Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
JUNIPERO SERRA Y LAS MISIONES DE CALIFORNIA

(C) José-Luis Anta Félez



Comentario

CAPITULO XXXVIII


Expedición tercera para el mismo registro de la Costa.



No quedó el fervoroso corazón de S. Excâ. sosegado ni satisfecho con las Expediciones dichas, y proyectó la tercera con más empeño y mayores prevenciones; y aunque ésta no se hizo hasta el año de 79, me ha parecido adelantar la noticia de ella y de las antecedentes, para quedar después más desembarazado para seguir la Relación Histórica de estos Establecimientos y de las tareas apostólicas de mi V. Padre Lector y Presidente Fr. Junípero Serra.



En cuanto el Exmô. Señor Bucareli recibió la noticia con los Diarios de la segunda Expedición, intentó con más fervor repetir tercer registro, dando cuenta a la corte de lo descubierto y de la resolución en que se hallaba. Interin venía la respuesta mandó construir una Fragata al propósito para dicha Expedición, y envió al Reino del Perú a un Teniente de Navío y a un Piloto graduado de Alférez para que en el Puerto del Callao comprasen una Fragata de cuenta del Rey, y la condujesen al Puerto de San Blas: así se ejecutó todo, y viéndose con la aprobación Real y orden de S. M. se hiciese tercera Expedición, a fin de descubrir el paso para la mar del Norte.



Mandó luego S. Excâ. aprontar las dos Fragatas, la nueva, llamada la Princesa, de Comandanta, y la Limeña nombrada la Favorita, y que se les pusiese todo lo que se juzgase necesario y conveniente para el viaje de un año. Mandó asimismo proveerlas de Tropa de Marina para lo que se ofreciese. Nombró de Comandante al Teniente de Navío D. Ignacio Arteaga, y de Subalternos otros dos Tenientes, y dos Alféreces de Marina, y Pilotos correspondientes. Pidió su Excâ. a nuestro Colegio dos Misioneros para ir a la Expedición, que fueron los Padres Fr. Juan Antonio Riobó, y Fr. Matías Noriega. Salieron dichas Fragatas del Puerto de San Blas el día 12 de Febrero de 1779, y llevaron su Práctico, por haber fallecido de muerte natural Don Juan Pérez en el mar entre Monterrey y San Blas de regreso del viaje de la segunda Expedición.



Salieron con la orden de ir en conserva, y de no apartarse sino por grande necesidad, y en tal caso señalasen Punto de unión, como lo hicieron, señalando el Paso de Bucareli, a los 55 grados, para donde navegaron prósperamente, y llegaron a él día 3 de Mayo, entraron a dentro, y hallaron un grande Aechipiélago, o Mar mediterráneo, poblado de muchas Islas. Mantuviéronse en él hasta el 1 de Julio, gastando casi caos meses en el registro, y hallaron en él trece Puertos a cual mejor, y capaces para poder estar en cada uno una Armada. No pudieron cerciorarse si por dentro se comunica por algún brazo con el mar del Norte, porque no hallaron por dicho rumbo término, y para poder hacer perfectamente este registro, era necesario una Expedición, que no tuviese otra atención, como tenían, de subir al registro de cuanta altura pudiesen.



No obstante, en el tiempo que estuvieron en este Archipiélago, levantaron plan y formaron sus mapas de cuanto habían registrado, fondeado y visto. Trataron con muchas naciones de Gentiles, que pueblan las islas y Playas de tierra firme: son los indios corpulentos, bien formados, y de buenos colores; tienen sus Lanchas de madera, bien grandes, con las que navegan aquel mar y pescan. Consiguieron el comprarles tres muchachos, y dos muchachas, que todos lograron el Bautismo, como diré después. Concluido el registro de dicho Puerto de Puertos, que llamaron de Bucareli, a contemplación del Señor Virrey, salieron el 1 de Julio para registrar la Costa de la altura.



