Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
JUNIPERO SERRA Y LAS MISIONES DE CALIFORNIA

(C) José-Luis Anta Félez



Comentario

CAPITULO VIII


Prosigue el mismo asunto de los dos Capítulos antecedentes.



Cuando en este floreciente estado se hallaban las referidas Misiones, llamó el R. Padre Guardián del Colegio de San Fernando a nuestro V. Fr. Junípero, para que se alistase a la Conquista espiritual de los Indios Apaches en el Río de San Sabá, y luego que el obediente súbdito recibió la Carta (mirándose retratada en su rostro la alegría y regocijo) salió de aquella Misión en que había trabajado nueve años, y dejando a los Indios con la instrucción que se ha dicho, se llevó consigo, como despojo del victorioso triunfo que había conseguido contra el Infierno, al principal ídolo que adoraban como Dios aquellos infelices. Este era una Cara perfecta de mujer, fabricada de Tecale, que tenían en lo más alto de una encumbrada Sierra, en una casa como Adoratorio o Capilla, a la que se subía por una escalera de piedra labrada, por cuyos lados, y en el plan de arriba, había algunos sepulcros de Indios principales de aquella Nación Pame, que antes de morir habían pedido los enterrasen en aquel sitio.



El nombre que daban al referido ídolo en su lengua nativa era el de Cachum, esto es, Madre del Sol, que veneraban por su Dios. Cuidaba de él un Indio viejo que hacía el oficio de Ministro del Demonio, y a él ocurrían para que pidiese a la Madre del Sol remedio para las necesidades en que se hallaban, ya de agua para sus siembras, o de salud en sus enfermedades, como también para salir bien en sus viajes, guerras que se les ofrecían, y conseguir mujer para casarse, que para obtenerla se presentaban delante del dicho viejo con un pliego de papel en blanco, por no saber leer ni escribir, el cual servía como de representación, y luego que lo recibía el fingido Sacerdote se tenían ya por casados. De estos papeles se hallaron chiquihuites, o canastos llenos, juntos con muchísimos idolillos, que se dieron al fuego, menos el citado ídolo principal. A éste lo tenía el mencionado viejo (que cuidaba de él) con mucha veneración y aseó, y tan tapado y oculto, que a muy pocos lo enseñaba o dejaba ver; y sólo lo hacía a los Bárbaros que venían como en romería de largas distancias, a tributarle sus votos y obsequios, y pedirle remedio para sus necesidades.



Luego que entraron a la conquista los Misioneros y se congregaron en las cinco Misiones, como queda referido, tuvo gran cuidado el Indio de ocultar y esconder su ídolo en una cueva, entre las peñas de aquella elevada Sierra. Y habiendo enviado el Capitán de los Soldados al Sargento con un Destacamento, para quemar todas las casas de los Indios que estaban esparcidos por aquellas Sierras, a fin de que subsistiesen en el nuevo poblado, y llegando a aquel lugar donde estaba la casa que servía de Adoratorio, o iglesia para dicho ídolo, le pegaron fuego, ignorando el destino que tenía; y aunque por tres, o cuatro ocasiones lo hicieron (según me refirió el mismo Sargento) nunca quiso arder, no obstante que era de materias tan combustibles, como de palos y zacate; y admirados de esto dijo el referido a sus Soldados: "Peguen fuego en nombre de Dios, y de su Santísima Madre" y repitiendo la diligencia, prendió luego la casa, consumiéndose en un instante, y repararon que salía un grande humo muy fétido y espeso, que los dejó asombrados y temerosos sin saber lo que allí había; pero después que ya el V. Padre Junípero sabía el idioma, se averiguó todo lo que va referido, declarándolo los mismos Indios ya convertidos, los cuales le entregaron el citado ídolo Cachum, que llevó a nuestro Colegio de San Fernando, y entregándolo al R. P. Guardián, mandó éste se pusiera en el cajón del Archivo perteneciente a los documentos y papeles de dichas Misiones, para memoria de la espiritual Conquista.



