Comentario
El final de Tula ocurrió entre 1.168 y 1.178 d.C., y pudo estar motivado por una dramática destrucción del centro originada por el empuje de poblaciones chichimecas del norte de México. La mayor sequedad ambiental, que devolvió la aridez a las tierras del corredor hacia la Gran Chichimeca, y el abandono de la red comercial hacia el norte, presionaron sobre la cuenca de México, de manera que la ciudad terminó saqueada e incendiada, y algunas de las manifestaciones más arquetípicas de esta cultura -como los atlantes de la estructura B- enterradas. Huémac había trasladado la capital a Chapultepec hacia 1.156, de manera que Tula quedó desprotegida y a merced de las invasiones bárbaras, que se produjeron tan sólo doce años más tarde, dejando tras de sí un halo de prestigio y de poder que, si bien alejado de la realidad, sirvió para que los principales linajes del Postclásico pretendieran estar emparentados con la antigua nobleza tolteca.
En cuanto a Chichén Itzá, parece ser que la naturaleza de su decadencia fue la resistencia de la población indígena al poder de los itzá, y una alianza entre Izamal y Mayapán que les permitió expulsarlos de Chichén en 1.187. Estos iniciaron una diáspora, que les llevó hasta el lago Petén, donde resistieron a la invasión española hasta 1.697 en que decayó su capital, Tayasal.