El día 1 de Agosto se hallaron en la altura de 60 grados: un mes cabal tardaron para adelantar sólo 5 grados; y no fue por falta de buen tiempo, sino por lo mucho que declina la Costa al Noroeste. Hallaron en dicha altura un grande Puerto, y con todas las conveniencias que se puedan desear de seguridad de los vientos, de leña, lastre y agua, y muy, abundante de pescado sano y muy sabroso, fácil de coger, de que hicieron grande prevención, y salaron bastante para el viaje. Salieron a tierra, y tomaron posesión de ella, y del Puerto, que nombraron de Santiago: Fijaron en un alto una grande Cruz, que la subieron en procesión cantando el Himno Vexilla Regis.



Habiendo reparado el Comandante, que este Puerto tenía un brazo de Mar que se interna mucho hacia el Norte, mando se dispusiese una Lancha armada en Guerra con un Oficial y Piloto, y con Tropa para que se registrase. Hízose así, y habiendo navegado así al Norte algunos días, vieron venir a ellos dos Lanchones grandes, llenos de Gentiles, que cada uno de ellos traía más gentes que la de los nuestros. Manifestáronse de paz, regalando a los nuestros con pescado y otras cositas de las suyas, y los nuestros correspondieron con abalorios, espejos y otras chucherías, que estimaron mucho, y despidiéndose siguieron su viaje.



El Oficial y Piloto que iba en la Lancha de los nuestros viendo esto, y que habiéndose internado tanto que ya se hallaba en mayor altura que el Puerto en que estaban fondeadas las Fragatas, y que no se veía el término de dicho mar, sino que se le hacía Horizonte, no se atrevió a entrar más adentro, receloso de lo que podía encontrar adentro, sino que le pareció conveniente volver atrás, y dar cuenta al Señor Comandante de lo que había visto, como lo practicó.



Mientras estaba en dicho registro la Lancha trataron y comunicaron los de las Fragatas con muchos Gentiles, que con sus Lanchas y Canoas de varias figuras se les arrimaban y subían a bordo, los que procuraron regalar con comida y abalorios, y correspondían ellos con pescado y algunas cosas de las suyas. Entre los muchos Gentiles que fueron a bordo repararon en uno que al parecer se distinguía entre los otros; advirtieron en él, que no le causaba admiración el ver la Fragata, como si estuviera hecho a ver Barcos tan grandes. Preguntáronle si había visto otra vez Barcos grandes, y respondió por señas que sí; y señalando a un Cerro alto que estaba apartado de la Playa, dio a entender que detrás de aquel Cerro había muchos Barcos. Por lo que sospecharon muchos, que por allí estaría la factoría de los Rusos, que dicen tienen estos por aquella altura. Confirmábanse en esto, por tener a la vista el Volcán llamado por los Rusos de San Elias, y aún eran muchos de sentir que aquel Gentil a quien no había causado admiración la vista de las Fragatas, podría ser algún Ruso en traje de Indio enviado a registrar y observar.



Llegada la lancha del registro esperaban todos que mandaría el comandante entrasen las dos Fragatas a registrar aquel brazo de mar; pero fue lo contrario, dando orden se siguiese el registro por la Costa a la vista de tierra. Así lo practicaron, y en breve observaron que ya bajaban de altura, y que la Costa declinaba al Sur.



Hallándose en la altura de 59 grados, más bajo que el Puerto de Santiago, les sobrevino una tempestad de agua y neblina muy espesa que nada veían, sin saber como se hallaban: pusieron los Barcos a la capa, y así se mantuvieron por el espacio de veinte y cinco horas, que abrió un poco para que pudiesen ver el peligro en que se hallaban. Viéronse por todos lados cercados de Islas, metidos en un Archipiélago; y conociendo el evidente peligro en que se hallaban, mandó el Comandante, (que era muy devoto de Nuestro Señora de Regla) que subiesen la imagen de Ntrâ. Señora sobre el Alcázar, y que se le cantase la Salve: así se hizo con viva fe y esperanza en el patrocinio de Ntrâ. Señora, y se logró abrirse más la neblina, y que se divisase una gran Bahía pegada a una Isla, y mandó el Comandate que arrimados a ella se diese fondo, como se logró con toda felicidad, y se libraron del evidente peligro en que estaban. Registraron la Bahía, que nombraron de nuestra Señora de Regla, y hallaron varios fondeaderos. Saltaron a tierra, y tomaron posesión de ella con las mismas ceremonias que queda dicho del Puerto de Santiago. En este paraje no trataron con Gentiles, ni los vieron, sólo a lo lejos divisaron lumbradas.