No obstante la salida del V. Padre, prosiguieron con igual celo y eficacia sus apostólicas empresas los Ministros que quedaron en las Misiones, y los que de nuevo entraron en ellas, para conseguir sus mayores creces, así en lo espiritual, como temporal, y hallándolas tan adelantadas, como reducidos los Indios, fue tanto su aumento, que en corto tiempo ya aquellos cinco Pueblos eran la admiración de los que los transitaban, y la emulación de los Señores Curas Clérigos de las inmediaciones. En esta atención dispuso nuestro Colegio de San Fernando entregarlos al ordinario, para que los proveyese de Curas Seculares, conforme a lo prevenido en las Bulas Apostólicas del Señor Inocencio XI, para lo cual hizo las debidas representaciones al Exmô. Señor Virrey Marqués de Croix, y al Illmô. Señor Arzobispo D. Francisco Antonio Lorenzana; y conviniendo en ello ambos Señores, se hizo la entrega de las referidas Misiones en el año de 1770 a los 26 de fundadas, quedando admirados y edificados de lo muy adelantadas que en tan corto tiempo se hallaban, según les costó por los documentos formados por los jueces Eclesiástico y Real que fueron comisionados a recibirlas por dichos Señores Virrey y Arzobispo; quienes se dignaron dar las gracias a nuestro Colegio, por lo que había trabajado en servicio de ambas Majestades, como se deja ver en las dos siguientes copias de sus Cartas originales.



Carta del Exmô. Señor Virrey Marqués de Croix



"La instancia del V. R. y Discretos de 10 de Julio próximo pasado, en que solicitaban se pongan Sacerdotes Seculares en las cinco Misiones que han estado a cargo de ese Apostólico Colegio en la Sierra Gorda, mandé pasar al Señor Fiscal, y con arreglo a su Respuesta, he resuelto en Decreto de 10 del corriente acceder a la pretensión de VV. RR. dándoles las más expresivas y debidas gracias por el celo con que sus Religiosos Misioneros han sabido lograr sus Apostólicos afanes; y avisar al Illmô. Señor Arzobispo, nombre un Eclesiástico, que se haga cargo de las referidas Misiones para proveerlas de Curas Seculares, como también comisionar a D. Vicente Posadas, vecino de Río verde, al recibo de las enunciadas cinco Misiones, con orden de que de documento jurídico a los Padres que se hallan en ellas de todo lo que entregaren en cada una; y que no sólo no les pongan embarazo en que saquen sus libros y todas las cosas de su uso, sino que también los habilite de lo necesario, a fin que puedan con la comodidad posible restituirse a ese Colegio después que se haya practicado el repartimiento de tierras a los indios en la forma que VV. RR. me han propuesto: de que les aviso, a efecto que se hallen completamente instruidos, y que se verifique el puntual cumplimiento. Dios guarde a VV. RR. muchos años. México 15 de agosto de 1770= El Marqués de Croix= A los RR. PP. Guardián y Discretos del Apostólico Colegio de San Fernando."



Carta del Illmó. Señor Arzobispo D. Francisco Antonio Lorenzana



"Muy Señor mío: E1 Cura y Juez Eclesiástico de Cadereita me ha dado cuenta con las diligencias que de mi orden practicó para poner a cargo del Clero Secular las cinco Misiones de Xalpan, Landa, Tilaco, Tancoyol y Concá en la Sierra Gorda; y resultando de ellas el infatigable celo con que han trabajado allí los hijos de ese Apostólico Colegio, siendo el puntual cumplimiento de su Instituto igual al dejarlas que al tomarlas, no puedo menos de manifestar a V. Rmâ. mi gratitud, y la obligación en que me constituyo de apetecer ocasiones en que servirle. =Ntrô. Señor guarde a V. Rmâ. muchos años. México y Diciembre 22 de 1770 =B. L. M. de V. Rmâ. su más afecto Servidor =Francisco Arzobispo de México =R. P. Guardián y Discretos del Colegio de San Fernando.



La gloria que al Colegio de San Fernando resulta por la entrega de las citadas cinco Misiones, que en el corto término de 26 años puso en tan buen estado así espiritual como temporal: el honor que ha conseguido el Apostólico Instituto, y lo mucho que para ello trabajó el V. Padre Junípero en los nueve años seguidos que allí estuvo, según queda expresado, me han estimulado a referir la entrega de ellas y las expresiones afectuosas que hicieron al Colegio los dichos Exmô. e Illmô. Señores cuando las recibieron, y se hallaron informados por los Comisionados, de la buena instrucción con que se hallaban aquellos Indios Neófitos, y de la opulencia en que se miraban las citadas Misiones, de las que habiendo sido Presidente el V. Padre, y trabajado tanto desde los principios hasta ponerlas en corriente, lo sacó la obediencia para las de San Saba, antes que se verificase su entrega.