Comentario
CAPITULO LII
Prosigue la materia de las fundaciones de la Canal, y baja
para el efecto el V. P. Junípero a San Gabriel, y funda la
Misión de San Buenaventura.
Viendo el Señor Gobernador que cumplía ya medio año del fatal acaecimiento del Río Colorado, y que nada resultaba en estos Establecimientos, acordó el dar paso a las fundaciones ínterin llegaban los Barcos, por los que esperaban según las Cartas que se habían recibido, los seis Misioneros de nuestro Colegio que tenía pedido el Comandante General, valiéndose del Exmô. Señor Virrey; y como ya no podían tardar mucho, quiso dar principio a la fundación, para cuyo efecto escribió por febrero de 82 al R. P. Presidente, pidiéndole dos Misioneros, uno para dar principio a la Misión de San Buenaventura y otro para la de Santa Bárbara.
Hallábase entonces el V. P. Presidente en su Misión de San Carlos en su ordinaria tarea; y habiendo recibido la Carta, dando por cierto la venida de los seis Misioneros que estaban nombrados, y sabía ya S. R. por Carta quienes eran; por las vivas ansias que tenía de dichas fundaciones, puso la mira al número de Operarios que éramos, que no había mas supernumerario que uno en su Misión de Monterrey, que suplía cuando salía S. R. a la Visita; y que en la de San Diego estaba mi Padre Compañero Fr. Pedro Benito Cambón, que había llegado poco hacía de la dilatada Expedición que casualmente hubo de hacer a las Filipinas, cuyo Barco, que por diciembre anterior arribó a San Diego, lo dejó enfermo, y se hallaba todavía convaleciendo en la dicha Misión de San Diego. Confiado en que estaría algo reforzado para suplir, le escribió que se animase, y pasase a la Misión de San Gabriel, que allí se verían, como lo hizo, y diré después.
No quiso S. R. perder el mérito de los trabajos, así del camino como en las fundaciones que ya preveía: dejó el Supernumerario supliendo en la Misión de Monterrey, e hizo la cuenta como que salía a visitar, y así se puso en camino para San Gabriel, haciéndole olvidar los accidentes el fervoroso celo e innata inclinación que tenía de aumentar el número de hijos de Dios y de la Santa Iglesia. De paso hizo Confirmaciones en las dos Misiones de San Luis y San Antonio, dejando confirmados los Neófitos que se habían bautizado después de su última Visita. Pasó por la Canal de Santa Bárbara, alegrándose mucho de ver aquella Gentilidad, que ya estaba en vísperas de que les amaneciese la luz de la Fe: procuró regalarlos y agasajarlos, dándoles a entender que en breve volvería, y no tan de paso, sino a vivir con ellos, de que manifestaban alegrarse.
E1 18 de marzo, y muy tarde, llegó al nuevo Pueblo de Ntrâ. Señora de los Ángeles, y paró a hacer noche, y el día siguiente muy de mañana salió para la Misión de San Gabriel, que dista cuatro leguas; y según me dijo S. R. se le hicieron largas, ya fuese porque iba en ayunas, o por los grandes deseos de llegar, que ya fue tarde. Halló a los Padres Ministros de ella sin novedad, y con ellos al P. Cambón, ya convaleciente y en estado de poder trabajar, de que se alegró mucho; y dejando los cumplimientos para después, mandó repicar para la Misa, que cantó S. R. y en ella hizo una fervorosa Plática del Santísimo Patriarca Señor San José, cuyo día era, olvidando el cansancio de ciento treinta leguas desde Monterrey, y las cuatro últimas andadas aquella misma mañana.
Por la tarde hizo al Señor Gobernador los religiosos cumplidos, que correspondió a la visita el día siguiente, y en ella trataron el punto de las fundaciones, y resolvieron el fundar la Misión de San Buenaventura al principio de la Canal, y quedando en ella de Ministro interino el Padre Cambón, pasarían a fundar en el centro de la Canal el Presidio y la Misión de Santa Bárbara.