Viendo el Señor Comandante que eran ya muchos los enfermos, la estación avanzada, y que estaba cerca el Equinoccio, no quiso se pasa se adelante el registro, sino que dio por concluida la Expedición, dando órden a los Pilotos para navegar a alguno de los Puertos de estos Establecimientos a fin de curar los enfermos, y de resguardarse por el Equinocio. Practicáronlo así, y entraron a este Puerto de N. P. San Francisco el 14 y 15 de Septiembre, en el que se mantuvieron hasta últimos de Octubre. Celebraron en esta Misión la Fiesta el día de gracia con Misa cantada y Sermón a nuestra Señora de los Remedios, cuya Imagen en Lámina de bronce, grande, de buen pincel, tocada a la Original de México, adornada con su grande marco de plata de martillo, y con su cristal puesta en su Nicho de cedro, regaló a esta Iglesia D. Juan Francisco de la Bodega y Quadra Capitán de la Fragata Limeña nombrada Ntrâ. Señora de los Remedios, alias la Favorita, la que se colocó en el Altar mayor, haciéndole la Fiesta el día 3 de Octubre con Misa cantada, y Sermón, y el siguiente día con la misma solemnidad, y asistencia de toda la gente celebramos la Fiesta de N. S. P. S. Francisco, Patrono de la Misión y del Puerto, también con Misa, Sermón y Procesión.



En el tiempo de mes y medio que se mantuvieron en este Puerto, se curaron, y sanaron todos los enfermos, y los Señores Pilotos dibujaron sus Mapas de toda la Costa y sus Puertos. Tuve el gusto de bautizar a tres de los Gentiles muchachos que ya dije consiguieron en el Puerto de Bucareli; y los dos por más grandecitos que necesitaban de instrucción, y no entendían todavia la lengua, los reservaron para después de llegados a San Blas. Cuando ya se disponían para salir de este Puerto para San Blas, llegó Correo de tierra desde la antigua California con la funesta noticia de la muerte de el Exmô. Señor Virrey Frey Don Antonio Bucareli, que fue para todos de mucha tristeza, para nosotros por haber perdido tan grande Bienhechor y Patrono de estos Establecimientos. No dudo que en el Cielo habrá recibido el premio de las muchas almas que se han logrado por el fomento que dió a estas espirituales Conquistas. Fue también sentida de los Señores Marítimos, pues desde luego presumieron pararían las Expediciones, y más con la noticia de las Guerras con el Inglés, que llegó por el mismo correo. Así como lo recelaron, así ha sucedido, pues han parado las Expediciones.



Aunque en estas Expediciones Marítimas no trabajó personalmente el V. P. Presidente Fr. Junípero, no pude menos cine insertarlas en esta Historia por ser ocasionadas de su trabajoso viaje a México, e influidas por su Apostólico celo en el noble y religioso corazón de su Excâ. dirigidas a extender la Fe Católica hasta las más remotas regiones: confiado el dicho Exmô. Señor de conseguir este principal fin de las Expediciones por medio del infatigable celo del V. P. Junípero, como vimos en la Carta inserta en el Capítulo antecedente, y lo veremos repetido en otra que le escribió con la misma fecha, y en una posdata de letra del mismo Señor, que dicen así:



Copia de la Carta de S. Excâ.



