 12 del mismo mes, los que estaban dentro comenzaron a disparar su artillería con grande continuación, pero los franceses dieron principio a sus empresas echando muchas bombas; la tercera cayó en el camino cerca del almacén de pólvora, en el cual se hallaba mucha derramada por negligencia de los que la sacaban para las provisiones necesarias, por cuyo medio se encendió fuego y co-rrió hasta dicho almacén; de modo que, en un momento, saltó en el aire con Binkes y todos sus oficiales, de los cuales sólo quedó con vida el capitán Van Dongen; lo cual visto por los franceses corrieron con 500 hombres, no teniendo, por entonces, nada que temer. Hiciéronse señores de la fortaleza, donde hallaron 300 hombres con vida que tomaron prisioneros y enviaron a su país. Monsieur de Estrés mandó arrasar toda la fortaleza y otros puestos que pudiesen servir de defensa como también todas las casas de la isla, y partió de ella el 27 del dicho mes; cuyo suceso y relación dará fin a mi presente historia, que pido a los curiosos la lean con benévolo afecto, y al que se la presenta conozcan por desinteresado, pues no le movió otra cosa a tomar la pluma, que sólo servir a los que en ella hallaren alguna luz por donde remediar lo futuro, que como lo presente y lo pasado está en manos de Dios, a quien demos honor, gloria y alabanza por los siglos de los siglos. Amén.