Aunque el devoto Padre deseaba celebrar en la Misión la Semana Santa; pero se hubo de contentar sólo con los deseos, porque se publicó la salida para el 26 de marzo que fue Martes Santo. En los seis días que estuvo S. R. en la Misión de San Gabriel hizo los más días Confirmaciones hasta el mismo día de la salida, que después de acabada la Misa hizo las últimas, y salió con la Expedición, que se componía de tanto gentío que jamás se había visto tanta Tropa junta en estas fundaciones, pues a más de la Tropa perteneciente al Presidio y tres Misiones, que eran setenta Soldados con su Teniente Capitán Comandante para el nuevo Presidio, un Alférez, tres Sargentos, y sus correspondientes Cabos. Iba el Señor Gobernador con diez Soldados de la Compañía de Monterrey, sus mujeres, y familias que los más eran casados; los Arrieros con las recuas de útiles, víveres y Sirvientes, y algunos Indios Neófitos para dar principio a la Misión: sólo de Padres era tan corto el número, que se reducía al V. P. Junípero, y al P. Fr. Pedro Cambón. Viendo el V. Padre tanta disposición, y tanto gentío que iba a la fundación de la Misión de San Buenaventura, podía decir, acordándose de la cortedad de gente y provisiones con que se habían fundado las demás: Quo tandem tardius eo solemmus, que se dice de la Canonización del mismo Dr. Seráfico.
Salió toda la dicha Expedición que había en la Misión de San Gabriel el 26 de marzo, y se dirigió rumbo al Noroeste para la Costa de la Canal de Santa Bárbara. A la primera jornada, como a la media noche les llegó Correo de la dicha Misión de San Gabriel, despachado por el Señor Teniente Coronel Don Pedro Fages Comandante de la Expedición, que había venido por orden del Comandante General al Río Colorado, con el encargo de que cruzando el Río, caminase a San Gabriel a comunicar, y tratar las órdenes que llevaba con el Señor Gobernador de la Provincia. Y habiendo llegado dicho Señor Fages le despachó Correo, y en cuanto recibió la Carta, aquella misma hora se puso en camino con sus diez Soldados retrocediendo para San Gabriel, dejando la orden al Comandante del nuevo Presidio de Santa Bárbara, para que siguiese la Expedición su camino a la Canal, que él luego volvería; y en caso de dilatarse diese principio a la Misión de San Buenaventura, y que allí lo esperasen. Con esto siguió para San Gabriel a tratar con el Señor Fages el asunto del Río Colorado, de que hablaré en el Capítulo siguiente.
Siguió la Expedición al otro día su camino, y el 29 de marzo llegaron al principio de la Canal; pararon su Real en el paraje nombrado por la primera Expedición del año de 69 de la Assumpta, o Asunción de Ntra. Señora, premeditado desde entonces para la Misión de San Buenaventura, cuyo sitio está cerca de la Playa, en cuya orilla hay un gran Pueblo de Gentiles, bien formado de Casas piramidales pajizas. Está dicho sitio en la altura del Norte de 34 grados y 13 minutos. E1 día siguiente de la llegada se empleó la Gente en hacer una grande Cruz, una enramada, que sirviese de Capilla, y en componer, y adornar el Altar para decir el siguiente día la primera Misa.
El día último de Marzo y primero de la alegre Pascua de la Resurrección del Señor bendijo el V. P. Presidente el Terreno, y Santa Cruz, y adorada la enarbolaron, y fijaron, y cantó S. R. la primera Misa en la que predicó del Soberano Misterio a la Tropa: y se tomó posesión del sitio para la Misión del Seráfico Dr. San Buenaventura. Los Gentiles del Pueblo manifestaron alegrarse, con los nuevos Vecinos, y oficiosos ayudaron a hacer la Capilla, y continuaron gustosos, ayudando a hacer la casa para el Padre, todo de madera; a la que luego dieron mano, y los Soldados destinados de Escolta empezaron a cortar madera para Cuartel y sus casas particulares, con una estacada para la seguridad y defensa.
Asimismo se dio mano a conducir por zanja la agua de un crecido arroyo perenne, que tiene cerca del sitio, a fin de tener corriente el agua pegada a las casas, como también para aprovecharla para siembras, y lograr cosechas para mantener a los que se convirtiesen. Por medio de un Neófito de la Misión de San Gabriel, que algo entendía la lengua, se pudo dar a entender a los Gentiles el motivo a que habían venido a sus tierras, que no era otro que el dirigir sus almas para el Cielo haciéndolos Cristianos. Aunque en los quince días que en dicha iniciada Misión se mantuvo el V. P. Fundador no logró el ver bautizado alguno; pero sí en la visita del siguiente año ya halló su chinchorrito de Cristianos, y cuando acabó la tares de su Apostólica vida contaba ya cincuenta y tres Cristianos, y cada día se van aumentando.