"El Informe de las Misiones que V. R. pasó a mis manos con Carta de 5 de Febrero del año anterior me deja sumamente complacido por los efectos progresivos que se experimentan debidos al cuidadoso Apostólico celo de V. R. y demás Padres, de que he dado cuenta al Rey, y quedo confiado de que continuando como hasta aquí, llegará tiempo de que S. M. pueda contar con unos Establecimientos que hagan gloriosas sus Reales piadosas intenciones por la propagación de la Fe en esas remotas tierras. Dios guarde a V. R. muchos años. México 20 de Enero de 1776."



Copia de la Posdata



"El Puerto de la Trinidad descubierto por Don Bruno Exca. nos convida a un Establecimiento; y para no perder de vista este objeto, que tanta extensión puede dar a el Evangelio, debemos consolidar estos Establecimientos, y es a lo que espero contribuya el fervoroso celo de V. Rmâ. Para podernos establecer en lo más distante ya descubierto, es preciso que esas Reducciones puedan subsistir por sí en lo correspondiente a víveres, y a eso espero se dedique el celo de los Padres Misioneros fomentando las siembras y la cría de ganados. El gasto de mantener la Tropa para Escolta, sin embargo de ser de consideración, no es lo que me detiene, sino la dificultad de que se conduzcan desde San Blas tantos víveres, y las contingencias que ofrece la navegación = El Baylio Frey D. Antonio Bucareli y Ursua = R. P. Fr. Junípero Serra".



Si este fervoroso Señor Excmô. hubiese sobrevivido a la última Expedición, hubiera visto, como vio el V. P. Junípero tan aumentado el ganado vacuno, que habiendo dado a cada una de las Misiones en su Fundación sólo diez y ocho cabezas; en el último Informe del año próximo pasado de 84 contaban ya entre todas las nueve Misiones 5384 cabezas, y de ganado menor de lana 5629, y de pelo o cabrío 4294, siendo así que de estas dos especies de ganados no se dieron para la fundación, sino que de un corto número de Borregas y Cabras se logró este aumento, habiendo los Misioneros solicitado de limosna el pie de dicho ganado menor. Asimismo vio el V. Padre Fundador, que dicho año que murió fueron las cosechas de Trigo, Maíz, Cebada, Frijol y demás legumbres: fue el total de todas las nueve Misiones quince mil y ochocientas fanegas: con lo que tienen y han tenido estos últimos años, no sólo para mantenerse por sí las Misiones, sino que les sobró para proveer a la Tropa. Si esta abundancia hubiera llegado a ver S. Excâ. como la llegó a ver el V. P. Fr. Junípero, ¿quién duda que ya estaría la Fe Católica hasta el último término de lo descubierto, o a lo menos estaría ya resonando el Clarín Evangélico por aquel Archipiélago del famoso Puerto de Bucareli?



Pero ya que lo suspendió la sensible muerte de dicho fervoroso Señor Bucareli, nos queda el consuelo de quedar descubierta tan abundante mies, como también de estar ya en el Cielo las primicias de aquellas gentes, por los tres que de menor edad bauticé en esta Misión, y poco después de llegados a San Blas murieron; y de los dos mas grandes, que llevaron para bautizar en San Blas murió la muchacha poco después de bautizada; y no dudo que estas cuatro almas bienaventuradas pedirán a Dios por la conversión de sus compatriotas que gimen bajo el tirano yugo del Enemigo, suplicando al Señor les envie Operarios que les prediquen e impongan en la ley Evangélica, para que logren como ellos las celestiales delicias por toda la eternidad.



He querido adelantar estas noticias para el curioso lector, a fin de que tenga una completa noticia así de estos Establecimientos, como de todas las expediciones hechas para la extensión de la Santa Fe Católica, y de los Dominios de nuestro Católico Monarca; y que enterado de ellas pueda leer la relación de estos nuevos Establecimientos, y Apostólicas tareas del V. P. Junípero y sus Compañeros, que se irán refiriendo en los siguientes Capítulos.